lunes, 28 de febrero de 2022

sábado, 26 de febrero de 2022

Las palabras ("nazis", "genocidio") pierden su verdadero significado en boca del tirano

 Rusia y Ucrania: "¿Desnazificar Ucrania?" 

La historia detrás de la justificación de Putin para invadir Ucrania

  • Mariana Sanches - @mariana_sanches
  • BBC News

Al anunciar que iniciaría una "operación militar especial" contra Ucrania durante la madrugada del jueves 24 de febrero, el líder ruso, Vladimir Putin, justificó su acción en la necesidad de "desnazificar y desmilitarizar Ucrania".

"He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania", dijo Putin en un discurso televisado, sin pruebas que lo respalden. 

Era el dramático desenlace de una crisis geopolítica internacional que se desarrolló en los últimos cuatro meses, desde que Putin comenzó a desplegar sus fuerzas militares en la región fronteriza de Ucrania.  

Inicialmente, el presidente ruso dijo que estaba preocupado por la seguridad nacional del país, dada la expansión de la alianza militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Europa del Este. 

Quería garantías de que Ucrania no sería admitida en la alianza, lo que, en teoría, le permitiría a Estados Unidos instalar bases militares en la región vecina al territorio ruso. 

Sin embargo, al acusar al actual gobierno ucraniano de ser nazi -sin ninguna prueba de ello-, Putin fue más allá de las preocupaciones prácticas por la seguridad del país y movilizó una serie de conceptos y hechos históricos para justificar, ante el mundo y en especial ante el pueblo ruso, las acciones militares contra un pueblo igualmente eslavo. 

Evocó la memoria colectiva de los ataques de Adolf Hitler a Europa, especialmente la invasión nazi de la Unión Soviética, y la noción de genocidio y limpieza étnica contra un pueblo -que en este caso serían los separatistas rusos en Ucrania-, y trató de caracterizar sus actos no como una agresión contra otro país, como acusan Ucrania, EE.UU. y Europa Occidental, sino como una defensa.

"La Segunda Guerra Mundial sigue siendo una parte importante de la cultura y la política rusa, y la afirmación falsa de que el gobierno ucraniano actual es como el gobierno aliado de los nazis de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial o el Ejército de Liberación de Ucrania (el grupo que luchó junto a los nazis) es un intento de moldear la opinión rusa", le dijo a BBC News Brasil Adam Casey, politólogo especializado en Rusia en la Universidad de Michigan (EE.UU.).

Pero, ¿de dónde vienen estas afirmaciones?

Reichskommissariat Ucrania

Es imposible entender las referencias que hace Putin sin retroceder algunas décadas en la historia. 

La forma en que el Ejército Rojo de la Unión Soviética luchó y derrotó a las tropas nazis alemanas en la Segunda Guerra Mundial todavía mueve el imaginario de los rusos y su orgullo nacional, mientras que la reacción de sus vecinos ucranianos en esa época sigue siendo motivo de hostilidad.

Cuando el Ejército nazi entró en las zonas ucranianas en 1941, una parte de la población optó por colaborar con los alemanes, mientras que gran parte del país se vio asolado por el sufrimiento y la destrucción. 

Más de 5 millones de ucranianos murieron luchando contra los nazis, que mataron a la mayoría de los 1.5 millones de judíos ucranianos. 

La ocupación alemana duró hasta 1944, y los ucranianos que cooperaron con los alemanes nazis trabajaron en la administración local, se convirtieron en parte de la policía nazi o en guardias en los campos de concentración. 

El gobierno civil alemán nazi fue bautizado como Reichskommissariat Ucrania (Comisariado Imperial de Ucrania), o RKU, y comprendía lo que ahora se divide entre el territorio de Ucrania, Bielorrusia y Polonia. 

Bandera 

Una de las figuras más destacadas -y controvertidas- de este nacionalismo colaboracionista ucraniano fue Stepan Bandera, quien primero actuó para facilitar el dominio de la región por parte de los nazis y luego se volvió contra ellos cuando se dio cuenta de que su plan para la independencia de Ucrania no llegaría a buen puerto.

Bandera pasó años en un campo de concentración nazi y finalmente fue asesinado por un agente de la KGB en 1959. 

Detrás de la colaboración con los nazis había un deseo de independencia por parte de los ucranianos y la creencia de que los alemanes podrían ser la forma de deshacerse del líder soviético Joseph Stalin.

