jueves, 28 de febrero de 2013
Don Étimo en Castel Gandolfo (lat. Castrum Gandulphi)
El pueblito de Castelgandolfo, Italia, toma su apelativo del antiguo castillo de la familia Gandolfi (luego propiedad del Vaticano), apellido éste derivado del nombre Gandulfo, a su vez de Gangolfo: del alemán Gang + ulf; donde gang significa 'banda, pandilla, cuadrilla, expedición'; y ulf significa 'lobo'. Invertidos los términos surge el nombre alemán: Ulf + gang o Wolfgang (pron. vólfgang. Verbigracia: Wolfgang Amadeus Mozart).
miércoles, 27 de febrero de 2013
La comadre
(...) Es, por otro lado, un golpe monumental —uno más— a los dos gobiernos panistas, pues los deja en absoluto ridículo; lejos de haber llamado a cuentas a la lideresa magisterial, los dos presidentes panistas, Fox y Calderón, la encumbraron y le dieron cuotas de poder y presupuesto como no había ocurrido bajo el priismo. Lejos de haberse ido contra este símbolo del corporativismo corrupto y autoritario, que durante décadas Acción Nacional condenó desde su posición presuntamente democrática, le puso tapete rojo en estrechísima alianza.
-José Antonio Crespo, El Elbazo de Peña
-José Antonio Crespo, El Elbazo de Peña
Don Étimo: odisea de un nombre
El nombre de Odiseo (de odis, 'el que odia', el indignado) procede del griego Olysseus (Ὀλυσσεύς); a su vez de Oulixeus (Οὐλιξεύς); que deriva de Oulixes (Οὐλίξης) o Ulixēs, esto es, en latín, Ulises.
Lección
Niccolo Machiavelli, por Santo di Tito
"Debemos advertir que un príncipe nunca debe hacer alianza con otro más poderoso que él para atacar a un tercero, a menos que sea absolutamente necesario, porque si el más fuerte vence, serás prisionero suyo."
-Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, Cap. XXI
********************************************************
"Debemos advertir que un príncipe (felipito) nunca debe hacer alianza con otro más poderoso (Elba Esther) que él para atacar a un tercero (AMLO), a menos que sea absolutamente necesario, porque si el más fuerte vence (Elba Esther), serás prisionero suyo (como lo fue felipito durante todo el sexenio)."
"Debemos advertir que un príncipe nunca debe hacer alianza con otro más poderoso que él para atacar a un tercero, a menos que sea absolutamente necesario, porque si el más fuerte vence, serás prisionero suyo."
-Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, Cap. XXI
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"Debemos advertir que un príncipe (felipito) nunca debe hacer alianza con otro más poderoso (Elba Esther) que él para atacar a un tercero (AMLO), a menos que sea absolutamente necesario, porque si el más fuerte vence (Elba Esther), serás prisionero suyo (como lo fue felipito durante todo el sexenio)."
martes, 26 de febrero de 2013
Mago nazi
Steinschneider, el 'adivinador de Hitler' que predijo el incendio del Reichstag
Rosalía Sánchez, Berlín, El Mundo, 27 feb 2013
Cuando se cumplen 80 años del incendio del Reichstag, la cuestión de la autoría no ha podido ser aún totalmente esclarecida por los historiadores, al igual que sigue bajo sombras el asesinato del hombre que predijo el suceso con todo lujo de detalles y que murió pocos días después, posiblemente a manos de las SA.
Sólo 24 horas antes del incendio, en la medianoche del 26 de febrero de 1933, el reportero Paul Marcus asistía en Berlín a un espectáculo del mago y adivinador Hermann Steinschneider, 'alias' Erik Jan Hanussen y conocido en la capital alemana como "el adivinador de Hitler". Se había especializado en espectáculos de magia adivinatoria que causaban furor en las locas noches de la capital de la República de Weimar y, con el ascenso de los nazis, su clientela se había vuelto más selecta y de color pardo. Gracias a sus sonados éxitos había logrado financiación para establecerse en un teatro propio, en la Lietzenburgerstrasse, al que llamó 'El Palacio del Ocultismo'.
Marcus cubría el evento para el periódico 'La hoja de las 12' y disfrutaba de un asiento en la platea desde el que tomó nota de los números preliminares. Para cerrar la noche, el misterioso Steinschneider hizo subir al escenario a la conocida actriz Maria Paudler, un tipo de cameo muy típico en los espectáculos del Berlín de los años 30. Fingió hipnotizarla para utilizarla como médium entre los espíritus que habitualmente le ayudaban a profetizar sobre acontecimientos futuros. Paudler pareció quedar medio mareada, en trance, por una iluminación estridente en torno a un círculo en el que aparecían los signos del zodíaco. Fue entonces cuando la actriz comenzó a hablar de sus visiones.
"Veo campos benditos. Alemania es feliz. Los alemanes aplauden a su líder... Pero él aún tiene enemigos que intentan un último golpe pero su resistencia será inútil...".
El periodista escribía en su libreta palabra por palabra: "¿Qué sucede?... Oigo disparos... La gente grita...", refirió la actriz, poniendo en pie a parte del público. "¿No hay fuego?", preguntó, sugerente, el adivinador. "Sí, todo está en llamas... Veo el edificio de Wallot", respondió ella, en clara alusión al edificio del Reichstag, diseñado por el arquitecto Paul Wallot. "Los criminales están en los talleres... Son los comunistas...", añadió antes de caer desmayada y arrancar una ovación de los asistentes.
El relato apareció impreso unas horas más tarde, antes de que, el 27 de febrero, a las 21.14 horas, diese comienzo el trágico incendio que justificó a ojos de la opinión pública alemana la supresión del Parlamento y el estado de excepción proclamado por Hitler, y con ello el inicio de la dictadura.
Los acontecimientos se sucedieron con tanta rapidez que casi nadie reparó en aquella crónica del espectáculo, poco destacada entre el contenido del periódico. La policía presentó al comunista holandés Marinus van der Lubbe como culpable del incendio y comenzó una caza sin cuartel contra los opositores de Hitler. Pocos días después, el famoso adivinador Hermann Steinschneider apareció también muerto en las afueras boscosas de Berlín y con el sello inconfundible de los crímenes de las SA. Después, el silencio se cernió sobre este suceso.
Hermann Steinschneider había logrado sus éxitos a base de borracheras y sobornos. La financiación de sus espectáculos de adivinación incluía la celebración de fiestas y orgías a las que invitaba a los altos cargos emergentes de la jerarquía nazi y en las que recababa datos que después presentaba como adivinaciones sobre el futuro político de Alemania. Se llevó a la tumba el secreto sobre la fuente que le proporcionó por adelantado los planes para incendiar el Reichstag y el periodista que dio la exclusiva y que guardó silencio sobre aquellos hechos hasta 1951 reconoció 18 años más tarde que el mago había llamado a la dirección de 'La hoja de las 12' para "rogarnos que no publicásemos nada".
Según Marcus, la dirección del periódico decidió recortar parte del contenido y en el texto publicado fueron borrados numerosos detalles de la predicción, una autocensura parcial que no sirvió para evitar la sentencia de muerte del mago. La actriz Maria Paudler, en sus memorias, recordaría que, efectivamente, vio llamas rojas cuando Steinschneider le cerró los ojos, induciéndola con algún tipo de sugestión, y que siguió el discurso del mago como quien sigue un camino en el bosque.
Un indicio de que Hermann Steinschneider disponía de información privilegiada sobre lo que iba a suceder es la referencia que, en las semanas antes del incendio, el 8 de febrero de 1993, hizo en su predicción del horóscopo, publicada en el 'Hanussen Zeitung', sobre "próximas revueltas de los socialistas y los comunistas", que coincidiría con exactitud a la posterior versión oficial de los hechos.
"Estos grupos políticos, bajo la influencia de Neptuno, el planeta del caos, no le harán la vida sencilla al gabinete de Hitler... Con el transcurso del tiempo conoceremos una gran hostilidad secreta, conspiraciones que, sin embargo, no tendrán éxito", decía en sus predicciones, en las que mencionaba incluso como fechas más trágicas entre el 24 y el 26 de febrero.
Con la perspectiva del tiempo, la frase que pronunció entonces, aludiendo a que en esa fecha "Hitler tendrá que pasar su gran prueba de fuego", cobran un significado que pasó desapercibido para la mayoría de los berlineses de la época. No así para sus asesinos.
A propósito de ritmo lunar
-Déjate llevar
Harvest Moon es literalmente, 'la luna de la cosecha'... en octubre, cuando el satélite se aprecia gigante; pero ayer y hoy también es luna llena y es buen pretexto para bailar bajo su luz, caray
Conjetura con camuflaje
Se trata del panda rojo que en inglés se conoce precisamente como firefox. (literalmente, 'zorra de fuego'). El animalito pelirrojo habita en los bosques cercanos a los montañas del Himalaya. El panda rojo sin embargo, tiene un parentesco cercano con los hurones y los mapaches, pero nada qué ver con el oso panda.
Y el oso panda resulta que no es oso. Es un mamífero difícil de clasificar porque su cráneo está más próximo al de... ¡los gatos! El Panda habita en los bosques del suroeste de China. Y para incrementar el enigma, sólo hay conjeturas sobre el origen de su dos colores. En efecto, ¿por qué blanco y negro si en general, los animales se mimetizan con su entorno? En este caso, el Panda debió de camuflarse con el verde bambú, en cuyos bosques come y retoza. Y ¿por qué se llama "Panda" el oso Panda? Si se revisa el diccionario de la Real Academia Española, se podrá leer en panda: "voz nepalí". Pero en Nepal nadie conoce la palabra panda. ¿De dónde surgió entonces? El nombre científico del oso panda es: Ailuropoda melanoleuca, esto es, "gato con manchas blancas y negras", se lo puso, en 1827, el biólogo francés, Frédéric Cuvier quien, por desgracia, no se molestó en averiguar nada sobre el nombre vulgar común: oso panda. Si no es oso ni gato ni panda ni sabemos de dónde salió su blanquinegra presencia, ¿frente a qué animal estamos?
¿Cuántos osos panda puedes descubrir?
Depende: defina 'felicidad'
Hay dos sistemas para conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; el otro, serlo.
