martes, 31 de diciembre de 2019

lunes, 30 de diciembre de 2019

domingo, 29 de diciembre de 2019

Apuntes

"La felicidad es un misterio como la religión y nunca debe ser racionalizada". -G.K.Chesterton
 "Hasta la muerte, todo es vida".-Don Quijote, Miguel de Cervantes
 

Año Nuevo, ciclo nuevo

"Marcaje de Objetivos: 
1. Sé paciente. En todo momento 

2. No hables mal de otros: asigna responsabilidad, no culpa. No digas nada de alguien más que no le dirías a él 

3. Nunca supongas que los motivos de otros son, para ellos, menos nobles que los tuyos son para ti
4. Amplía tu sentido de lo posible
5. No te compliques con asuntos que realmente no puedes cambiar
6. No esperes más de nadie que lo que tú puedes lograr por ti mismo.
7. Tolera la ambigüedad
8. Ríete de ti mismo con frecuencia 

9. Preocúpate de lo que es correcto en lugar de sobre quién está correcto 

10. Nunca olvides que, por más seguro que estés, puedes estar mal 

11. Olvídate de deportes sangrientos 

12. Recuerda que tu vida le pertenece también a otros. No la arriesgues en frivolidades
 '
13. Nunca mientas por ninguna razón (mentiras por omisión a veces pueden exceptuarse)
 '
14. Aprende las necesidades de quienes te rodean y respétalas.
15. Evita la búsqueda de la felicidad. Redefine tu misión y persíguela 

16. Reduce el uso de la primera persona 

17. Elogia al menos tan frecuentemente como menosprecias 

18. Admite tus errores libremente y pronto 

19. Vuélvete menos suspicaz de la felicidad 

20. Entiende la humildad
21. Recuerda que el amor perdona todo 

22. Promueve la dignidad 

23. Vive de manera memorable 

24. Ámate a ti mismo
25. Sostente. No espero el perfecto cumplimiento de estos principios. Sin embargo, los publico como un patrón de conducta como adulto. Si alguno de mis amigos o colegas me sorprende violando cualquiera de ellos, evidénciame"

- John Perry Barlow, Principles of Adult Behavior, 1977

Traductor/Intérprete de la Biblia

Casiodoro de Reina: relevancia religiosa, grandeza literaria

El reformado español, traductor de la influyente ‘Biblia del Oso’, vivió una vida de novela perseguido por todos. Su gran obra volverá a las librerías en 2020




El religioso español y traductor de la 'Biblia del Oso', Casiodoro de Reina.
El religioso español y traductor de la 'Biblia del Oso', Casiodoro de Reina.

