lunes, 27 de marzo de 2023

jueves, 23 de marzo de 2023

miércoles, 22 de marzo de 2023

martes, 21 de marzo de 2023


Espécimen 4Tiranosaurio Lux


 

La tropa no obedece más que a sus botas

 Mimar al monstruo

-Jesús Silva-Herzog Márquez

El consentido del régimen ha mostrado su naturaleza. Se le ha presentado como la única estructura confiable del Estado mexicano, una corporación eficiente y ahorrativa que encarna al pueblo verdadero. Nadie ha hecho mayor publicidad a los uniformados que el presidente López Obrador, quien suele contrastar la austera eficiencia de los militares con el dispendio y la arrogancia de los encorbatados. Los soldados obedecen y resuelven problemas, los técnicos lo embrollan todo encerrados en el laberinto de sus procesos. Los militares son el pueblo mismo y están, por ese hecho, por encima de cualquier sospecha.

Las consecuencias de todos los mimos empiezan a mostrar su cara más amenazante. Era evidente que la apuesta militarista tendría costos gigantescos. Que significaba un terrible retroceso histórico que ataba a las siguientes administraciones. Militarizar es fácil. Recuperar el control civil de lo militarizado no lo será. En estas semanas hemos visto lo que significa el fortalecimiento político del ejército y la carta de impunidad que el presidente le ha extendido retóricamente a las fuerzas armadas.

El ejército viola la ley y seguramente engaña a su comandante supremo. Se ha sentido con la capacidad para formar unidades de espionaje que no tienen ningún sustento jurídico y con la protección para vulnerar derechos de ciudadanos mexicanos sin ninguna consecuencia. Hay que subrayarlo volviéndolo a decir: el ejército viola la ley. La investigación 'Ejército Espía' divulgada por Animal político, Aristegui Noticias, Proceso y R3D da cuenta de la magnitud de la transgresión militar. El ejército ha constituido ilegalmente una unidad que se mantiene secreta para espiar ilegalmente a quien el propio ejército apunta como enemigo. Nos hemos enterado que existe un Centro Militar de Inteligencia, una unidad secreta que no rinde cuentas a nadie.

Ese es el monstruo que ha alimentado el presidente López Obrador. La corporación armada siente la cobertura política suficiente para crear ilegalmente cuerpos ilegales que actúan ilegalmente. El CMI es eso: una estructura militar fundada sin respaldo legal, que actúa al margen de la ley. El ejército funda cuerpos ilegales y secretos e instruye a sus integrantes a violar la ley. El monstruo del militarismo acata el llamado de su naturaleza: actuar por encima del derecho con el pretexto de ser la instancia salvadora de la paz pública; esconderse de la mirada pública, violar los derechos de quien cataloga como enemigo.

El ejército no tiene facultades para intervenir comunicaciones privadas y, sin embargo, ha quedado demostrado que ha espiado conversaciones del defensor de derechos humanos Raymundo Ramos. No hubo, por supuesto, ninguna autorización judicial para que pudieran intervenirse sus comunicaciones. El espionaje bajo López Obrador es mucho peor que el que se vivió bajo Peña Nieto, porque el de hoy lo ordena un cuerpo militar que actúa en secreto. Las revelaciones recientes exigen la renuncia del Secretario de la Defensa Nacional. ¿Cómo puede permanecer en su puesto el responsable de una transgresión de este tamaño? ¿Cómo puede seguir ocupando su cargo quien ha desatendido tan abiertamente las instrucciones públicas del presidente de la república? El monstruo se percibe imbatible y actúa ya como un poder indomable. Ha acumulado tal poder que no hay quien sea capaz de disciplinarlo. Somos testigos de una alarmante arrogancia militar. El Secretario de la Defensa puede burlarse abierta y públicamente de las instrucciones del comandante supremo. El Secretario de la Defensa puede burlarse del Congreso constituyendo estructuras ocultas a su inspección.

Y el Secretario no encuentra reprimendas de su jefe, sino el ofrecimiento de coartadas para sus abusos. Lo grave no es el ridículo del argumento sino la dejadez ante los militares. El presidente no ha llamado a cuentas a su subordinado, no ha ordenado la inmediata clausura de un centro ilegal de espionaje, no ha sancionado a quienes se han pitorreado públicamente de sus instrucciones. Y el Secretario que ha ordenado la violación de la ley y el desacato de la instrucción presidencial permanece en su cargo. El monstruo manda.

domingo, 19 de marzo de 2023

miércoles, 15 de marzo de 2023

lunes, 13 de marzo de 2023

viernes, 10 de marzo de 2023

4i


Fentanilo: opioide sintético que mitiga dolores muy agudos, cien veces más potente que la morfina

El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que México no fabrica ni consume fentanilo y sugirió que la epidemia de opioides sintéticos es, en gran medida, un problema estadounidense que debería ser atendido en ese país.

