miércoles, 30 de abril de 2014

Tlatoani descubre ruinas


Antes pan ahora migajón


Miércoles de cara dura en caricatura

Rachel Weisz por Jeff Stahl
 Rihanna por Alexander Novoseltsev
Cristiano Ronaldo por RGalvao

martes, 29 de abril de 2014

Pre-30 de abril

Por 
aquí 
va
una 
hormiguita
                           buscando 
                                     su 
                               casita…  
                             ¿La halló?  
                             ¿No 
                               la halló?
                                ¡Por 
                                   aquí 
                                      la 
                             encontró!

Hoy, eclipse de sol/O del anillo de fuego

El Sol se verá como un anillo de fuego por encima de algunas partes remotas del mundo hoy martes, 29 de abril, durante un eclipse.
Desafortunadamente, en la mayor parte del mundo no podrá verse.

Mientras que los eclipses lunares ocurren sólo cuando hay luna llena, los eclipses de Sol sólo suceden durante la luna nueva. La mitad del mundo vio un eclipse lunar durante la luna llena, el 15 de abril. Cuando se produce un eclipse lunar, por lo general significa que hay también un eclipse solar en la anterior o posterior luna nueva.

El eclipse solar de este martes es "anular". Eso es porque se producirá cuando la Luna esté a su mayor distancia de la Tierra, por lo que es demasiado pequeña para cubrir el sol por completo. El efecto resultante es como un anillo de fuego alrededor de la silueta de la luna.
El único lugar en el mundo donde será visible en todo su esplendor es una pequeña zona en la Antártida, pero Australia tendrá también una buena vista, sobre todo, desde Tasmania.

La conversión de objeto en sujeto/O de la (re)creatividad del Yo

Pigmalión, 1902, Jean-Léon Gérôme

Cleptomanotas azules


lunes, 28 de abril de 2014

JEP en el post-Día del Libro


¿Cambiar cambiando el lenguaje?

El profesor de lingüística Henry Higgings (Rex Harrison) y la vendedora de flores Eliza Dolittle (Audrey Hepburn) en My Fair Lady (versión cinematográfica de George Cukor de la obra teatral Pigmalión de GBShaw)

Don Étimo en punto

Quizá por la confusión de abordar a tiempo un punto de la agenda de trabajo (suponemos), el uso de la palabra puntual se ha distorsionado y se emplea erróneamente como sinónimo de riguroso, preciso, claro o exacto. Pero conviene recordar que el vocablo puntual es adjetivo de tiempo con el significado de "a tiempo de reloj, con puntualidad horaria, pronto, diligente, ejecutando tareas a tiempo y sin dilación". Así que cuidado con políticos y lorocutores que 'quieren ser muy puntuales' con lo que declaran o profieren suponiendo erróneamente que eso significa que 'quieren ser muy claros, rigurosos o precisos'. En realidad, son muy impuntuales, ya van tarde con el aprendizaje del español.

Transpórtese bien


El Papa extra


domingo, 27 de abril de 2014

Psiquiatra por correspondencia San Doval se autodiagnostica complicidad

San Doval ora en el Country Club  
Mural, 27 abril 2014.- Juan Pablo II "actuó a tiempo y bien" en cuanto a las acusaciones sobre pederastia clerical. El Cardenal emérito de Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez toma por los cuernos un tema candente, en torno a la canonización de Juan Pablo II: los abusos a menores de edad y el conocimiento o desconocimiento de Karol Wojtyla al respecto.

"La conducta indebida del padre Marcial Maciel no se puede negar, pero se explica por una distorsión de su personalidad, una enfermedad mental de esquizofrenia que se manifiesta en doble o triple personalidad, lo que lo hizo capaz de poder, durante medio siglo, aparentar y engañar a propios y extraños", expuso Sandoval.

"Juan Pablo II era un hombre santo, pero no un adivino y no podía saber lo que estaba detrás de éste o de otros personajes, mucho menos si los que lo rodeaban le escondían o filtraban las cosas, como sucede en general con los gobernantes".