Casiodoro de Reina (1520-1594), el gran reformador español, fue uno de nuestros más sobresalientes renacentistas. No fue, sin embargo, una personalidad teológica, característica de aquellos años de enfrentamientos dogmáticos, sino, sobre todo, un caso único de tolerancia en un siglo fieramente intolerante. También se puede leer como a uno de los mejores prosistas de la lengua española.
Su vida es una verdadera novela de aventuras. Poco sabemos de él antes de su pertenencia a los jerónimos del monasterio de San Isidoro, pero su pensamiento parece haber cristalizado antes de entrar en el cenobio. Su obsesión fue traducir los textos testamentarios, como parte de una defensa de la libertad individual. Nadie, según Reina, se ha de interponer entre el texto sagrado y el lector. Las palabras de Dios no pueden quedar en manos de unos pocos.
No es que defendiera el libre acceso al texto porque se había reformado siguiendo los escritos de Erasmo primero y Lutero después, sino más bien al revés: llegó a las Iglesias reformadas movido por su deseo de sostener la libre iniciativa como algo esencial para un cristiano. Quizás ese deseo de independencia intelectual le venía ya de su familia, judíos conversos conocedores de la persecución.
Así se entiende que jamás llegara a un acuerdo duradero con ninguna de las confesiones reformadas y actuara con total independencia de criterio. El episodio crucial fue su huida de Sevilla antes de que, como a sus compañeros (seguramente unos 50), le quemaran vivo los esbirros de la Inquisición. Pero una vez a salvo en Ginebra, en 1557, poco dura su tranquilidad. Los calvinistas eran tan intolerantes como los católicos y al poco se vio perseguido por el propio Calvino, que había quemado vivo a Miguel Servet cuatro años antes por sus ideas sobre la Trinidad. Reina hace suya la frase de su amigo Sebastián Castellio: "Matar a un hombre para defender una doctrina no es defender una doctrina, es matar a un hombre". En consecuencia, Casiodoro tiene que huir a Londres en 1558, año en el que sube al trono Isabel I y se abren las esperanzas de los evangelistas.
Es preciso tener presente la actividad inaudita de los servicios secretos de Felipe II y las enormes cantidades de dinero que emplearon para destruir a los reformistas españoles. A las calumnias y sobornos de los espías de la Inquisición se unen la desconfianza y el rechazo que producen los españoles entre las Iglesias calvinistas francesa y flamenca allí refugiadas.
Al constatar tanto rechazo cabe pensar en algo más: la sospecha de que casi todos los españoles reformados que escapan a la Inquisición son de origen judío. Sólo el antisemitismo de los reformados franceses, flamencos e ingleses explica la unanimidad contra la congregación española.
En 1563 las acusaciones contra Casiodoro suben de tono; los espías le acusan de sodomía (penada con la muerte en Inglaterra), adulterio y servetismo, y aunque el obispo de Londres, Thomas¿Edmund? Grindal, las rechaza, los calvinistas franceses y flamencos las aceptan y utilizan. Ello provoca una nueva huida, esta vez a Amberes, pero la persecución calvinista le obliga a ir de un lado a otro siempre expulsado por los luteranos, los espías españoles, los calvinistas o los anglicanos.
La ingente tarea de traducir la Biblia a partir de las fuentes hebreas la lleva a cabo de un modo heroico en los 12 años que vive por media Europa. Fue durante su estancia, casi en paz, en Estrasburgo cuando pudo por fin dar el texto a una imprenta de Heidelberg, en 1567, pero aún faltarían dos años de dificultades para que en verdad se imprimiera. Es un milagro que en los dos años que pudo vivir sin persecución en Basilea, de 1567 a 1569, apareciera la que conocemos como Biblia del Oso. En Basilea, ciudad que sólo perseguía a los anabaptistas, encontró la protección del banquero Marcus Pérez, otro converso de origen portugués, cabeza de una red económica que cubría toda Europa. Este singular Rothschild de la época le tomó bajo su amparo y financió la impresión de la Biblia en la imprenta de Thomas Guérin.
Durante años se supuso que el impresor había sido Samuel Biener (Apiarius) porque su marca tipográfica (el oso que quiere alcanzar un panal) apareció en la portada sin que se haya averiguado la causa. Quizá tan sólo se trataba de despistar a los perseguidores. El caso es que la Biblia del Oso no se publicó en el negocio editorial del oso, sino en la de Guérin.
Conseguido su propósito, Reina se dedicó a otras actividades, además de la pastoral. De 1570 a 1578 se estableció en Fráncfort, donde vivía su suegro, un importante comerciante de sedas, y se unió a la Iglesia calvinista francesa a pesar del rechazo de los calvinistas ginebrinos. También allí ganó la ciudadanía. Se empeñó en volver a Londres para que se juzgaran públicamente las calumnias que le habían hecho huir precipitadamente 15 años antes y se limpiara su nombre. Fue declarado inocente de todos los cargos. Cuando los luteranos de Fráncfort le ofrecieron ser pastor de la congregación valona, aceptó tras firmar una Fórmula de Concordia en la que condenaba todos los errores heréticos de católicos, anabaptistas, zwinglianos, schwenkfeldianos y hasta 11 sectas calvinistas, al tiempo que se adhería a todas las confesiones luteranas. Y allí estuvo hasta su muerte en 1594, sin descuidar su negocio de sedas y criar a cinco hijos.
La facilidad vertiginosa con la que Reina pasaba del calvinismo al luteranismo, o del anglicanismo al servetismo, no es un efecto de la indiferencia, sino de la tolerancia. No aceptaba Reina las disputas teológicas si eran dogmáticas, no consentía la división de los cristianos por motivos sectarios, era un caso rarísimo de liberal en aquel siglo de fanáticos.
Sobre la Biblia del Oso como extraordinaria obra literaria, alguien tan poco amigo del heterodoxo como Menéndez y Pelayo dijo de la Biblia por él traducida que era, junto con la obra de Cervantes, la mayor aportación a la lengua literaria española. Esa era también la opinión de dos grandes prosistas del siglo XX, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Benet.
Sin embargo, aunque ambos se referían a la Biblia del Oso, es decir, a la traducción de Casiodoro de Reina, en realidad la que leían era la corrección que Cipriano de Valera puso en circulación en 1602 y que será a partir de aquel momento el libro de los protestantes españoles hasta el día de hoy. Esta biblia sí se encontraba fácilmente, porque era la que habían repartido por España los pastores protestantes durante la Guerra Civil y la misma que difundió, con riesgo de su vida, George Borrow entre 1836 y 1840, durante la guerra carlista.
Las diferencias entre el texto de Reina y el de Valera son muy notables. La principal fue el reordenamiento de los libros, ya que Reina había optado por la disposición católica, con los apócrifos incluidos, en tanto que Valera restituye el orden protestante.
En medio de los tormentos de su persecución, Reina trabajaba con ahínco y cada palabra que escribía era relevante. Como él mismo dice, trabajó de manera que "nos acercásemos de la fuente del texto hebreo cuanto nos fuere posible (pues que sin controversia ninguna de él es la primera autoridad)" (Amonestación p. 9). Se vio obligado a inventar neologismos porque no encontraba referente del hebreo en español. Él menciona "reptil" y "esculptura", pero los hay más notables. Por ejemplo, Jehová, castellanización de Yahvé, que ya había usado Valdés en lugar de "Señor" que es lo habitual en las biblias protestantes.
Que a pesar de sus sufrimientos dedicara tanto esfuerzo a un texto literario nos permite decir que, si bien la relevancia religiosa de la Biblia del Oso es mucha, más aún, o no menor, lo es su grandeza literaria. Y que una de las desdichas de nuestra cultura ha sido que no se pudiera leer hasta 1987, cuando Alfaguara lo volvió a publicar en edición de Juan Guillén Torralba. Esta misma editorial tiene previsto rescatarla en 2020.
Este artículo es un resumen de la conferencia Heterodoxia renacentista. La Biblia del Oso que Félix de Azúa impartió en Sevilla el 7 de noviembre.

sábado, 28 de diciembre de 2019

viernes, 27 de diciembre de 2019

miércoles, 25 de diciembre de 2019

martes, 24 de diciembre de 2019

domingo, 22 de diciembre de 2019

viernes, 20 de diciembre de 2019

miércoles, 18 de diciembre de 2019

martes, 17 de diciembre de 2019

lunes, 16 de diciembre de 2019

domingo, 15 de diciembre de 2019

jueves, 12 de diciembre de 2019

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4Triunfo


¿Brexit?