-Enrique Jardiel Poncela
-Enrique Jardiel Poncela
lunes, 25 de febrero de 2013
¿Qué es el color? ¿Está en los objetos... o en la retina?
En un viaje a Túnez, en 1914, Paul Klee (pron. cle) re-descubre el significado de los colores. Al preguntar a los beduinos el nombre árabe de la palabra 'desierto', éstos con asombro preguntaron: "¿en qué momento?" Se referían a las variaciones de color de la arena.
viernes, 22 de febrero de 2013
De la lectura en la era digital
La invención de la página
-Juan Villoro
La cultura digital es un océano cuyos límites desconocemos. Con frecuencia se dice que estamos ante una transformación equivalente a la que Gutenberg trajo en el siglo XV con la imprenta de tipos móviles. Tal vez se trate de una renovación más profunda, comparable a la invención de la página, estudiada por Iván Illich en su libro En el viñedo del texto.
La historia de Illich (1926-2002) parece, en sí misma, un manuscrito misteriosamente descifrado. Sacerdote austriaco, estudió filosofía en alemán e italiano, y aprendió croata, hindi, latín, griego clásico, inglés, español y portugués. El campo de sus intereses compite con el de una biblioteca borgiana. Teólogo, historiador, pedagogo, economista, filólogo, medievalista, ecologista, educador sexual, utilizó sus saberes para desenmascarar los lugares comunes de la modernidad. En Cuernavaca fundó el CIF (Centro Intercultural de Formación), destinado al estudio y la transformación de América Latina. En 1980 fue llamado a Roma para responder 80 preguntas sobre sus heterodoxas actividades. Rompió con el Vaticano sin recusar su fe. Congruente con su crítica de la medicina industrial, que convierte la enfermedad en un padecimiento lucrativo, padeció el cáncer sin analgésicos, consolándose, como un sabio chino, con la meditación y el opio.
Al revisar su vasta producción, señaló que su mejor libro era En el viñedo del texto. A partir del análisis del Didascalicon, escrito por el benedictino Hugo de San Víctor en el siglo XII, indagó el momento decisivo en que los textos dejaron de ser rollos leídos en voz alta para convertirse en páginas que reclamaban lectura silenciosa. Esto significó el paso de la lectura monástica a la escolástica, del entendimiento colectivo al individual.
La imprenta jubilaría a los copistas y multiplicaría la circulación de textos. La modificación que estudia Illich es más honda, pues atañe a la manera de leer. Hubo un momento en que el conocimiento se organizó en un pergamino al modo de un cultivo (página quiere decir "viñedo"), con párrafos, títulos e índice: "Las líneas de la página eran los hilos del enrejado que sostiene las viñas [...] El latín legere se deriva de una actividad física. Legere connota 'escoger', 'reunir', 'cosechar' o 'recoger'". En alemán esta asociación es aún más clara: Buchstab (letra) quiere decir "rama de haya" y lesen (leer) significa "recoger": el lector cosecha.
En la Antigüedad, leer se consideraba extenuante: "Los médicos helenísticos prescriben la lectura como alternativa a jugar a la pelota o pasear. La lectura presuponía que los frágiles o débiles no podían leer con su propia lengua". Con la invención de la página, la tarea demanda menos energía física; no se recita ante la comunidad: se dialoga en silencio con una mente lejana. Lo que se cosecha depende de lo que sembró el autor, pero también lo que cultiva el lector. Esta dimensión personal y activa de la lectura es el embrión del Renacimiento; el libro deja de ser "símbolo de una realidad cósmica" y se vuelve "símbolo del pensamiento".
Hugo de San Víctor escribió su Didascalicon o "libro de instrucciones" para reflexionar sobre los estímulos traídos por la paginación y el arte de discernir el texto. Leer por cuenta propia y sin testigos llevaría a cambios tan radicales como el de restarle peso ritual al conocimiento y entenderlo como algo tan cotidiano que permitiría, incluso, escribir en una lengua que no fuera el latín: "Un siglo más tarde, san Francisco escribe el primer poema en lengua italiana [...] El hijo de un mercader de Umbría, en los albores del siglo XIII, fue capaz de escribir su alabanza del sol y la luna como canción de amor vernácula".
En el siglo XII, en el claustro de San Víctor, un religioso pasó la página de la cultura, modificando la forma de leer. La galaxia digital nos enfrenta a un cambio semejante. Los textos circulan con ubicua celeridad en toda clase de aparatos. Lo más singular es que traen otro tipo de lectura. Los niños responden mensajes de texto mientras navegan en Internet y hacen la tarea con pluma fuente.
La lectura en red recupera usos colectivos no ajenos a la oralidad. Illich recuerda que la palabra rapsoda significa "zurcidor". Se trata de alguien que enhebra historias, pero, sobre todo, de alguien que zurce a los hombres, integrándolos a un tejido que los trasciende. Las redes sociales son una versión prosaica de ese impulso homérico.
Una de las paradojas de la tecnología es que sus novedades pueden ser la actualización de un atavismo. Twitter recicla el recurso de las máximas y los aforismos, y el chat renueva las polifónicas voces de la tribu.
En el siglo XII, la página aludía a un viñedo del mismo modo en que la pantalla cibernética alude hoy a la página.
Ignoramos lo que cosecharán los lectores por venir. Sólo sabemos que la cosecha continúa.
-Juan Villoro
La cultura digital es un océano cuyos límites desconocemos. Con frecuencia se dice que estamos ante una transformación equivalente a la que Gutenberg trajo en el siglo XV con la imprenta de tipos móviles. Tal vez se trate de una renovación más profunda, comparable a la invención de la página, estudiada por Iván Illich en su libro En el viñedo del texto.
La historia de Illich (1926-2002) parece, en sí misma, un manuscrito misteriosamente descifrado. Sacerdote austriaco, estudió filosofía en alemán e italiano, y aprendió croata, hindi, latín, griego clásico, inglés, español y portugués. El campo de sus intereses compite con el de una biblioteca borgiana. Teólogo, historiador, pedagogo, economista, filólogo, medievalista, ecologista, educador sexual, utilizó sus saberes para desenmascarar los lugares comunes de la modernidad. En Cuernavaca fundó el CIF (Centro Intercultural de Formación), destinado al estudio y la transformación de América Latina. En 1980 fue llamado a Roma para responder 80 preguntas sobre sus heterodoxas actividades. Rompió con el Vaticano sin recusar su fe. Congruente con su crítica de la medicina industrial, que convierte la enfermedad en un padecimiento lucrativo, padeció el cáncer sin analgésicos, consolándose, como un sabio chino, con la meditación y el opio.
Al revisar su vasta producción, señaló que su mejor libro era En el viñedo del texto. A partir del análisis del Didascalicon, escrito por el benedictino Hugo de San Víctor en el siglo XII, indagó el momento decisivo en que los textos dejaron de ser rollos leídos en voz alta para convertirse en páginas que reclamaban lectura silenciosa. Esto significó el paso de la lectura monástica a la escolástica, del entendimiento colectivo al individual.
La imprenta jubilaría a los copistas y multiplicaría la circulación de textos. La modificación que estudia Illich es más honda, pues atañe a la manera de leer. Hubo un momento en que el conocimiento se organizó en un pergamino al modo de un cultivo (página quiere decir "viñedo"), con párrafos, títulos e índice: "Las líneas de la página eran los hilos del enrejado que sostiene las viñas [...] El latín legere se deriva de una actividad física. Legere connota 'escoger', 'reunir', 'cosechar' o 'recoger'". En alemán esta asociación es aún más clara: Buchstab (letra) quiere decir "rama de haya" y lesen (leer) significa "recoger": el lector cosecha.
En la Antigüedad, leer se consideraba extenuante: "Los médicos helenísticos prescriben la lectura como alternativa a jugar a la pelota o pasear. La lectura presuponía que los frágiles o débiles no podían leer con su propia lengua". Con la invención de la página, la tarea demanda menos energía física; no se recita ante la comunidad: se dialoga en silencio con una mente lejana. Lo que se cosecha depende de lo que sembró el autor, pero también lo que cultiva el lector. Esta dimensión personal y activa de la lectura es el embrión del Renacimiento; el libro deja de ser "símbolo de una realidad cósmica" y se vuelve "símbolo del pensamiento".
Hugo de San Víctor escribió su Didascalicon o "libro de instrucciones" para reflexionar sobre los estímulos traídos por la paginación y el arte de discernir el texto. Leer por cuenta propia y sin testigos llevaría a cambios tan radicales como el de restarle peso ritual al conocimiento y entenderlo como algo tan cotidiano que permitiría, incluso, escribir en una lengua que no fuera el latín: "Un siglo más tarde, san Francisco escribe el primer poema en lengua italiana [...] El hijo de un mercader de Umbría, en los albores del siglo XIII, fue capaz de escribir su alabanza del sol y la luna como canción de amor vernácula".
En el siglo XII, en el claustro de San Víctor, un religioso pasó la página de la cultura, modificando la forma de leer. La galaxia digital nos enfrenta a un cambio semejante. Los textos circulan con ubicua celeridad en toda clase de aparatos. Lo más singular es que traen otro tipo de lectura. Los niños responden mensajes de texto mientras navegan en Internet y hacen la tarea con pluma fuente.
La lectura en red recupera usos colectivos no ajenos a la oralidad. Illich recuerda que la palabra rapsoda significa "zurcidor". Se trata de alguien que enhebra historias, pero, sobre todo, de alguien que zurce a los hombres, integrándolos a un tejido que los trasciende. Las redes sociales son una versión prosaica de ese impulso homérico.
Una de las paradojas de la tecnología es que sus novedades pueden ser la actualización de un atavismo. Twitter recicla el recurso de las máximas y los aforismos, y el chat renueva las polifónicas voces de la tribu.
En el siglo XII, la página aludía a un viñedo del mismo modo en que la pantalla cibernética alude hoy a la página.
Ignoramos lo que cosecharán los lectores por venir. Sólo sabemos que la cosecha continúa.
(Auto)percepción
Guiarse sólo por la mirada ajena, nos hace ajena la mirada propia sobre nosotros mismos; esto es, nos enajena, nos hace extraños a nosotros mismos. Sin olvidar que nuestra mirada es la ajena para los otros.
