sábado, 31 de octubre de 2020

Hoy, luna azul

Este sábado, 31 de octubre de 2020, se podrá observar la Luna Azul en casi todo el mundo. Un fenómeno que, apunta la NASA, se produce cada dos años y medio (la anterior se disfrutó el 31 de marzo de 2018) y que no tiene nada que ver con el color del satélite. 

La denominación de Luna Azul o Blue Moon (*) se utiliza desde varias décadas para señalar que habrá dos lunas llenas en un solo mes. Este mes de octubre de 2020 la primera tuvo lugar el día 1 y la segunda llegará este fin de semana. 

"Normalmente los meses solo tienen una luna llena, pero a veces aparece una segunda. Las lunas llenas están separadas por 29 días, mientras que la mayoría de los meses tiene 30 o 31 días de duración, por lo que es posible que quepan dos lunas llenas en un solo mes. Esto ocurre cada dos años y medio", ha señalado la NASA. 

De este modo, en años como 2020 contamos con 13 lunas llenas en lugar de 12. También puede darse el caso de que alguna estación del año cuente con 4 lunas llenas, en lugar de tres. Un fenómeno que también se denomina como 'Luna Azul'.

(*) El nombre de "Blue Moon" proviene de un panfleto anticlerical publicado en 1528, en Londres, por dos frailes conversos:  William Roy y Jerome Barlow, donde se quejaban de la credulidad de los católicos: "Oh, los hombres de la Iglesia son unos zorros astutos (...) Si ellos dicen que la luna es azul/ Debemos creer que es verdad/ Y admitir su interpretación"
(O churche men are wyly foxes (...) Yf they say the mone is blewe / We must beleve that it is true / Admittynge their interpretacion). Se trataba de señalar que los laicos, eran capaces de creer -si lo proclamaban los clérigos- fenómenos tan absurdos como la existencia de una "luna azul". Tal nombre lo retomó en el siglo XVII, el Almanaque para Granjeros, con el sentido de lo "absurdo" de que aparezca una segunda luna en el mismo mes.

¿Tolerancia con los intolerantes?

  Justificar yihadistas

-Pablo Majluf

Hace poco el programa de comedia Saturday Night Live despidió al comediante Shane Gillis por una broma considerada discriminatoria –como ya cualquier cosa lo es– que hizo un año antes de ser contratado. Ya no sólo se persiguen las bromas actuales, sino las de un pasado remoto, una premisa que deja vulnerable a quien sea.

Aún no llegamos al nivel de los yihadistas que se ofenden por caricaturas de Mahoma y contestan con bombas en embajadas o matanzas en periódicos, pero se ha normalizado y, peor aún, fomentado la peligrosa práctica de empoderar a los ofendidos, quienes se adjudican una superioridad interpretativa para juzgar qué debe ser o no permitido. 

Cierto, la libertad de expresión no es absoluta y tiene límites más o menos bien establecidos en la Constitución y en la jurisprudencia. El asunto es precisamente que las pretensiones censoras de los inquisidores están más allá de lo que establece la ley. En inglés se ha denominado a esto cancel culture o call-out culture, un proceder tribal empeñado en obstaculizar y destruir –o, en el mejor de los casos, "adiestrar"– a una persona u organización desobediente sin más parámetro que las siempre cambiantes obsesiones moralinas de estos buscavidas. 

El año pasado la revista Time publicó unas fotografías de una fiesta de hace 19 años en las que el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, aparece disfrazado y maquillado de Aladino. Desde luego no tardaron en salir los guerreros de la justicia social a ofenderse por tan descarado blackface. Además de increíblemente ridícula, la historia es una cruel ironía por doble vía: no sólo porque la fiesta era de disfraces y se llamaba "Noches de Arabia", sino porque Trudeau ha sido uno de los principales adalides de este tipo de corrección política: apenas hace dos años, por ejemplo, corrigió públicamente a una mujer que había dicho mankind pidiéndole que mejor dijera peoplekind, pues el prefijo man (hombre) la hace una palabra misógina. 