 -En el Reino Unido, ¿quién es Boris?
Tras la renuncia de Theresa May y en medio de la tormenta llamada Brexit, Boris Johnson fue elegido como Primer Ministro de Reino Unido. A las pocos meses de su nombramiento, puso su cinturón en juego y parece ser que salió victorioso. Su posición como jefe de gobierno británico se ratificó tras la aparente victoria de su Partido Conservador en las elecciones generales de este jueves, 12 de diciembre.

De acuerdo con la encuesta de salida oficial, Boris Johnson será el indicado para organizar (por fin) la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
 A pesar de que existen fuertes dudas de que su plan de salida sea el indicado para resolver el asunto de una vez por todas, el perfil y el pasado de Boris Johnson son suficientes para encender las alarmas. Para que se imaginen, lo han comparado (varias veces) con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en Nueva York en 1964. Se graduó de la Universidad de Oxford en Estudios Clásicos. Unos años después inició su carrera en el diario The Times como periodista pero fue despedido por falsificar una cita para una nota.

Tiempo después llegó a The Daily Telegraph y se convirtió en corresponsal en Bruselas por cinco años. Boris se convirtió en editor del Telegraph y después trabajó en de The Spectator.
Mientras eso pasaba, en 2001 llegó al Parlamento británico como diputado elegido por el distrito conservador Henley-on-Thames. Llegó a la alcaldía de Londres y actualmente es el líder del Partido Conservador.

Es quizás en este punto cuando comienza a tomar decisiones que en varias ocasiones lo llevan a “meter la pata” y pedir disculpas.
Fue en su tiempo como periodista en germinó la semilla euroescepticista que ya en el poder lo llevaría a ser un ferviente defensor del Brexit y a prometer a sacar a Reino Unido con o sin acuerdo.
 Y si bien, aunque su forma de ver la migración no es tan radical como la del señor Trump (todavía), sí es un tanto similar.

Boris Johnson apoyó fervientemente la campaña del Brexit, situación que sacaría a Reino Unido de la Unión Europea, la unión política y económica que permite a las personas moverse con libertad entre los 28 estados miembros. Tal parece que tiene un conflicto con la “diversificación” del Reino Unido y lo ha demostrado en las menos apropiadas palabras (justo como Trump).

En 2017, Johnson escribió una columna para The Daily Telegraph en la que afirmó que las mujeres que usan burkas parecen ladrones de bancos o buzones. Una desafortunada declaración.
 Digamos que tanto Trump como Boris han prometido regresar a sus países a “tiempos mejores” y con “mejores condiciones” para los connacionales (¿no para los demás?)

Cuando lo eligieron en la primera ocasión, el presidente estadounidense Trump felicitó a Johnson por convertirse en el Primer Ministro y afirmó que “va a ser genial”.
En 2001, Johnson publicó un libro llamado “Friends, Voters, Countrymen” en el que comparó al matrimonio gay con contraer matrimonio con animales. Afirmó que si la unión gay estaba bien, entonces no veía una mala razón para no consagrar la unión entre “tres hombres y un perro”.
De igual forma, tiempo después en una columna para Telegraph, escribió que los intentos de aumentar la igualdad en la BCC para los homosexuales “debería ser una parodia“.
Cuando escribía para Telegraph, en 2002, hizo una referencia a la visita del entonces Primer Ministro, Tony Blair, a África. Otra desafortunada declaración.

Afirmó que debería ser un alivio para Blair salir de Inglaterra ya que se decía que la Reina había llegado a amar a la Commonwealth (mancomunidad de naciones)en parte porque le proporciona multitudes de piccaninnies (expresión racista para referirse a niños de origen africano o raza negra) que ondean banderas“.

Y de paso dijo que la gente allá tiene “sonrisas de sandía“.
Después aclaró que sus comentarios habían sido “sacados de contexto”.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

martes, 10 de diciembre de 2019

lunes, 9 de diciembre de 2019

-¿Plata-no-es?/-¡Sí es!

U-un soldado en cada hijo te dio

4T militarizada

Denise Dresser
-en REFORMA-
9 dic 2019

Omnipresente. Polifacético. Multiusos. El Ejército mexicano por todas partes, realizando numerosas actividades, involucrado en áreas cruciales de la vida pública que trascienden la seguridad nacional. Deteniendo a migrantes y reemplazando a policías y armando operativos antidrogas y repartiendo vacunas y entregando libros de texto y construyendo Santa Lucía y haciendo negocios y recibiendo tajadas crecientes del presupuesto. El gobierno de López Obrador le ha otorgado a las fuerzas militares un papel cada vez más expansivo, cada vez más participativo, cada vez más poderoso y al margen del escrutinio civil. La 4T construye un poder fáctico, una criatura del Estado a la cual le resultará difícil controlar, supervisar y demandar que rinda cuentas. Usando el argumento del combate a la corrupción y el imperativo de la pacificación, AMLO permite el surgimiento riesgoso de una "democracia militarizada".
Así les llama el especialista Javier Corrales a los gobiernos democráticamente electos que, sintiéndose amenazados, caen en la tentación de expandir los poderes militares, a expensas de los liderazgos civiles. Así se entiende la creación de la Guardia Nacional, cuyo mando, operación y despliegue contravienen los límites especificados en la Constitución. Así debe comprenderse la propuesta legislativa de Morena que busca otorgarle el control de los puertos a la Secretaría de Marina, incluyendo "transferir facultades en materia portuaria, participar en la autorización de reglas de operación del puerto, y el programa maestro de desarrollo portuario". Un proyecto que busca cambiar el modelo institucional pero de manera inconstitucional. El artículo 129 especifica que "en tiempos de paz ninguna autoridad civil puede ser desarrollada por autoridades militares".