 Ese sentimiento fue catapultado por otro hecho histórico del que acaban de cumplirse 90 años: el Holodomor, o la 'Gran Hambruna', período en el que, según la estimación del historiador Timothy Snyder de la Universidad de Yale, unos 3,3 millones de personas murieron de inanición. Hay, sin embargo, quienes aseguran que este número fue hasta 3 veces superior al estimado de Snyder.

Aunque la hambruna golpeó a la Unión Soviética en su conjunto en este período, especialmente debido a las políticas económicas del régimen de Stalin, los ucranianos, y otros 15 países, consideran el Holodomor un genocidio. 

Eso es porque, según algunos historiadores, la hambruna en Ucrania fue mucho peor que en el resto de la región debido a una decisión deliberada de Stalin de enviar menos recursos al territorio y prohibir el movimiento de personas en busca de alimentos. 

El líder soviético había decidido castigar y presionar al campesinado ucraniano, que se resistía a ceder sus fértiles propiedades agrícolas al control estatal, tal y como ordenaba el gobierno de la URSS, según historiadores. 

El Holodomor se convirtió en un trauma colectivo que aún persigue a Ucrania, y que sirvió de combustible para el sentimiento antisoviético que encarnó Bandera en las décadas de 1930 y 1940. 

Pero, ¿por qué importa ahora la historia de Bandera, casi un siglo después? Extremos La respuesta está en los hechos que estallaron en 2013, cuando el entonces presidente ucraniano Viktor Yanukovych, que encabezaba un gobierno prorruso, cedió a las presiones de Putin y se negó a firmar un pacto para acercar el país a la Unión Europea, algo que la mayoría de los ucranianos querían. 

La decisión del presidente provocó protestas en todo el país. En uno, en la plaza Maidan de la capital ucraniana, Kiev, se manifestaron unas 100, 000 personas. 

Tras meses de tensión, en 2014 Yanukovych huyó a Rusia y fue depuesto.

"Esta referencia a los nazis y los neonazis se volvió muy prominente en los medios rusos alrededor de diciembre de 2013, porque en el momento de las protestas de la plaza Maidan, algunos de los manifestantes estaban haciendo cosas como levantar una bandera de (Stepan) Bandera", le explicó a BBC News, Brian Taylor, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa y autor de The Code of Putinism (O "El código del putinismo", en una traducción libre del inglés).

 "Hay un segmento de la población ucraniana que recuerda esos intentos de lograr la independencia de Ucrania bajo Stalin, aliándose con Hitler, no como una colaboración con el nazi-fascismo, sino comoactos de patriotas y héroes nacionales ucranianos". 

Rusia tomó represalias por el derrocamiento de Yanukovych apoderándose de Crimea y desencadenando una rebelión en el este de Ucrania liderada por separatistas respaldados por Rusia: el enfrentamiento contra las fuerzas ucranianas se ha cobrado unas 14,000 vidas. Durante ese período, algunas milicias de extrema derecha comenzaron a actuar para repeler a los separatistas rusos. 

Se trata de grupos como Pravy Sektor y el Batallón Azov, que suelen llevar las banderas de Bandera, a quien Putin llama "cómplice de Hitler" y que hoy ostenta el estatus de "héroe nacional ucraniano". 

Sin embargo, ninguno de estos grupos extremistas ha logrado nunca conseguir parlamentarios en el Congreso Nacional de Ucrania, ni tener representantes en el Ejecutivo. "Ucrania no está controlada por nazis o fascistas, a pesar del crecimiento de grupos ultranacionalistas y fascistas en los últimos años, un problema global que no es exclusivo a Ucrania", le dijo a BBC News, la historiadora Amy Randall, de la Universidad de Santa Clara en California, experta en Rusia. 

"De hecho, el gobierno elegido democráticamente en Ucrania está encabezado por un presidente judío, Volodymyr Zelensky, cuyo tíos abuelos y otros miembros de la familia fueron asesinados durante el Holocausto". 

Retórica poderosa 

El miércoles 23 de febrero por la noche, tras intentar comunicarse con Putin y ser repetidamente ignorado, el presidente Zelensky hizo un llamado a la población rusa para que evitara que el Kremlin procediera con un ataque. 