"Aquí nosotros no producimos fentanilo y nosotros no tenemos consumo de fentanilo. Y lamentamos mucho lo que está pasando en Estados Unidos", dijo el mandatario. "¿Por qué ellos no combaten la distribución del fentanilo en Estados Unidos?"

-El Financiero, 9 de marzo de 2023

*******************************************************

El fentanilo es conocido en el argot callejero como:

 Jackpot, Murder8, Tango&Cash, Goodfellas, Friend, Apache, Dance Fever 

******************************************************** 

En entrevista de MVS Noticas con Juan Ibarrola, experto en temas de Fuerzas Armadas, habló sobre Ovidio Guzmán López:

"Ovidio no es sólo el hijo del 'Chapo' Guzmán o un narcojunior ; Ovidio es el mayor productor de fentanilo en el mundo"

/MVS/enero de 2023

jueves, 9 de marzo de 2023

miércoles, 8 de marzo de 2023

Palacio amurallado

Linchado por ¿"acoso"? ¿De veras? / O 'línchenlo y luego 'viriguamos'

En las acusaciones vía redes sociales de "casos de acoso, hostigamiento sexual con presión y/o represalias, violencia sexual, violencia en pareja que hayan sucedido en Jalisco" realizado el 8 de marzo de 2019 mediante el #MeTooJalisco en el gremio de periodistas, fui linchado públicamente en las redes sociales a partir del siguiente ataque amparado en el anonimato:

"El caricaturista Manuel Falcón me escribía mucho hasta que un día acepté tomar un café con él y luego me invitó a su casa. Yo solo quería platicar. Cuando estábamos en su sillón se bajó la ropa y puso su pene cerca de mí. Le dije que no muchas veces hasta que me dejó en paz y me fui de su casa."

En dicho ejercicio acusatorio se apuntó: "todos tienen derecho de réplica". Sin embargo, decidí no ejercer tal derecho, fiel a mi principio de nunca responder a ataques lanzados por anónimos o perfiles falsos que, por regla general, se basan en mentiras, rumores, chismes, calumnias o insultos. Mi área profesional es la opinión pública y siempre publico con mi firma, comento con mi identidad real en redes sociales. La misma identificación y franqueza espero por tanto de mis interlocutores: que den la cara para sostener con valor sus argumentos aun cuando vayan acompañados de ataques.

Mi decisión de no ejercer el "derecho de réplica", sin embargo, no me impidió reconocer de inmediato a Mariana R. (no mencionaré el apellido para respetar la norma del ejercicio) como la persona "anónima" que me acusaba. Sorprendido y desconcertado por su versión, contacté a Mariana R. por 'messenger' vía facebook. Le pregunté por qué me agredía y propiciaba bullying y linchamiento en mi contra; por qué de esa manera, esto es, describiendo una escena aislada sin mencionar de veras lo que había ocurrido entre nosotros, antes y después de lo que mencionó como "acoso". Me respondió turbada: "¿A poco regresé a tu casa después de eso?" Pasmado comprendí que su memoria sólo recordaba un solo hecho y de forma fragmentaria, cuya introducción y desenlace ella había complementado para construir un... falso relato. Yo no podía creer que hubiese olvidado la situación y todos los demás momentos vividos juntos: "¿A poco regresé a tu casa después de eso?" Por supuesto que Mariana regresó a mi casa después del episodio que ella narra como "acoso". No una vez sino en muchas ocasiones. Por eso resulta pertinente preguntarse: ¿y antes de que ocurriera la escena que ella menciona como "acoso", qué sucedió, qué la motivó? Sin mencionar lo sucedido antes y después, el hecho se interpreta como un asalto sexual de mi parte que surgió de la nada. El hecho real no fue así.

Una media verdad se convierte tarde o temprano, en una mentira completa. Sobre todo si al hecho se le recorta, repito, el momento, la fecha, el contexto, la circunstancia. Además, ¿por qué mentir, por qué inventar que yo le "escribía mucho"? En realidad, de Mariana R. partió siempre la iniciativa de contactarme, de escribirme, de buscarme. Yo recibía sus mensajes, principalmente por las noches y, cuando podía, los respondía.

"Un caballero no tiene memoria" señala el dicho popular; sin embargo, hay quienes llevamos un diario personal ¿Qué fue lo que realmente sucedió?