Concederle el control de puertos y aeropuertos a la Marina es algo que solo los regímenes "dictatoriales" hacen, como lo ha explicado el director de Puertos y Marina Mercante de la SCT. De 177 países que integran la Organización Marina Internacional, solo 11 -con gobiernos autoritarios- tienen puertos militarizados. El lopezobradorismo sugiere que los puertos son corruptos, porosos, sitios de paso para mercancías ilícitas y tiene razón. Pero hay otras opciones sugeridas por la Cofece a la Ley de Puertos, que deberían explorarse antes de proponer soluciones militares a problemas civiles.

Una 4T militarizada es preocupante, a pesar de lo popular que parezca. AMLO acabará apuntalado y en deuda con los generales por ayudarle. Los altos mandos se acostumbrarán a intervenir en la vida política, como lo hace el general Cresencio Sandoval que, después del Presidente, es quien más aparece y participa en las conferencias mañaneras. La política pública se centrará -con demasiada frecuencia- en cómo maximizar la seguridad por la vía militar y no por la ruta civil. Y como hemos visto en demasiados países de América Latina, la seguridad rápidamente será reconceptualizada en términos represivos. Aunque se nos asegure que la guerra calderonista-peñanietista terminó, en realidad prosigue. Aunque AMLO reitera que la soberanía sigue intacta, las injerencias militares estadounidenses aumentan.

No es casualidad que después de la visita del procurador Barr a México, relanzan el Grupo de Alto Nivel bilateral en temas de seguridad. No es coincidencia que horas después, Evo Morales haya salido intempestivamente de México. Hubo un quid pro quo, en el que Trump frenó la clasificación de los cárteles mexicanos como "grupos terroristas". Pero a cambio obtuvo más colaboración mexicana -y más intervención estadounidense- en la lucha contra las drogas y el freno a la inmigración. Los militares mexicanos juegan un papel central en este enroque, y Trump los celebra, los aplaude, presume su empoderamiento.

Mientras tanto, la 4T insiste en ser un "cambio de régimen", pero la sacudida que vitorea es una donde los militares ganan y los civiles pierden; donde las Fuerzas Armadas se encaminan a convertirse en una quinta columna, con la capacidad de tutelar decisiones fuera del ámbito de la seguridad, apropiarse de partes importantes de la actividad del Estado, tumbar presidentes y convertirse en oposición desleal, como ha ocurrido en otras latitudes. Y la defensa de la vida democrática es un tema demasiado importante como para dejarla en manos de generales.
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El comic como sistema



Comics as System



By

Line Readings

In his new column "Line Readings," Ivan Brunetti begins with a close read of a single comics unit—a panel, a page, or a spread—and expands outward to encompass the history of comics, and the world as a whole. 

Pictures and words, pictures as words, words as pictures, neither quite pictures nor words: comics are self-contained systems, worlds unto themselves, answering to no one. From one panel, to one page, to one sequence, to one story, to one book, each level of a comic holds a small universe, and each small universe folds out into a larger universe. These systems need basic parameters and a modicum of internal consistency so that they can function not unlike language, but they are also dynamic, fluid, unstable, imperfect, flexible, and open-ended … not unlike language. As we decode them, they reconstitute themselves in our brains as narrative (or poetry, or both). In any one panel, or the spread of two panels, or any given sequence, we glimpse the entire book in microcosm.

Consider the above panel from Mark Beyer’s 1987 book Agony. What exactly is happening in this strange image? And, stranger still, why is it possible for us readers, with relative ease, to figure it out?
Square, circle, triangle. One can’t get more elemental than this perversely Bauhausian composition. The razor-edged square panel border bounds the image, not quite fully encompassing the large, lumpy circular shape, which turns out to be a head (human? monster? both?). Concentric circles within the circle quickly read as "eyes" and the arc of a possible "mouth" is visible at the bottom of the image. The nose isn’t as easy to discern at first, but once "head, eyes, and mouth" click, we complete the cycle and also see "nose" smack dab in the middle of the image. In this nasal area we also see a confluence of triangular shapes, bringing our eye squarely (sorry) to the center of the composition. Diagonals, which often signify and accentuate motion, activate the image: a gush of blood forms one triangle, the arm holding the stick and the resultant stream of blood another, and the angle of the text label’s arrow (comically but helpfully informing us that this rather unwieldy stick is actually a "toothpick") forms yet one more. Just to the right of center, there is a secondary, much smaller figure/character, whose nose conveniently forms an additional triangle directing us to the center of the image, where the main action resides.
The short crosshatch hugging the outline of this smaller figure read as "shadow"; interestingly, while this shadow suggests that the figure is a flat, cutout doll, at the same time it creates a foreground layer of space: this figure reads as being in front of the large head, and there is even a light source! There are also near-triangles at each corner of the square (actually two triangles at the bottom left), clarifying the figure/ground relationship: these reinforce the idea of the large circle as "head" inside an architectural "space." In fact, the baseboard at the bottom left clearly shows that this background is a room, one inadequately sized for the enlarged head, implying that the head is likely swelling, throbbing, ready to burst.
These spatial relationships are decoded in a microsecond. The text takes us slightly longer to process (say, 2–3 seconds). We discern that only the smaller figure is speaking, the large head eerily silent, helpless. The words repetitively describe what is depicted in the image, violating one of storytelling’s cardinal rules: show, don’t tell (and definitely don’t do both). Here the telling is intentional, slowing everything down, making what should be a horrific and extreme action all the more deadpan. Note the two key, well-chosen verbs in the balloon: lance and drain. The words apply not only to the action in the picture, but also to the action in our minds: the drawing lances our expectations (rules of scale have been violated), and drains the gore. It is at once a drawing both bloody and bloodless; therein, I think, lies its humor.