Idiosincrasia
De idioma a idiota hay sólo una letra de diferencia. Y es que comparten la misma raíz grecolatina: ídios que significa 'propio', personal, particular. Cada idioma es una forma particular de hablar; y cada idiota posee su idioma por lo regular, imposible de descifrar.
Cruz, cruz, que se vaya el diablo y que venga... la celta
La cruz celta hunde sus raíces en la era pagana precristiana y se remonta al año 500
a. de C.
Al combinar el círculo femenino (el útero) y la cruz masculina (los testículos y el falo erecto) forma un símbolo de unión sexual y fecundidad.
La cruz gira en círculo, gira mientras el centro -allí donde el tiempo se para- es el éxtasis, ex la salida de esta (y la entrada a la Otra) realidad.
Significado profundo que queda oculto por la interpretación cristiana, donde la cruz representa la crucifixión;
y el círculo, la resurrección o la entrada a la vida eterna.
a. de C.
Al combinar el círculo femenino (el útero) y la cruz masculina (los testículos y el falo erecto) forma un símbolo de unión sexual y fecundidad.
La cruz gira en círculo, gira mientras el centro -allí donde el tiempo se para- es el éxtasis, ex la salida de esta (y la entrada a la Otra) realidad.
Significado profundo que queda oculto por la interpretación cristiana, donde la cruz representa la crucifixión;
y el círculo, la resurrección o la entrada a la vida eterna.
Don Étimo zumba
Un drone (pron. dron) es un avión sin piloto, manejado a control remoto, invisible al radar, capaz de transportar misiles y dirigirlos, de día o de noche, a un objetivo preciso. Drone en español es 'zángano', la abeja macho cuyo zumbido es como el del avioncito drone.
Urbanomanía
¿Será posible contener la Oxxovoracidad que se traga banquetas completas a favor de automóviles, en contra de transeúntes?
Espuma
Pescado
Si "los moluscos reminiscencias de mujeres"
y unos y otras la radioactividad dormida
los peces el amarga espuma de Citeres
y el aroma de cuando comenzaba la vida
-Alfonso Reyes
Si "los moluscos reminiscencias de mujeres"
y unos y otras la radioactividad dormida
los peces el amarga espuma de Citeres
y el aroma de cuando comenzaba la vida
-Alfonso Reyes
Paleontología emocional
En nuestro interior hay fósiles emocionales que conviene extraer no tanto por descubrir aspectos pasados de nuestro Yo sino para dejar espacio a nuevas emociones.
martes, 19 de febrero de 2013
Mirada
(amplíese)
Deux jeunes filles (La Belle Rosine)/ Las dos jóvenes o la bella Rosina, 1853, Antoine Wiertz
Deux jeunes filles (La Belle Rosine)/ Las dos jóvenes o la bella Rosina, 1853, Antoine Wiertz
lunes, 18 de febrero de 2013
Caminito de la escuela/ O de cómo llegó Elbastar
Los toques de la maestra
-Raymundo Riva Palacio
¿Perdió la maestra Elba Esther Gordillo el toque? Todo apuntaría que sí después de ver cómo respondió una pregunta a la conductora de Televisa Adela Micha sobre la forma en que se inició como líder del sindicato de maestros. "Entré por el escusado", explicó escatológicamente, para añadir de inmediato, "pero salí por la puerta grande". El episodio se dio en la primavera de 1989, cuando el presidente Carlos Salinas arrancaba su gobierno y acababa de ganar legitimidad por la fuerza, al arrestar a toda la dirigencia petrolera, encabezada por Joaquín Hernández Galicia, La Quina.
Si la detención de los petroleros tenía una lógica económica -golpear al sindicato que ejercía la mayor presión política- que allanara su modelo neoliberal, sin olvidar el agravio personal al haber financiado La Quina un libro donde lo acusaba de asesinato, los movimientos en el magisterio obedecían al equilibrio con las fuerzas políticas que habían puesto en duda su victoria electoral. Con la derecha llevaría a cabo lo que se llamó las “concertacesiones” para que respaldaran su plan económico, y a la izquierda le empezaría a otorgar cotos de poder que le dieran gobernabilidad.
La racional de descabezamiento selecto a grupos de interés había salido de la cabeza del jefe de la Oficina de la Presidencia, José Córdoba, aunque Salinas, de acuerdo con quienes conocen los detalles secretos de aquel episodio, no quería el relevo del líder magisterial, Carlos Jongitud. Lo que llevó a su sustitución fue que se había opuesto a ceder a la izquierda la Sección 9 en el Distrito Federal, que era parte de acuerdos que comenzó a armar desde la noche de la elección Manuel Camacho, quien habló con el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas y los dirigentes del movimiento de izquierda, para pactar posiciones políticas a cambio de la no violencia, que incluyeron la Ciudad de México y Michoacán.
Pero la negativa de Jongitud llevó a Salinas a pedir opciones de relevo. El entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, tenía una candidata, pero Manuel Camacho, que había sido designado jefe del Departamento del Distrito Federal, se le adelantó.
Propuso a Gordillo, quien había sido promovida por Jongitud en el magisterio, que había dirigido la Sección 36 en el Estado de México y que en ese momento era delegada en Gustavo A. Madero. Salinas preguntó por ella al líder del PRI, Luis Donaldo Colosio, que la conocía, y también la palomeó.
Camacho le ganó la partida a Gutiérrez Barrios, pero no fue el final del camino. Salinas le preguntó a una de las personas a las que más escuchaba, Fernando del Villar, quien estaba comenzando la construcción del CISEN, el servicio de inteligencia civil que nació en el gobierno de Miguel de la Madrid al desaparecer la Dirección Federal de Seguridad. Del Villar coincidía con Córdoba en la estrategia contra los grupos de interés para poder poner en marcha el programa salinista, pero quien le dibujó la viabilidad y factibilidad del relevo fue Javier García Paniagüa, quien había vivido dentro de las cañerías del sistema político, a quien había acudido para que, como secretario de Protección y Vialidad del Distrito Federal, limpiara la capital.
Todos ellos participaron en la decisión que llevó a Gordillo a la dirigencia del sindicato. Es decir, si bien es cierto que entró por la puerta de atrás de Los Pinos de la mano del subsecretario de Gobernación, Manlio Fabio Beltrones, no fue "por el escusado", como ella lo describió, sino como parte de un entramado político en un momento coyuntural de despegue de un gobierno. Gordillo soslayó el contexto y las razones por las que voltearon a verla en la entrevista con Micha, y al desconocer el porqué la hicieron líder minimiza el porqué se ha mantenido en el cargo.
Es contradictorio, pues ha dicho públicamente que los maestros son un factor de estabilidad. ¿Perdió el toque? Es posible. Declaraciones como las vertidas la debilitan y fortalecen a quienes desean verla decapitada del magisterio. La maestra se mostró como una líder que, pese a lo que dice, no está entendiendo su valor como activo en el sistema por lo cual, hoy en día, sí podría ser desechable.
-Raymundo Riva Palacio
¿Perdió la maestra Elba Esther Gordillo el toque? Todo apuntaría que sí después de ver cómo respondió una pregunta a la conductora de Televisa Adela Micha sobre la forma en que se inició como líder del sindicato de maestros. "Entré por el escusado", explicó escatológicamente, para añadir de inmediato, "pero salí por la puerta grande". El episodio se dio en la primavera de 1989, cuando el presidente Carlos Salinas arrancaba su gobierno y acababa de ganar legitimidad por la fuerza, al arrestar a toda la dirigencia petrolera, encabezada por Joaquín Hernández Galicia, La Quina.
Si la detención de los petroleros tenía una lógica económica -golpear al sindicato que ejercía la mayor presión política- que allanara su modelo neoliberal, sin olvidar el agravio personal al haber financiado La Quina un libro donde lo acusaba de asesinato, los movimientos en el magisterio obedecían al equilibrio con las fuerzas políticas que habían puesto en duda su victoria electoral. Con la derecha llevaría a cabo lo que se llamó las “concertacesiones” para que respaldaran su plan económico, y a la izquierda le empezaría a otorgar cotos de poder que le dieran gobernabilidad.
La racional de descabezamiento selecto a grupos de interés había salido de la cabeza del jefe de la Oficina de la Presidencia, José Córdoba, aunque Salinas, de acuerdo con quienes conocen los detalles secretos de aquel episodio, no quería el relevo del líder magisterial, Carlos Jongitud. Lo que llevó a su sustitución fue que se había opuesto a ceder a la izquierda la Sección 9 en el Distrito Federal, que era parte de acuerdos que comenzó a armar desde la noche de la elección Manuel Camacho, quien habló con el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas y los dirigentes del movimiento de izquierda, para pactar posiciones políticas a cambio de la no violencia, que incluyeron la Ciudad de México y Michoacán.
Pero la negativa de Jongitud llevó a Salinas a pedir opciones de relevo. El entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, tenía una candidata, pero Manuel Camacho, que había sido designado jefe del Departamento del Distrito Federal, se le adelantó.
Propuso a Gordillo, quien había sido promovida por Jongitud en el magisterio, que había dirigido la Sección 36 en el Estado de México y que en ese momento era delegada en Gustavo A. Madero. Salinas preguntó por ella al líder del PRI, Luis Donaldo Colosio, que la conocía, y también la palomeó.
Camacho le ganó la partida a Gutiérrez Barrios, pero no fue el final del camino. Salinas le preguntó a una de las personas a las que más escuchaba, Fernando del Villar, quien estaba comenzando la construcción del CISEN, el servicio de inteligencia civil que nació en el gobierno de Miguel de la Madrid al desaparecer la Dirección Federal de Seguridad. Del Villar coincidía con Córdoba en la estrategia contra los grupos de interés para poder poner en marcha el programa salinista, pero quien le dibujó la viabilidad y factibilidad del relevo fue Javier García Paniagüa, quien había vivido dentro de las cañerías del sistema político, a quien había acudido para que, como secretario de Protección y Vialidad del Distrito Federal, limpiara la capital.
Todos ellos participaron en la decisión que llevó a Gordillo a la dirigencia del sindicato. Es decir, si bien es cierto que entró por la puerta de atrás de Los Pinos de la mano del subsecretario de Gobernación, Manlio Fabio Beltrones, no fue "por el escusado", como ella lo describió, sino como parte de un entramado político en un momento coyuntural de despegue de un gobierno. Gordillo soslayó el contexto y las razones por las que voltearon a verla en la entrevista con Micha, y al desconocer el porqué la hicieron líder minimiza el porqué se ha mantenido en el cargo.
