jueves, 29 de julio de 2021

Paraestamal

Turismo presidencial

Bajista fundamental: RIP

ZZ Top bassist Dusty Hill dies aged 72

The band’s bassist for more than 50 years, who had recently suffered a hip injury, died in his sleep at his Texas home

 Dusty Hill in 2019.

Dusty Hill in 2019.

His recent injury had meant that Hill was forced to miss performances as part of the band’s summer tour. There have been no further details on cause of death.

ZZ Top’s first single was released in 1969 after the demise of Moving Sidewalks, the band that Gibbons had previously formed. Their first concert, with Hill included, was in 1970 and the year after their first album was released.

The band would go on to find fame with 15 albums and were best known for hits including 1983’s Gimme All Your Lovin’ and 1984’s Legs. In 1984, Hill also accidentally shot himself, something he remained lighthearted about years later.

“My first reaction was ‘Shit!’ and then ‘Ouch’,” he said in a 2016 interview. “I couldn’t believe I’d done something so stupid. To this day, I don’t know how I could do it.”

Frank Beard, Billy Gibbons and Dusty Hill in 2004
Frank Beard, Billy Gibbons and Dusty Hill in 2004

As well as playing bass guitar, Hill also played keyboard and sang backing and lead vocals for the band. They were all inducted into the Rock and Roll Hall of Fame in 2004.

He made appearances in Back to the Future Part III and Deadwood and also played himself in King of the Hill.

“I don’t believe in regrets at all,” Hill also said in 2016. “What’s the point? There are things I’ve done that, if I had my time all over again, I would do differently – or not at all. But I am the sort of person who, once something’s done, just brushes it away and gets on with life.”

Tributes are coming in from the industry, including from Flea who referred to Hill as “a true rocker” and Go-Gos member Kathy Valentine who tweeted that Hill is “a Texas icon”


martes, 27 de julio de 2021

domingo, 25 de julio de 2021

sábado, 24 de julio de 2021

¿Qué tiene qué ver Bolívar con México?/ O del oportunismo histórico del Pejidente

Este sábado, Andrés Manuel López Obrador presidirá un evento para conmemorar el natalicio de un caraqueño histórico que suele asociarse, políticamente, con Hugo Chávez: Simón Bolívar. Pero lo hace no realmente para apoyar el proyecto bolivariano en Venezuela, sino para izar una bandera de compromiso con una Sudamérica que ha visto a México más aliado a Estados Unidos que al sur de la frontera. "¿Por qué en el bicentenario de México se celebra a alguien que no es mexicano?” dijo el canciller Marcelo Ebrard en un corto discurso días antes. “Por la muy importante aportación de una idea esencial que nos convoca: la conciencia de que somos una nación latinoamericana y caribeña". 

Bolívar, el libertador de lo que hoy son Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Bolivia, será celebrado en uno de 15 eventos especiales que organizó presidencia este año para conmemorar 200 años desde la independencia de México y 500 desde la caída de Tenochtitlan ante los españoles. En cada evento se invita a alguna figura internacional para dar un discurso, como los presidentes de Argentina, de Bolivia o de Guatemala. Invitar a Nicolás Maduro, sin embargo, era quizás arriesgado. La invitada especial será la escritora chilena Isabel Allende, según contó la Presidencia de México a EL PAÍS, exiliada en Venezuela durante la dictadura de Pinochet y cuyo tío, Salvador Allende, también representa un símbolo latinoamericano de la izquierda. Asistirán también 25 ministros de todo el continente. 

El evento es algo extraño por varias razones. La primera, porque López Obrador no ha citado a Bolívar más de un par de veces en su vida política, a diferencia de las figuras a las que les hace culto en decenas de discursos como Benito Juárez o Francisco Madero. La segunda, porque no hay este año una fecha redonda para conmemorar el natalicio de Bolívar: nació hace 238 años, en 1783. Y tercero, porque Simón Bolívar –si bien luchó por la independencia de la Nueva Granada al mismo tiempo que se libraba la independencia de la Nueva España– poco tuvo que ver con el proceso independentista de México. Pero al unirse al culto de Bolívar, el presidente de México abre un nuevo capítulo en las formas políticas en las que se ha utilizado la figura del libertador. 