Son justamente estas concesiones las que más empoderan a los polizontes de la apretadez. A la luz de los nuevos ataques islamistas en París, uno se pregunta si el propio Occidente no ha asistido inadvertidamente al fanatismo. El vínculo no es excesivo, como lo dilucidó esta semana el ministro de educación francés Jean-Michel Blanquer: "Hay que luchar contra esa matriz intelectual" procedente del propio Occidente y "sus tesis interseccionales que buscan esencializar a las identidades", pues está "en las antípodas de nuestro modelo republicano" y "es el caldo de cultivo para una fragmentación de nuestra sociedad y para una visión del mundo que converge con los intereses de los islamistas". 

No es que la corrección política alimente yihadistas, sino que le concede a su venganza una justificación moral. Acallar e incluso destruir a quien te ofendió, se ha vuelto válido.

Actor


 

El cuentamuertos

viernes, 30 de octubre de 2020

Aquelarre

 

Suenan galanteos y besos y adioses:
Se marchan los Papas de ceño fruncido.
Las Brujas, los Duendes de acento fingido,
Se marchan los Reyes, se marchan los Dioses,
Y todos se marchan... Ya todos se han ido...!
Pasaron volando las cuatro Estaciones,
Los bellos Ocasos, las bellas Auroras,
Endriagos, Quimeras, Esfinges, Dragones,
Hidras y Centauros y Furias traidoras
Y Gnomos y Faunos y Meses y Horas.
Se apagan las luces. El viejo Castillo
Se esfuma, se borra. Cuatro campanadas
Da el Reloj. (Sus botas perdió Pulgarcillo
Y una bruja loca lo lleva a la grupa).
Negras Amazonas pasan a horcajadas
En palos de escoba; y el negro corrillo
De sombras eternas zumbando se agrupa...!
Zumbando se agrupa...! 

(...)

-Julio Herrera  y Reissig

What's the origin of the association of broomsticks and witches?

The depiction of a witch riding a broomstick goes back a long way. It’s become a bit of an iconic image. It reminds us of Halloween and thanks to the Wizard of Oz, scared the pants off of us when we were children. But what’s the origin of the association of broomsticks and witches?

Well, there is a simple answer you might want to tell a child if they ask, and then there is the R-rated version.

 The G-rated answer is that a witch’s broomstick was originally a symbol of female domesticity. Back in those days, most women were responsible raising children, cooking, cleaning, and upkeep of their home. They didn’t have vacuum cleaners but they always had their trusty broomstick close at hand. When people began claiming others were witches, brooms were often thought of as a “disguised tool of the trade” since nearly every woman had one nearby or in her possession.

What’s the R-rated version?

The more detailed, and R-rated version involves drugs and some pretty graphic imagery.

 Humans have been altering their consciousness since the first person accidentally left some juice out to ferment into alcohol, accidentally ate psychoactive mushrooms or decided to bite into a poppy plant. Many of these people would have mystical visions, out of body experiences or even think they’re conversing with a God. It’s likely a primary source of many early “religious revelations”. Even an ardent atheist may think he’s talking directly to God if dosed with enough jimsonweed, magic mushrooms, or belladonna which were readily available throughout most of human history.

So what does this have to do with witches?

Michael J. Harner explains how in his book “The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft”. He states that if you browse through the works of medieval and Renaissance writers, you will find countless instances in which witch based hallucinations follow a potent hit of hallucinogenic drugs.


How were these drugs administered? Typically in the form of an ointment. Where was this ointment applied? To the skin, of course, but in the most effective place possible; the mucous membranes. Where can you find mucous membranes? In a woman’s vagina, among other places. How would one apply ointment to one’s vagina? Fingers are an option but the most common way for a typical doctor or drug abusers in those times was to lather the ointment on a narrow pole. And where might one find such a pole in the average peasant household? A broomstick.

 In Harner’s thesis, he includes some interesting quotes. Here is one taken from a witchcraft investigation in 1323: “In rifleing the closet of the ladie, they found a Pipe of oyntment, wherewith she greased a staffe, upon the which she ambled and galloped through thick and thin.” And this one from 1470: “But the vulgar believe, and the witches confess, that on certain days or nights they anoint a staff and ride on it to the appointed place or anoint themselves under the arms and in other hairy places.

 

While not the sole reason for association, there is a fair amount of evidence and written anecdotes from that period to support a claim that it certainly contributed. It will certainly make you think twice the next time you see a picture of a witch riding a broomstick.

