Divina la lectura

Esta es la edición del libro de Russell (1872-1970) que conseguí en 1973, en una librería de mi terruño, la única entonces, que se llamaba: Iztaccíhuatl, organizada con un concepto comercial parecido al de la Gon(zález) Vill(anueva) tapatía: un revoltijo de best-sellers, textos escolares, objetos de papelería, calendarios y... libros
Dios no existe: existe la idea de Dios. Y es falsa. Se puede trazar su origen e historia en la cultura. Es la primera piedra del edificio de toda religión aun en el caso de algunas religiones orientales tan apreciadas por la contracultura hippie (y ahora, la moda neo-hippie) que sustituye la palabra "Dios" por sinónimos: el "Espíritu", la "Energía Cósmica", el "Vacío", la "Gran Fuerza", etcétera. La idea de Dios siempre se revela como una gran "verdad" en la cabeza de un profeta o santón analfabeto o ágrafo al que nunca le faltan discípulos atentos que se dan a la tarea de poner por escrito "la palabra de Dios".
Reproduzco algunos textos russellianos que subrayé entonces y que me permitieron desarmar la idea de Dios:

- "Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, igual puede ser el mundo que Dios"
- "la idea de que las leyes naturales implican un legislador se debe a la confusión entre las leyes naturales y las humanas"
- "Lo que realmente hace que la gente crea en Dios no son los argumentos intelectuales. La mayoría de la gente cree en Dios porque les han enseñado a creer desde su infancia. Luego, creo que la razón más poderosa es el deseo de seguridad, la sensación de que hay un hermano mayor que cuidará de uno"
- "Históricamente es muy dudoso que Cristo existiera"
- "Para mí, hay un defecto muy serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no creo que ninguna persona profundamente humana pueda creer en un castigo eterno"
- "Digo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en sus iglesias, ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo"

En el capítulo 13, titulado "La Existencia de Dios", se reproduce el debate radiofónico trasmitido en 1948 por la BBC de Londres, entre el padre jesuita Frederick Charles Copleston (1907-1994) y el amigo Bertie (como lo llama Savater). Entresaco subrayados:

Copleston: Bien, ¿por qué detenernos en un objeto particular? ¿Por qué no presentar la cuestión de la causa de la existencia de todos los objetos particulares?
Russell: Porque no veo la razón de pensar que la hay. Todo el concepto de causa está derivado de nuestra observación de cosas particulares; no veo ninguna razón para suponer que el total tenga una causa, cualquiera que sea.
(...)
Copleston: Voy decir unas palabras acerca de la experiencia religiosa. Claro que una explicación subjetivista es posible en el caso de cierta gente, en la que hay poca relación entre la experiencia y la vida, como en el caso de los alucinados, etcétera. Pero cuando se llega al tipo puro, como por ejemplo San Francisco de Asís, cuando se obtiene una experiencia cuyo resultado es un desbordamiento de amor, creador y dinámico, la mejor explicación, a mi parecer, es la existencia real de una causa objetiva de la experiencia.
Russell: Bien, yo no afirmo dogmáticamente que no hay Dios. Lo que sostengo es que no sabemos que lo haya. Yo sólo puedo tomar lo que se registra, y encuentro que se registran muchas cosas, pero estoy seguro de que usted no acepta lo que se dice acerca de los demonios, etcétera, aunque todas esas cosas se afirman exactamente con el mismo tono de voz y con la misma convicción. Y el místico, si su visión es verídica, puede decir que él sabe que existen los demonios. Pero yo no sé que los haya. ¿No cree que hay suficientes casos registrados de gente que cree que ha oído a Satán que les hablaba en el corazón, del mismo modo que los místicos afirman a Dios?
(...)
Copleston: Creo, en realidad, que esos ateos modernos que han argüido, a la inversa, "no hay Dios; por lo tanto, no hay valores absolutos ni ley absoluta" son completamente lógicos.
Russell: No me gusta la palabra "absoluto". No creo que haya nada absoluto. La ley moral, por ejemplo, cambia constantemente. En un período del desarrollo de la raza humana casi todo mundo pensaba que el canibalismo era un deber.