sábado, 31 de diciembre de 2022

jueves, 29 de diciembre de 2022

miércoles, 28 de diciembre de 2022

martes, 27 de diciembre de 2022

viernes, 23 de diciembre de 2022

jueves, 22 de diciembre de 2022

miércoles, 21 de diciembre de 2022

martes, 20 de diciembre de 2022

sábado, 17 de diciembre de 2022

viernes, 16 de diciembre de 2022

Es viernes y don Venus (y su gato) lo saben


En twitter (@falconvoy)

Ominosos signos de estos tiempos: el terriblemente histórico Día del Plan B(estial) contra la Democracia cierra con un atentado contra la vida del gran periodista Ciro Gómez Leyva

 

jueves, 15 de diciembre de 2022

martes, 13 de diciembre de 2022

lunes, 12 de diciembre de 2022

sábado, 10 de diciembre de 2022

jueves, 8 de diciembre de 2022

Popu¿listos?

Chuza de populistas embusteros

Martes negro para el populismo en América

La capacidad de entusiasmar (con mentiras) a amplios sectores de la población, contar con seguidores agresivos, acríticos e incondicionales, no exime a los líderes populistas de rendir cuentas a la justicia cuando ésta es autónoma y no le tiene miedo al poder.

Cristina Fernández, la vicepresidenta de Argentina, fue sentenciada a seis años de cárcel e inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos, por fraudes en la asignación de contratos de obra pública durante su gobierno.

Hasta ahora, 15 personas, incluidos exfuncionarios y directivos de empresas constructoras de Argentina, han sido detenidas por la asignación fraudulenta de contratos.

 En Washington, la comisión de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Capitolio perpetrado el 6 de enero de 2021, decidió recomendar al Departamento de Justicia imponer cargos penales a los instigadores del golpe.

Trump abdicó de su deber constitucional de defender a las instituciones, y le espera, cuando menos, la inhabilitación para siempre en puestos públicos.

Desde Nueva York llega la noticia de que la organización Trump fue hallada culpable de 17 cargos, entre ellos fraude fiscal y falsificación de registros comerciales.

No son inmunes, aunque su capacidad de movilización de contingentes vociferantes y hasta violentos sea una amenaza que esgrimen contra impartidores de justicia y la estabilidad de sus países.

Cristina Fernández, como en cualquier país con sistema judicial civilizado, no tendrá prisión oficiosa hasta que se desahoguen las apelaciones que su equipo de abogados se apresta a interponer.

 Ella se dice “víctima de la mafia judicial”.

Los seguidores de la expresidenta y actual vicepresidenta argentina anunciaron movilizaciones que tienen por objeto “paralizar el país”.

Destaca entre las acusaciones que dieron lugar a la sentencia, que cercanos a la entonces presidenta Fernández recibieron bolsas con millones de pesos en efectivo, a cambio del otorgamiento de contratos en la industria de la construcción.

Donald Trump, por su parte, se encamina a la inhabilitación –si bien le va–, por su proceder destructivo contra las instituciones que debió defender, y no agredir.

 La comisión informó que había acordado dar el paso sin indicar “quién sería el tema de las referencias”, pero resulta obvio que el Departamento de Justicia tendrá que actuar directamente contra Trump.

Los reportes desde Washington señalan que entre los posibles cargos se encuentran “conspiración para defraudar a Estados Unidos y obstrucción de un procedimiento oficial del Congreso”.

De acuerdo con el despacho de CNN desde la capital estadounidense, “los miembros del comité coincidieron ampliamente en que el expresidente y algunos de sus aliados más cercanos cometieron un delito al impulsar una conspiración para evitar la transferencia pacífica del poder”.

 Con lo acordado ayer por el comité investigador del golpe frustrado del 6 de enero del año anterior, Trump parece haber perdido cualquier posibilidad de eludir a la justicia.