References:
“Man, Myth and Magic: An Illustrated Encyclopedia of the Supernatural” 1970, edited by Richard Cavendish.
The Medical Origins of the European Witch Craze: A Hypothesis
“Murder, Magic, and Medicine” Oxford University Press 2000, J. Mann ISBN-10: 0198507445
“The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft” Harner, Michael J., ed. 1973. Library of Congress: 72-92292. p. 128-50

jueves, 29 de octubre de 2020

miércoles, 28 de octubre de 2020

lunes, 26 de octubre de 2020

domingo, 25 de octubre de 2020

sábado, 24 de octubre de 2020

Todos los seres humanos somos parte de un mismo cuerpo.

Cuando la desdicha afecta a un miembro, el resto del cuerpo sufre por igual.

Si no te afecta el dolor de los demás, no mereces ser considerado humano

-Saadi Shiraz 1213-1291 , Persia

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

martes, 20 de octubre de 2020

Protegido


 

Rimbaun nació el 20 de octubre de 1854

En un rincón de la mesa, 1872, Henri Fantin-Latour
 Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Léon Valade, Ernest d'Hervilly y Camille Pelletan.

 De pie, de izquierda a derecha se encuentran Pierre Elzéar, Émile Blémont y Jean Aicard

 

lunes, 19 de octubre de 2020

Rimbaud

Sueño de invierno


En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.
Cerrarán sus ojos para no ver los gestos
en las últimas sombras,
esos monstruos huidizos, multitudes oscuras
de demonios y lobos.
Y luego en tu mejilla sentirás un rasguño...
un beso muy pequeño como una araña suave
correrá por tu cuello...
Y me dirás: "¡búscala!", reclinando tu cara
-y tardaremos mucho en hallar esa araña,
por demás indiscreta.

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Cabeza de fauno

 En la enramada que, florecida e incierta,
es verde estuche de oro recamado
de flores donde duerme el beso, alerta
y mirando el primor de su bordado,

sus ojos alocados el fauno ostenta;
muerden sus dientes en la flor de llamas,
y como un vino añejo es su sangrienta
boca al sembrar sus risas entre ramas.

Deja, al huir como la ardilla adusta,
perlerías de risa en cada hoja,
y hace que, atento a un vuelo que le asusta,
con su áureo beso el bosque se recoja.

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 Le Bateau Ivre
Arthur Rimbaud (1854-1891)

Comme je descendais des Fleuves impassibles,
Je ne me sentais plus tiré par les haleurs:
Des Peaux-Rouges criards les avaient pris pour cibles
Les ayant cloués nus aux poteaux de couleurs.

J'étais insoucieux de tous les équipages,
Porteur de blés flamands et de cotons anglais.
Quand avec mes haleurs ont fini ces tapages
Les Fleuves m'ont laissé descendre où je voulais.

Dans les clapotements furieux des marées,
Moi, l'autre hiver, plus sourd que les cerveaux d'enfants,
Je courus ! Et les Péninsules démarrées
N'ont pas subi tohu-bohus plus triomphants.

La tempête a béni mes éveils maritimes.
Plus léger qu'un bouchon j'ai dansé sur les flots
Qu'on appelle rouleurs éternels de victimes,
Dix nuits, sans regretter l'oeil niais des falots!

Et dès lors, je me suis baigné dans le Poème
De la Mer, infusé d'astres, et lactescent,
Dévorant les azurs verts; où, flottaison blême
Et ravie, un noyé pensif parfois descend;

Où, teignant tout à coup les bleuiés, délires
Et rythmes lents sous les rutilements du jour,
Plus fortes que l'alcool, plus vastes que nos lyres,
Fermentent les rousseurs amères de l'amour!

Je sais les cieux crevant en éclairs, et les trombes
Et les ressacs et les courants: Je sais le soir,
L'aube exaltée ainsi qu'un peuple de colombes,
Et j'ai vu quelques fois ce que l'homme a cru voir!

J'ai vu le soleil bas, taché d'horreurs mystiques,
Illuminant de longs figements violets,
Pareils à des acteurs de drames très-antiques
Les flots roulant au loin leurs frissonsde volets!

J'ai rêvé la nuit verte aux neiges éblouies,
Baiser montant aux yeux des mers avec lenteurs,
La circulation des sèves inouïes
Et l'éveil jaune et bleu des phosphores chanteurs!

