lunes, 30 de noviembre de 2015

domingo, 29 de noviembre de 2015

sábado, 28 de noviembre de 2015

Discurso

 Futuro

-Enrique Vila-Matas, Premio FIL de Literatura


He venido a hablarles del futuro. Supongo que del futuro de la novela, aunque quizás sólo del futuro de este discurso. Voy a contarles cómo durante años imaginé que se presentaba el futuro. Sitúense en 1948, el año en que nací, en la tarde de agosto en la que un disco extraño y casi silencioso comenzó a sonar en las emisoras de música de Maryland, y pronto se fue extendiendo por la Costa Este, dejando una estela de perplejidad en sus casuales oyentes. ¿Qué era aquello?  No se había oído nunca nada igual y, por tanto, aún no tenía nombre, pero era –ahora lo sabemos– la primera canción de rock and roll de la historia. Quienes la oían, entraban de golpe en el futuro. La música de aquel disco parecía provenir del éter y flotar literalmente sobre las ondas del aire de Maryland. Aquello, señoras y señores, era el rock and roll llegando con la reposada lentitud de lo verdaderamente imprevisto. La canción se titulaba Demasiado pronto para saberlo (It's too soon to know), y era la primera grabación de The Orioles, cinco músicos de Baltimore. Sonaba rara, nada extraño si tenemos en cuenta que era el primer signo de que algo estaba cambiando.
¿Qué pudo pensar la primera persona que, oyendo radio Maryland aquella mañana, comprendió que empezaba una nueva era? "Es demasiado pronto", decía la canción, "muy pronto para saberlo", susurraba titubeante Sonny Til, el cantante.
 He venido a hablarles del futuro, que para mí durante años ha sido algo que llegaba como llegó el rock el año en que nací, con aquella reposada lentitud de lo verdaderamente imprevisto.
He venido a hablarles del futuro. Y está claro que, como me autoimpongo el tema yo mismo, busco complicarme la vida. Nada que me sorprenda demasiado. Así he venido trabajando estos años, trabajando en libros difíciles que llevaba lo más lejos posible, hasta sus límites; libros que, al publicarlos, se convertían en callejones sin salida, porque no se veía qué podía hacer ya después de ellos. Pero yo esto lo hacía de un modo consciente, porque era a ese punto al que yo quería llegar.
Cada libro que escribía parecía llevarme a dejar de escribir. Lo publicaba y me instalaba en un estado de callejón sin salida, y los amigos volvían a hacerme la pregunta habitual: "Y después de esto, ¿qué vas a hacer?" Y yo pensaba que todo había terminado. Me costaba salir de ese callejón. Pero por suerte, siempre a última hora, me acordaba de que la inteligencia es el arte de saber encontrar un pequeño hueco por donde escapar de la situación que nos tiene atrapados. Y yo siempre tenía la suerte de acabar encontrando el hueco mínimo y me escapaba, y entraba en un nuevo libro.
Los callejones sin salida han sido el motor central de mi obra. Por eso no me extraña que ahora quiera complicarme la vida y hablarles del futuro.  Pero no pasa nada. De hecho, estoy acostumbrado a relacionarme con él, con el futuro. ¿O no estoy especializado en narrar previamente los viajes que realizo? Acostumbro a adelantarme a lo que pueda pasar y lo cuento en artículos de prensa. Después, viajo al lugar y vivo allí lo escrito.
Como tengo esa costumbre de narrar los viajes antes de hacerlos, he escrito previamente este discurso antes de salir de Barcelona rumbo a Guadalajara. Bueno, sé que es obvio que lo he escrito antes, pues de lo contrario no estaría leyéndolo ahora. La ventaja de esto es que conozco cómo acaba, lo que demuestra que, en contra de lo que se cree, el futuro no es a veces tan indescifrable. 
Si me impuse hablarles del futuro fue sobre todo porque este premio, antiguo premio Rulfo, distingue la obra de autores "con un aporte significativo a la literatura de nuestros días" y yo quería que se supiera que quizás me ajusto a esta premisa porque desde siempre he escrito en la necesidad de encontrar escrituras que nos interroguen desde la estricta contemporaneidad, en la necesidad de encontrar estructuras que no se limiten a reproducir modelos que ya estaban obsoletos hace cien años.
Es tal mi costumbre de buscar nuevas escrituras que voy a decirles ahora, no cómo escribo, sino cómo me gustaría escribir. Y recurro para ello a Robert Walser, aquel escritor suizo al que Christopher Domínguez Michael llamó en cierta ocasión "mi héroe moral". 