At this point I should mention that the book itself is five inches square, not quite two hundred pages thick, with most pages comprising only one panel. When we open the book, our eyes can’t help but take in a spread of two juxtaposed panels/pages. We absorb each spread quickly, both as one large compositional space as well as one short sequence, before we even have a chance to fully read each panel. In this case, the adjacent page clarifies many things, including: the characters (two humans, and we might guess one is male and the other female, based on their clothing); the setting (a sparse room inside an apartment, with a cityscape visible through a window); the point of view (third person omniscient, always clinging at close range, haunting our characters); the proportions (the woman’s head is shrinking but still oversize); how much time has elapsed (via the caption "shortly"); and the overall situation. No sooner than one predicament has been resolved (the head is getting smaller as the blood drains), the characters are thrust into another conundrum (the apartment is quickly filling up with blood).
A word about the perspective of that room. Or, wait, is it actually perspective? Maybe a paraline drawing? Well, it’s some sort of system of spatial representation, one wholly unique to the artist. The room feels cavernous, with the vanishing points inexplicably visible in the corner of the room, although the perspectives of the ceiling and floor don’t quite match up, and they really aren’t vanishing points, technically. The center cannot hold, and neither can the horizon line, but somehow it does. Note that the ceiling and floor enclose the massively deep space, paradoxically constraining the scene, rendering it claustrophobic. The rising tide of blood only adds to the dread of confined characters running out of time. Although nothing in this book looks quite like our everyday world, on this and every page, we readers always know exactly where we are. We are given often rudimentary visual information, but with just enough detail to decipher it.
If we examine the panels/pages immediately before this spread, we get a fuller sense of the sequence and its context; a partial cutaway view of the apartment informs us that the oversize head is growing at such a rate that it is unable to fit through the door. Fanning out further, we learn the character’s names: Amy and Jordan, the blandness of which flies humorously in the face of the crushing, outlandishly expressionistic horror of their perversely picaresque story. Amy has been reduced to a human skeleton, the flesh melting off her bones, after being exposed to the toxins from an unexplained industrial explosion that killed off all the natives of the island upon which Amy and Jordan were imprisoned; all of this happened because Amy and Jordan were off on an ill-conceived exploratory/anthropological mission, every aspect of which has backfired. In any case, Amy’s flesh has started to grow back, but now her outsize head is rapidly swelling as the result of complications from a postsurgery infection. I’m actually skipping some of the funniest, most savagely satirical parts of the sequence. At one point Amy declares, "things seem so bleak," a darkly funny understatement, applicable to the entire book.
But where do these drawings come from? One’s mind immediately conjures Paul Klee’s puppets, or Kachina dolls, or perhaps George Herriman’s Krazy Kat, with its vast and shifting nighttime landscapes. There is something both cute and nightmarish at work here, something primal but repressed (sex, as such, doesn’t quite exist in the story), but the artwork is original, controlled, sophisticated. This is a style of cartooning arguably never seen before or since; to be influenced by it is, effectively, to plagiarize it. Like much of the best cartooning, it is sui generis; it seems to have synthesized everything and nothing. These comics are similar to young children’s drawings, which are similarly sophisticated in their usage of over-all composition. They also share another quality with both dreams and stories created by children: a free-form, "anything goes" willingness to let the narrative splay where it may, adult logic be damned. (All of the above are sincere compliments.)
Despite the frozen stillness of the individual panels, the story sails. The narrative has no chapter breaks, and the flow of time is staccato, unpredictable, and sometimes absurd: one memorable conversation is interrupted midway by a caption informing us that two weeks have passed between word balloons. The only time a date appears in the story is on a newspaper page, and the year "0000" isn’t much help; meanwhile, the captions are relative only to the story itself ("shortly," "later," "soon," and so on), caging the characters as well as the readers in an arbitrary, oppressive "now" beholden to no outside reality. Agony takes place any-time, every-time, and no-time.

The book uses repetition for comic effect; examples include travel by boat, multiple instances of our protagonists trying to live in nature, and continual confrontations with strange animals and creatures. It also "rhymes" actions across disparate pages: for instance, some physical attacks are positioned in similar areas of the compositions. The characters are stuck in a simulacrum, a capricious, unwinnable video game, always striving but not really advancing. Agony’s world feels like a desktop globe, one with the seas and oceans painted black. The characters may hit dead ends, but the narrative never stagnates; it remains a kinetic feedback loop, suggesting an ailing but pulsing organism. Through the genius of the cartoonist, before we can ask "what?" we instead ask "what next?" Tragedy becomes farce becomes tragedy again becomes comedy, ad infinitum. The tone is one of claustrophobia. Amy and Jordan are hemmed in, battered by the vagaries of randomness and human cruelty, continually pedaling on a wheel of decay, dread, and terror. By story’s end, the pattern is ready to begin all over again.