El Bolívar de México

"De América del Sur llegaban noticias, pero ese proceso de independencia nunca tuvo demasiado peso en la independencia mexicana", dice a EL PAÍS Alfredo Ávila, profesor de historia de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y experto en el proceso independentista. "Si buscas cuál es la mayor influencia para la guerra de independencia de México pues fue la guerra de independencia de España, la guerra contra Francia cuando Napoleón la invadió". También tuvo gran influencia, cuenta Ávila, la guerra de independencia de Estados Unidos en 1776. Pero la influencia de Sudamérica, en cambio, fue muy sutil. 

Ávila explica que Bolívar no tuvo mayor contacto con los grandes héroes de la independencia mexicana como Miguel Hidalgo o José María Morelos. Después de que ambos fueran asesinados y el autoritario Agustín de Iturbide lograse llegar al poder en 1821, los contactos entre el líder venezolano y el mexicano se mantuvieron escasos. “Eran proyectos políticos muy distintos”, dice Ávila. “El Bolívar de 1821 era muy republicano y no le gustaba el proyecto imperial de Iturbide”. El México de entonces llegaba casi hasta lo que es hoy Costa Rica, y el territorio de Bolívar hasta Panamá. Como vecinos, más que aliados, Bolívar temía que el proyecto imperialista de Iturbide amenazara su territorio. 

Ávila considera que hubo un tipo de influencia, muy indirecta, por el tratado de Armisticio de Trujillo de 1820, que reconoció a Colombia como país en guerra contra España. Este fue una base para lo que luego fue el Tratado de Córdoba, que reconoció el imperio mexicano en 1821. Bolívar e Iturbide, con estos acuerdos, no eran ya rebeldes sino líderes de Estados. Pero aparte de esos tratados, y muy pocas amistades de bolivarianos con mexicanos, no hubo un apoyo militar durante las dos guerras. 

El proyecto unificador de Bolívar, además, no incluía a México. El libertador no consideraba que su territorio conocido como la Gran Colombia debía expandirse más al norte de los territorios que ya comprendía: Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. Su imagen como líder que quiere unificar a toda América Latina en un solo estado, en ese sentido, es más mito que realidad. Sí intentó organizar una alianza militar con otras naciones frente a la amenaza de una reconquista española, pero en los dos esfuerzos fracasó. Cada estado siguió defendiendo su territorio por su lado.

"La verdad es que yo creo que es caer en un cliché, lo que hace el presidente," opina Ávila sobre el evento de López Obrador. "Efectivamente Bolívar tenía un proyecto de alianza militar para enfrentarse a las potencias europeas, pero no un proyecto de unidad latinoamericana. Eso en realidad es una cosa que se le empezó a atribuir después a Bolívar, se empezó a forjar esta idea de la unidad latinoamericana fundamentalmente desde Venezuela donde, desde siempre, ha habido un culto a Bolívar tremendo". 

El gran culto a Bolívar 

Con el evento del sábado, López Obrador está a punto de subirse a un tren en el que han pasado ya muchos políticos y escritores que leen a Bolívar en la forma que mejor encaje en su proyecto. Hugo Chávez, por ejemplo, exaltó especialmente la versión del líder como un caudillista y un militar revolucionario. Karl Marx lo describió en 1858 como un déspota más parecido a Napoleón. Dos caras muy distintas del mismo hombre desde la izquierda. 

Pero el culto a la figura de Bolívar, que precede a Chávez y a Marx, es sobre todo una producción cultural venezolana que se viene regando con éxito por América Latina desde el siglo XIX.