En su emotivo discurso, pronunciado en ruso, Zelensky abordó las acusaciones de que su gobierno es nazi, las cuales serían repetidas por Putin horas después, al momento del anuncio de la operación militar. 

"A ustedes (los rusos) se les dice que somos nazis. Pero, ¿puede un pueblo que dio más de 8 millones de vidas por la victoria sobre el nazismo apoyar a los nazis?", manifestó Zelensky. "¿Cómo puedo ser nazi? Explíquele eso a mi abuelo, que pasó por la guerra en infantería en el Ejército soviético y murió como coronel en la Ucrania independiente". 

Los expertos en Rusia, sin embargo, señalan que el uso de Putin de este tipo de argumento tiende a ser exitoso en la población rusa y es parte de una estrategia más amplia del líder para movilizar el apoyo popular. 

"Esta retórica de desnazificación es poderosa porque evoca la memoria del inmenso sufrimiento y la victoria final del pueblo soviético durante la Segunda Guerra Mundial", dice Randall. 

"En los últimos años, Putin ha intensificado deliberadamente la conmemoración de la 'Gran Guerra Patriotica', como la Segunda Guerra Mundial es conocida en Rusia, promocionando el Día de la Victoria como la fiesta más importante y utilizando la guerra para inflar el orgullo nacionalista entre los rusos". 

¿Genocidio? 

Asimismo, advierten los expertos, el uso que hace Putin del término genocidio para caracterizar una situación falsa de aniquilamiento de la población rusa en Ucrania apela al mismo tipo de sentimiento, y es una carta que -según Brian Taylor- ya ha jugado en otras ocasiones para justificar incursiones militares rusas en áreas vecinas. 

"En 2008 hizo lo mismo con Georgia y en 2014 con Crimea", señala el profesor. 

De hecho, en medio del conflicto que se viene librando en las áreas separatistas de Donetsk y Luhansk desde hace 8 años, en el que los separatistas rusos financiados por Rusia se enfrentan a las fuerzas del Ejército ucraniano, hay también una guerra de desinformación.

En 2015, por ejemplo, un equipo de la BBC mostró cómo en la región de Donetsk, donde desde 2014 sólo hay acceso a las cadenas de televisión rusas, la noticia de la muerte de una niña rusa de 10 años en un bombardeo ucraniano fue completamente inventada. 

Los periodistas de los medios rusos responsables de informar sobre la historia admitieron que la niña nunca existió. "Tuvimos que transmitirlo", le dijeron a la BBC profesionales rusos.  

"El genocidio es una acusación grave, y la comunidad internacional se la toma en serio", señala Casey.

 "En este caso, por supuesto, no se está produciendo ningún genocidio", asegura.

"Pero la afirmación de ser el protector del mundo ruso, por así decirlo, es una justificación común en la política exterior de Putin, y esta acusación infundada de genocidio refuerza su afirmación ante audiencias nacionales de que él es el protector de los rusos étnicos en toda la ex Unión Soviética".

Del manual de dogmatismo: "Estados Unidos es y será siempre el origen de todos los males"

La simpatía por el capo implacable

Te gusta Putin. Sí, a ti, látigo habitual de equidistantes ("yo critico 50% y 50%"), equidistas ahora en el reparto de culpas entre Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Reconócelo: te gusta el dictador ruso. Llevas tantos años rezongando contra los líderes políticos mediocres de todos los partidos que tu repudio te ha conducido a la secreta simpatía por un tirano que "no perdona, se impone y pone orden". Y entonces dizque argumentas que Estados Unidos ha invadido antes a otros países. Y ese hecho, según tu diminuto criterio, autoriza a Putin a invadir Ucrania. Más si te has tragado las mentiras de agencias rusas de propaganda y de 'investigadores' universitarios de izquierda autófaga y cubicular: "Putin va a acabar con los nazis de Ucrania y a defenderse de la OTAN". Ridículo y desinformado crédulo. Los misiles de ataque parten todos del mismo origen: del nacionalismo anacrónico y mesiánico de un agente del KGB. 

-apunte/paráfrasis sobre una columna de Jorge Bustos

La finta engañabobos de Putin: "voy a exterminar a los nazis / a desnazificar/ ucranianos"

 The antisemitism animating Putin’s claim to ‘denazify’ Ukraine

/ Sat 26 Feb 2022 05.00 GMT

The Russian leader’s pretext for invasion recasts Ukraine’s Jewish president as a Nazi and Russian Christians as true victims of the Holocaust

When Russian president Vladimir Putin announced Russia’s invasion of Ukraine at dawn on Thursday, he justified the "special military operation" as having the goal to "denazify" Ukraine. The justification is not tenable, but it would be a mistake simply to dismiss it.