Es contradictorio, pues ha dicho públicamente que los maestros son un factor de estabilidad. ¿Perdió el toque? Es posible. Declaraciones como las vertidas la debilitan y fortalecen a quienes desean verla decapitada del magisterio. La maestra se mostró como una líder que, pese a lo que dice, no está entendiendo su valor como activo en el sistema por lo cual, hoy en día, sí podría ser desechable.
sábado, 16 de febrero de 2013
Banquero divino
Además del don de la infalibilidad,
el próximo Papa recibirá de
Benedicto XVI una herencia
mucho más material.
A dos semanas de que
se haga efectiva su renuncia,
Joseph Ratzinger ha nombrado al también alemán Ernest von Freyberg,
de 58 años de edad,
abogado de formación
y presidente de un astillero
de Hamburgo que, entre otros quehaceres,
construye barcos de guerra,
nuevo presidente
del Instituto para las Obras de Religión (IOR),
esto es, el banco del Vaticano.
el próximo Papa recibirá de
Benedicto XVI una herencia
mucho más material.
A dos semanas de que
se haga efectiva su renuncia,
Joseph Ratzinger ha nombrado al también alemán Ernest von Freyberg,
de 58 años de edad,
abogado de formación
y presidente de un astillero
de Hamburgo que, entre otros quehaceres,
construye barcos de guerra,
nuevo presidente
del Instituto para las Obras de Religión (IOR),
esto es, el banco del Vaticano.
Arqueo(simbo)logía
Teotihuacán: Pirámide del Sol podría ser más bien, del Fuego
Oscar Cid de León, Reforma, DF, 14 febrero 2013.- La Pirámide del Sol, en Teotihuacán, podría no ser tal. Los hallazgos en su cúspide arrojan que podría tratarse de la Pirámide del Fuego.
El descubrimiento reciente de dos estelas y una representación mayor policromada del Dios Huehuetéotl, el Dios Viejo o del Fuego, es "mayúsculo" y "único", advierte en entrevista Leonardo López Luján; "relevante", añade Eduardo Matos Moctezuma: "Importante en todos los aspectos".
Ambos arqueólogos reabren el debate.
Y es que siempre se ha discutido el culto que se profesaba en el monumento.
En tiempo de los mexicas, por ejemplo, se pensó que allí se adoraba al astro solar; de allí que fuera bautizada por ellos cuando la visitaron ya en ruinas como Tonatiuh Tzacualli, que quería decir 'Montículo del Sol'. Con el paso del tiempo se supondrían otras adoraciones: al Dios de las Tormentas, que no era más que Tláloc, o a deidades terrestres, como la llamada Gran Diosa, lo cual ya había sido desechado.
"Pero la implicación de este hallazgo es mayúsculo", opina López Luján: "Lo que estamos viendo es muy sugerente porque es posible que la Pirámide del Sol tenga que ver con el fuego y con el tiempo, porque hay que recordar que el Dios Huehuetéotl es también el dios del tiempo, del año y los ciclos calendáricos".
El descubrimiento en la cúspide por parte del equipo encabezado por el mexicano Alejandro Sarabia y el japonés Saburo Sugiyama, este último de la Universidad Provincial de Aichi, quienes trabajan en el sitio desde 2005, no es una señal aislada.
En 1906, en la base de la pirámide, Leopoldo Batres encontró una serie de braseros y esculturas relacionadas con el fuego y la Fiesta del Fuego Nuevo; mientras que Rubén Cabrera halló hace una década, jaguares, que además de ser símbolos del sol, lo son también del fuego del inframundo.
"De manera que si sumas todos estos ingredientes, nos llevaría a pensar que el hallazgo es importantísimo", sostiene López Luján: "La pirámide representaría un templo dedicado al fuego y al final de los ciclos calendáricos".
¿O sea que la Pirámide del Sol podría ser más bien la Pirámide del Fuego?, se le pregunta. "Exactamente", zanja el arqueólogo.
Para Matos Moctezuma, el hallazgo de la representación del Huehuetéotl, de 54 centímetros de altura y 190 kilos de peso, el más grande conocido hasta el momento, añade a su importancia la necesidad de reabrir la discusión del culto.
Recuerda que las primeras representaciones del dios fueron halladas, aunque en escalas menores, en Cuicuilco, ciudad que pudo ser azotada por la erupción de un volcán cercano, el Xitle.
"Resulta ahora impresionante que salga esta figura y venga a unirse a la discusión de a quién estaba dedicada la pirámide llamada del Sol... La arqueología lleva allí 100 años excavando, o más, porque en realidad el primero que lo intentó fue, en el siglo XVII, Sigüenza y Góngora. El hecho es que viene a sumarse un elemento más sobre el significado del monumento", asegura Matos Moctezuma.
La pieza hallada en su cúspide es excepcionalmente grande, policromada y ricamente pintada. Tiene rasgos del rostro que la hacen particular. Es única en su tipo, coinciden los arqueólogos.
Pero si el culto de la Pirámide del Sol es al fuego, ¿a quién se adoraba en la de la Luna?
Los arqueólogos ponen la pregunta sobre la mesa, y es López Luján quien responde: "Los nombres del Sol y de la Luna provienen de los mexicas. Ellos pensaban, en el siglo XVI, que esas dos pirámides ya en ruinas estaban dedicadas a esos dos cultos. ¿Pero cuál es la realidad?".
"Lo interesante es que en la Pirámide de la Luna se han encontrado imágenes de una diosa que ha sido interpretada como la Diosa del Agua, y ya desde el siglo XIX se hablaba de esa presencia en la Plaza de la Luna. Entonces pudiéramos llegar a la conclusión de que la Pirámide del Sol representa en realidad al fuego y la de la Luna al agua: la Pirámide del Agua", expone López Luján.
Oscar Cid de León, Reforma, DF, 14 febrero 2013.- La Pirámide del Sol, en Teotihuacán, podría no ser tal. Los hallazgos en su cúspide arrojan que podría tratarse de la Pirámide del Fuego.
El descubrimiento reciente de dos estelas y una representación mayor policromada del Dios Huehuetéotl, el Dios Viejo o del Fuego, es "mayúsculo" y "único", advierte en entrevista Leonardo López Luján; "relevante", añade Eduardo Matos Moctezuma: "Importante en todos los aspectos".
Ambos arqueólogos reabren el debate.
Y es que siempre se ha discutido el culto que se profesaba en el monumento.
En tiempo de los mexicas, por ejemplo, se pensó que allí se adoraba al astro solar; de allí que fuera bautizada por ellos cuando la visitaron ya en ruinas como Tonatiuh Tzacualli, que quería decir 'Montículo del Sol'. Con el paso del tiempo se supondrían otras adoraciones: al Dios de las Tormentas, que no era más que Tláloc, o a deidades terrestres, como la llamada Gran Diosa, lo cual ya había sido desechado.
"Pero la implicación de este hallazgo es mayúsculo", opina López Luján: "Lo que estamos viendo es muy sugerente porque es posible que la Pirámide del Sol tenga que ver con el fuego y con el tiempo, porque hay que recordar que el Dios Huehuetéotl es también el dios del tiempo, del año y los ciclos calendáricos".
El descubrimiento en la cúspide por parte del equipo encabezado por el mexicano Alejandro Sarabia y el japonés Saburo Sugiyama, este último de la Universidad Provincial de Aichi, quienes trabajan en el sitio desde 2005, no es una señal aislada.
En 1906, en la base de la pirámide, Leopoldo Batres encontró una serie de braseros y esculturas relacionadas con el fuego y la Fiesta del Fuego Nuevo; mientras que Rubén Cabrera halló hace una década, jaguares, que además de ser símbolos del sol, lo son también del fuego del inframundo.
"De manera que si sumas todos estos ingredientes, nos llevaría a pensar que el hallazgo es importantísimo", sostiene López Luján: "La pirámide representaría un templo dedicado al fuego y al final de los ciclos calendáricos".
¿O sea que la Pirámide del Sol podría ser más bien la Pirámide del Fuego?, se le pregunta. "Exactamente", zanja el arqueólogo.
Para Matos Moctezuma, el hallazgo de la representación del Huehuetéotl, de 54 centímetros de altura y 190 kilos de peso, el más grande conocido hasta el momento, añade a su importancia la necesidad de reabrir la discusión del culto.
Recuerda que las primeras representaciones del dios fueron halladas, aunque en escalas menores, en Cuicuilco, ciudad que pudo ser azotada por la erupción de un volcán cercano, el Xitle.
"Resulta ahora impresionante que salga esta figura y venga a unirse a la discusión de a quién estaba dedicada la pirámide llamada del Sol... La arqueología lleva allí 100 años excavando, o más, porque en realidad el primero que lo intentó fue, en el siglo XVII, Sigüenza y Góngora. El hecho es que viene a sumarse un elemento más sobre el significado del monumento", asegura Matos Moctezuma.
La pieza hallada en su cúspide es excepcionalmente grande, policromada y ricamente pintada. Tiene rasgos del rostro que la hacen particular. Es única en su tipo, coinciden los arqueólogos.
Pero si el culto de la Pirámide del Sol es al fuego, ¿a quién se adoraba en la de la Luna?
Los arqueólogos ponen la pregunta sobre la mesa, y es López Luján quien responde: "Los nombres del Sol y de la Luna provienen de los mexicas. Ellos pensaban, en el siglo XVI, que esas dos pirámides ya en ruinas estaban dedicadas a esos dos cultos. ¿Pero cuál es la realidad?".
"Lo interesante es que en la Pirámide de la Luna se han encontrado imágenes de una diosa que ha sido interpretada como la Diosa del Agua, y ya desde el siglo XIX se hablaba de esa presencia en la Plaza de la Luna. Entonces pudiéramos llegar a la conclusión de que la Pirámide del Sol representa en realidad al fuego y la de la Luna al agua: la Pirámide del Agua", expone López Luján.