J'ai suivi, des mois pleins, pareilles aux vacheries
Hystériques, la houle à l'assaut des récifs,
Sans songer que les pieds lumineux des Maries
Pussent forcer le mufle aux Océans poussifs!

J'ai heurté, savez-vous, d'incroyables Florides
Mêlant aux fleurs des yeux des panthères à peaux
D'hommes ! Des arcs-en-ciel tendus comme des brides
Sous l'horizon des mers, à de glauques troupeaux!

J'ai vu fermenter les marais énormes, nasses
Où pourrit dans les joncs tout un Léviathan!
Des écroulement d'eau au milieu des bonacees,
Et les lointains vers les gouffres cataractant!

Glaciers, soleils d'argent, flots nacreux, cieux de braises!
Échouages hideux au fond des golfes bruns
Où les serpents géants dévorés de punaises
Choient, des arbres tordus, avec de noirs parfums!

J'aurais voulu montrer aux enfants ces dorades
Du flot bleu, ces poissons d'or, ces poissons chantants.
- Des écumes de fleurs ont bercé mes dérades
Et d'ineffables vents m'ont ailé par instant.

Parfois, martyr lassé des pôles et des zones,
La mer dont le sanglot faisait mon roulis doux
Montait vers moi ses fleurs d'ombres aux ventouses jaunes
Et je restais, ainsi qu'une femme à genoux...

Presque île, balottant sur mes bords les querelles
Et les fientes d'oiseaux clabotteurs aux yeux blonds.
Et je voguais lorqu'à travers mes liens frêles
Des noyés descendaient dormir à reculons!

Or moi, bateau perdu sous les cheveux des anses,
Jeté par l'ouragan dans l'éther sans oiseau,
Moi dont les Monitors et les voiliers des Hanses
N'auraient pas repéché la carcasse ivre d'eau;

Libre, fumant, monté de brumes violettes,
Moi qui trouais le ciel rougeoyant comme un mur
Qui porte, confiture exquise aux bons poètes,
Des lichens de soleil et des morves d'azur;

Qui courais, taché de lunules électriques,
Planche folle, escorté des hippocampes noirs,
Quand les juillets faisaient couler à coups de trique
Les cieux ultramarins aux ardents entonnoirs;

Moi qui tremblais, sentant geindre à cinquante lieues
Le rut des Béhémots et les Maelstroms épais,
Fileur éternel des immobilités bleues,
Je regrette l'Europe aux anciens parapets!

J'ai vu des archipels sidéraux ! et des îles
Dont les cieux délirants sont ouverts au vogueur:
- Est-ce en ces nuits sans fond que tu dors et t'exiles,
Million d'oiseaux d'or, ô future vigueur?-

Mais, vrai, j'ai trop pleuré! Les Aubes sont navrantes.
Toute lune est atroce et tout soleil amer:
L'âcre amour m'a gonflé de torpeurs enivrantes.
Ô que ma quille éclate ! Ô que j'aille à la mer!

Si je désire une eau d'Europe, c'est la flache
Noire et froide où vers le crépuscule embaumé
Un enfant accroupi plein de tristesses, lâche
Un bateau frêle comme un papillon de mai.

Je ne puis plus, baigné de vos langueurs, ô lames,
Enlever leurs sillages aux porteurs de cotons,
Ni traverser l'orgueil des drapeaux et des flammes,
Ni nager sous les yeux horribles des pontons.


El Barco Ebrio

Al tiempo que bajaba por Ríos impasibles,
Sentí que no me guiaban los hombres a la sirga:
Aullantes Pieles rojas, tomándolos por blanco,
Los clavaron desnudos en postes de colores.

Sin pena me tenían todos los tripulantes:
Portador de algodón inglés, trigo de Flandes...
Cuando acabó aquel ruido a la par que mis hombres,
Me dejaron los Ríos marchar adonde quise.

Entre los chapoteos de la mar encrespada,
Yo, el invierno pasado, más sordo que el cerebro
De los niños, ¡bogaba! Penislas a la vela
Nunca experimentaron barullos más triunfantes.

La tempestad bendijo mi despertar marino.
Más ligero que un corcho bailé sobre las olas
(Eternas trajineras de víctimas las llaman),
¡Sin añorar, diez noches, a las bobas farolas!