Santos/ O de curar (en el sentido de curaduría en arte) milagros

Al rango de santo en la actual Iglesia católica se accede apropiándose de la función del médico: curar. Un santo es un doctor y viceversa: ambos curan.
Así, en el caso del Papa Roncalli (Juan XXIII) una monja aseguró haberse curado de un tumor en el estómago; en el caso del Papa Wojtyla (Juan Pablo II), otra monja aseguró haberse curado del mal de Parkinson. Es obvio el deseo de imitar al hacedor de milagros por excelencia: Jesucristo. Pero, éste además de curar enfermos hizo gala de mayor imaginación. Caminó sobre las aguas, por ejemplo. 
¿Qué significa, hoy en día entonces, que un milagro -para ser creído- se base siempre en la curación del cuerpo; esto es, de un milagro somático?  
Dado que todo el espectro religioso aparece como un problema de conciencia, ¿no cabría imaginar un milagro siquiera de curación de la conciencia? Pero, claro, siempre resultará más espectacular la desaparición inexplicable de un tumor maligno que la desaparición de autismo, esquizofrenia o depresión crónica. 
Vaya paradoja de las obras sobrenaturales hoy en día reducidas a fallas naturales del cuerpo humano. El milagro católico, el consultorio médico y la farmacia lucran con la enfermedad. (MFM)

sábado, 26 de abril de 2014

jueves, 24 de abril de 2014

San Papa




La canonización de Estado de Juan Pablo II
-Bernardo Barranco
Llama la atención la dimensión política de las canonizaciones pontificales. Tanto en la canonización de Juan Pablo II como en la de Juan XXIII, se infringieron las normas. En el caso del papa Wojtyla, Benedicto XVI decidió no esperar los cinco años de su muerte para iniciar el proceso canónico. Y en el de Roncalli, Francisco decidió no presentar el segundo milagro para santificarlo. En ambos casos no sólo se brincaron las pautas, sino que hubo prisa. Pone de manifiesto la falta de rigor de la Congregación para las Causas de los Santos, de la que tanto presume su prefecto, el cardenal Angelo Amato.
Es evidente para todos que Francisco optó por una inédita doble canonización de pontífices como una medida política de contrapesos. Dejar que los reflectores iluminaran sólo a Karol Wojtyla tenía riesgos, pues reactivaría los alicaídos ímpetus conservadores de la curia. Juan Pablo II es el héroe de la fe y una especie de "Napoleón eclesiástico" para los sectores conservadores nostálgicos de una Iglesia fuerte y triunfal. Juan XXIII, por el contrario, representa otro modelo eclesial que emana del concilio, más abierto y plural frente a los desafíos de la sociedad moderna.

Resulta contrastante constatar que México es al mismo tiempo un país entusiasta con la canonización de Juan Pablo II, pero al mismo tiempo aquí surgen los mayores reclamos y rechazo a su santificación, por las sospechas más que fundadas de protección no sólo a Marcial Maciel y sus legionarios, sino a la pederastia clerical. Deliberadamente o por omisión, el pontificado de Juan Pablo II apoyó y cobijó a Marcial Maciel, y fue gracias a un sistema de privilegios que Maciel montó un imperio eclesial/empresarial, cuyo fundamento es la doble moral que desvirtúa la misión y la identidad de toda la Iglesia.

Por ello pensamos que se opera una canonización de Estado. El Vaticano privilegió, en el caso de Wojtyla, al jefe de la Iglesia, al impactante líder mundial y al hombre de Estado sobre el creyente portador de una fe y espiritualidad profundas. De haber respetado al creyente y místico Wojtyla, tendría la obligación de ser más cauto y paciente. Después de 27 años, Juan Pablo II carga un largo pontificiado de luces y sombras. No sólo protegió a Maciel: emerge su papel en la guerra fría y en la caída del muro de Berlín. Marco Politi y Carl Bernstein, en su muy famoso libro Su santidad, insinúan acciones católicas de espionaje y de insurgencia encubiertas en Europa del este, alianzas con la CIA, pactos secretos con los ultraconservadores Ronald Reagan, Margaret Thatcher, etcétera. Están los aspectos de la represión que desata Juan Pablo II contra los derechos humanos y religiosos de muchos actores en la Iglesia progresista, llámense Teología de la Liberación, en América Latina, o aquellos teólogos que buscaban nuevas síntesis en términos de ética cristiana y sexualidad en Europa y Estados Unidos. Su cerrazón ante el derecho de las mujeres no sólo dentro de la Iglesia, sino su papel cosificado como madre/mártir de la familia tradicional. En otras palabras, el papa polaco tiene algunos expedientes candentes, humeantes, propios de un estadista de larga duración. Sin embargo, los escándalos mundiales de pederastia surgen en su pontificado y los hereda al sufrido Benedicto XVI, estigmatizando una herida en el capital moral de la Iglesia.