A propósito de las pesadillas de Ratzinger deambulando en los pasillos del Vaticano/ Relato sacrohistórico
Estudio, 1953, Francis Bacon
Esteban VI, Sumo Pontífice de la Iglesia de Roma, vicario de Cristo en la Tierra, pastor de la Cristiandad, ordenó que desenterraran a su antecesor Formoso para juzgarle de cuerpo presente. Se plegó así al deseo de la emperatriz del Sacro Imperio y reina de Italia, Ageltrude de Spoleto. Los servidores del Vaticano extrajeron del sarcófago el cadáver de Formoso, le revistieron de pontifical, incluso con la capa pluvial bordada en oro que le había regalado Arnolfo de Carinzia, y le condujeron sentado en un trono púrpura hasta la basílica constantiniana. Allí le instalaron frente al Papa Esteban. Luego fue sometido a juicio en el llamado "Sínodo del cadáver". Era el 18 de febrero del año 897 y Roma ardía de expectación. El Papa muerto nueve meses antes tuvo abogado defensor, un joven y pálido diácono, y dos acusadores: Dosio, cardenal de Santa Práxedes y el canonista Otilio de Valmontone.
El cadáver de Formoso, medio podrido y con los ojos vaciados en cuencas de mirada atroz, asistió a aquel juicio histórico. "Tú, usurpador, -clamó la acusación- has entregado a las vírgenes a la violación y a las viudas a fornicaciones forzadas". La relación de los latrocinios, prevaricaciones, lascivias y abusos relatados presagiaban la sentencia. Esteban VI condenó a su antecesor por usurpación del trono pontificio, declaró nulo su papado, maldijo su nombre y reprobó su memoria. Ordenó además que le despojaran de las vestiduras de pontifical y que le cortaran los tres dedos con los que impartía las bendiciones papales. Su cadáver fue entregado al populacho, entonces o bajo el pontificado de Sergio III, sometido a truculentas vejaciones y arrojado al Tíber. Liutprando de Cremona, escritor especialmente ácido, elogia, sin embargo, a Formoso por su "piedad y su ciencia de las cosas divinas". El pueblo romano, por cierto, asaltó meses después el palacio laterano y encarceló a Esteban VI, que fue estrangulado el 14 de agosto de ese año 897.
(...)
-Luis María Anson recuerda esta anécdota vaticana a propósito de un libro reciente (El Evangelio de Venus, de Alfonso S. Palomares) sobre la legendaria lujuria de los papas.
Esteban VI, Sumo Pontífice de la Iglesia de Roma, vicario de Cristo en la Tierra, pastor de la Cristiandad, ordenó que desenterraran a su antecesor Formoso para juzgarle de cuerpo presente. Se plegó así al deseo de la emperatriz del Sacro Imperio y reina de Italia, Ageltrude de Spoleto. Los servidores del Vaticano extrajeron del sarcófago el cadáver de Formoso, le revistieron de pontifical, incluso con la capa pluvial bordada en oro que le había regalado Arnolfo de Carinzia, y le condujeron sentado en un trono púrpura hasta la basílica constantiniana. Allí le instalaron frente al Papa Esteban. Luego fue sometido a juicio en el llamado "Sínodo del cadáver". Era el 18 de febrero del año 897 y Roma ardía de expectación. El Papa muerto nueve meses antes tuvo abogado defensor, un joven y pálido diácono, y dos acusadores: Dosio, cardenal de Santa Práxedes y el canonista Otilio de Valmontone.
El cadáver de Formoso, medio podrido y con los ojos vaciados en cuencas de mirada atroz, asistió a aquel juicio histórico. "Tú, usurpador, -clamó la acusación- has entregado a las vírgenes a la violación y a las viudas a fornicaciones forzadas". La relación de los latrocinios, prevaricaciones, lascivias y abusos relatados presagiaban la sentencia. Esteban VI condenó a su antecesor por usurpación del trono pontificio, declaró nulo su papado, maldijo su nombre y reprobó su memoria. Ordenó además que le despojaran de las vestiduras de pontifical y que le cortaran los tres dedos con los que impartía las bendiciones papales. Su cadáver fue entregado al populacho, entonces o bajo el pontificado de Sergio III, sometido a truculentas vejaciones y arrojado al Tíber. Liutprando de Cremona, escritor especialmente ácido, elogia, sin embargo, a Formoso por su "piedad y su ciencia de las cosas divinas". El pueblo romano, por cierto, asaltó meses después el palacio laterano y encarceló a Esteban VI, que fue estrangulado el 14 de agosto de ese año 897.
(...)
-Luis María Anson recuerda esta anécdota vaticana a propósito de un libro reciente (El Evangelio de Venus, de Alfonso S. Palomares) sobre la legendaria lujuria de los papas.
viernes, 15 de febrero de 2013
Don Étimo cuaresmal
-¿Acaso son ustedes adictos a la Red? Dejad Facebook, Twitter y seguidme
La palabra cuaresma proviene del latín quadragesima, quadresima, quadresma, porque es un lapso que se empieza a contar desde el cuadragésimo día antes de la Pascua. Es decir, son 40 días de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Período que comienza el Miércoles de Ceniza y finaliza el Domingo de Ramos. Justo el tiempo suficiente -según los creyentes- para "arrepentirse de los pecados y vivir más cerca de Cristo". Amén.
La palabra cuaresma proviene del latín quadragesima, quadresima, quadresma, porque es un lapso que se empieza a contar desde el cuadragésimo día antes de la Pascua. Es decir, son 40 días de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Período que comienza el Miércoles de Ceniza y finaliza el Domingo de Ramos. Justo el tiempo suficiente -según los creyentes- para "arrepentirse de los pecados y vivir más cerca de Cristo". Amén.
Guadalajara
Cuando se afirma que una ciudad tiene 471 años ¿qué parte es exactamente la que cumple tal edad? ¿Varios edificios, ciertos muros, algunas calles? En todo caso, construcciones sobre construcciones, materiales sobre materiales, materia sobre materia de manera redundante, insistente sobre una misma área geográfica. Y nada más. Porque no existe en la actualidad nada vivo que haya cumplido 471 años ¿O sí?
Contra el insomnio
Aceptada la imagen del autor, yo diría que la dispersión de las ideas conviene al sueño.
-Jorge Luis Borges, De la vida literaria, 13 de mayo 1938
jueves, 14 de febrero de 2013
Solicitar que alguien se ponga romántico es pedir peras al alma
La cursilería es parienta ridícula de lo romántico, pariente solemne del melodrama que ordena sobreactuar las emociones conforme a un guión convencional sobre el "Amor" entre Damas y Caballeros sin caballo como debe-ser.
Stoya: la Petite Mort deletreada/ De libros y vibradores/ O del orgasmo femenino lector
De Supervert , la chica, Stoya, lee un fragmento de Necrophilia Variations
We were at a party, you and I, in celebration of a long-forgotten cause for joy. There was raucous drinking. The party pushed on into the darkest hours of the night. Somebody brought out a video camera to tape the merrymaking. Your boyfriend was seated at a table with some other men, drinking. And you were there beside him, with your hand on his thigh. The camera came and exhorted you all to be witty for posterity. Jokes were made. Funny faces and obscene gestures were directed at the camera. I happened to be lying on the table. Your boyfriend picked me up, slipped his face into mine, put the cheap rubber band around the back of his head. He and I mugged for the camera together. For a moment, he was death personified as a drunk man. Or was I an inebriated reaper of souls?
You, my darling, leaned over and—performing for the camera—pushed your tongue through my plastic mouth and into his. You were tongue-kissing the personification of death. I could feel your breath, share your alcoholic saliva. Your friends all cheered. The Kiss ended—but then, sweetness, you couldn’t pull your tongue back out through my face. My plastic lips had caught it tight, like a chinese finger trap. You winced, pulled, made a sort of open-mouthed, gargling cry. The men at the table laughed and jeered. Finally you managed to extract your little muscle of love, but not without cutting it on the sharp edge of my lips. Afterward the videotape clearly showed sweet blood on your tongue.
If you’d been sober, you might have found it symbolic. You can kiss somebody else’s spouse and get away with it. You can kiss a member of the same sex with near impunity. You can give an incestuous kiss on the sly. You can tongue-kiss a dog or exchange raptures with lab rats. But you can’t kiss death without death kissing you back. Death is a passionate kisser. I bite your lips, chew your tongue, leave a little taste of blood in your mouth as a portent of things to come. If I were to kiss you between the legs, you’d see a little blood there too and think that your period had come early. But it wouldn’t be your menses, lover. It would be your ruination, a death’s head with your clitoris in its mouth.
Death is mad about you. Death loves you. Do you love me too? I’m not needy, but I enjoy intimacy—especially with you, darling. Go ahead. Slip your face into mine. I like to feel your warm lips in my inert visage. I like to feel your eyelashes tickling my empty old sockets. One day I’ll slip my face into yours too, and then we’ll experience another sort of intimacy. I’ll be inside you, like a lover. I’ll kiss you from the inside, and it will feel like catching a chill. You’ll get goose bumps up your thigs and shivers down your spine. I’ll whisk you to my wormy bed and we’ll lie there nestled in each other’s arms, or at least so long as you have arms. And even then, when you are hideous dust, I will remain true. I am death and when I love you, it’s forever.
And why shouldn’t you love me back? I know that sometimes you fantasize about me. You lie in bed at night wondering how and when I will come, and what I’ll look like when I do. Am I a knight in shining armor? A fiery dog of hell? Do I look like a vampire? A skeleton? A ghost? You imagine me taking you into my arms, embracing you, comforting you. "There, there," I say, kissing your tears away. "I’ll make those awful things go away. Life won’t be a burden to you anymore. I promise."
I pull back the curtain to reveal a wonderful new world—a party, a riot, a ball. It’s the costume affair, Mardi Gras, the Halloween festival, the Day of the Dead, and it’s enormous fun to prance around on the arm of inevitable doom. Life is short! Seize the day! Go ahead, darling. Slip me on. Pretend you’re me. Eat, drink, and be merry. What do you think I do? I’m death, and I laugh and make merry too. I dance with skeletons and make goblets out of skulls—to drink from the cranium, you should know, is very fine. When your brains are gone, what nobler substitute could there be than wine? ... * ...
Death-drunk—mortality-mad—overdose on necrotic narcotic—tongue the skull—laugh in the mask—tempt fate—dance—flirt with the fatal—giggle at the grotesque—get down with the death’s heads—kiss the dirt from the cadaver’s lips—laugh—drink—dance—dissevered heads know how to party—skeletons rock—bones get it on—when you’re a skull and your brain is gone, you’ve got every excuse. You can’t say you knew better because you had nothing to know with. I am the justification, the skull mask says, for the time of your life.