Vladimir Putin is himself a fascist autocrat, one who imprisons democratic opposition leaders and critics. He is the acknowledged leader of the global far right, which looks increasingly like a global fascist movement.

Ukraine does have a far-right movement, and its armed defenders include the Azov battalion, a far-right nationalist militia group. But no democratic country is free of far-right nationalist groups, including the United States. In the 2019 election, the Ukrainian far right was humiliated, receiving only 2% of the vote. This is far less support than far-right parties receive across western Europe, including inarguably democratic countries such as France and Germany.

 Ukraine is a democratic country, whose popular president was elected, in a free and fair election, with over 70% of the vote. That president, Volodymyr Zelenskiy, is Jewish, and comes from a family partially wiped out in the Nazi Holocaust.

Putin’s claim that Russia is invading Ukraine to denazify it is therefore absurd on its face. But understanding why Putin justifies the invasion of democratic Ukraine in this way sheds important light on what is happening not only in eastern Europe, but worldwide.

Fascism is a cult of the leader, who promises national restoration in the face of supposed humiliation by ethnic or religious minorities, liberals, feminists, immigrants, and homosexuals. The fascist leader claims the nation has been humiliated and its masculinity threatened by these forces. It must regain its former glory (and often its former territory) with violence. He offers himself as the only one who can restore it.

Central to European fascism is the idea that it is the Jews who are the agents of moral decay. According to European fascism, it is the Jews who bring a country under the domination of (Jewish) global elite, by using the tools of liberal democracy, secular humanism, feminism and gay rights, which are used to introduce decadence, weakness and impurity. Fascist antisemitism is racial rather than religious in origin, targeting Jews as a corrupt stateless race who seek global domination.

Fascism justifies its violence by offering to protect a supposedly pure religious and national identity from the forces of liberalism. In the west, fascism presents itself as the defender of European Christianity against these forces, as well as mass Muslim migration. Fascism in the west is thus increasingly hard to distinguish from Christian nationalism.

 Putin, the leader of Russian Christian nationalism, has come to view himself as the global leader of Christian nationalism, and is increasingly regarded as such by Christian nationalists around the world, including in the United States. Putin has emerged as a leader of this movement in part because of the global reach of recent Russian fascist thinkers such as Alexander Dugin and Alexander Prokhanov who laid its groundwork.

It is easy to recognize, in Putin’s invasion of Ukraine, the roadmap laid out in recent years by Dugin and Prokhanov, major figures in Putin’s Russia. Both Dugin and Prokhanov viewed an independent Ukraine as an existential threat to their goal, which Timothy Snyder, in his 2018 book The Road to Unfreedom, describes as “a desire for the return of Soviet power in fascist form”.

The form of Russian fascism Dugin and Prokhanov defended is like the central versions of European fascism – explicitly antisemitic. As Snyder writes, “… if Prokhanov had a core belief, it was the endless struggle of the empty and abstract sea-people against the hearty and righteous land-people. Like Adolf Hitler, Prokhanov blamed world Jewry for inventing the ideas that enslaved his homeland. He also blamed them for the Holocaust.”

The dominant version of antisemitism alive in parts of eastern Europe today is that Jews employ the Holocaust to seize the victimhood narrative from the “real” victims of the Nazis, who are Russian Christians (or other non-Jewish eastern Europeans). Those who embrace Russian Christian nationalist ideology will be especially susceptible to this strain of antisemitism.

 With this background, we can understand why Putin chose the actions he did, as well as the words he used to justify them. Ukraine has always been the primary target of those who seek to restore “Soviet power in fascist form”. Echoing familiar fascist antisemitic tropes, in a 2021 article, former Russian president Dmitry Medvedev denounced Zelenskiy as disgusting, corrupt and faithless. The free democratic election of a Jewish president confirms in the fascist mind that the fascist bogeyman of liberal democracy as a tool for global Jewish domination is real.