Es claro que en México Juan Pablo II tiene un lugar especial entre la población. Hubo una histórica empatía. Tanto en 1979 como en 1990, el papa movilizó en cada viaje a 20 millones de mexicanos; ni el PRI en sus mejores años tuvo tal capacidad de acarreo. Resulta evidente que en el país Juan Pablo II descubrió su talante viajero, cuya fórmula fue una de las mayores y más novedosas aportaciones. Sin embargo, el pecado más grave que pudo haber cometido Juan Pablo II, además de haber protegido a pederastas, ha sido haber creado una ilusión de una Iglesia triunfalista. A través de su gran capacidad de convocatoria, el papa Juan Pablo II creó una burbuja ilusoria, donde se veía a una Iglesia de masas, certera, potente e imperial. Capaz de ofrecer espectáculos suntuosos, en liturgias teatrales, y de transmitir verdades absolutas a un mundo incierto, verdades categóricas inamovibles.

Mención especial merecen muchos medios electrónicos, principalmente televisivos, que siguen exprimiendo mercantilmente el carisma del papa polaco, aun después de muerto. Desde sus funerales, beatificación y ahora santificación, las grandes cadenas presentan coberturas fastuosas y especiales, corriendo riesgos de convertirse en instrumentos de prédica religiosa improvisada. Donde muchos conductores se convierten en telepredicadores baratos y patéticos. Desde Roma enlazan transmisiones exaltando testimonios, hechos, anécdotas, virtudes y estadísticas del personaje. Esperamos que den un tratamiento más equitativo a Juan XXIII, el papa bueno, y no se focalicen sólo en Juan Pablo II. Particularmente la televisión mexicana se ha caracterizado por sobreadjetivar y enaltecer las bondades de Juan Pablo II; de manera acrítica, nos vende un héroe santo. Donde la exaltación del personaje opaca su circunstancia y el análisis sereno y escrupuloso de su trayectoria.
 Caricatura de Taylor Jones

Efecto vacaciones

-¿Sigues aplatanado? 
-Me interrumpiste: estaba contando las nubes
-Hay que ir regresando al horario normal

Es jueves del Acertijo

-¿Qué hay entre la espada y la pared? 
-La y

Exs


Bibliomanía


miércoles, 23 de abril de 2014

Duelo

TV- ¿Cuántas veces debo decírtelo, milhojas? ¡Quítate de en medio, estorbas la vista!
Libro- Ay, sí: "pantalla de plasma" ¡Yo tengo más plasma y sustancia que tú, 
rectángulo aplastado!
TV- Arrogante pieza de anticuario ¡Largo de aquí, distraes a los espectadores!

En el Día del Libro... de papel/ O de la vista y el tacto

En la reseca era técnica de la computación todoterreno
el hombre es el único anfibio que logra a la vez, respirar 
en islas de libros que la erosión tiende a distanciar 
y manipular, teclear, toquetear, sobar gadgets sin freno

Verano de fuego

Muchos años después había de recordar aquella tarde en que su amiga lo llevó conocer el hielo

Caricatura con mirada mercurial

Meryl Streep por Andrea Gerstmann
Meryl Streep por Andre Carrilho
 Meryl Streep, boceto de Jason Seiler
 Meryl Streep por Alberto Sting Russo
Anne Hathaway por Jeff Stahl

Pieza errónea


martes, 22 de abril de 2014

De exs

¿P or qué se dice que el senador Javier Lozano (ex-secretario/"coopelas o cuello"/ del gabinete panista del ex-felipito) no debe encabezar la Comisión de Telecomunicaciones donde se debaten las condiciones de acceso a internet? Porque Silvana Ponzanelli (en la foto), la recién exesposa del senador, es miembro de la Fundación Televisa que le proporciona al senador no sólo información privilegiada sino sentido de orientación a favor del monopolio.