"El bolivarianismo es casi que endémico de la historia política venezolana", dice Sócrates Ramírez, investigador de los usos políticos de Bolívar en la historia de Venezuela y estudiante de doctorado de Historia en la UNAM. Después de la muerte de Bolívar, el general José Antonio Paéz –que se opuso al libertador cuando éste estaba vivo– repatrió sus restos a Caracas y fue el primero en convertirlo en símbolo de unidad para subsanar un momento de crisis política. Se construyó luego un panteón y un número de instituciones para glorificar al libertador. Años después, el Gobierno autoritario de Juan Vicente Gómez de principios del siglo XX transformaría la versión de Bolívar en algo más a la derecha, como un Bolívar ultraconservador y "una fuente de inspiración para conservar determinados órdenes políticos", cuenta Ramírez. 

Paralelamente apareció una vertiente, quizás la más conocida entre líderes de izquierda, que leyó al libertador como lo opuesto: un antiimperialista, antiyankee y antieuropeo, que quería subvertir el orden. "De esa tradición va a beber [el partido venezolano] Acción Democrática desde sus orígenes, también el Partido de la Revolución Mexicana de México –convertido luego en el PRI–, ciertas tradiciones de la izquierda cubana antes de la revolución, y ciertas tradiciones de izquierda en América Latina", explica Ramírez. "No hay un Bolívar sino un multi-Bolívar, en la política venezolana, y en la política latinoamericana". 

El multi-Bolívar existe porque Simón Bolívar podía ser, dependiendo del momento histórico que se le mire, todas esas personas a la vez: revolucionario y tradicional; libertador y déspota; antiespañol y proeuropeo. Fue admirador de los conceptos cívicos de Jean-Jaques Rousseau, pero también fue el que ordenó masacrar a miles de indígenas que se le opusieron en 1822 en el sur de Colombia; fue el aristócrata caraqueño en una familia de esclavistas pero también el que le prometió al presidente de Haití abolir la esclavitud; fue el que defendió ideas republicanas en sus escritos pero estaba dispuesto a masacrar a los líderes políticos que se le opusieron.

"En cada tradición nacional en las Américas, incluido Estados Unidos, la forma en la que Bolívar es recordado es diferente y depende de las figuras a las cuales se le compara", dice a EL PAÍS el profesor de Historia Robert T. Conn de la Universidad de Wesleyan y autor de un libro reciente sobre los distintos usos políticos que se han hecho con la figura del libertador, Bolívar’s Afterlife in the Americas (Palgrave Macmillan, 2020). 

En Colombia, por ejemplo, Bolívar fue visto como un conservador cuando fue comparado al general Santander, conocido como un liberal y hombre de las leyes (en la segunda mitad del siglo XX, pasó a ser también ícono de las guerrillas FARC o del M-19). En Venezuela fue un símbolo unificador cuando se le comparó al General Páez, crítico de las alianzas de la Gran Colombia. En Estados Unidos, en un discurso de 1921, el presidente de Estados Unidos Warren Harding lo comparó con George Washington para promover una alianza panamericana (que años después se transformaría en la OEA). También para defender, implícitamente, la doctrina Monroe que consolidó el poder norteamericano en el continente. "Si pudiéramos consultar a Washington y a Bolívar", dijo entonces el presidente de Estados Unidos, "nos dirían que siguiéramos adelante con la firme confianza de que el nuestro es el camino correcto". 

"Bolívar siempre va a circular como una figura cultural, y no vale tanto la pena ver quien tiene la razón y quién no sobre él, porque lo que hay que ver es el contexto del momento", dice Conn. En el mundo literario ocurrió algo similar a los líderes políticos, explica, cuando las plumas más importantes del continente le dedicaron sus letras al Bolívar que preferían./    "Hubo un interés renovado en México con la figura de Bolívar con José Vasconcelos", dice sobre el autor de La Raza Cósmica que escribió un texto en 1939 sobre la vida del libertador. "Vasconcelos quiso producir su propia versión de Bolívar, y lo que construye es una versión fascista, como una figura autoritaria, como un hispano contra los británicos, y representando una esencia cultural racial latinoamericana que es hispana". Aliado con nacionalsocialismo alemán y crítico del eje inglés y americano anti-nazi, Vasconcelos hizo de Bolívar un antibritánico cuando en realidad el libertador luchó junto a ingleses e irlandeses durante la independencia. 