Agony was first published in 1987, by RAW books. The underground comics of the sixties were an integral part of the hippie counterculture, but by the seventies they went even deeper underground, nowhere near as popular and operating under the radar. But what didn’t kill them, made them stronger: in the eighties a renaissance was underway, with some of the sixties artists making their best work, now joined by a new generation of artists inspired by the undergrounds. The eighties coalesced around the twin vortices of two essential anthology magazines: RAW (edited by Art Spiegelman and Françoise Mouly) and Weirdo (originally edited by Robert Crumb, later by Peter Bagge, and finally by Aline Kominsky-Crumb). The work could be trenchant, poignant, formally daring, iconoclastic, but it was always committed to the singular vision of the artist, eventually forging the graphic novel movement of today, and cementing the idea of comics as a worthy form of both art and literature. Agony is an exemplar of that eighties "alternative" comics movement. To this day, I cannot picture that decade through the lens of pop culture, a time of saturated, hot colors; rather, it remains a grim, reactionary era of greed, nationalism, delusional feel-good slogans, an assault on the fabric of our society, a doomsday decade visible for me only through a thick scrim of black and white crosshatch.
Agony’s structure reaches back further in time to the wordless picture novels of the twenties and thirties, pioneered by artists such as Frans Masereel, Lynd Ward, and others. These, too, were "graphic novels," featuring one panel per page, printed in black and white, dense with ink, following protagonists through sometimes harrowing experiences, social and personal upheavals, and parable-like journeys of moral discovery.

Pages from the early wordless novels of Frans Masereel (left) and Lynd Ward (right)
Mark Beyer remains an elusive, rather mysterious figure in the world of comics, reappearing every so often. A current biography flatly describes him as a "former cartoonist," which I hope is incorrect. Despite being published by notable houses and periodicals, producing several well-reviewed books, and in the nineties having an animated series on MTV’s Liquid Television, he remains an "outsider cartoonist" appreciated mostly by aficionados, never quite breaking into the mainstream psyche, gallows humor evidently not being everyone’s cup of tea.
New York Review of Comics reissued Agony in 2016 (with an excellent introduction by Colson Whitehead). The timing wound up being, sadly, quite fitting. Dark humor can elicit two slightly different kinds of laughter: one is born of unspeakable guilt (example: we chuckle and exclaim, That’s not funny!), the other born of empathy (as in, Haha, there but for the grace of God.). The tortured Amy is Agony’s moral center: she has a conscience, and because she suffers so, she is the character with whom we most empathize. We laugh the laugh of recognition. Who among us has not at some point felt overwhelmed, defeated, lost? Agony is a book filled with pain, misery, brutality, and hopelessness, but our unexpected laughter reminds us that we must carry on, regardless. How much worse can it get, after all, and besides, what else is there?

Ivan Brunetti is a professor at Columbia College Chicago, the author of Cartooning: Philosophy and Practice and Comics: Easy as ABC, and the editor of both volumes of An Anthology of Graphic Fiction, Cartoons, and True Stories. His drawings occasionally appear in the New Yorker, among other publications.

Diplomaníaco


jueves, 5 de diciembre de 2019

Deber filial


¿Me están alabando OTAN riéndose de mí?

El hijo del Tata

"No veo al gobierno de AMLO  como la izquierda de México": Cuauthémoc Cárdenas
-Cecilia Ballesteros, El País, 5dic2019

El jefe espiritual de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas, acaba de estar en España por diversos actos relacionados con el 80º aniversario del fin de la Guerra Civil española y del exilio republicano organizados por la Fundación Giménez Abad y el Ateneo de Madrid. Hijo del añorado presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), que dio asilo a miles de españoles; candidato tres veces a la presidencia de México —en 1988 perdió las elecciones tras el fraude del famoso "se cayó el sistema" (el escrutinio se detuvo por un supuesto fallo informático)—, fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el que rompió hace unos años, y primer alcalde electo de la capital mexicana, se muestra crítico con el futuro y la izquierda de su país. Alejado de la política activa y en plena forma a sus 85 años, no termina de ver las reformas del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que cumple un año en el poder.