Parece que Walser se vio realmente liberado de sí mismo el día en que hizo un viaje nocturno en globo, desde Bitterfeld hasta una playa del Báltico. Un viaje sobre una Alemania dormida en la oscuridad. "Subieron a la barquilla, a la extraña casa, tres personas y soltaron las cuerdas de sujeción, y el globo voló lentamente hacia lo alto", escribió Walser, el paseante por excelencia, un caminante que en realidad había nacido para ese recorrido silencioso por el aire, pues siempre en todos sus trabajos en prosa, quiso alzarse sobre la pesada vida terrestre, desaparecer suavemente y sin ruido hacia un reino más libre.
Me gustaría escribir alzándome sobre la pesada vida terrestre. Pero en caso de lograrlo, ¿coincidirían mis itinerarios con los trayectos nocturnos que sospecho que seguirá la novela en el futuro? A principios de este siglo, aún habría dicho que sí, que algunos recorridos coincidirían. Quizás entonces aún era optimista, porque me sentía aliado con estas líneas de Borges: "¿Qué soñará el indescifrable futuro? Soñará que Alonso Quijano puede ser don Quijote sin dejar su aldea y sus libros".
Pensaba que en las novelas por venir no sería necesario dejar la aldea y salir al campo abierto porque la acción se difuminaría en favor del pensamiento. Con una confianza ingenua en la evolución de la exigencia de los lectores del nuevo siglo, creía que en el indescifrable futuro la novela de formato decimonónico –que se había cobrado ya sus mejores piezas– iría cediendo su lugar a los ensayos narrativos, o a las narraciones ensayísticas, y quizás incluso cedería el paso a una prosa brumosa y compacta, estilo Sebald (es decir, muy en el modo en que Nietzsche hacía de la vida, literatura), o estilo Sergio Pitol, el de El mago de Viena, con ese tipo de prosa compacta en la que el autor disolvía las fronteras entre los géneros, haciendo que desaparecieran los índices y los textos consistieran en fragmentos unidos por una estructura de unidad perfecta; una prosa a cuerpo descubierto, la prosa del nuevo siglo.
Pensaba que en ese siglo se cedería el paso a un tipo de novela ya felizmente instalada en la frontera; una novela en la que sin problemas se mezclarían lo autobiográfico con el ensayo, con el libro de viajes, con el diario, con la ficción pura, con la realidad traída al texto como tal. Pensaba que iríamos hacia una literatura acorde con el espíritu del tiempo, una literatura mixta, donde los límites se confundirían y la realidad podría bailar en la frontera con la ficción, y el ritmo borraría esa frontera.
Le preguntaron a Roberto Bolaño en 2001 en una entrevista en Chile qué novelas serían las que veríamos en el futuro. Y Bolaño respondió literalmente que una novela que sólo se sostiene por el argumento –con un formato más o menos archiconocido, pero no archiconocido en este siglo, sino ya en el XIX– es un tipo de novela que se acabó.
"Se va a seguir haciendo y, además, va a seguir haciéndose durante muchísimo tiempo", dijo Bolaño, "pero esa novela ya está acabada, y no está acabada porque yo lo diga, está acabada desde hace muchísimos años. Después de La invención de Morel, no se puede escribir una novela así, en donde lo único que aguanta el libro es el argumento. En donde no hay estructura, no hay juego, no hay cruce de voces".
De cara a la narrativa que yo creía que estaba por venir, uno de  mis puntos de orientación era el anartista Marcel Duchamp. Artista no, decía de sí mismo: anartista. En diferentes ocasiones, pensando en su legado, insinué que tal vez no sólo íbamos a dejar atrás por fin la anquilosada narrativa del pasado, sino que iríamos hacia una novela conceptual: un tipo de novela que recogería el intento de Marcel Duchamp de reconciliar arte y vida, obra y espectador. Tenía presente lo que decía Octavio Paz de esa reconciliación propuesta por Duchamp: "El arte fundido a la vida es arte socializado, no arte social ni socialista, y aún menos actividad dedicada a la producción de objetos hermosos o simplemente decorativos. Arte fundido a la vida quiere decir poema de Mallarmé o novela de Joyce: el arte más difícil. Un arte que obliga al espectador y al lector a convertirse en un artista y en un poeta".