Pablo Neruda, el poeta chileno, compensa esa visión fascista de Vasconcelos poco después con Un Canto para Bolívar, una oda escrita en 1941 cuando Neruda ayudaba en México a exiliados españoles escapando de la dictadura de Franco. "Neruda presenta a Bolívar como un guerrero que pelea contra los fascistas", explica Conn. "De los muertos de España llega esta mano roja que es hija de la tuya", le dice Neruda a Bolívar en el poema. 

"Hay muchas formas en las que López Obrador puede utilizar el sábado la figura de Bolívar", opina Conn sobre el evento. "Podría ser la versión de Bolívar como antiimperialista, o la de Bolívar criticando a las élites, o la de Bolívar como unificador. Pero en todo caso será un discurso fácil, porque el hecho real es que la mayoría de personas de México realmente no saben quién fue Bolívar. Así que el presidente, honestamente, podrá decir lo que le venga en gana sobre Simón Bolívar".

"Ya tenemos la independencia, general, ahora díganos qué hacemos con ella", le pregunta un ciudadano a Bolívar en la famosa novela de Gabriel García Márquez, El General en su Laberinto, quizás la más famosa sobre el libertador. Reescribirla mil veces, respondería la historia, que no ha dejado de intentar descubrir quién fue, realmente, el libertador. En una Colombia que ahora protesta contra el Gobierno de Iván Duque, por ejemplo, los manifestantes se reúnen casi diariamente en un monumento donde fue retirada la estatua de Bolívar por seguridad. Debajo de su apellido fue dibujado ahora un adjetivo menos glorioso que lo acompaña: Opresor.

-nota de Camila Osorio en El País, 23 de julio de 2021

Vacaciones

viernes, 23 de julio de 2021

jueves, 22 de julio de 2021

miércoles, 21 de julio de 2021

lunes, 19 de julio de 2021

domingo, 18 de julio de 2021

sábado, 17 de julio de 2021

jueves, 15 de julio de 2021

Autor

Dudas con el nuevo


 

Arte aurático

Arte post-Aurático (*)

-Avelina Lésper, marzo de 2011

La adicción de Occidente a la fatalidad lleva a creer que "todo está escrito". La historia del pensamiento está saturada de predicciones mal interpretadas, que nos hemos empeñado en hacerlas cumplir. En 1936 Walter Benjamin afirmó que la obra de arte por su condición extraordinaria de autoría, originalidad, permanencia y unicidad posee un aura que la hace un objeto de culto. La reproducción mecánica de la obra la despojaría del aura y del culto hacia ella. Analizaremos una predicción errónea por un concepto equivocado basado en términos falsos.

Admiración y culto son actitudes distintas ante el objeto observado. El arte, desde sus inicios, es un proceso intelectual que detona en su contemplación múltiples reacciones. La contemplación no es pasiva, el culto y el aura son términos religiosos que denigran la posición del espectador frente a la obra de arte. La adoración religiosa es irracional y evita el cuestionamiento y la investigación. El que rinde culto no duda de su objeto de adoración. La fe que motiva el culto es un estado de inconsciencia ante la realidad, de ausencia de análisis.