Más dulce que manzanas agrillas para un niño,
Traspasó el agua verde mi cascarón de abeto
Y me lavó las manchas de tintorros y vómitos,
Dispersando el timón y el áncora de brazos.

Y desde entonces bogo inmerso en el Poema
De la Mar, infundida de astros y lactescente,
Tragando verdes cielos por donde a veces baja,
Cuerpo arrobado y pálido, un muerto pensativo;

Donde, tiñendo súbitos azules, desvaríos
Y ritmos lentos bajo el rutilante día,
Más fuertes que el alcohol y más que nuestras liras,
¡Fermentan las rojuras amargas del amor!

Sé de cielos que rompen en rayos, y de trombas,
Resacas y corrientes; sé también del ocaso,
Del Alba entusiasmada cual tribu de palomas,
¡He visto varias veces lo que ver cree el hombre!

¡Vi al sol poniente, sucio de místicos horrores,
Iluminando vastos coágulos violetas,
Y, lejos, cual actrices de antiquísimos dramas,
Olas que iban rodando su temblor de postigos!

¡Soñé la verde noche de nieves deslumbradas,
Beso que asciende lento hasta los ojos mismos
Del mar, circulación de savias inauditas,
Y aviso azul y gualda de los cantantes fósforos!

¡He seguido por meses, como a piaras histéricas,
Embates de marea contra los arrecifes,
Sin pensar que los pies de luz de las Marías
Domar pudieran morros asmáticos de Océanos!

¡Créanme que he tocado increíbles Floridas,
Donde ojos de pantera con piel de hombre se mezclan
A flores! ¡Y arco iris bajo el confín marino,
Tensados como bridas para glaucos rebaños!

¡He visto fermentar vastas marismas, nasas
Donde entre las aulagas se pudre un Leviatán!
¡Avalanchas de aguas en medio de bonanzas,
Distancias que se abisman como las cataratas!

¡Soles de plata, heleros, alas de nácar, cielos
De brasa! ¡Horribles pecios engolfados en simas
Donde enormes serpientes, comidas por las chinches,
Caen con negro aroma desde torcidos árboles!

Quisiera haber mostrado a los niños doradas
De agua azul, esos peces de oro que salmodian.
—La espuma en flor meció mis salidas de rada
Y vientos inefables me alaron por instantes.

A veces, mártir harto de polos y de zonas,
La mar cuyo sollozo mi vaivén suavizaba,
Me subía sus flores de amarillas ventosas,
Brunas, y, cual mujer, de hinojos me quedaba...

Península que columpia en sus riberas guano
Y querellas de pájaros chillones de ojos rubios,
Yo navegaba, mientras por mis frágiles zunchos
¡Ahogados con sueño andaban para atrás!

Así, barco perdido entre pelo de ancones,
Lanzado por la tromba en el éter sin aves,
Yo, a quien acorazados o veleros del Hansa
No le hubieran salvado el casco ebrio de agua;

Libre, humeante, envuelto en brumazón violeta,
Yo, que horadaba el cielo rojizo como un muro
Que sostiene, jalea exquisita gustada
Por el poeta, líquenes de sol, muermos de azur;

Que corría empañado de lúnulas eléctricas,
Loca tabla escoltada por negros hipocampos,
Cuando julio derrumba, a grandes garrotazos,
Cielos ultramarinos en ardientes embudos;

Que temblaba al oír, gimiendo en lontananza,
Los Behemots en celo y los densos Maelstroms,
Hilandero perpetuo de quietudes azules,
¡La Europa de los viejos parapetos, yo añoro!

¡He visto siderales archipiélagos, islas
Cuyo cielo en delirio se abre al bogavante!
—¿Son noches abisales en que exiliado duermes,
Oh tú, Vigor futuro, millón de aves de oro?—

¡Cierto: mucho he llorado! El alba es dolorosa.
Toda luna es terrible, y todo sol, amargo.
El agrio amor me hinchó de embriagantes torpores:¡
Que mi quilla reviente! ¡Que me hunda en la mar!

Si algún agua de Europa deseo, ésa es la charca
Negra y fría en la que en tardes perfumadas
Un niño encuclillado, hondo en tristezas, suelta
Un barquito muy frágil, mariposa de mayo...