By claiming that the aim of the invasion is to “denazify” Ukraine, Putin appeals to the myths of contemporary eastern European antisemitism – that a global cabal of Jews were (and are) the real agents of violence against Russian Christians and the real victims of the Nazis were not the Jews, but rather this group. Russian Christians are targets of a conspiracy by a global elite, who, using the vocabulary of liberal democracy and human rights, attack the Christian faith and the Russian nation. Putin’s propaganda is not aimed at an obviously skeptical west, but rather appeals domestically to this strain of Christian nationalism.

There are broader morals here. The attack on liberal democracy in the west comes from a global fascist movement, whose center is Christian nationalism. It will be hard to disentangle this movement from antisemitism (albeit a version of antisemitism that allies with forces pushing for a Jewish nationalist state in Israel). Unsurprisingly, proponents of the view that a Christian nation needs protection and defense against liberalism, “globalism” and their supposed decadence, will be marshaled to their most violent actions when the faces of free, secular, tolerant liberal democracy prominently include Jewish ones

viernes, 25 de febrero de 2022

Es viernes y don Venus lo sabe

Don Venus- Deben terminar esa guerra (*), ¡Es una locura!

Embajador de Alemania- Sólo durará unos cuantos días, ¡No pasa nada!

(*) Primera Guerra Mundial, 1914-1918
 

Hartazgo

Ucraneando en el War Room


Del bullying al asesinato

Frenar la agresión de Putin

Los servicios de inteligencia de EE UU acertaron: Ucrania está bajo las bombas de Rusia

Manifestación en Londres contra la invasión rusa de Ucrania.
Manifestación en Londres contra la invasión rusa de Ucrania.
Las alarmas no eran gratuitas.  
Con la invasión de Ucrania están tomando cuerpo las peores pesadillas de la historia europea. El presidente Putin ha optado por el uso de la fuerza como instrumento para resolver los contenciosos con sus vecinos y para reformatear el orden y las fronteras de Europa. Su agresión imperial y su idea de un continente dividido en áreas de influencia pertenecen a una época desgraciada que todos creíamos periclitada. El Gobierno de Rusia se ha comportado con el matonismo de los grupos mafiosos y la gran delincuencia, primero amenazando, después mintiendo y luego desencadenando una violencia propiamente bárbara que pone en peligro la vida de millones de ciudadanos, arruina las economías, también la rusa, y siembra el desorden en las relaciones internacionales.

Rusia ha dejado de comportarse como un Estado fiable con esta nueva vulneración de la integridad territorial. Con ella pretende modificar las fronteras y anular la soberanía de Ucrania, continuación de la acción perpetrada de forma subrepticia en 2014 con la anexión de Crimea y la secesión de Donetsk y Lugansk. Las elucubraciones de Putin sobre la historia de Ucrania, hasta negar la propia existencia del país y su derecho a la independencia, son una clara premonición de sus planes de aniquilación, propios de un Gobierno despótico que se considera por encima de cualquier ley y atiende sólo al derecho del más fuerte.

Putin quiere corregir por la vía expeditiva militar la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, tal como calificó la desaparición de la Unión Soviética, y con ella la derrota del sistema comunista en la Guerra Fría. La ocupación de Ucrania es sólo el primer paso de un proyecto amenazante, al menos para todos los países que estuvieron integrados en el Pacto de Varsovia, y especialmente para las tres repúblicas bálticas, que fueron anexionadas por la Unión Soviética y actualmente cuentan con una peligrosa frontera con Rusia. Todos los países que pudieron escapar del yugo soviético cuentan con democracias sin parangón, incluso en los casos iliberales de Polonia y Hungría, con los regímenes autoritarios que persisten en todo el espacio postsoviético controlado por Moscú. No es únicamente la soberanía de estos países la que está en peligro, sino que, como consecuencia, se trata del futuro de la democracia en Europa. E incluso más allá, el precedente sentado por Putin abre las puertas de un mundo organizado bajo la ley de la fuerza.


La irresponsabilidad de la agresión de Putin sobre Ucrania es enorme. Rusia es una de las dos superpotencias nucleares. La acción iniciada en la madrugada del jueves afecta directamente desde el punto de vista de la seguridad a Reino Unido y Francia, dos países que cuentan también con el arma nuclear. Toda la estructura multilateral europea se ve sometida a un reto existencial, especialmente la UE y la OTAN (y a ambas aspiraba a ingresar Ucrania). También es el caso de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), en la que Rusia todavía está integrada, sin que tenga sentido alguno la participación de un Estado abiertamente dispuesto a vulnerar sistemáticamente los principios fundacionales de la organización. La crisis institucional provocada por el Kremlin afecta también a Naciones Unidas, organización creada precisamente para evitar este tipo de actuaciones, pero cuyo Consejo de Seguridad se encuentra ahora secuestrado por el derecho de veto de Moscú.