La escena que Mariana R. señala como "acoso" ("se bajó la ropa y puso su...") ocurrió el martes 24 de enero de 2012. En efecto, ella y yo nos citamos ese día por la noche en La Cafetería, en la calle Libertad de la Colonia Americana, en Guadalajara. Y es aquí donde comienza la distorsión de los hechos. La acusadora escribió: "Falcón me escribía mucho hasta que acepté tomar un café". Bueno, lo cierto es que nunca le escribí. ¿Por qué mentir? Pues, ¿cómo pude escribirle "mucho" si yo nunca había visto a Mariana R. antes de la cita, si yo no sabía nada de ella ni de su perfil de facebook que carecía de rostro, información y nombre real? La verdad es que fue ella quien me buscó, me contactó por 'messenger' y así, comenzó a escribirme muchos mensajes -debo decirlo- sobre todo de corte erótico. Y luego de leer y responder muchos de sus mensajes escritos por ella bajo un pseudónimo, y advertido yo de su interés por conocerme en persona y conversar conmigo, decidí invitar a Mariana R. a un café. Aunque cabe señalar que Mariana R. ya  tenía mucha información previa sobre mí a través de mi entonces programa de radio y de mis caricaturas políticas; yo en cambio, no sabía nada de ella, simplemente: no la conocía. Por tanto, el primer encuentro con Mariana R. fue una cita a ciegas.

Prosigue Mariana R. : "y luego me invitó a su casa". En realidad, en cuanto nos encontramos y reconocimos en el café, casi sin mediar palabra -con el antecedente del intercambio de mensajes intensamente eróticos vía 'messenger'-, comenzamos a besarnos con entusiasmo y alegría. El dependiente de la cafetería nos solicitó discreción, pues había muchos clientes alrededor. En ese momento le pregunté a Mariana si prefería que nos fuéramos a mi casa. Ella accedió. Nos fuimos caminando y durante el trayecto seguimos besándonos.

Menciono los detalles de contacto físico para que se comprenda el tipo de relación que se estableció desde el principio entre ella y yo. Casi no conversamos. De esa manera llegamos a casa y los besos continuaron. La que acusa sin embargo, escribe: "Yo sólo quería platicar". Aparte de decirme su nombre en La Cafetería, ella jamás platicó nada, es una chica de pocas palabras, muy reservada. Yo fui el que habló todo el tiempo. No obstante, sin precisar la circunstancia, ella añade sin más: "cuando estábamos en su sillón se bajó la ropa y puso su pene cerca de mí." ¿Cómo podía yo haber realizado semejante acto así de la nada? Ya comenté que no habíamos cesado de besarnos. Pero de manera deliberada (y de antemano ofrezco disculpas por la crudeza del relato, pero Mariana R. lo expuso ya en ese nivel) la acusadora omite que antes de mi acto que considera "acoso", realizamos tocamientos, besé su cuerpo, la acaricié en sus partes de forma íntima, y siguiendo dicha secuencia explícita fue que abrí el cierre de mi pantalón porque supuse que eso era lo que seguía. Es decir, se trató del juego de caricias previo (foreplay) a una relación erótica. No es verdad entonces que, de repente, sin motivo alguno -indicando un asalto que dizque la tomó por sorpresa-, "puso su pene cerca de mí". En realidad, después de besarnos y acariciarnos, me incorporé, abrí el cierre de mi pantalón porque entendí, repito, que iba con la secuencia del encuentro, pero en cuanto observé el gesto de turbación de Mariana R., me cubrí al instante de nuevo, sin acercarme a ella, más bien, al contrario: me aparté, me hice a un lado. Ella sin embargo, redactó: "Le dije que no muchas veces hasta que me dejó en paz y me fui de su casa". En realidad, nunca pronunció palabra, ni una sola: por tanto, miente cuando afirma haberme dicho que "no muchas veces": simplemente no dijo nada; con su cara de azoro, con su silencioso gesto de rechazo, expresó todo. Y a partir de ese instante se produjo un corto circuito que enfrió los ánimos e interrumpimos el encuentro erótico. Quedamos ambos desconcertados y luego de un silencio embarazoso, ella preguntó si yo quería "un oral". Me dio risa el término y ella sonrió también. Le respondí que resultaba obvio que no le gustaba esa forma de relación erótica, que se trataba de una preferencia como muchas otras y que, dada su reacción de evidente incomodidad, no se sintiera obligada a nada, podíamos expresarnos de otras maneras. Pero ya la situación se había enfriado y era realmente incómoda, así que ella me dijo que prefería irse. Así que salimos de casa, la acompañé hasta una gran avenida donde le pregunté si quería que le pidiera un taxi. Me respondió que ella se iría por su cuenta. Entonces, allí mismo nos despedimos de manera amable. ¿Por qué mintió sobre ese momento y lo presentó como hartazgo, algo irritante?: "Le dije que no muchas veces hasta que me dejó en paz y me fui de su casa". 