Pregunta. ¿Están olvidando los españoles la herencia del exilio republicano? 
Respuesta. Creo que no. Se han celebrado una serie de actos tanto aquí como allá y muchas actividades organizadas por el Ateneo español de México. Es una presencia viva. 
P. ¿El asilo que ha dado México al expresidente boliviano Evo Morales sería una continuación de esa tradición política? 
R. Sí. México recibió a un grupo muy numeroso de chilenos cuando el golpe de Estado contra Salvador Allende, a un grupo no tan numeroso cuando los golpes militares en Argentina y Uruguay y de otros países de América Latina a lo largo del tiempo. 
P. Sin embargo, el Gobierno de López Obrador parece haber cerrado las puertas a otro tipo de migraciones… 
R. No es lo mismo un exilio político que una migración forzada por razones de miseria económica, sociales o de violencia dentro del país, que una guerra. México abrió las puertas hasta donde fue posible en un momento dado y ahora ejerce un control que no sé hasta dónde vaya a permitir que esta migración, que tiene como intención dirigirse a Estados Unidos, pueda seguirse dando. 
P. ¿Está de acuerdo con la nueva política migratoria de las autoridades mexicanas? 
R. Estoy en desacuerdo con que México haga el trabajo sucio para Estados Unidos. 
P. ¿Coincide con López Obrador en que España debe pedir perdón por la Conquista? 
R. El pasado no se modifica, lo que sucedió, sucedió. La interpretación que hacemos hoy del pasado no es la misma que hace 40 ó 50 años y seguramente es muy distinta a cómo se veía hace 150 años. Los españoles y los mexicanos de hoy no son los mismos que los de 1500, ni la manera de ver el mundo es ahora la misma. Pretender con una declaración actual cambiar el pasado, pues ni lo cambia ni sucede nada. De lo ocurrido 500 ó 1,000 años atrás no podemos echar la culpa a nadie.  
P. ¿Qué piensa de la hostilidad de Donald Trump hacia México, sobre todo si logra un segundo mandato? 
R. Se me hace muy grave que tenga esa actitud hacia un país vecino que ha sido incluso sumamente cordial con él y con su Gobierno. Ojalá no llegue…  
P. ¿Hay alguna solución para remediar esa hostilidad? R. Esa no es una pregunta para m, sino para los psiquiatras. P. A punto de acabar el año, México suma 31,000 muertos. ¿Qué se puede hacer?  
R. No creo que haya nadie que no esté preocupado por la situación de violencia y de inseguridad que se vive en muchas partes del país. Se tiene que buscar una política donde puedan elevarse las condiciones de vida de la gente. Esto haría necesario que las políticas que tienen que ver con educación, salud, generación de empleo, Seguridad Social, aparte de intensificarse en sus efectivos y efectos, pudieran también tener dentro de sus componentes cómo reducir la violencia, cómo garantizar la seguridad. Es muy importante que tengamos una distribución más equitativa de la riqueza.  
P. Hasta ahora las medidas del Gobierno van más orientadas a recortar gastos que a reducir la desigualdad...  
R. Por eso es indispensable una reforma fiscal que tenga entre sus objetivos claros elevar la recaudación del Estado para poder enfrentar los muchos problemas que tiene el país y que estableciera los mecanismos y porcentajes que de esa recaudación deben corresponder al Gobierno federal, a los estatales y a los municipales, que ahora están muy desequilibrados. 

P. ¿México podría estar ante otro sexenio perdido?  
R. Eso es lo que pensamos muchos. Espero que no.  
P. ¿Es Morena la izquierda de México?  
R. No lo veo. No conozco cuáles son las propuestas de Morena para elevar el crecimiento económico o para hacerlo sostenido y a largo plazo. Ni conozco sus propuestas respecto a la política exterior ni para reducir la desigualdad. No sé dónde esté Morena desde el punto de vista ideológico.  
P. ¿Dónde estaría entonces la izquierda mexicana?  
R. Hay muchas izquierdas. Es muy difícil decir quién está en la izquierda y quién no. No veo una izquierda organizada en este momento, ni a ningún político importante ubicado en lo que yo llamaría izquierda.  
P. ¿Qué piensa sobre que el presidente López Obrador se declare cardenista? 
R. Lo que yo llamaría cardenismo sería una lucha permanente por el rescate, ampliación y ejercicio efectivo de la soberanía del país, por la elevación de los niveles de vida de la gente, por una política internacional que buscase la equidad en las relaciones. No lo veo. No veo que nadie esté al mismo nivel que los personajes que aparecen en el emblema de Morena: Hidalgo, Morelos, Juárez y Lázaro Cárdenas. P. ¿Haría falta un nuevo Lázaro Cárdenas? R. Harían falta muchos en el mundo.  
P. La ola de protestas que vive América Latina parece dejar México al margen…  
R. Si en Chile o en Colombia se están dando estos estallidos de carácter social por las desigualdades, por la falta de oportunidades, quiero pensar que en México la gente está expectante, todavía con la esperanza de que se den los cambios que no se han dado. Espero que no tengamos que llegar al estallido social para ello. Como se suele decir, si ves las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar.

El mecanismo psicológico de proyección/ Ejemplo:Trump

miércoles, 4 de diciembre de 2019

lunes, 2 de diciembre de 2019

Fábula del Indostán

Cuenta una antigua fábula india, que había un ratón que estaba siempre angustiado porque tenía miedo del gato.

Un mago se compadeció de él y lo convirtió... en un gato.



Pero entonces, empezó a sentir miedo del perro. De modo que el mago, lo convirtió en perro. Luego empezó a sentir miedo de la pantera, y el mago lo convirtió en pantera. Con lo cual comenzó a temer al cazador.

Llegado a este punto, el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole:
 "Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de ratón."

Inauguración


Mantener el consenso

La trampa del discurso
-Raymundo Riva Palacio

La mentira diaria es parte del estilo para mantener el consenso. López Obrador es políticamente liberal en el discurso, pero profundamente conservador en los hechos. Su política de transferir recursos directamente a la gente es lo más alejado a una visión progresista y de izquierda. Es el ideal de los neoliberales, donde la reducción del papel del gobierno en la vida diaria es fundamental para el modelo. Milton Friedman, premio Nobel de Economía y padre de la Escuela de Chicago, donde la tecnocracia –que critica López Obrador– fue llevada a un nivel superior, propuso en los 50 el "cupón educativo", donde, como en los programas sociales actuales, se transfería directamente el dinero a los padres para que escogieran las escuelas de sus hijos. La diferencia es que en aquél modelo había supervisión del gasto; en el del Presidente, no la hay, lo que abre las puertas a la corrupción.
La corrupción, precisamente, es la otra trampa del discurso. El mensaje que amartilla su aparato de propaganda es que la falta de crecimiento y desarrollo estaba totalmente asociada con el dinero que se embolsaban en el viejo régimen, que ha demolido, no resuelve la contradicción de por qué sin ese sistema putrefacto, donde todos robaban, el país está hoy peor que hace un año en términos económicos. Si ya no se roban nada, porque López Obrador aseguró hace unos días que la corrupción se había erradicado, por qué se crece a cero por ciento –de más de 2% el año pasado–, se desplomó la construcción, aumentó el desempleo, hay menos consumo, la producción industrial disminuyó, y la actividad económica en general viene en retroceso. Si la corrupción se acabó debería haber más dinero. ¿Por qué entonces hay menos? Si se cortó la sangría, ¿por qué los recursos no alcanzan?
Por desvío de dinero para fines electorales, que se puede discutir a partir de otra actitud regresiva que lo caracteriza: la opacidad. La principal herramienta para combatir la corrupción es la transparencia. La mayor urticaria que tiene López Obrador desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México es la transparencia. Hay un asalto y hostigamiento sistemático a los órganos de transparencia y anticorrupción para ser desacreditados, mientras va remplazando a sus titulares por sus empleados. En el discurso, quienes pueden representar un contrapeso o lo critican, son denunciados como corruptos que reaccionan ante la pérdida de privilegios. La maquinaria propagandística de Palacio Nacional, trabaja para martillar el adoctrinamiento. (...)