El comité, compuesto por cuatro legisladores que son abogados, dejó abierto en quiénes debe recaer la responsabilidad penal de lo sucedido en esa fecha, cuando una turba de personas armadas intentó impedir que el Congreso validara el triunfo del candidato opositor, Joe Biden.

Seguramente dará los nombres en las siguientes tres semanas.

El Departamento de Justicia tendría la última palabra sobre si actuar sobre las recomendaciones del comité investigador del Congreso, o presentar sus propias evidencias ante un gran jurado y así proceder con una acusación formal.

El proceso penal de ese tipo correría en paralelo a la investigación que lleva a cabo el propio Departamento de Justicia en relación con la sustracción de documentos clasificados y secretos de la Casa Blanca por parte de Trump y que fueron hallados en su residencia en Florida.

De esa manera, a las acusaciones se agregaría una adicional: espionaje.

Por ley, el comité de la Cámara de Representantes sólo puede operar durante la actual legislatura, por lo cual las remisiones criminales tendrían que ser recibidas durante las próximas tres semanas, a más tardar.

Así es que Estados Unidos se encamina a dar un ejemplo hemisférico sobre la obligación de los presidentes de defender a las instituciones.

En este caso el presidente de la República alentó el ataque a una de ellas, el Congreso, por lo que habrá consecuencias.

Y desde el sur, Argentina enseña el músculo que puede tener un Poder Judicial independiente del poder político y también del poder económico.

Ahí no hay venganza: la sentenciada está actualmente en el poder.

El intervencionismo del Rey del Cash

miércoles, 7 de diciembre de 2022

El deseo

 José Antonio Marina: “Que se haya puesto de moda la felicidad es catastrófico”

Madrid -3dic022

La historia, esa gran recopilación de acontecimientos con la que intentamos entender el pasado a partir de ángulos, miradas, documentos, fechas, guerras, imperios, alianzas, traiciones y una sucesión de hechos tantas veces golpeados por el relato de los vencedores, tiene una aproximación novedosa, original. El filósofo José Antonio Marina (Toledo, 83 años) la recorre a partir de las emociones, los deseos y las pulsiones que acechan la búsqueda de felicidad en El deseo interminable (Ariel). En este nuevo libro, aborda las emociones que están detrás de los actos humanos y que, por tanto, han configurado el relato del pasado.

 Respuesta. Es el gran motor. Toda la historia está movida por las motivaciones.

P. ¿También Hitler y Putin están movidos por esto?

R. Las acciones están generadas por deseos, pasiones y miedos, es decir, por el mundo afectivo. Hay personas que toman decisiones movidas por sus deseos concretos, y, cuando agregan a los demás, se producen deseos colectivos. Eso da lugar a los movimientos de la historia. Putin, por ejemplo, ha decidido la guerra de Ucrania movido por un deseo de ejercer el poder, de proteger su dinero, la grandeza de Rusia, vengarse de Occidente… Lo que quieras, pero es un deseo y solo después están los argumentos. En su último discurso para justificar la guerra despertó en el pueblo ruso el miedo a Occidente, la necesidad de recuperar la grandeza de Rusia y la movilización que deseaba. Los argumentos solos no movilizan, necesitamos que enlacen con deseos. Estamos hablando de poder, uno de los grandes deseos que intervienen en la historia y ninguno se mantiene solo por la fuerza, tiene que movilizar la obediencia de los súbditos. También el régimen nazi estuvo basado en la obediencia, como ahora el chino.

P. ¿Está fracasando Occidente a la hora de conseguir la autoridad moral de sus líderes para sostener la credibilidad del sistema?

R. Después de una época de auge de las democracias, hoy vemos una especie de desconfianza, y ese es el gran fallo del mundo occidental. Por eso están apareciendo las democracias iliberales, con líderes fuertes que llevan hasta al límite la legalidad. Pasó con Trump, Bolsonaro, Erdogan, Putin, Orban, Kazynkski… De repente, empiezan a tener atractivo dentro de las democracias. Los occidentales no estamos reconociendo los grandes logros conseguidos y hay una desconfianza excesiva en el sistema que entronca con la nostalgia del líder fuerte. Consideramos a China solo como potencia económica y tecnológica cuando resulta que es una potencia ideológica muy fuerte que está haciendo proselitismo de su modelo. Estamos tan sumamente obsesionados por la economía que no nos damos cuenta de esto, de hasta qué punto las propuestas teóricas de Xi Jinping están calando.