Creía que se abriría paso ese arte difícil y que espectadores y lectores devendrían artistas y poetas. Y creía que surgirían libros, donde la forma fuera el contenido y el contenido fuera la forma. Libros de los que alguien pudiera, por ejemplo, quejarse de que el material a veces no pareciera escrito en su lengua. Y a quien pudiéramos decirle: pero es que no está escrito después de todo, no está escrito para ser leído, o no sólo para ser leído; se ha creado para ser mirado y escuchado; mira, su escritura no es acerca de algo, es algo en sí mismo. Cuando el sentido es dormir, las palabras se van a dormir. Cuando el sentido es bailar, las palabras bailan. Los novelistas  engendran obras discursivas porque se centran en hablar sobre las cosas, sobre un asunto, mientras que el arte auténtico no hace eso: el arte auténtico es la cosa y no algo sobre las cosas: no es arte sobre algo, es el arte en sí.
Por eso me gustaban más Bouvard y Pecuchet y Finnegans Wake, las obras imperfectas que se abren paso en Flaubert y Joyce después de sus grandes obras, Madame Bovary y Ulises, respectivamente. Veía en esas obras desatadas e imperfectas caminos geniales hacia el futuro. Creía que todos devendríamos artistas y poetas, pero luego las cosas se torcieron y, entre sombras de Grey, ahora triunfa la corriente de aire, siempre tan limitada, de los novelistas con tendencia obtusa al "desfile cinematográfico de las cosas", por no hablar de la corriente de los libros que nos jactamos groseramente de haber leído de un tirón, etc. 
 A la caída de la capacidad de atención ha contribuido una industria editorial que está erradicando de la literatura todo aquello que nos quiere hacer creer que es demasiado pesado, o que va demasiado cargado de sentido, o que puede parecer intelectual. Y el panorama, desde el punto de vista literario –si es que ese punto de vista aún existe– es desolador.
 "¿Y por qué los escritores son, más que otra gente, presa fácil de las depresiones?", pregunta alguien en un relato de Mario Levrero. Y alguien dice: "Se deprimen porque no pueden tolerar la idea de tener que vivir en un mundo estropeado por los imbéciles".
En un mundo en el que quienes leen son una pavorosa minoría, un escritor ya bastante hace con sobrevivir. Cada día son más inencontrables, pero quedan todavía algunos –podríamos llamarles "los escritores de antes"– que se salvan gracias a que aún saben arreglárselas para tratar de escribir lo que escribirían si escribiesen. Pero de estos cada vez hay menos. Son supervivientes de una especie en extinción; tipos complicados, gente de un coraje tan antiguo como el coraje mismo, gente zumbada; trastornada si ustedes quieren; gente esencialmente obsesiva, fascinantemente obsesiva.
A un amigo escritor le preguntó una dama en un coloquio cuándo iba a dejar de escribir sobre tipos que parecen moverse por el Far West y aniquilan a escritores falsos.
–Cuando me salga bien, dejaré de hacerlo –contestó.
En arte cuenta mucho la insistencia desaforada, la presencia del maniático detrás de la obra. Los escritores supervivientes saben que el futuro ya no va a llegar a través de las ondas; no va a llegar, como en el año en que nací, con las alegres formas de una  música distinta.
Mi biografía va del nacimiento del rock and roll a los atentados de este noviembre en París.
En un intenso texto de Xavier Person, que leí ayer en el avión que me trajo hasta aquí, he podido seguir los pasos de George Didi-Huberman en el momento de abrir la puerta de una habitación de hospital en París, y he entrado con él en el cuarto de Simon, un joven de 33 años gravemente herido en la columna vertebral por una bala de Kalachnikov en el atentado de Charlie Hebdo. En ese cuarto, este superviviente, nos dice Didi-Huberman, "trabaja para vivir". Su cuerpo lentamente se pone en movimiento y él está intentando levantarse, literalmente elevarse, para volver a ser.
Desde ese cuarto de hospital francés he pensado en los emigrantes de la guerra de Siria que, después de haber arriesgado la vida, ponen pie en tierra en una isla del Mediterráneo, y luego lentamente se van alzando, se van elevando, también para sentir que vuelven a ser. Y al pensar en ellos he oído el eco de las voces de los supervivientes que nos hablan en el documento de Svetlana Alexievitch sobre Chernóbil. El libro no trata tanto de la catástrofe general como del mundo después de esa catástrofe. El libro habla de cómo la gente se adapta a la nueva realidad. Esa realidad que ya ha sucedido, pero aún no se percibe del todo, pero está aquí ya, entre todos nosotros, susurra el coro trágico. Y ustedes ahora me van a perdonar, pero lo  que dicen las voces de Chernóbil, el gran coro, es el futuro.

