jueves, 26 de mayo de 2011

Tadzio

La película Muerte en Venecia (1971) del director italiano Luchino Visconti, está basada en el libro del mismo título del escritor alemán Thomas Mann que narró, de acuerdo con sus propias palabras, una experiencia autobiográfica. La trama de la cinta, versa sobre un músico, Gustav von Aschenbach (remedo de Gustav Mahler), que vacaciona en Venecia, a donde llega a alojarse en el Hotel Lido, el más caro de la época, en 1911. En el curso de una velada nocturna, coincide en el salón del hotel con una familia de la aristocracia polaca compuesta por una madre discreta, dos niñas y un adolescente a quien llaman Tadzio. El escritor se enamora de la belleza del joven... y después del joven mismo. De manera platónica, claro. Recuerdo, no obstante, que la cultura homofóbica provocaba que la gente abandonara la sala entre risitas y abucheos ("¡viejo cochino!") o reacciones de defensa ("¡es una niña!", refiriéndose a Tadzio), sin permitirse contemplar la visión fotográfica esteticista de Visconti, la magnífica música de Mahler, la espléndida actuación trágica de Bogarde y... la posibilidad de admirar la belleza masculina adolescente sin sentirse ridículo o avergonzado.
Tadzio fue interpretado por el actor sueco, entonces de 15 años, Björn Andrésen. Quien fue considerado en su momento el joven más bello del mundo, se dedica en la actualidad a la música, vive con su esposa en Suecia y tiene 56 años. Al observar el retrato actual, se confirma aquello de que uno termina por convertirse en la caricatura de sí mismo. El tiempo dibuja mejor que nadie:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué casualidad. Hoy la vi.

sveide07@hotmail.com dijo...

Hola Falcón

He buscado esta película, si la tienes me la puedes prestar, si te la regreso, soy una asidua radioescucha me encanta su sentido del humor jaja gracias

videocentro a la orden dijo...

si, linda, te la presto, si me las prestas, me encanta mi sentido del humor jaja

RAFAEL FIERRO dijo...

El tiempo y los estereotipos te sepultan. El primero -como bien dices- te convierte en la caricatura de si mismo. Lo segundo: en la creencia obcecada de lo que se concidera de si -BjÖrn ni la mata se a cortado.