P. ¿Cuál es el problema de los occidentales desde el punto de vista de las emociones? Nos sobran razones y argumentos, pero falta adhesión a nuestro modelo.

R. Tenemos una vida política excesivamente emocional, que genera una polarización muy grande. No hemos conseguido, por ejemplo, tener una emoción relacionada con el término Europa, o con “democracia”. Ahí hemos fallado. Y fácilmente volvemos a lo ancestral. Los centros emocionales están muy profundos en el cerebro y cambian muy lentamente. En cambio, los centros cognitivos están en la corteza y lo hacen muy rápidamente. Por eso, podemos cambiar muy rápido de ideas y no de emociones, y las más viejas pulsan por salir. Por eso, las guerras funcionan siempre igual: quiero destrozarte, sufro y quiero vengarme. Son emociones viejísimas que emergen en el momento en que el control cognitivo desaparece. Hoy las columnas de huidos de Jersón llevan móviles, pero están huyendo exactamente igual que siempre. Nuestros sistemas emocionales no cambian, estamos atascados en un primitivismo.

P. ¿Por qué estamos tan polarizados?

R. Por la misma razón por la que ha aumentado la importancia de la identidad. Una de las emociones más ancestrales de la humanidad es la pertenencia al grupo. En un mundo globalizado eso empieza a perderse, lo que genera miedo y la gente quiere volver a sentirse identificada con su grupo. Una de las formas que tiene un grupo de cohesionarse es oponerse a otro.

P. El enemigo exterior.

R. Todo el enfrentamiento de ideologías que hoy se produce es de confirmación. Eso es lo que ha hecho Putin con Occidente, somos los malos. En nuestro caso, la polarización está basada en la identidad política y social: el valor que doy al pasado respecto al futuro, la confianza en la tradición, el miedo a la novedad. En un grupo conservador como Vox, por ejemplo, eso hace que se junten personas muy diferentes. ¿Qué tiene que ver estar contra el aborto con que te guste la caza o los toros o que estés contra los gais? La cohesión está en los valores eternos y todo lo demás es peligroso. Y si buscas un enemigo refuerzas al grupo. El otro hace lo mismo. El carácter conservador y el progresista se heredan, se ha escrito mucho sobre ello, pero hay un componente fisiológico en el conservador que es que prefiere evitar el castigo y por ello el riesgo, quiere volver a lo seguro; mientras que el progresista prefiere conseguir el premio, se arriesga, innova. El problema es: ¿y no hay nadie en medio? Un centro exige estar siempre valorando conductas distintas y es lo menos cómodo. En España no ha funcionado.

P. ¿Somos más fratricidas, estamos más polarizados?

R. No creo que España sea especial. Se da en Francia, en Reino Unido. Lo que pasa es que en ocasiones aquí se hace más violento.

P. Por ejemplo, en la Guerra Civil.

R. Es uno de los casos típicos, no puedes entenderla si no entiendes las pasiones, los deseos, los miedos, el espectro emocional de ese momento. Azaña lo dijo: la rebelión de Franco está producida por el miedo.

P. ¿Cuáles son hoy las grandes emociones?

R. Las de hoy, ayer y siempre son las mismas y son universales: la pena, la alegría, el enfado, el miedo y el asco. Son de todas partes y a partir de ahí las culturas van creando variaciones o sentimientos más complejos. En el diccionario español hay más de 650 sentimientos. Todas las variaciones de la tristeza en la cultura española son la nostalgia, melancolía, abatimiento, culpa… La nostalgia es tan moderna que la palabra no existía hasta el siglo XIX. Y hoy la más extendida es el miedo. El miedo y el sentimiento de identidad.