Drama


viernes, 27 de noviembre de 2015

Que te prenda la lectura del libro preciso para tu momento presente

Ilustración de Moebius

Findesemanía bajo los efectos de la Luna

Viernes, lee traducción Venus

-¿Tú nos recomiendas a periodistas y comunicadores el libro Scoop, que te parece mal traducido por los gachupines como ¡Noticia bomba!, del autor británico Evelyn Waugh (pron. ev-elin guó)? Bueno, no me lo prestes; yo lo busco en la Fil

Maleta


jueves, 26 de noviembre de 2015

Homo sexenalis

A seis años de un suceso, el suceso ya es otro
-paráfrasis de una cita de Camilo José Cela

Le dieron gas


Ya mero me alcanzo

Tengo...

 PRISA
A pesar de mi torpor, de mis ojos hinchados, de mi panza, de mi aire de recién salido de la cueva, no me detengo nunca. Tengo prisa. Siempre he tenido prisa. Día y noche zumba en mi cráneo la abeja. Salto de la mañana a la noche, del sueño al despertar, del tumulto a la soledad, del alba al crepúsculo. Inútil que cada una de las cuatro estaciones me presente su mesa opulenta; inútil el rasgueo de madrugada del canario, el lecho hermoso como un río en verano, esa adolescente y su lágrima, cortada al declinar el otoño. En balde el mediodía y su tallo de cristal, las hojas verdes que lo filtran, las piedras que niega, las sombras que esculpe. Todas estas plenitudes me apuran de un trago. Voy y vuelo, me revuelvo y me revuelco, salgo y entro, me asomo, oigo música, me rasco, medito, me digo, maldigo, cambio de traje, digo adiós al que fui, me demoro en el que seré. Nada me detiene. Tengo prisa, me voy. ¿A dónde? No sé, nada sé -excepto que no estoy en mi sitio. 
Desde que abrí los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba aquí, donde estoy, sino en donde no estoy ni he estado nunca. En alguna parte hay un lugar vacío y ese vacío se llenará de mí y yo me asentaré en ese hueco que insensiblemente rebosará de mí, pleno de mí hasta volverse fuente o surtidor. Y mi vacío, el vacío de mí que soy ahora, se llenará de sí, pleno de sí, pleno de ser hasta los bordes. 
Tengo prisa por estar. Corro tras de mí, tras de mi sitio, tras de mi hueco. ¿Quién me ha reservado ese sitio? ¿Cómo se llama mi fatalidad? ¿Quién es y qué es lo que me mueve y quién y qué es lo que aguarda mi advenimiento para cumplirse y para cumplirme? No sé, tengo prisa. Aunque no me mueva de mi silla, ni me levante de la cama. Aunque dé vueltas y vueltas en mi jaula. Clavado por un nombre, un gesto, un tic, me muevo y remuevo. Esta casa, estos amigos, estos países, estas manos, esta boca, estas letras que forman esta imagen que se ha desprendido sin previo aviso de no sé dónde y me ha dado en el pecho, no son mi sitio. Ni esto ni aquello es mi sitio. 
Todo lo que me sostiene y sostengo sosteniéndome es alambrada, muro. Y todo lo salta mi prisa. Este cuerpo me ofrece su cuerpo, este mar se saca del vientre siete olas, siete desnudeces, siete sonrisas, siete cabrillas blancas. Doy las gracias y me largo. Sí, el paseo ha sido muy divertido, la conversación instructiva, aún es temprano, la función no acaba y de ninguna manera tengo la pretensión de conocer el desenlace. Lo siento: tengo prisa. Tengo ganas de estar libre de mi prisa, tengo prisa por acostarme y levantarme sin decirme: adiós, tengo prisa. 