La respuesta que merece la invasión requiere resolución y rapidez en grado máximo. El G-7 expresó ayer en una reunión virtual su "apoyo y solidaridad inquebrantable" a Ucrania y las reacciones en Occidente incluyen la dimisión de sus cargos en consejos de administración de empresas rusas por parte de numerosos políticos y, entre ellos, Matteo Renzi.

Pero es necesaria también la imposición inmediata de un severo régimen de sanciones en la dirección que ha empezado a hacerse efectiva tanto por parte de Biden como de Reino Unido y la UE. Joe Biden anunció medidas ayer con "costos severos" con el objetivo de debilitar a la economía rusa sin perjudicar o intentando minimizar el efecto que pudieran tener en las economías occidentales. Dijo expresamente no a la intervención militar en Ucrania pero no a fortalecer el "flanco oriental" de la OTAN en acciones de apoyo. En un plazo muy rápido, de apenas 24 horas, los aliados han redoblado sus sanciones contra Rusia con la intención de asestar un duro golpe a su sistema financiero, aunque aún quepan otras medidas más de carácter económico.

De momento, Estados Unidos y el Reino Unido han congelado los activos de algunas de las cuatro principales entidades financieras de Rusia, entre ellas VTB, el segundo banco ruso por activos. Londres ha prohibido que aterricen en suelo británico los aviones de Aeroflot y las principales empresas rusas se quedan sin acceso a financiación en dólares, euros, libras y yenes. Varios petroleros rusos no pudieron ya obtener este jueves cartas de crédito para enviar sus buques. Boris Johnson limitó la cantidad de dinero que podrán tener en cuentas británicas. Joe Biden fue preguntado por la expulsión del sistema de pagos internacionales Swift, sin descartarla, mientras que Boris Johnson sí anunció la voluntad de excluir a Rusia. Por su parte, la UE anunció anoche una batería de medidas en la misma línea que serán aprobadas en las próximas horas,

Lo que expresan estas medidas es la decidida voluntad de los aliados de combatir a través de sanciones con efectos a medio y largo plazo el ataque ruso. Todas ellas respaldan el objetivo necesario de cortar amarras comerciales y económicas con un Gobierno que ha superado cualquier límite de comportamiento civilizado y fiable.

jueves, 24 de febrero de 2022

Hay que decir con claridad lo que el dictador quiere oír

El de la vista gorda


Agente de la KGB en acción

Lo esencial

Análisis exprés | El peor de los escenarios

Por Claudi Pérez. El peor de los escenarios era un ataque masivo por distintos flancos, sobre objetivos militares e infraestructuras: el mundo ha amanecido esta madrugada con ese movimiento por parte de la Rusia de Vladímir Putin, acompañado de música de Wagner: el presidente ruso ha optado por acompañar los bombardeos con una retórica en la que habla de "nuestras tierras históricas", en relación con Ucrania. Los redobles de tambores bélicos siempre apelan al espectro invisible de la historia: siempre. Dos meses después, las advertencias de la OTAN y de EE UU se cumplen con brutalidad, con una guerra a gran escala a las puertas de Europa. El próximo movimiento es una batería de formidables sanciones por parte de Occidente a la altura de ese desafío, que va a acabar de un plumazo con las dudas de Italia, Austria, Hungría y las que podían quedar en Alemania después del giro que supuso paralizar el gasoducto Nordstream 2. Esas sanciones durarán años. Buscan ahogar financieramente a un país que tiene cabezas nucleares pero también una economía con un PIB similar al español.

Pero difícilmente esas medidas van a disuadir a Putin: el objetivo es minar el apoyo ciudadano del presidente ruso, según los analistas. La respuesta bélica occidental difícilmente estará a la altura de esas sanciones: Estados Unidos y Europa van a armar a Ucrania y van a apoyar a Kiev con dinero fresco, después de la inyección reciente de 2.600 millones, pero es improbable que vayan más allá; esta tarde despejará esa incógnita el presidente norteamericano, Joe Biden. Frente al apoyo occidental de Kiev, Moscú puede contar, en principio, con China, aunque también eso puede estar en el aire en función de los acontecimientos. Las sanciones provocarán también una respuesta rusa: probablemente controles a la exportación de alimentos y materias primas, y quizá cortes de gas, aunque eso está por ver; casi todo está por ver en estos momentos.