 

P. ¿Nuestro modelo de precariedad no está generando desafección?

R. Sí, en unos grupos y adherencia en otros. Las nuevas tecnologías te permiten filtros burbuja para relacionarte solo con aquellos con los que queremos: los gais, los trans, los católicos, las lesbianas… Estamos globalizados y desarrollados en unas cosas y volviendo al terruño en otras. Y eso muchas veces produce trastornos.

P. ¿No hemos progresado?

R. Vivimos más tiempo, las enfermedades se controlan mejor, mueren menos madres e hijos en los partos, hay menos hambre en proporción al pasado, hay más escolarización. Pero se producen colapsos terribles y se viene todo abajo. El siglo pasado, dos guerras mundiales, genocidios que empiezan en Armenia y terminan en Ruanda, hambrunas gigantescas con millones de muertos como la de Ucrania, provocada por Stalin, y la de China, la violación de las mujeres como arma de guerra que vemos otra vez… En cuanto se resquebraja una especie de barniz moral que tenemos, emerge de repente un personaje que me da miedo.

P. ¿El colapso ético hoy es posible?

R. Sí, es posible. Ocurrió no hace tanto tiempo en la nación más culta, tecnológica y científicamente más avanzada que era Alemania. La gente que mató a cinco millones de judíos no eran enfermos mentales. Era gente corriente que de repente vio desaparecer toda la estructura legal y ética. Y aparecieron emociones muy peligrosas. Las hay peligrosas y hay otras protectoras como la compasión.

P. Marx definía la felicidad como la lucha, otros como bienestar. ¿Cómo lograr que la búsqueda de felicidad se convierta en algo provechoso para la colectividad?

R. Hay dos tipos de felicidad: en minúsculas y en mayúsculas. Pero desde el siglo XVIII nos hacemos conscientes de otra, la felicidad social, pública, la única en que podemos coincidir, que nos lleva a preguntarnos: ¿en qué modelo queremos vivir?, ¿queremos estar protegidos por el derecho o que impere la fuerza?, ¿ser compasivos o feroces?, ¿contar con los demás o vivir aislados? Y una vez que tengo ese marco de derechos y de compasión, me dedico a buscar mi felicidad privada. La idea de felicidad enlaza con la idea de justicia, que es la felicidad social. Tengo que compaginar las dos cosas y darme cuenta de que, aislado, tengo muy pocos recursos, voy a estar a merced del más poderoso, por lo que tengo que colaborar a un marco de felicidad social que me proteja. Y esa es la dialéctica que olvidamos con demasiada facilidad. En Ucrania, por ejemplo, no se puede ser feliz porque tengo un marco de absoluta infelicidad pública que se ha ido perfilando desde la Revolución Francesa con el Estado de bienestar. Algo que contaba Heródoto es que cuando moría el rey de Persia durante cinco días quedaban abolidas todas las leyes. La gente podía matar, robar, violar. ¿Para qué? Para que se dieran cuenta de que necesitaban estar protegidos por leyes. Y eso lo olvidamos. La idea neoliberal o ultraliberal de un Estado de derecho es que nadie se meta en mis derechos porque van a alterar mi libertad. No saben lo que están diciendo. Usted necesita a los demás para realizar sus derechos.

P. Imperan el individualismo y la desigualdad.

 

R. Por eso es una sociedad muy conflictiva. Que se haya puesto de moda la felicidad es catastrófico, porque se está diciendo a cada uno que piense en su felicidad psicológica y se rompe la relación de la felicidad con la justicia, con la ética y con la felicidad pública. Es una vuelta al narcisismo. Se está encerrando a la persona en su felicidad y rompiendo el lazo con la felicidad social. Las propuestas de la psicología positiva son ferozmente reaccionarias y antiéticas. Estamos en una pobreza intelectual y un absoluto colapso del pensamiento crítico. La filosofía está absolutamente en crisis, pensando en aforismos y cositas y extendiendo desde las universidades americanas que no podemos inquietar a los alumnos. Y el pensamiento crítico inquieta.