Everybody in a circle. Join hands and sing out loud, "We all die."
miércoles, 13 de febrero de 2013
Legado espeluznante
El tequila reposado pasó a la historia: Emilio lo dejó nerviosísimo y en bancarrota
martes, 12 de febrero de 2013
Habemus ineptum
Adujo motivos de edad y de salud, pero llama la atención que el primer papa dimitente en siglos sea, también, un pontífice sumamente inepto que causó daños severos a la Iglesia católica. (...) podría ser, también, que la burocracia vaticana haya sopesado los saldos de desastre del papado de Ratzinger y que optara por hacer lo que hacen los consejos de administración con un gerente inepto: pedirle la renuncia
-Pedro Miguel, La Jornada, 12 febrero 2013
-Pedro Miguel, La Jornada, 12 febrero 2013
Siloquismo
Todos los hombres son mortales
Ratzinger es hombre
¿Qué demonios hace entre puros
pelados que se sienten divinos e inmortales?
Ratzinger es hombre
¿Qué demonios hace entre puros
pelados que se sienten divinos e inmortales?
¿Culpable? ¡El mayordomo!
Nido de cuervos en el Vaticano
En el papamóvil: al frente, el mayordomo Paolo Gabriele (Paoletto); detrás, George Gänswein, secretario particular de Ratzinger
En esta historia llena de traición, malas artes, soldados del Altísimo que luchan por el poder con armas del demonio, un mayordomo ladrón, un Papa enfermo y un banco que usa el nombre de Dios en vano, tal vez el único hombre bueno sea el padre George.
George Gänswein es alemán, tiene 57 años, 1.80 de estatura, cuerpo de atleta, pelo rubio, ojos claros. Desde hace nueve años es el secretario personal de Joseph Ratzinger y, desde hace algunos meses, su único antídoto contra el aire envenenado del Vaticano. Un día no muy lejano, a su número de fax —al alcance de muy pocos— llegó una carta muy comprometedora dirigida al Papa. Después de que Benedicto XVI la leyese, monseñor Gänswein decidió guardarla en su pequeña oficina situada dentro del apartamento papal. No convenía que aquella misiva anduviese danzando por un Vaticano convertido en campo de batalla. Por eso, cuando el padre George la vio publicada en un libro junto a decenas de documentos secretos, supo enseguida que el traidor, el cuervo, el topo, tenía que ser alguien muy cercano. Alguien de la familia.
Así se les llama intramuros. La familia pontificia. La familia del Papa. Los habitantes del Apartamento —así, con A mayúscula, lo escriben en el Vaticano—en el que Joseph Ratzinger, más casero que su antecesor, el muy viajero Karol Wojtila, pasa la mayor parte del día. Además del padre George y del otro secretario, el sacerdote maltés Alfred Xuereb, "la familia del Papa" está compuesta por cuatro laicas consagradas —Carmela, Loredana, Cristina y Rosella—, una monja que le ayuda en los trabajos de estudio y escritura, sor Birgit Wansing, y un asistente de cámara, Paolo Gabriele, su fiel Paoletto, el primero que desde hace seis años le da los buenos días, lo ayuda a vestirse y a celebrar la misa, lo acompaña en todas las audiencias públicas y privadas, le sirve el café del desayuno, el vino de la comida y la infusión de la tarde, lo acompaña en sus paseos por el jardín de la azotea y, al caer la noche, le ayuda a desvestirse para irse a la cama.
—Buenas noches, Santidad.
La noche del martes 22 de mayo es la última que Paolo Gabriele, de 46 años, casado y con tres hijos, en posesión de la doble ciudadanía italiana y vaticana, acompaña al Papa. Al día siguiente, la Gendarmería del Vaticano se presenta en su casa de Vía de Porta Angelica, sobre el mismo muro que separa los dos Estados, y lo detiene. El secreto se mantiene dos días. El viernes 25, la noticia se filtra: detenido el mayordomo del Papa por develar y difundir documentos secretos. Los periodistas buscan imágenes del cuervo o traidor. No les resulta difícil encontrarlas. Basta con mirar las fotos del papamóvil. Junto al chófer, siempre con gesto serio, aparece Paolo Gabriele. Detrás, de pie, impartiendo bendiciones, el Papa, y en el último asiento, sonriente, el padre George…
Si no fuera por su físico —la revista Vanity Fair lo llegó a llamar Monseñor George Clooney—, el teólogo alemán sería un perfecto desconocido. Hasta hace unos meses, George Gänswein ejecutaba en exclusiva su papel de discreto ayudante de Joseph Ratzinger, su sombra desde que, en 1996, el entonces cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la antigua Inquisición, lo llamara a su lado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el padre George no ha tenido más remedio que desempeñar un papel más delicado: el de pasadizo secreto para ver al Papa. A sus 85 años, Benedicto XVI vive aislado en su apartamento, acorralado por las luchas entre los cardenales que tratan de ganar poder antes de la celebración del próximo cónclave. Ratzinger es un hombre anciano y enfermo, pero sobre todo es un hombre solo. Su viejo amigo y teórica mano derecha, Tarcisio Bertone, el secretario de Estado del Vaticano, se ha ido alejando de él y, al tiempo, se ha convertido en el enemigo a batir por el resto de los cardenales italianos. Lo acusan de una ambición desmedida, de relaciones peligrosas con los poderes fuertes italianos, incluso de dejarse influir por "ambientes masónicos". El Papa, que en los últimos tiempos ha observado con tristeza cómo el cardenal Bertone ha despedido o enviado al exilio a algunos de sus colaboradores más queridos, siempre responde con la misma frase a quien le aconseja cambiar de secretario de Estado: "Ya soy un Papa viejo…". Trata de obtener una tregua, pero el resultado es el contrario. La lucha es cada vez más encarnizada. Bertone se radicaliza y sus enemigos tampoco descansan. Sentado junto al fax del Apartamento, el padre George sigue recibiendo cartas espeluznantes dirigidas a Benedicto XVI.
Joseph Ratzinger no se parece en nada a Karol Wojtila. Bien es cierto que los unía una gran amistad y que Juan Pablo II se apoyó en el cardenal alemán hasta su muerte. El polaco era luminoso, cordial, infatigable. Se pasaba el día estrechando manos, sonriendo, recorriendo el mundo. Hasta el punto que, todavía hoy, cuando uno pasea por el centro de Roma, da la impresión de que el Papa sigue siendo el polaco, porque son sus postales las más presentes, las que más se venden. No era difícil, por tanto, hablar con Juan Pablo II, hacerle pasar un mensaje. A Benedicto XVI, en cambio, no le apasionan las relaciones humanas. Es tímido, aunque cordial, concienzudo, paciente, amante de la lectura, más pendiente de los asuntos del cielo que de los de la tierra. De hecho, sólo algunos cardenales escogidos —Ruini, Scola, Bagnasco— han logrado mostrarle personalmente su opinión desfavorable a Bertone. Sucedió hace un año, durante un almuerzo en el palacio de Castel Gandolfo, la residencia veraniega del Papa. El resto se tiene que conformar con utilizar un canal. El del fax del padre George Gaenswein…
Un canal que, desde el pasado verano, deja de ser seguro. El primer golpe llega con la divulgación, a través de un programa de televisión, de una carta del arzobispo Carlo Maria Viganò, actual nuncio en Estados Unidos, en la que le cuenta al Papa diversos casos de corrupción dentro del Vaticano y le pide no ser removido de su cargo como secretario general del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos—. Viganò, sin embargo, es enviado lejos de Roma por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Distintas fuentes aseguran que el Papa llegó a llorar con aquella decisión, pero no se atrevió a contradecir a Bertone. La segunda filtración destapa un supuesto compló para matar al Pontífice. Se trata de una carta muy reciente enviada a Benedicto XVI por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos en la que le cuenta que el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia), acaba de realizar un viaje a China durante el cual habría comentado: "El Papa morirá en 12 meses". Pero no sólo eso. Según la carta del obispo colombiano, escrita en alemán y bajo el sello de "estrictamente confidencial", el arzobispo de Palermo se ha despachado a gusto en el país asiático contando supuestos secretos del Vaticano tales como que el Papa y su número dos, Tarcisio Bertone, se llevan a matar y que Benedicto XVI está dejando todo atado y bien atado para que su sucesor al frente de la Iglesia sea el actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola. Aquellas filtraciones de documentos, aunque todavía con cuentagotas, conmocionan al Vaticano. Su portavoz, el padre Federico Lombardi, llega a admitir que la Iglesia está sufriendo su particular Vaticanleaks. L'Osservatore romano publica un editorial en el que se describe la situación de Benedicto XVI: un pastor rodeado por lobos.
Paolo Gabriele, mientras tanto, sigue llegando cada día a las seis de la mañana al Apartamento para despertar al Papa. Es un privilegiado. Todos los trabajadores del Vaticano lo son. No ganan un gran sueldo, pero forman parte de la plantilla de una empresa con 20 siglos de antigüedad, que difícilmente irá a la quiebra, con prestigio social en la ciudad de Roma y una serie de ventajas —vivienda dentro de las 40 hectáreas del Vaticano, gasolina muy barata— que en la mayoría de los casos heredan sus hijos. La tormenta que esos días —finales de 2011— azota a la Iglesia amainará. Como siempre por los siglos de los siglos. Hay una anécdota muy representativa. Hace unos años, un periodista español le preguntó a un cardenal por un conflicto en el seno de la Iglesia. El purpurado, muy serio, inició así su respuesta: "Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…".