En el fondo, eso no es ahora lo esencial: lo esencial es esa primera agresión injustificada en suelo europeo desde hace 80 años. Y la guinda del tremendo crescendo de los tres últimos lustros: dos grandes crisis económicas, una pandemia brutal y un momento populista en medio mundo (los Trump, AMLO, Bolsonaro, Orbán e tutti quanti) que ahora palidecen al lado de esta guerra. Escribía Thomas de Quincy en La invasión de los tártaros que, llegados a mitad del camino que se habían dispuesto a recorrer y conscientes de la magnitud de los sacrificios que les aguardaban, los tártaros a las puertas de Europa tenían tantas razones para seguir como para volver atrás. Putin ha decidido seguir adelante y mete al mundo en una ratonera de tintes nihilistas. Nihilismo es destruir lo existente sin saber con qué sustituirlo: en esas estamos.

Recomendación


martes, 22 de febrero de 2022

De cómo y quiénes deben enfrentar a Putin

 Editorial de El País

 -22 de febrero de 2022

La situación sobre el terreno en el conflicto ucranio sufre desde hace días un deterioro sumamente inquietante. Rusia profundiza en su amenazante despliegue militar dentro del territorio del país vecino —en la anexionada Crimea— y en sus fronteras, incluida Bielorrusia, donde ha decidido prolongar la presencia de sus fuerzas después del fin de los ejercicios militares que tenía previstos. Varios hechos, desde el intercambio de fuego entre la región separatista del Donbás y las fuerzas ucranias hasta la evacuación de civiles del territorio rebelde, despiertan serias sospechas de ser parte de un guion para fabricar un casus belli para una nueva agresión rusa. La iniciativa de ayer de Vladímir Putin de reconocer como repúblicas independientes a las regiones separatistas del este de Ucrania agrava la crisis aún más y constituye un paso inaceptable en el marco jurídico internacional. En ese contexto, las democracias occidentales desarrollan una febril actividad diplomática para intentar evitar una conflagración con un potencial devastador para la población civil y con graves consecuencias para el orden mundial. 

El esfuerzo diplomático occidental resulta adecuado para agotar todas las posibilidades de diálogo, pero también porque las bases del intento son sólidas. A diferencia de lo ocurrido en los últimos años, las democracias occidentales han logrado forjar una apreciable unidad para hacer frente al desafío planteado por Moscú. Con actitud en las antípodas de su predecesor, Joe Biden ha buscado mantener la relación más estrecha posible con los aliados europeos, que Vladímir Putin intenta ningunear; y los miembros de la Unión Europea, a su vez, han cerrado filas.

Es fundamental que esta unión —de la que se toma nota con decepción en Moscú y en Pekín— persista en los graves retos que tocará seguir afrontando. Caso de que se produzca la agresión rusa, el paquete de medidas sancionadoras va a ser solo un paso de una crisis que planteará nuevos dilemas, entre ellos cómo seguir apoyando a Ucrania o cómo reaccionar a probables represalias rusas. Reconforta oír a miembros del Ejecutivo alemán afirmar que su país está preparado para asumir un alto precio. La UE está más expuesta que EE UU. Pero su apego a un mundo regulado por el derecho y no por la fuerza reclama respuestas contundentes al reto de Moscú. 

Como señalaron numerosos líderes en la Conferencia de Seguridad de Múnich de este fin de semana, en esta crisis no solo está en juego la vida de ciudadanos ucranios, sino el orden del mundo. Puede ser uno multilateral, apoyado en el derecho internacional, la diplomacia y los derechos humanos; u otro multipolar, enrocado en el valor de la pura fuerza, en las esferas de influencia y la relativización de derechos que deberían ser universales. Mientras Rusia actúa y China observa, las democracias deben mantener firmeza y unidad.

Estacionamiento


 

La función debe continuar


lunes, 21 de febrero de 2022

sábado, 19 de febrero de 2022

martes, 15 de febrero de 2022

lunes, 14 de febrero de 2022

domingo, 13 de febrero de 2022

¿NFT?