De esa manera, supuse que, dada la situación embarazosa experimentada por ambos, no volvería a ver a Mariana R. Pero supuse mal: ella pronto regresó a visitarme a casa de nuevo. Incluso, en varias ocasiones sin aviso previo. Así ocurrió durante 2012, 2013, 2014 y 2015. Además siguió de manera ininterrumpida contactándome por 'messenger' y luego vía 'whatsapp'. Mariana R. me buscaba ella a mí -subrayo- porque yo jamás la busqué. Además, nunca supe dónde vivía ni con quién; ignoraba cómo localizarla y ella me daba a entender que así estaba mejor la relación, sin que yo la buscara.

En suma, con Mariana R. se trató de una relación amistosa que sostuvimos de modo intermitente, como dije, de 2012 a 2015. De pronto, ella me avisó un día que suspendía las visitas a mi casa, pero continuó comunicándose conmigo vía 'whatsapp', pues ella padecía (o padece) insomnio y sabía que yo trabajo hasta muy entrada la noche. Así, en intenso intercambio nocturno de mensajes (y fotografías de ella), comentamos sobre sus orígenes y dificultades familiares, sobre libros, situaciones políticas, sobre cine, de sus amigos y sus clases de periodismo y, en ocasiones, realizábamos lo que cabría denominar, intercambio erótico digital muy intenso. Finalmente, desconozco la causa, ella interrumpió toda comunicación, de modo tajante, en 2015. Sólo recuerdo que se molestó conmigo porque yo no acudía a las manifestaciones de protesta por el caso de Ayotzinapa ni tampoco coincidía con su interpretación política sobre dicho caso.

Entre Mariana R. y yo hubo entonces una relación que, mientras duró, yo consideré cordial, respetuosa y amistosa. Sin disputas ni agresiones. De ahí mi extrañeza y asombro ante la reaparición de ella en 2019, es decir, cuatro años después de nuestro último contacto vía 'whatsapp', con una dizque acusación en mi contra por "acoso" citando -como señalé antes- de manera aislada, una sola escena en el sillón de mi casa; describiendo una versión 'editada' sin antes ni después, dando a entender además, que esa fue la única ocasión en que nos vimos."¿A poco regresé a tu casa después de eso?"

Comprendo que en estos casos resulte arduo aclarar la verdad mediante dichos; es decir, confrontando mi palabra contra la suya. Los "ella dijo", "yo dije", se prestan a desconfianza. Pero conviene señalar que la palabra de Mariana R. se tornó mucho más potente que la mía, porque la de ella se inscribió en un  poderoso y eufórico mecanismo de linchamiento colectivo que, encima, mediante el eslogan o la fórmula unilateral femenina 'yo sí le creo a ella' ("yo sí te creo"), me descalifica como hombre en automático 'yo no le creo a él' ("yo no te creo"), lo cual vuelve casi imposible la credibilidad del "derecho de réplica". Al calor de linchamientos digitales no cabe la presunción de inocencia, nadie está dispuesto a otorgar un voto de confianza al acusado, pero todos están dispuestos a lincharlo de inmediato.

En suma, el hecho del supuesto "acoso" ocurrió, como se mencionó antes, el día 24 de enero de 2012. Entonces, Mariana R. presentó la acusación de una situación que recordó, de memoria, ... en 2019. Es decir, me acusó con lo que más o menos pudo recordar, con lo que su mala memoria elaboró, ... ¡siete años después! Por mi parte, desconfío siempre de las trampas de la memoria y por tanto, como dije antes, llevo un diario, donde redacté -ese misma noche- todo lo acontecido. Añado también que, para evitar las versiones subjetivas de "ella-dijo, él-dijo", se puede probar y comprobar de qué manera continuó nuestra relación (después del dizque "acoso") hasta 2015, mediante copia del historial de chats en messenger y 'whatsapp', donde quedaron registrados los mensajes que ella me envió y el tipo de intercambio íntimo que se estableció.   