El impacto que tiene la obra de arte sobre el espectador, no tiene nada que ver con la adoración fetichista sin sentido intelectual de, por ejemplo, reliquias religiosas. Esta denominación de aura se convirtió en un objetivo a combatir por el hecho de que supone una distancia entre el espectador y la obra. El aura impone una condición de superioridad: la obra es más grande que yo, la obra está lejos de mí, está realizada por un genio, es intocable. Aun siendo una obra maestra, es resultado del trabajo de una persona, no hay nada de metafísico en ella, no existe sabiduría infusa o divinidad sobrenatural, es únicamente humilde trabajo humano. La obra puede ser admirable o cuestionable, aplaudida o rechazada, no exige la comunión absoluta del que mira. A partir del discurso de Benjamin, la destrucción del aura se convirtió en una misión que acercaría al espectador a la obra, porque ya no tendría esa presencia imponente e intimidatoria que supone el culto, dando paso al arte post aurático. 

Pero el arte post aurático no existe, estamos ante el apogeo del arte aurático, del objeto de adoración irracional. El tema y la factura, lo que en primera instancia hace a la obra sobresaliente, ya no son importantes, debemos pensar en lo que significa, no en lo que es. Esto hace de la obra justo lo contrario de lo que Benjamin dice, la obra que se admira sin valores tangibles es aurática porque implica un culto irracional, una admiración que se sostiene en la fe en valores sobrenaturales, en lo que le dicen al espectador que la obra es, no en lo que la obra representa en la realidad. Las obras contemporáneas reclaman admiración por un significado metafísico o aurático que no es evidente para nadie pero existen como obras de arte en la medida en que creamos en este discurso, antes no. El aura es lo único que sostiene a estas obras sin valores visibles. Para la religión y el arte contemporáneo, a diferencia de la ciencia, la verdad no es objetiva, todo está sometido a interpretaciones y significados, unos zapatos sucios no son unos zapatos sucios, son lo que significan y esto le da a la obra un valor metafísico. El significado no es una subjetividad, es una arbitrariedad. Es la imposición de un concepto que carga de importancia a algo que no la tiene y en la medida en que este significado sea más complejo la obra aumenta su valor. Sin un criterio de evaluación que lo haga verificable, es como toda arbitrariedad metafísica, un capricho. El poder teologal y mesiánico del curador y del artista le confiere aura a todo lo que tocan convirtiéndolo en arte. 

(*) Fragmento de la conferencia dictada en el "Segundo Coloquio de Arte y Decodificación Visual" en el Instituto Cultural Helénico.

miércoles, 14 de julio de 2021

martes, 13 de julio de 2021

"Tocar madera" en martes 13

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Dúo dinámico 4T

If you are there

If you are in the garden, I will dress myself in leaves. If you are in the sea I will slide into that smooth blue nest, I will talk fish, I will adore salt. But if you are sad, I will not dress myself in desolation. I will present myself with all the laughters I can muster. And if you are angry I will come, calm and steady, with some small and easy story.


Mary Oliver, The Leaf And The Cloud: A Poem

 

lunes, 12 de julio de 2021

'Operativo-Evo' II

Premio a Krauze

Cuauhtémoc en El Escorial*



-Enrique Krauze, 11 de julio de 2021

Conmemorar es hacer memoria juntos. Quisiera entonces comenzar por recordar a la gran civilización conquistada. Cubría una inmensa superficie en cuyas urbes magníficas convergían los más diversos oficios y las artes más refinadas. Aquel orden garantizaba el abasto de agua, víveres y materias primas, y contaba con una extensiva y minuciosa organización de la fuerza de trabajo. Había valores éticos y estéticos en esas naciones, y había también, aunque incomprensible para nosotros, una religión que daba sentido a sus vidas. Era un continente perdido en la geografía y la historia, una zona no solo remota sino ajena a Europa, África y Asia, que llevaban siglos de conocerse. Quizá en esa condición insular estuvo el origen de su tragedia, que no terminó con la derrota de los mexicas y los reinos circundantes. El benemérito franciscano fray Toribio de Benavente -apodado "Motolinía", "el pobrecito", en Náhuatl- incluyó a las encomiendas, tributos y la esclavización de los indios entre las diez plagas que los afligieron en las primeras décadas posteriores a la Conquista además de las diversas epidemias que, solo ahora, por sufrirlas en carne propia, tenemos la posibilidad de imaginar. Pasado el tiempo, fue levantándose una nueva realidad, pero los efectos de esa destrucción -así haya sido parcial- marcarían el destino social, económico y demográfico de México. 