-Octavio Paz en Arenas movedizas (1949), de ¿Águila o sol?

Tiem-po, tiem-po, tiem-po/ Time?... (ta-im, ta-im, ta-im)

 
Ticking away the moments that make up a dull day
Fritter and waste the hours in an offhand way
Kicking around on a piece of ground in your home town
Waiting for someone or something to show you the way

Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain
And you are young and life is long and there is time to kill today
And then one day you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting gun

And you run and you run to catch up with the sun, but it's sinking
Racing around to come up behind you again
The sun is the same in a relative way, but you're older
Shorter of breath and one day closer to death

Every year is getting shorter, never seem to find the time
Plans that either come to naught or half a page of scribbled lines
Hanging on quiet desperation is the English way
The time is gone, the song is over, thought I'd something more to say


Home, home again
I like to be here when I can
And when I come home cold and tired
It's good to warm my bones beside the fire
Far away across the field
The tolling of the iron bell
Calls the faithful to their knees
To hear the softly spoken magic spells.

Es jueves del Acertijo

A los acelerados les parezco corto; a los oficinistas, monótono; a los tristes, muy plano; a los amorosos se les olvida que existo ¿Quién soy?

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Dese tiempo para leer ¿List@?

La complejidad del concepto del tiempo en la antigua Grecia está visible en la diferenciación sutil entre los términos aiôn, kairós y chrónos. La evolución histórica y la decreciente especulación filosófica han conducido en Occidente a una simplificación de la visión griega del tiempo.