¿Qué son los NFT y porque todos hablan de ellos? 

-Manuel Trevilla

NFT son las siglas de "Non-Fungible Token". “Non-fungible” significa que no pueden ser reemplazados por otra cosa. Un billete de un dólar puede ser reemplazado por otro o cambia un bitcoin por otro y tendrás exactamente lo mismo, en valor y liquidez./ Los ejemplos anteriores son “Fungibles”, o reemplazables. Pero una obra de arte, la espada de Napoleón o una tarjeta coleccionable son únicos e irremplazables, Non-fungible./ Para probar que una obra de arte física o una tarjeta coleccionable son únicos, puedes consultar con expertos o utilizar un certificado de autenticidad emitido por el autor o una organización. La verificación está basada en la confianza del público con el autor, propietario o la organización que realizó la autentificación./ Los NFTs utilizan blockchain, la tecnología en la cual todas las criptomonedas están basadas; una de las grandes cualidades es la capacidad de verificar afirmaciones como la propiedad o autenticidad de un activo de manera no centralizada, la información es imposible de editar sin que la cadena completa lo detecte (hasta el momento), y esta información está al alcance de cualquier persona que quiera acceder sin necesidad de consultar con el dueño o autor./ Este NFT o certificado de autenticidad/propiedad no puede ser copiado o falsificado, ni siquiera por el autor o dueño actual y cualquier movimiento en la propiedad o cualidad de dicho NFT se queda grabado en el sistema público centralizado./ Por lo tanto, lo puedes vender, prestar, poner como garantía o usarlo para lo que quieras, dependiendo el “Smart Contract” creado al momento de su emisión; también puedes recibir regalías en futuras transacciones sin necesidad de monitorear constantemente la transacción o cobrar a terceros, todo esto gracias al blockchain./ Si para ti no tiene sentido que los productos digitales se compren en millones de dólares, considera que los bienes físicos tienen el valor que una comunidad define, la primera playera de Michael Jordan o la Mona Lisa, tienen un valor porque nosotros se la otorgamos./ El ser dueño de una obra de arte y prestarlo a un museo para que todos lo vean, transmite tu capacidad económica e interés por las artes a tu comunidad, aunque todos lo puedan ver y copiar, o hagan calendarios y playeras con su reproducción, sólo existe una Mona Lisa./ Los bienes digitales, como el primer tweet del fundador de Twitter, también transmiten la capacidad económica de comprarlo y cuanto te costó a la sociedad, aunque la gente pueda hacer screenshot y guardarlo en su equipo, este NFT es único y solo hay un original, pero la diferencia con la Mona Lisa es que es mucho más fácil rastrear violaciones a la propiedad intelectual en el mundo digital, por lo tanto tu inversión es más segura asumiendo que guardas tus llaves o passwords de acceso a dicho activo de manera segura./ ¿Se puede vender un artículo físico usando NFT?/ Técnicamente no, pero por ejemplo Nike acaba de patentar un método llamado CryptoKicks para verificar la autenticidad de los tenis usando blockchain. Esta tecnología conecta la representación digital del zapato, lo conecta al usuario y le otorga un token digital. Cuando vendes esos zapatos ese token digital puede ser traspasado al comprador./ Lo más interesante es que en la patente, Nike define como dos zapatos pueden ser mezclados para crear un “descendiente” y el resultado es un modelo de zapato físico, totalmente único derivado de la cruza de los dos tokens./ Estamos frente a las primeras versiones de esta tecnología, ahora mismo, parece el equivalente al viejo oeste, donde abundan fraudes y burbujas./ Las cualidades de esta tecnología son evidentes, con el tiempo evolucionará eliminando burocracia e intermediarios en transacciones, aumentando transparencia y ayudando a nuevas generaciones de artistas y creadores a monetizar su trabajo sin depender de plataformas o compañías que se apoderan de la mayoría del valor./ Es momento de comenzar a analizar cómo la tecnología puede mejorar y darte una ventaja competitiva antes de que tu competidor lo descubra.

No retuitear esto


 

jueves, 10 de febrero de 2022

miércoles, 9 de febrero de 2022

martes, 8 de febrero de 2022

miércoles, 2 de febrero de 2022

martes, 1 de febrero de 2022