Amloautohomenaje

A un año 
-Jesús Silva-Herzog Márquez, 2 dic 2019, REF

El Presidente vuelve a encontrar fecha para celebrarse. Sin recato alguno, el gobierno federal se entrega al alto propósito de enaltecer al caudillo. Secretarios y directores convocan a sus subordinados al homenaje que el Presidente se tributa a sí mismo. Por supuesto, cuando el Presidente se festeja, en realidad celebra a los héroes cuyas lecciones han desembocado en su anatomía y al pueblo que, en su sabiduría infinita, lo sigue. El caudillo es desinteresado y generoso. No es siquiera dueño ya de sí mismo porque desde hace un año se entregó como regalo a México. 
La fiesta recuerda que apenas ha transcurrido un año de su Presidencia. Uno diría que ha pasado una década porque no es fácil encontrar una intensidad como la de estos meses. Hay, sin duda, un afán de rehacerlo todo y de empezar, decididamente, por deshacerlo casi todo. Es claro lo que se derruye y muy confuso lo que se edifica. Si atendemos a los tablones de objetividad, el año ha sido malo. Malo para la seguridad y malo para la economía. Hay mayor violencia, más muerte, más miedo. El estancamiento económico es inocultable. Y frente a la contundencia de los reveses, la reacción presidencial ha sido la cerrazón y la soberbia. Él tiene información más valiosa que la que ofrecen las mediciones técnicas; él confía en su estrategia, aunque todo indique que urge una revisión profunda.

En un año se han provocado daños serios en los equilibrios democráticos y en el profesionalismo de la administración. No es exagerado decir que hemos perdido contrapesos y que tenemos una administración de peor calidad. Los electores conformaron, es cierto, una Presidencia fuerte. Pero la desaparición de las oposiciones, el empeño por destruir las autonomías y el desprecio de toda capacidad técnica nos hace enormemente vulnerables al capricho y la arbitrariedad. Estos meses han sido catastróficos para los precarios equilibrios que se habían ido construyendo. Los órganos autónomos, definidos desde el primer momento como enemigos del pueblo auténtico, han sido estrangulados presupuestalmente, hostigados a diario en las soflamas presidenciales y capturados con nombramientos indignos, cuando no abiertamente ilegales. No idealizo a esas cápsulas institucionales. Su captura fue frecuente, sus excesos ostensibles. Era ocasión para refundar su independencia y procurar su dignificación. Lo que se ha hecho es todo lo contrario: someterlos y vejarlos. Subordinar todo principio administrativo a la política militante.

Pero la denuncia debe estar acompañada con una reflexión sobre el sentido de este año. La política de López Obrador tiene raíz y tiene causa. Es reflejo del brutal desprestigio de la alternancia y encarna una innegable contemporaneidad. Aunque su horizonte sea nostálgico, hay en su comunicación y en sus reflejos, en su fe y en sus recelos, mucho presente. López Obrador es por eso un dirigente con el reloj a tiempo. No lo celebro porque no me agrada el mundo de Donald Trump, ni el de Viktor Orbán, ni el del Brexit. Y a ese mundo, a ese tiempo pertenece el presidente López Obrador: a la retórica de la enemistad de Trump, a la política antiliberal del Primer Ministro húngaro y a la demagogia de los brexiteros.

La política de López Obrador empata con el desprestigio de los técnicos y la profusión de la mentira, con el fin del sueño global y la melancolía de las identidades. Sintoniza, sin duda, con el nuevo imperio emocional. Hay algo que, ante todo, me parece que debe reconocerse. López Obrador ha puesto en práctica, con enorme habilidad, una política de reconocimiento. Tomo esa expresión que el filósofo Charles Taylor empleó para hablar del multiculturalismo. Me parece pertinente para señalar la seducción del llamado lopezobradorista. La política es también eso: el derecho a ser visto. Es ahí donde la intervención de López Obrador resulta más poderosa y más profunda. Ve lo que muchos decidieron ignorar. No puede entenderse el imán de su liderazgo sin registrar la hondura del orden oligárquico que hizo de la mayoría algo invisible o despreciable. A eso se enfrenta simbólicamente López Obrador. Si en algo se ha empeñado durante este primer año de gobierno es precisamente en eso: reconocer al país negado.

La austeridad será social y económicamente ruinosa. Pero la escenificación de la proximidad es el elemento crucial de su política. La política de reconocimiento carece de estrategia más allá de lo simbólico y no tiene más enviado que el Presidente. Si en gesto queda la política, ahí se cultivará también el desencanto.