La respuesta, aun con otras palabras, sigue siendo la misma, incluso la más común durante los días posteriores a la detención de Paoletto: "Ya tuvimos problemas parecidos, e incluso mayores, y siempre salimos adelante. Tal vez lo que ahora cambie es la velocidad y la magnitud en la difusión de la noticia. Eso, y no su gravedad, es lo que agranda el problema". Un problema, una guerra de poder, puramente italiana. Tanto los apellidos que ilustran esta historia de intrigas y golpes bajos como las armas elegidas para el duelo tienen denominación de origen. "Un típico juego italiano", lo califican algunos medios de información. Hay, además, una razón de peso para que sea así. La silla de Pedro lleva siendo ocupada por un extranjero desde 1978. A un Papa polaco (Juan Pablo II, desde 1978 a 2005) lo sucedió un Papa alemán (Benedicto XVI, desde entonces a hoy) y, si los cardenales italianos menores de 80 años —los únicos que pueden participar en el cónclave— no andan espabilados, pueden perder una oportunidad de oro. A día de hoy, los purpurados electores son 122. Italianos, 30 (menos de un cuarto), estadounidenses, 11, y alemanes, 6. Si cuando Joseph Ratzinger muera, o dimita, no le sucede un italiano, la próxima vez será más difícil.
Antes incluso del escándalo, ya era patente el excesivo peso de la Iglesia italiana en el Vaticano. Prácticamente todos los cargos de responsabilidad relacionados con las finanzas están en manos italianas, aunque sean norteamericanos y alemanes los mayores contribuyentes. De igual forma, aunque América, Asia y África sean ya más el presente que el futuro de la Iglesia católica, en el último consistorio, celebrado el 18 de febrero pasado, no fue nombrado cardenal ningún africano y solo un latinoamericano. Hace unos días, un alto representante del Vaticano manifestaba su contrariedad: "En América Latina está ya el 47% de los católicos del mundo. Allí las iglesias están llenas y en Europa vacías, pero al Vaticano les sigue costando mucho nombrar cardenales que no sean europeos…". Miloslav Vlk, cardenal de Praga y portavoz de la Iglesia Internacional, lo dice sin tapujos: "Tal vez hemos perdido el impulso que nos dio Pablo VI y Juan Pablo II y luego recogido por Benedicto XVI: una Iglesia que se abra al mundo, un colegio cardenalicio y una Curia más internacional y por tanto más capaz de escuchar las voces y recoger la energía que llegan también de lejos".
La detención del mayordomo se produce unas horas después de otro hecho muy grave. El despido fulminante de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano. La primera explicación habla de "irregularidades en su gestión", pero enseguida el tono va subiendo hasta llegar casi al linchamiento. La primera explicación oficial achaca al economista, de 67 años, "no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo". Lo cierto es que la Banca del Vaticano está siendo sometida desde el pasado septiembre a una investigación judicial por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. Además de a Gotti Tedeschi —presidente también del Santander Consumer Bank, la filial italiana del Banco Santander—, la fiscalía investiga al director general del IOR, Paolo Cipriani. El directivo depurado se muestra enfurecido en sus declaraciones a la prensa: "Prefiero no hablar. Si lo hiciera, solo diría palabras feas. Me debato entre el ansia de explicar la verdad y no querer turbar al Santo Padre con tales explicaciones". Tedeschi es de los pocos que guarda fidelidad al Papa. De hecho, fue el propio Joseph Ratzinger quien se lo recomendó a Bertone. Eran más que viejos amigos. El economista, miembro del Opus Dei, había colaborado con el Papa en la encíclica Caritas in veritate. Ahora la colaboración que le pedía era más terrenal y, por tanto, más difícil: rescatar de las manos del demonio las cuentas de Dios. Limpiar el Banco del Vaticano. Bertone y Tedeschi chocan. Trasciende que desde hace tiempo no se hablan. El economista amigo del Papa amenaza con dimitir. El secretario de Estado se le adelanta. Lo despide. Pero no se contenta con eso. En plena guerra de filtraciones, aparece un documento en el que se vapulea al ya ex presidente…
Como es habitual en los asuntos que conciernen al Vaticano, jamás se sabrá quién es el cuervo vestido de púrpura
El asunto queda en segundo lugar. Toda la atención está ahora puesta en la suerte de Paolo Gabriele. La primera pregunta es: ¿por qué lo hizo? La segunda: ¿para quién? Roma es tomada por una banda de cuervos anónimos que se dicen compañeros de Paoletto, una especie de cruzada contra los asuntos turbios del Vaticano. "Paoletto no está solo", aseguran, "somos muchos, incluso muy arriba. Queremos defender al Papa, denunciar la corrupción, hacer limpieza en el Vaticano". Las voces anónimas confirman lo que ya se sabía —el Vaticano es desde hace meses un campo de batalla entre distintas facciones que luchan por el poder—, pero sus teóricas intenciones son difíciles de creer. Tan increíbles como algunos de los detalles de la operación: al frente estaría una mujer y la tropa estaría formada por una pléyade de vengadores, desde cardenales a mayordomos, incluido un pirata informático. Su principal objetivo: proteger al Papa de Tarcisio Bertone.
Después de muchos días en silencio, el Papa habla. Pero no dice nada. Se remonta 20 siglos atrás para recordar que Jesús también fue traicionado. Acusa a los medios de comunicación de magnificar el problema y confirma a todos sus colaboradores —Tarcisio Bertone incluido— en sus puestos. Los muros del Vaticano se cierran aún más. El misterio, siempre presente en las historias religiosas y laicas de Roma, lo envuelve todo. ¿Ha hablado ya Paoletto? ¿Ha dicho si robó la correspondencia del Papa por su cuenta o por encargo? Tal vez sea el padre George, sentado junto a su fax, el único que sabe la verdad, tal vez el único que cumple su función de proteger al Papa. O tal vez no. Si en algo coinciden creyentes y descreídos de un lado y otro del Tíber es que, como es habitual en los asuntos que conciernen al Vaticano, jamás se sabrá la verdad. Nunca se conocerá el verdadero jefe de Paolo Gabriele, la identidad del cuervo vestido de púrpura. La Iglesia católica, que necesita de la fe para seguir existiendo, sigue sintiéndose cómoda en la oscuridad. "Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…". En su primera encíclica —Deus caritas est (2005)— Benedicto XVI citaba una frase de San Agustín que ahora suena profética:
—"Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?"
(Pablo Ordaz para El País/ 3 junio 2012)
En el papamóvil: al frente, el mayordomo Paolo Gabriele (Paoletto); detrás, George Gänswein, secretario particular de Ratzinger
En esta historia llena de traición, malas artes, soldados del Altísimo que luchan por el poder con armas del demonio, un mayordomo ladrón, un Papa enfermo y un banco que usa el nombre de Dios en vano, tal vez el único hombre bueno sea el padre George.
George Gänswein es alemán, tiene 57 años, 1.80 de estatura, cuerpo de atleta, pelo rubio, ojos claros. Desde hace nueve años es el secretario personal de Joseph Ratzinger y, desde hace algunos meses, su único antídoto contra el aire envenenado del Vaticano. Un día no muy lejano, a su número de fax —al alcance de muy pocos— llegó una carta muy comprometedora dirigida al Papa. Después de que Benedicto XVI la leyese, monseñor Gänswein decidió guardarla en su pequeña oficina situada dentro del apartamento papal. No convenía que aquella misiva anduviese danzando por un Vaticano convertido en campo de batalla. Por eso, cuando el padre George la vio publicada en un libro junto a decenas de documentos secretos, supo enseguida que el traidor, el cuervo, el topo, tenía que ser alguien muy cercano. Alguien de la familia.
Así se les llama intramuros. La familia pontificia. La familia del Papa. Los habitantes del Apartamento —así, con A mayúscula, lo escriben en el Vaticano—en el que Joseph Ratzinger, más casero que su antecesor, el muy viajero Karol Wojtila, pasa la mayor parte del día. Además del padre George y del otro secretario, el sacerdote maltés Alfred Xuereb, "la familia del Papa" está compuesta por cuatro laicas consagradas —Carmela, Loredana, Cristina y Rosella—, una monja que le ayuda en los trabajos de estudio y escritura, sor Birgit Wansing, y un asistente de cámara, Paolo Gabriele, su fiel Paoletto, el primero que desde hace seis años le da los buenos días, lo ayuda a vestirse y a celebrar la misa, lo acompaña en todas las audiencias públicas y privadas, le sirve el café del desayuno, el vino de la comida y la infusión de la tarde, lo acompaña en sus paseos por el jardín de la azotea y, al caer la noche, le ayuda a desvestirse para irse a la cama.
—Buenas noches, Santidad.
La noche del martes 22 de mayo es la última que Paolo Gabriele, de 46 años, casado y con tres hijos, en posesión de la doble ciudadanía italiana y vaticana, acompaña al Papa. Al día siguiente, la Gendarmería del Vaticano se presenta en su casa de Vía de Porta Angelica, sobre el mismo muro que separa los dos Estados, y lo detiene. El secreto se mantiene dos días. El viernes 25, la noticia se filtra: detenido el mayordomo del Papa por develar y difundir documentos secretos. Los periodistas buscan imágenes del cuervo o traidor. No les resulta difícil encontrarlas. Basta con mirar las fotos del papamóvil. Junto al chófer, siempre con gesto serio, aparece Paolo Gabriele. Detrás, de pie, impartiendo bendiciones, el Papa, y en el último asiento, sonriente, el padre George…
Si no fuera por su físico —la revista Vanity Fair lo llegó a llamar Monseñor George Clooney—, el teólogo alemán sería un perfecto desconocido. Hasta hace unos meses, George Gänswein ejecutaba en exclusiva su papel de discreto ayudante de Joseph Ratzinger, su sombra desde que, en 1996, el entonces cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la antigua Inquisición, lo llamara a su lado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el padre George no ha tenido más remedio que desempeñar un papel más delicado: el de pasadizo secreto para ver al Papa. A sus 85 años, Benedicto XVI vive aislado en su apartamento, acorralado por las luchas entre los cardenales que tratan de ganar poder antes de la celebración del próximo cónclave. Ratzinger es un hombre anciano y enfermo, pero sobre todo es un hombre solo. Su viejo amigo y teórica mano derecha, Tarcisio Bertone, el secretario de Estado del Vaticano, se ha ido alejando de él y, al tiempo, se ha convertido en el enemigo a batir por el resto de los cardenales italianos. Lo acusan de una ambición desmedida, de relaciones peligrosas con los poderes fuertes italianos, incluso de dejarse influir por "ambientes masónicos". El Papa, que en los últimos tiempos ha observado con tristeza cómo el cardenal Bertone ha despedido o enviado al exilio a algunos de sus colaboradores más queridos, siempre responde con la misma frase a quien le aconseja cambiar de secretario de Estado: "Ya soy un Papa viejo…". Trata de obtener una tregua, pero el resultado es el contrario. La lucha es cada vez más encarnizada. Bertone se radicaliza y sus enemigos tampoco descansan. Sentado junto al fax del Apartamento, el padre George sigue recibiendo cartas espeluznantes dirigidas a Benedicto XVI.