Estos, me parece, son hechos incontrovertibles, pero la historia no es un tribunal, y el deber del historiador -sobre todo ante un drama a tal grado remoto- no es juzgar sino ante todo documentar, explicar y comprender. En el primer ámbito, el avance ha sido continuo y notable. A las fuentes originales, tanto españolas (cartas, crónicas, historias) como indígenas (pictografías, anales, mapas, documentación legal o cotidiana), se fueron sumando hallazgos, ediciones críticas, interpretaciones novedosas... Estos trabajos comienzan inmediatamente después de la Conquista y en ellos se hermanan cronistas indígenas, frailes españoles, científicos criollos, sabios europeos, historiadores novohispanos y mexicanos. 

No menos notable ha sido el progreso en la tarea de trazar las causas de los hechos. Gracias a la obra extraordinaria de Hugh Thomas conocemos mejor el perfil de los compañeros de Cortés y podemos ponderar factores determinantes en el desenlace, como los contrastes en la tecnología y hasta la concepción misma de la guerra. Una escuela de interpretación ha puesto el énfasis en la constelación de pueblos indígenas, no solo como aliados de los conquistadores (que lo fueron, decisivos) sino como agentes de su propio destino.

 Algunos historiadores pensamos que tan importante como discurrir las causas de los hechos es acercarnos a su sentido. Y es ahí, en la comprensión, donde persiste el mayor enigma. ¿Qué leyeron uno en el otro, Moctezuma y Cortés? ¿Cómo interpretar la aparente pasividad de Moctezuma? ¿Cómo entender el ímpetu histórico de Cortés? ¿Qué papel jugó doña Marina, la famosa Malinche, que traducía de un idioma a otro esas lecturas distantes? Gracias a la gran biografía de Hernán Cortés escrita por José Luis Martínez podemos acercarnos al Cortés histórico, no al mitológico. Pero la perplejidad no cede. Por eso los historiadores debemos convocar a los poetas. Ellos comprenden mejor. 

Hace exactamente un siglo, año del cuarto centenario que sería también el de su prematura muerte, Ramón López Velarde, uno de los más eminentes poetas mexicanos, invocaba en un célebre poema al sufrimiento de Cuauhtémoc y de su pueblo con imágenes que resumen volúmenes de información: se refiere al "azoro de sus crías", al "sollozar de sus mitologías". Pero enseguida, hablando al héroe, introduce unas líneas proféticas:

Anacrónicamente,

absurdamente,

a tu nopal inclínase el rosal; 

al idioma del blanco, tú lo

imantas

y es surtidor de católica fuente

que de responsos llena

el victorial

zócalo de cenizas de tus plantas.

 Las tres imágenes -la flor europea saludando a la planta americana, el canto náhuatl que enriquece a la lengua española, la tortura de aquel tlatoani como una prefiguración cristiana- anticipan la visión del precioso ensayo titulado "Novedad de la Patria" en el que López Velarde define a la patria mexicana en seis palabras que doblan la página de la Conquista y abren la página de nuestra historia compartida:

Castellana y morisca, rayada

de azteca

 * Fragmento del discurso de recepción del Premio de Historia Órdenes Españolas del año 2021

miércoles, 7 de julio de 2021

La estrategia del consentido

¿"Sistema"?

Hoy, 6 de julio, es aniversario de la cuestionada elección de 1988. El problema no fue la caída del sistema: México no tenía, ni tiene, voto electrónico. Las irregularidades se registraron en los centros de votación y en los cómputos distritales. En Chiapas, por ejemplo, 90 por ciento de los sufragios beneficiaron a Carlos Salinas. Fue un fraude a la antigüita. 

-SergioSarmiento

martes, 6 de julio de 2021

jueves, 1 de julio de 2021