Del chrónos prôtogonos al tiempo lineal 
-Romuald Achille Mahop Ma Mahop


La historia de Occidente se puede contemplar como un largo proceso de metamorfosis que afecta profundamente al significado de la noción de tiempo. Aunque la modernidad parezca el terreno más pertinente para valorar la agudeza de esta mutación, el fenómeno es más antiguo de lo que parece. Se ha mostrado, por ejemplo, que los significados que encierran los conceptos griegos de chrónos, y kairós —que fundan el chrónos prôtogonos o tiempo original— difícilmente han encontrado equivalentes en las lenguas occidentales. Buena muestra de ello es el mantenimiento de las voces griegas en la especulación filosófica y filológica para evitar precisamente las simplificaciones o pérdidas de matices que sufren dichas nociones al "traducirse" a las lenguas occidentales. 
Tratándose de la noción de kairós, por ejemplo, Jacqueline de Romilly señala que es un término excepcional que merece detenimiento porque es un término equívoco y difícil de abarcar. Le parece sugerente que después de tantos estudios y esfuerzos no se le haya encontrado ningún equivalente al término, lo cual tiene una explicación sencilla: no existe tal equivalente: "il n'y en a pas! Les valeurs sont trop diverses et la notion grecque se fractionne et se rompt, refusant tout équivalent". Esta especie de rebeldía de "kairós", que no se deja traducir, y la dificultad de encontrarle un término correspondiente muestran que se trata de una noción típicamente griega. No quisiera explayarme más de lo necesario en semejantes disquisiciones pero importa recorrer sintéticamente el significado primordial de estas expresiones en cuanto diferentes matices de la experiencia del tiempo en el contexto de la Grecia antigua.  
El problema se podría resumir del siguiente modo: el concepto de "tiempo", tal como se lo entiende en Occidente, no llega a encerrar todos los matices de las nociones griegas de chrónos, aiôn y kairós, matices que en Grecia, varios siglos antes de Cristo, aludían a tres experiencias de la temporalidad. Según Julián Serna Arango, estas tres entidades participaban del mismo proceso histórico, lo cual no implicaba que se confundieran entre sí, ni mucho menos que una de ellas fuera sustituible por otra. Así, si chrónos aludía al tiempo lineal registrado por el reloj y la clepsidra, aiôn era, en cambio, el tiempo de la vida y el tiempo subjetivo registrado por la memoria y la imaginación, por último, kairós correspondía a la percepción y aprovechamiento del momento oportuno "olfateado", por así decirlo, por la sensibilidad. A partir de esta triple distinción, prosigue Serna Arango, chrónos se asocia al principio de la "sucesión", aiôn se resignifica como "simultaneidad" y kairós como "bifurcación"(*). Estamos todavía, pues, ante una concepción plural del devenir, una experiencia en la cual el tiempo aún no ha sido desconectado del sujeto que lo registra o intuye. También interesa ver cómo se opera el paso de esta triplicidad del tiempo a su reducción moderna.  
Serna Arango señala que entre los siglos VI y V a. C., se percibe en la Grecia antigua el paso del chrónos prôtogonos entendido como tiempo circular y principio cósmico, al tiempo lineal, fugaz e irreversible. Esta transformación se explica por tres grandes factores: "la resignificación de aiôn en eternidad" operada por la filosofía clásica griega (Platón especialmente), la teología cristiana que, a través de las epístolas paulinas, muestra una resignificación de kairós en la figura de Cristo, y la ciencia matemática que instaura un patrón temporal absoluto, "un tiempo al margen del mundo". Otras condiciones que militan a favor de esta transmutación son, por ejemplo, la heterogeneidad social creciente (diversidad de la polis con una variedad de dialectos y una geografía quebrada), la relativización de determinados principios socio-políticos tales como la autoridad del rey y la afirmación del individuo como un ser singular cuya experiencia vital y afectiva presenta episodios "únicos e insustituibles". Además, "el protagonismo del azar y del capricho, la contingencia que caracteriza al devenir, proporcionan al individuo una identidad diferencial a tono con el tiempo lineal, irreversible y fugaz" . Los siglos posteriores tendrán como legado una perspectiva ya "viciada" en la cual se privilegia chrónos en detrimento de aiôn y kairós.  
****************************************************
(*) Creo necesario detenerme brevemente sobre esta caracterización para señalar cómo 
entiendo el concepto de bifurcación asociado al kairós. En un principio, reducir el kairós a una bifurcación puede resultar algo incomprensible si no se toma en cuenta que el kairós encarna precisamente una ruptura que supone al mismo tiempo un cambio de itinerario. Para entender el sentido que daban los griegos al término kairós, pueden ser de gran ayuda sus representaciones iconográficas en el arte griego.Se considera así que la escultura de bronce de Lisipo de Soción, llamada justamente kairós, es una de las más sugerentes transcripciones escultóricas del concepto. He aquí la descripción que hace de dicha pieza artística Serna Arango: "nos muestra a un joven de cabeza calva a excepción del mechón de cabello que cae delante de la frente, de pies alados a punto de correr y escaparse, lo que obligaría a quien lo persigue a actuar con precisión si quiere atraparlo; el joven aparece con una balanza en la mano izquierda y el dedo índice de la derecha apuntando a los platillos, como una manera de advertir al observador que si actúa en el momento oportuno estaría en condiciones de cambiar el curso de los acontecimientos". De eso se trata: coger el momento oportuno es "cambiar el curso de los acontecimientos", es decir, en el sentido propio y figurado, bifurcar.