No puedo, marejada, inmerso en tu apatía,
Escoltar ya el aguaje del barco algodonero,
Ni traspasar orgullos de banderas y grímpolas,
Ni nadar a la vista atroz de los pontones.

Versión de José Luis Rivas y Frédéric-Yves Jeannet

Se votó y se botó

miércoles, 14 de octubre de 2020

Nadie sabe, nadie supo

Estatuafobia

¿Quitar estatuas de su pedestal?

-Claudio Lomnitz, La Jornada, 14 de octubre 2020  

Todavía no ha habido una discusión abierta y democrática sobre la relación entre historia, memoria y espacio público en México. Si la hubiera habido, no estaríamos buscando maneras de borrar o de museificar la historia. No estaríamos pensando tanto en quitar estatuas, como en la mejor manera de cambiarlas o de agregar otras, o de cambiar alguna de lugar. Estaríamos pensando quizás en cómo poner al Colón de las guerras religiosas al lado del Colón almirante, y buscando formas de pensar y representar la historia y actualidad de la esclavitud en nuestro país. 

La bajada de Colón del pedestal del otro día fue otra cosa. Una escultura –querida por habitantes que han admirado su efecto estético en la ciudad (y, ojo, eso también importa)– fue removida sin discusión, previniendo un posible movimiento de protesta para el horriblemente llamado "Día de la Raza". Así, el gobierno se adelanta a los movimientos sociales y se reclama a la vez su representante, sin verse obligado a escucharlos. 

El Presidente manda una emisaria enmantillada a exigirle perdones al Papa por el maltrato de sus antecesores a los indígenas de América, mientras el mismo Presidente les impone proyectos de desarrollo que él inventó, en lugar de invitar a las comunidades indígenas a que propusieran los suyos. Esa forma de apropiarse de las banderas contestatarias para ganar márgenes de maniobra hace recordar los gobiernos de tiempos del viejo PRI: "¿Quieres hacer una manifestación en contra nuestra? ¡Gran idea! Nosotros te la pagamos". 

Este gobierno sólo puede identificarse parcialmente con las demandas indígenas, porque sus proyectos más emblemáticos no son "ambientalistas", y los pueblos indios requieren una garantía de control y cuidado territorial, lo cual incluye el cuidado ambiental. No es casual que haya habido unos 30 asesinatos de líderes ambientales indígenas en lo que va del sexenio, como recién hizo notar mi colega Luis Hernández Navarro. La protección territorial que exigen las comunidades tampoco es compatible con el naufragio de la política de seguridad del actual gobierno, porque la llamada cartelización es, en primer lugar, un movimiento de privatización de bienes comunitarios. El crimen organizado se dedica a adueñarse de bienes comunales para someterlos a una lógica extractivista. De modo que la ineficacia del secretario de Seguridad bien podrá ser premiada con la gubernatura de Sonora, pero mientras las comunidades indígenas se las seguirán viendo con organizaciones armadas que buscan expulsarlas de sus territorios a sangre y fuego. 

Si la bajada de la estatua de Colón respondiera a un movimiento social indígena, algo de esto se tendría que estar escuchando.

martes, 13 de octubre de 2020

Se solicitan voluntarios

La triscaidecafobia o el mal fario del número 13

La memoria, sobre todo a nivel inconsciente, guarda una infinidad de recuerdos, experiencias y deseos que muchas veces son inaceptables para la conciencia alerta, ya que pueden ser terroríficos, dolorosos, crueles, o condenados socialmente, por lo que se resisten a brotar, a emerger claramente en la mente cotidiana y buscan otros caminos de salida, salen 'disfrazados': como fobias,  ansiedad, pánico, síntomas de enfermedades o hipocondria, tics, migrañas, gastritis... y creer en supersticiones. 

La triscaidecafobia es el miedo al número 13 (en la fobia, la mente deposita el terror interno en un objeto externo, como en la aracnofobia o la cucarachofobia. Fobo, en la mitología griega, es la personificación del miedo, así como el pánico es el temor al dios Pan). En el origen de la superstición llamada triscadeicafobia, dentro de la cultura judeocristiana, se encuentra La Última Cena, con 12 apóstoles de comensales y Jesús como el invitado número 13 que fue crucificado poco después. Lo curioso es que la causa del terrible desenlace se atribuye al número 13, no al crucificado. 