P. ¿Qué debemos hacer?

R. Tenemos que rearmarnos intelectualmente, tenemos un barullo conceptual tremendo. Hay un descrédito de la verdad desde la propia filosofía, porque la verdad no se puede alcanzar; desde los religiosos, porque la verdad es revelada; desde los políticos, porque han aparecido las fake news; desde las universidades, porque aparece la verdad relacionada con la identidad y no es universal. Eso puede acabar demoliendo grandes conquistas como la democracia o la ética que se basa en verdades universales. La crisis del pensamiento crítico es tan brutal que tenemos que hacer una campaña de reivindicación de la verdad como algo que se puede conseguir. La verdad es difícil y la gente dice para qué me voy a esforzar si cada uno tiene la suya. Eso al final solo servirá para que valga la ley del más fuerte.

martes, 6 de diciembre de 2022

viernes, 2 de diciembre de 2022

jueves, 1 de diciembre de 2022

martes, 29 de noviembre de 2022

domingo, 27 de noviembre de 2022

jueves, 24 de noviembre de 2022

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Oportunidad

¿Quién es ese con cabeza de huevo de Colón?

Cristóbal Colón / retrato atribuido a Rodolfo Ghirlandaia (Museo Naval de Pegli, en Génova)
 

¿Y si Cristóbal Colón fue un gallego que se hizo pasar por genovés?

Ya se ha exhumado la tumba de Xohán Mariño de Soutomaior, pariente de Pedro de Soutomaior, conocido como Pedro Madruga, supuesto verdadero nombre del navegante

El revisionismo histórico del XXI seguro que tiene algo que ver con el afán de buscarle otro origen a Cristóbal Colón. A los incrédulos de su filiación no les convence (o no les gusta) que la respuesta conocida sea Génova. La historia dice que el descubridor de América era genovés, pero las teorías se llevan sucediendo durante siglos. Los catalanes (independentistas, mayormente) quieren que Colón sea catalán como Miguel de Cervantes (Miquel Servent), y que se llame Cristófor Colom. Dicen que en vez del puerto de Palos, la Pinta, La Niña y la Santamaría salieron del Ampurdán, en una vuelta un poco absurda, incluso creyendo viajar a las Indias.

Pedro Madruga

Portugal, Guadalajara (España) o Mallorca también participan en la subasta de la nacencia. En Galicia han ido más allá de levantar la mano y se han puesto a desenterrar a los muertos en Pontevedra no por capricho, sino porque Eduardo Esteban, de la Asociación Cristóbal Colón Gallego, afirma que «el apellido Colón solo existe en Pontevedra». Buscan en los cementerios de San Salvador de Poio, en Pontevedra, y en el de San Martiño de Sobrán, en Vilagarcía de Arousa, donde ya se ha exhumado la tumba de Xohán Mariño de Soutomaior, supuesto pariente de Pedro de Soutomaior, conocido como Pedro Madruga, quien creen que es el verdadero nombre de quien llegó y nombró precisamente a la isla de San Salvador.
La misión es encontrar ADN para compararlo y demostrar la auténtica procedencia gallega de un falso genovés que se hizo llamar Cristóbal Colón para que no descubrieran su fallida alianza en contra de Isabel la Católica. Dicen que en el siglo XV había gallegos apellidados Colón. Una afirmación refrendada por los documentos parroquiales de, otra vez, San Salvador, donde aparecen propietarios de tierras con este apellido. De encontrarse los restos de estos «Colones» los compararán con los del propio Colón, de quien también aseguran que escribió cartas en gallego con nombres de lugares descubiertos que se corresponden con otros de la costa gallega.
 