Joseph Ratzinger no se parece en nada a Karol Wojtila. Bien es cierto que los unía una gran amistad y que Juan Pablo II se apoyó en el cardenal alemán hasta su muerte. El polaco era luminoso, cordial, infatigable. Se pasaba el día estrechando manos, sonriendo, recorriendo el mundo. Hasta el punto que, todavía hoy, cuando uno pasea por el centro de Roma, da la impresión de que el Papa sigue siendo el polaco, porque son sus postales las más presentes, las que más se venden. No era difícil, por tanto, hablar con Juan Pablo II, hacerle pasar un mensaje. A Benedicto XVI, en cambio, no le apasionan las relaciones humanas. Es tímido, aunque cordial, concienzudo, paciente, amante de la lectura, más pendiente de los asuntos del cielo que de los de la tierra. De hecho, sólo algunos cardenales escogidos —Ruini, Scola, Bagnasco— han logrado mostrarle personalmente su opinión desfavorable a Bertone. Sucedió hace un año, durante un almuerzo en el palacio de Castel Gandolfo, la residencia veraniega del Papa. El resto se tiene que conformar con utilizar un canal. El del fax del padre George Gaenswein…
Un canal que, desde el pasado verano, deja de ser seguro. El primer golpe llega con la divulgación, a través de un programa de televisión, de una carta del arzobispo Carlo Maria Viganò, actual nuncio en Estados Unidos, en la que le cuenta al Papa diversos casos de corrupción dentro del Vaticano y le pide no ser removido de su cargo como secretario general del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos—. Viganò, sin embargo, es enviado lejos de Roma por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Distintas fuentes aseguran que el Papa llegó a llorar con aquella decisión, pero no se atrevió a contradecir a Bertone. La segunda filtración destapa un supuesto compló para matar al Pontífice. Se trata de una carta muy reciente enviada a Benedicto XVI por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos en la que le cuenta que el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia), acaba de realizar un viaje a China durante el cual habría comentado: "El Papa morirá en 12 meses". Pero no sólo eso. Según la carta del obispo colombiano, escrita en alemán y bajo el sello de "estrictamente confidencial", el arzobispo de Palermo se ha despachado a gusto en el país asiático contando supuestos secretos del Vaticano tales como que el Papa y su número dos, Tarcisio Bertone, se llevan a matar y que Benedicto XVI está dejando todo atado y bien atado para que su sucesor al frente de la Iglesia sea el actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola. Aquellas filtraciones de documentos, aunque todavía con cuentagotas, conmocionan al Vaticano. Su portavoz, el padre Federico Lombardi, llega a admitir que la Iglesia está sufriendo su particular Vaticanleaks. L'Osservatore romano publica un editorial en el que se describe la situación de Benedicto XVI: un pastor rodeado por lobos.
Paolo Gabriele, mientras tanto, sigue llegando cada día a las seis de la mañana al Apartamento para despertar al Papa. Es un privilegiado. Todos los trabajadores del Vaticano lo son. No ganan un gran sueldo, pero forman parte de la plantilla de una empresa con 20 siglos de antigüedad, que difícilmente irá a la quiebra, con prestigio social en la ciudad de Roma y una serie de ventajas —vivienda dentro de las 40 hectáreas del Vaticano, gasolina muy barata— que en la mayoría de los casos heredan sus hijos. La tormenta que esos días —finales de 2011— azota a la Iglesia amainará. Como siempre por los siglos de los siglos. Hay una anécdota muy representativa. Hace unos años, un periodista español le preguntó a un cardenal por un conflicto en el seno de la Iglesia. El purpurado, muy serio, inició así su respuesta: "Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…".
La respuesta, aun con otras palabras, sigue siendo la misma, incluso la más común durante los días posteriores a la detención de Paoletto: "Ya tuvimos problemas parecidos, e incluso mayores, y siempre salimos adelante. Tal vez lo que ahora cambie es la velocidad y la magnitud en la difusión de la noticia. Eso, y no su gravedad, es lo que agranda el problema". Un problema, una guerra de poder, puramente italiana. Tanto los apellidos que ilustran esta historia de intrigas y golpes bajos como las armas elegidas para el duelo tienen denominación de origen. "Un típico juego italiano", lo califican algunos medios de información. Hay, además, una razón de peso para que sea así. La silla de Pedro lleva siendo ocupada por un extranjero desde 1978. A un Papa polaco (Juan Pablo II, desde 1978 a 2005) lo sucedió un Papa alemán (Benedicto XVI, desde entonces a hoy) y, si los cardenales italianos menores de 80 años —los únicos que pueden participar en el cónclave— no andan espabilados, pueden perder una oportunidad de oro. A día de hoy, los purpurados electores son 122. Italianos, 30 (menos de un cuarto), estadounidenses, 11, y alemanes, 6. Si cuando Joseph Ratzinger muera, o dimita, no le sucede un italiano, la próxima vez será más difícil.
Antes incluso del escándalo, ya era patente el excesivo peso de la Iglesia italiana en el Vaticano. Prácticamente todos los cargos de responsabilidad relacionados con las finanzas están en manos italianas, aunque sean norteamericanos y alemanes los mayores contribuyentes. De igual forma, aunque América, Asia y África sean ya más el presente que el futuro de la Iglesia católica, en el último consistorio, celebrado el 18 de febrero pasado, no fue nombrado cardenal ningún africano y solo un latinoamericano. Hace unos días, un alto representante del Vaticano manifestaba su contrariedad: "En América Latina está ya el 47% de los católicos del mundo. Allí las iglesias están llenas y en Europa vacías, pero al Vaticano les sigue costando mucho nombrar cardenales que no sean europeos…". Miloslav Vlk, cardenal de Praga y portavoz de la Iglesia Internacional, lo dice sin tapujos: "Tal vez hemos perdido el impulso que nos dio Pablo VI y Juan Pablo II y luego recogido por Benedicto XVI: una Iglesia que se abra al mundo, un colegio cardenalicio y una Curia más internacional y por tanto más capaz de escuchar las voces y recoger la energía que llegan también de lejos".
La detención del mayordomo se produce unas horas después de otro hecho muy grave. El despido fulminante de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano. La primera explicación habla de "irregularidades en su gestión", pero enseguida el tono va subiendo hasta llegar casi al linchamiento. La primera explicación oficial achaca al economista, de 67 años, "no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo". Lo cierto es que la Banca del Vaticano está siendo sometida desde el pasado septiembre a una investigación judicial por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. Además de a Gotti Tedeschi —presidente también del Santander Consumer Bank, la filial italiana del Banco Santander—, la fiscalía investiga al director general del IOR, Paolo Cipriani. El directivo depurado se muestra enfurecido en sus declaraciones a la prensa: "Prefiero no hablar. Si lo hiciera, solo diría palabras feas. Me debato entre el ansia de explicar la verdad y no querer turbar al Santo Padre con tales explicaciones". Tedeschi es de los pocos que guarda fidelidad al Papa. De hecho, fue el propio Joseph Ratzinger quien se lo recomendó a Bertone. Eran más que viejos amigos. El economista, miembro del Opus Dei, había colaborado con el Papa en la encíclica Caritas in veritate. Ahora la colaboración que le pedía era más terrenal y, por tanto, más difícil: rescatar de las manos del demonio las cuentas de Dios. Limpiar el Banco del Vaticano. Bertone y Tedeschi chocan. Trasciende que desde hace tiempo no se hablan. El economista amigo del Papa amenaza con dimitir. El secretario de Estado se le adelanta. Lo despide. Pero no se contenta con eso. En plena guerra de filtraciones, aparece un documento en el que se vapulea al ya ex presidente…
Como es habitual en los asuntos que conciernen al Vaticano, jamás se sabrá quién es el cuervo vestido de púrpura
El asunto queda en segundo lugar. Toda la atención está ahora puesta en la suerte de Paolo Gabriele. La primera pregunta es: ¿por qué lo hizo? La segunda: ¿para quién? Roma es tomada por una banda de cuervos anónimos que se dicen compañeros de Paoletto, una especie de cruzada contra los asuntos turbios del Vaticano. "Paoletto no está solo", aseguran, "somos muchos, incluso muy arriba. Queremos defender al Papa, denunciar la corrupción, hacer limpieza en el Vaticano". Las voces anónimas confirman lo que ya se sabía —el Vaticano es desde hace meses un campo de batalla entre distintas facciones que luchan por el poder—, pero sus teóricas intenciones son difíciles de creer. Tan increíbles como algunos de los detalles de la operación: al frente estaría una mujer y la tropa estaría formada por una pléyade de vengadores, desde cardenales a mayordomos, incluido un pirata informático. Su principal objetivo: proteger al Papa de Tarcisio Bertone.
Después de muchos días en silencio, el Papa habla. Pero no dice nada. Se remonta 20 siglos atrás para recordar que Jesús también fue traicionado. Acusa a los medios de comunicación de magnificar el problema y confirma a todos sus colaboradores —Tarcisio Bertone incluido— en sus puestos. Los muros del Vaticano se cierran aún más. El misterio, siempre presente en las historias religiosas y laicas de Roma, lo envuelve todo. ¿Ha hablado ya Paoletto? ¿Ha dicho si robó la correspondencia del Papa por su cuenta o por encargo? Tal vez sea el padre George, sentado junto a su fax, el único que sabe la verdad, tal vez el único que cumple su función de proteger al Papa. O tal vez no. Si en algo coinciden creyentes y descreídos de un lado y otro del Tíber es que, como es habitual en los asuntos que conciernen al Vaticano, jamás se sabrá la verdad. Nunca se conocerá el verdadero jefe de Paolo Gabriele, la identidad del cuervo vestido de púrpura. La Iglesia católica, que necesita de la fe para seguir existiendo, sigue sintiéndose cómoda en la oscuridad. "Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…". En su primera encíclica —Deus caritas est (2005)— Benedicto XVI citaba una frase de San Agustín que ahora suena profética:
—"Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?"
(Pablo Ordaz para El País/ 3 junio 2012)
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