En cuanto al día martes, se considera maligno, pues la etimología de ese día procede de Marte, dios de la guerra que amenaza y agrede al prójimo.   

La creencia en supersticiones, como la fobia antes mencionada, implica también la creencia en rituales que, de no ejecutarse, pudieran predisponer a la persona a que algo malo le suceda.  Así, el ritual de tocar madera, por ejemplo, de no derramar la sal en la mesa, solicitarle a alguien: "no me eches la sal", no romper un espejo, hacerse una 'limpia', evitar pasar por debajo de una escalera, desviar la vista si se cruza en nuestro camino un gato negro, santiguarse, evitar miradas que acarreen 'mal de ojo', usar amuletos, talismanes, estampitas ("¡detente coronavirus!") ... y evitar el número 13 . 

Todos son ejemplos con un denominador común: la magia. Un temprano intento, en la historia del pensamiento humano, de formular leyes que rijan los fenómenos, aunque dichas leyes sean erróneas o más bien, expresión de buenos deseos. Así, mediante un ritual mágico, a través de un conjuro, se cree evitar un mal posible.

'La Última Cena', 1929, Gebhard Fugel

lunes, 12 de octubre de 2020

Ultimátum 4T


 

Prioridades

Colón

 
¿Cuánto tardamos en llegar?

Poco se habla del primer viaje de Cristóbal Colón y de lo accidentado que fue. Las tres naves partieron de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492. La localidad onubense "ofreció" a La Pinta y La Niña como pago por ciertos delitos contra Portugal y la Santa María fue alquilada por Colón. La mayor parte de los marineros eran de los alrededores, a excepción de algunos vascos, portugueses y 10 cántabros.

Al poco de partir tuvieron que cambiar rumbo y dirigirse a las Islas Canarias para reparar el timón de la Pinta y las velas de la Niña. Allí estuvieron un mes y no fue hasta el 6 de septiembre que pudieron partir nuevamente. Esta vez fue la buena. Hasta el 24 de septiembre cuando hubo un motín a bordo que casi hace volver a la expedición.

El 10 de octubre se divisaron pájaros. El 11 por la noche se vio tierra y el 12 de octubre Cristóbal Colón pisó lo que hoy se conoce como San Salvador, en las Bahamas. En total fueron 77 días, de los cuales 46 fueron navegando a mar abierto

sábado, 10 de octubre de 2020

viernes, 9 de octubre de 2020

jueves, 8 de octubre de 2020

Louise Glück, poeta estadounidense, Premio Nobel de Literatura 2020

The Red Poppy 
The great thing
is not having 
a mind. Feelings:
oh, I have those; they 
govern me. I have 
a lord in heaven 
called the sun, and open 
for him, showing him
the fire of my own heart, fire 
like his presence.
What could such glory be
if not a heart? Oh my brothers and sisters, 
were you like me once, long ago, 
before you were human? Did you 
permit yourselves
to open once, who would never 
open again? Because in truth 
I am speaking now 
the way you do. I speak 
because I am shattered.
*********************************************
 Amapola roja

Versión de Karen Villeda

Carecer de mente

es maravilloso. Sentimientos:

¡Ah! De esos tengo. Son

los que me gobiernan. Tengo

un dios en el cielo

llamado sol y estoy abierta

a él, mostrándole

el fuego de mi propio corazón, fuego

como su presencia.

¿Qué podría ser tan glorioso

como un corazón? ¡Ah! Mis hermanos y hermanas:

¿alguna vez fueron como yo, hace mucho tiempo,

antes de ser humanos? ¿Se permitieron

abrirse una sola vez para nunca

hacerlo de nuevo? Porque en verdad

les estoy hablando ahora

como ustedes hablan. Hablo

porque estoy destrozada. 

4Ten


 

miércoles, 7 de octubre de 2020

Edgar Allan Poe 1809-1849

"Me volví loco con largos intervalos de horrorosa cordura" 

-Poe

El cuervo/ Edgar Allan Poe (trad. de Julio Cortázar)

 
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
"Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.

Eso es todo, y nada más."

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.

Aquí ya sin nombre, para siempre.

'

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
"Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.

Eso es todo, y nada más."

'

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
"Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía."
Y entonces abrí de par en par la puerta:

Oscuridad, y nada más.

'

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?"
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: "¡Leonora!"
Apenas esto fue, y nada más.
 
 Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
"Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio."
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
 
Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
 "Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!"
Y el Cuervo dijo: "Nunca más."
 
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: "Nunca más."
 
 Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
Las palabras pronuncio, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
"Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas."
Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más."
 
 Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
"sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’."
 
 Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: "Nunca más."
 
 En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
 
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
"¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!"
Y el Cuervo dijo: "Nunca más."
 
"¡Profeta!" —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
 
"¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
 
 "¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta."
 Y el Cuervo dijo: "Nunca más."
 
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse ¡Nunca más!

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The Raven

Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore—
    While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
“’Tis some visitor,” I muttered, “tapping at my chamber door—
            Only this and nothing more.”

    Ah, distinctly I remember it was in the bleak December;
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
    Eagerly I wished the morrow;—vainly I had sought to borrow
    From my books surcease of sorrow—sorrow for the lost Lenore—
For the rare and radiant maiden whom the angels name Lenore—
            Nameless here for evermore.

    And the silken, sad, uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me—filled me with fantastic terrors never felt before;
    So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
    “’Tis some visitor entreating entrance at my chamber door—
Some late visitor entreating entrance at my chamber door;—
            This it is and nothing more.”

    Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
“Sir,” said I, “or Madam, truly your forgiveness I implore;
    But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
    And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you”—here I opened wide the door;—
            Darkness there and nothing more.

    Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
    But the silence was unbroken, and the stillness gave no token,
    And the only word there spoken was the whispered word, “Lenore?”
This I whispered, and an echo murmured back the word, “Lenore!”—
            Merely this and nothing more.

    Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
    “Surely,” said I, “surely that is something at my window lattice;
      Let me see, then, what thereat is, and this mystery explore—
Let my heart be still a moment and this mystery explore;—
            ’Tis the wind and nothing more!”

    Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately Raven of the saintly days of yore;
    Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
    But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door—
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door—
            Perched, and sat, and nothing more.

Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
“Though thy crest be shorn and shaven, thou,” I said, “art sure no craven,
Ghastly grim and ancient Raven wandering from the Nightly shore—
Tell me what thy lordly name is on the Night’s Plutonian shore!”
            Quoth the Raven “Nevermore.”

    Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning—little relevancy bore;
    For we cannot help agreeing that no living human being
    Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door—
Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door,
            With such name as “Nevermore.”

    But the Raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
    Nothing farther then he uttered—not a feather then he fluttered—
    Till I scarcely more than muttered “Other friends have flown before—
On the morrow he will leave me, as my Hopes have flown before.”
            Then the bird said “Nevermore.”

    Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
“Doubtless,” said I, “what it utters is its only stock and store
    Caught from some unhappy master whom unmerciful Disaster
    Followed fast and followed faster till his songs one burden bore—
Till the dirges of his Hope that melancholy burden bore
            Of ‘Never—nevermore’.”

    But the Raven still beguiling all my fancy into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird, and bust and door;
    Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
    Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore—
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
            Meant in croaking “Nevermore.”

    This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom’s core;
    This and more I sat divining, with my head at ease reclining
    On the cushion’s velvet lining that the lamp-light gloated o’er,
But whose velvet-violet lining with the lamp-light gloating o’er,
            She shall press, ah, nevermore!

    Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.
    “Wretch,” I cried, “thy God hath lent thee—by these angels he hath sent thee
    Respite—respite and nepenthe from thy memories of Lenore;
Quaff, oh quaff this kind nepenthe and forget this lost Lenore!”
            Quoth the Raven “Nevermore.”

    “Prophet!” said I, “thing of evil!—prophet still, if bird or devil!—
Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
    Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted—
    On this home by Horror haunted—tell me truly, I implore—
Is there—is there balm in Gilead?—tell me—tell me, I implore!”
            Quoth the Raven “Nevermore.”

    “Prophet!” said I, “thing of evil!—prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us—by that God we both adore—
    Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
    It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore—
Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore.”
            Quoth the Raven “Nevermore.”

    “Be that word our sign of parting, bird or fiend!” I shrieked, upstarting—
“Get thee back into the tempest and the Night’s Plutonian shore!
    Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
    Leave my loneliness unbroken!—quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!”
            Quoth the Raven “Nevermore.”

    And the Raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
    And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming,
    And the lamp-light o’er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
            Shall be lifted—nevermore!