La Universidad de Granada lo niega

La historia conocida afirma que el explorador nació en Italia en 1451 y murió en Valladolid en 1506, queriendo ser enterrado en La Española, hoy República Dominicana. Sus restos fueron llevados allí en 1542, trasladados a Cuba en 1795 y finalmente trasladados a Sevilla en 1898 cuando España perdió Cuba. En la ciudad andaluza se tomaron las muestras que hasta hoy no han podido analizarse por no disponer de la tecnología adecuada para su análisis y comparación con los restos de su supuesto «primo» gallego, de apellido Sotomaior, una teoría que ya el año pasado, tras el estudio del ADN, la Universidad de Granada refutó, asegurando la indudable cuna italiana del navegante.

"Cuántas veces te dije que antes de hacerlo (alabar a Fidel Castro) había que pensarlo muy bien"


 

Pablo Milanés (1943-2022)

Nació en Bayamo (Cuba) el 24 de febrero de 1943 y murió en Madrid el 22 de noviembre de 2022

Partidario de la Revolución cubana, de la que sin embargo fue víctima a mediados de los sesenta, fue miembro de la llamada Nueva Trova cubana a finales de la década junto a Silvio Rodríguez. Grabó decenas de discos y cantó a José Martí o César Vallejo. Ganó un premio Grammy latino al Mejor álbum de cantautor en 2006 y otro a la Excelencia en 2015

 

La voz defensora de Fidel Castro que solo renunció al final, y a medias, a su dictadura

Gran defensor de la Revolución cubana, terminó sus días en Madrid con críticas a las represalias contra los disidentes del régimen que enalteció durante casi toda su vida

- Mario de las Heras

Cuando a Pablo Milanés le preguntaron por qué había apoyado al régimen cubano después de haber pasado años en sus cárceles y campos de trabajo a mediados de los sesenta, respondió que porque él era un verdadero revolucionario y ellos no, lo cual no significa nada y al mismo tiempo casi todo.

Esto lo dijo en 2015, muy lejos ya de los tiempos en que decir cosas así le hubieran impedido, por ejemplo, formar parte del Instituto Cubano de Arte y Cinematografía (ICAIC) al que perteneció dentro del llamado Grupo de Experimentación Sonora, financiado por sus carceleros, junto a Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Eduardo Ramos o Sara González, fundadores de la Nueva Trova.
Milanés decidió amarrarse al régimen comunista de Fidel Castro para poder cantar y amar, casi dos mismas cosas en él. Tuvo cinco mujeres y les cantó a todas ellas, aunque a ninguna tanto como a Yolanda, la segunda, madre de tres de sus siete hijos oficiales, de los que dicen las malas (o las exactas) lenguas que en realidad son nueve.

Una de las hijas de Yolanda, Suylén (fallecida el pasado enero de una afección cerebrovascular), tuvo una relación con Camilo Guevara, hijo del Che, de la que nació una hija, Camila, la nieta del revolucionario asesino y también del cantante cubano. Casi el colmo del parentesco, como si al artista tuviera que perseguirle de por vida su afinidad con el régimen castrista, al que solo al final, conseguido ya todo de él, rechazó por su trato a los disidentes.
Todavía en 2006 felicitaba en un concierto en La Habana los 80 años de Fidel: «Felicidades, Fidel. Para ti estas canciones añejas que no dejan de tener una vigencia absoluta». Un espectáculo organizado por la dictadura cubana en honor de su líder donde Milanés cantó a la figura y a la revolución de Castro cuando ya estaba más que demostrado el fracaso del comunismo, a lo que tardaría aún una década en aludir, causando el enfado de su amigo Silvio, obcecado en la consigna criminal: «Hasta la victoria siempre».
Más allá de sus dudosas y contradictorias afiliaciones políticas, de las que terminó renegando, pero no del todo, dejó bellas canciones, desde los tiempos infantiles del conservatorio habanero al que le llevó su madre, interpretadas con su voz inconfundible de agudo timbre hermoso.

domingo, 20 de noviembre de 2022

jueves, 17 de noviembre de 2022

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