Hoy, Luna lleni-ti-ti-ta todita (en Géminis)

Cuentan que en ciertas noches brillantes, el Hombre de Fuego, de Orozco, sale de su cúpula para saludar a la Luna

Caricatura mercurial de miércoles

Michelle Pfeiffer por Morurit
 Dalí por Pancho Vásquez
 Robert Downey, Jr. (Iron Man) por Mac Garcia
 Darwin por Hanoch Piven
 Bill Clinton por Bob Staake
 Daniel Radcliffe por Baptistao

Bola de ca...miones


martes, 24 de noviembre de 2015

Zona cítrica


Ente alado/ ángel justo, preciso/ que mantiene el equilibrio y equi-libra el momento idóneo en que caen los frutos

Kairos , 1525, Francesco Salviati
(amplíese)

Percibir el tiempo real

En el crepúsculo de 2015, conviene pre-disponerse a exudar y filtrar las experiencias y relaciones personales vividas, a fin de rescatar lo significativo (no lo banal) para nuestra ruta existencial, operando así no un mero cambio cuantitativo, cronológico, sino cualitativa e intensamente kairótico. Cabos sueltos, mejor -en efecto- soltarlos. Y abrir las ventanas de la percepción lo más limpias posible hacia el 2016. No tic-toc sino lo profundo (sonido de la respiración).

lunes, 23 de noviembre de 2015

domingo, 22 de noviembre de 2015

Kairos: lectura

Kairos: se aprende a leer el tiempo, el ritmo, el momento interno

Patio de recreo


sábado, 21 de noviembre de 2015

viernes, 20 de noviembre de 2015

Findesemanía postrevolucionario sabroso

Viernes, la carta de Venus

-¿Tarot? Ay, esas son barajas muy raras; primero juguemos con las normales ¿Va?

Borges, el mil y uno Borges

"¿Por qué primero mil y después mil y una? Creo que hay dos razones. Una, supersticiosa (la superstición es importante en este caso), según la cual las cifras pares son de mal agüero. Entonces se buscó una cifra impar y felizmente se agregó "y una". Si hubieran puesto novecientas noventa y nueve noches, sentiríamos que falta una noche; en cambio, así, sentimos que nos dan algo infinito y que nos agregan todavía una yapa*, una noche." (...)
************************************************************
* yapa- propina

Agujeros negros


jueves, 19 de noviembre de 2015

Al galope de nuevo


Es jueves del Acertijo

-Aunque no lo es, posee nombre de mar; tirria causa su masoquismo y pasividad ante el dolor; sin ser mar, tira a hiperactivo cuando es sádico en oleadas coléricas ¿Cómo se llama alguien así?

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Pequeño detalle


El gladiador y el Santuario se reconocieron de inmediato


Poder cítrico


Es miércoles caricaturístico

Meg Ryan por Emslie
 Meg Ryan por Jan Op de Beeck
Meg por Amir Taqin
Meg por David Cowles
 Meg Ryan por Vizcarra
Meg Ryan por Adrian Teal
 Meg por Adel Al-Qaisi
Courtney Love por Perrotta
Sofía Loren, boceto de Sebastian Krüger

Los cuarenta ladrones


martes, 17 de noviembre de 2015

Portadanhelada


El líder, el gran califa del dizque "Estado" islámico: Abu Bakr (compárese con el Abu Hassan de Popeye)

Popeye y Abu Hassan


Popeye (pop + eye: "ojo saltón", aunque en el dibujo, el marino se ve más bien tuerto) es el personaje de la tira cómica creada por Elzie Crisler Segar (firma: E.C. Segar). Los hermanos Fleischer convirtieron a Popeye en cortometraje de animación. La presente película -parte de una serie que incluía más historias (Simbad y Aladino) de Las Mil y Una Noches- fue exhibida en los cines de EEUU, el 26 de noviembre de 1937, y presentada como lo último en tecnología de dibujos animados. Pero, para mala fortuna de los hermanos Fleischer, el 21 de diciembre de ese mismo año, Walt Disney lanzó su primer largometraje de dibujos animados: "Blanca Nieves y los siete enanos", barriendo por completo a todos los estudios de animación de la época y acabando así, con la competencia (hasta la fecha). En el presente video de Popeye, no aparece en la historia Alí Babá, pero en su lugar se ve a Brutus (Bluto en inglés) como Abu Hassan junto a los cuarenta ladrones.
La voz 
de Popeye 
es de 
Jack Mercer

Alí Babá


Ilustración de Edmund Dulac

domingo, 15 de noviembre de 2015

sábado, 14 de noviembre de 2015

viernes, 13 de noviembre de 2015

Puente mercadotécnico

-Llévenos a esa dichosa tienda 'Buenfin'