Cabe preguntar, ¿por qué hasta ahora dar a conocer los pormenores de una falsa acusación de "acoso"? Repito, mi costumbre de no responder a ningún anónimo ni perfil falso, me hizo mantenerme en la postura de dejar pasar sin comentarios de mi parte, la falsa acusación de Mariana R.; pero hoy, cuando en las redes sociales hierven ataques, desinformación, más mentiras y calumnias mediante perfiles falsos y anónimos, muchos aprovechan (ostentando su "superioridad moral" y desprecio ante un "acosador") mi caso de falso "acoso" para incrementar las calumnias ("recibe chayote de Raúl Padilla"; "el gobernador Alfaro le da chayote"; o, "qué lástima: se volvió conservador", "neoliberal", etcétera) para descalificar mis opiniones públicas siempre firmadas y con mi perfil verdadero. O personas que yo consideré amistades o gente pensante, se aprovechan con gusto de mi situación de linchado por el MeToo, para  impartirme -en despliegue de ingenuidad e ignorancia- dizque cátedra de lo que mal entienden como concepto de "género"; o para llamarme "misógino" porque no "respeto a las damas", porque "no soy caballeroso"; o bien, para enviarme videos de feminicidios, de violaciones sexuales, a manera de regaño preventivo: "en eso desemboca el acoso". Es decir, mi situación alienta a misioneros de la "decencia y buenas constumbres"-aun sabiendo que estoy al tanto de su currículum machista. A lo anterior finalmente, se añade la "cultura de la cancelación": citas, invitaciones, participación en mesas redondas, en conferencias, entrevistas se cancelan "misteriosamente". ¿La razón? "Es acosador de mujeres", ya así en plural, sin siquiera haber leído con atención que en el linchamiento del MeToo de 2019, me formularon una sola acusación y anónima (de Mariana R.) a la que aquí me refiero.

Por supuesto que reconozco la terrible condición de violencia de género que impera en nuestra sociedad machista-patriarcal y la necesidad de las mujeres de manifestarse y protestar, de no callar ante los abusos, acosos, violaciones y feminicidios. Pero, permitir la acusación anónima sin rigor (necesaria, se comprende, cuando la víctima está amenazada, intimidada, sujeta a agresión psicológica y física por el agresor) y usar la palabra y el concepto de "acoso" sin claridad ni precisión, dejándolo a la interpretación subjetiva, vaga y ambigua, en la práctica abre la puerta a la mera agresión, a la venganza, a la justicia por propia mano -no a la justicia en sí-, a la catarsis colectiva disfrutando del linchamiento de un chivo expiatorio, a río revuelto, pues "acosadores, violadores, feminicidas, golpeadores: todos son lo mismo". Encima, en los linchamientos digitales de falso "acoso" se montan personajes oscuros, mediocres, envidiosos de tiempo completo para, mediante perfiles falsos, atacarme, insultarme, desacreditarme, estigmatizarme y descalificarme.

Sé que Mariana R., aunque me haya bloqueado desde el momento en que le hice evidente su mala memoria, leerá la presente aclaración y coincidirá conmigo en que sostuvimos una relación amistosa, mientras duró, pero olvidó, malinterpretó y distorsionó los hechos con su versión de la escena dizque de "acoso" sin considerar, de manera responsable, no frívola, la repercusión de su "olvido", como me respondió por 'messenger'. Ignoro cuál fue el motivo de Mariana R. para elegirme como supuesto ejemplo de "acoso", pero ya no importa en estos momentos: ya fui linchado y por tanto, estigmatizado como "acosador", sin necesidad, seriedad ni interés de definir con precisión dicha palabra.

Agradezco a los amigos, pero sobre todo, a las amigas, que desde el principio del linchamiento, y sin sumarse en automático al coro de condena, no creyeron en el relato de la anónima  Mariana R. y me dieron su voto de confianza; gracias también a las amigas que leyeron con atención la narración del dizque "acoso" y decidieron formularme la pregunta elemental: "¿la chica está mintiendo, verdad?"  Así es: Mariana R. mintió desde el anonimato.

No dudo de las buenas intenciones del MeToo como maquinaria anónima, ciega a los matices, para implementar rápido, linchamientos digitales, pero conviene recordar que en el régimen actual del presidente López Obrador, el de la mal llamada "Cuarta Transformación", se propicia, fomenta y alienta una atmósfera precisamente de linchamientos, de bots, de calumniadores, de cobardes escondidos en perfiles falsos (ya comentaré en su momento de uno que decidió calumniarme de tiempo completo) y de mentirosos anónimos. Pues el presidente López Obrador ha logrado polarizar y enfurecer a las masas con su discurso populista simplón de "buenos" contra "malos", de manera que bien puede establecerse que es temporada de canallas y canalladas.

martes, 7 de marzo de 2023

lunes, 6 de marzo de 2023

domingo, 5 de marzo de 2023

sábado, 4 de marzo de 2023

jueves, 2 de marzo de 2023

miércoles, 1 de marzo de 2023