¿Que los monopolios (Televisa, Telmex) con el gobierno de gerente metan las manos a internet... o que las saquen?/ Sobre el debate digital


La iniciativa de Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión que el presidente mexicano Enrique Peña Nieto ha enviado al Senado incluye artículos sobre la regulación de Internet que han creado controversia sobre la posibilidad de que ofrezcan una manga ancha a las autoridades para intervenir en el control de la red.
Dos artículos concentran las dudas sobre la idoneidad de las normas tal y como han sido presentadas. 
En el artículo 145 se dice que los servidores de Internet podrán "bloquear el acceso a determinados contenidos, aplicaciones o servicios a petición expresa del usuario, cuando medie orden de autoridad o sean contrarios a alguna normatividad". 
En el artículo 197 se fija la potestad de "bloquear, inhibir o anular de manera temporal las señales de telecomunicaciones en eventos y lugares críticos para la seguridad pública y nacional a solicitud de las autoridades competentes".
Uno de los participantes en las audiencias públicas del Senado, Jesús Robles Maloof, del Colectivo Internet Libre para Todos, afirma que para México el proyecto "es el más grande reto autoritario desde que Internet existe". 
Claudio Cossio, CEO de interesante.com, incide en la indefinición de la normativa: "Muchos puntos quedan abiertos. Poniendo excusas de seguridad nacional o de combate al narco, algunas autoridades pueden aplicar la censura. Los ciudadanos quedamos indefensos en estos casos". 
Luis Fernando García, abogado de la ONG Red en Defensa de los Derechos Digitales, alerta de que el artículo 197 (el que fija que se podrá suspender el servicio de Internet "en eventos y lugares críticos para la seguridad pública y nacional") supone otorgarle al Gobierno la capacidad de restringir la posibilidad de comunicarse en medio de protestas sociales; en sus palabras: "Es bajar el interruptor de las comunicaciones para impedir la organización de manifestantes y la denuncia de violaciones de derechos humanos durante las protestas".

Eterno retorno al punto de partida


lunes, 21 de abril de 2014

Entre la bruma espesa del incienso

"Cien años de soledad está bien, pero le sobran veinte o treinta"
-Jorge Luis Borges
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"La prosa de García Márquez es esencialmente académica, es un compromiso entre el periodismo y la fantasía. Poesía aguada. Es un continuador de una doble corriente latinoamericana: la épica rural y la novela fantástica. No carece de habilidad pero es un divulgador o, como llamaba Pound a este tipo de fabricantes, un diluter."
-Octavio Paz

De libros y funerales


Primero fue el Niño Araña

domingo, 20 de abril de 2014

sábado, 19 de abril de 2014

Hallazgo

 
Descubren entre ruinas la pastilla de jabón que usó Poncio Pilatos; la sorpresa es que es aromático (huele a romano) y aún sirve

viernes, 18 de abril de 2014

Cimbrándose


Santo findesemanía

Viernes, presiona Venus


-No, si no me acompañas a la playa ¡Parece que tienes arraigo domiciliario!

jueves, 17 de abril de 2014

Escritor por siempre


Premio que ve más allá del soporte digital

'En un momento en que el periodismo afronta graves dificultades por los cambios culturales y las transformaciones que está sufriendo el modelo industrial que lo sustenta, la concesión del Premio Pulitzer a los diarios The Guardian y The Washington Post por las exclusivas sobre el espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos constituye una muy oportuna y saludable reivindicación del buen periodismo. Se ha premiado la valentía de un tipo de trabajo comprometido con su principal cometido: ofrecer a la ciudadanía información veraz y contrastada y ejercer la vigilancia del poder desde el rigor y la independencia.' (...)
-editorial de El País titulada Periodismo valiente, 17 de abril de 2014

miércoles, 16 de abril de 2014

La última y nos vamos


Gabo

Un señor muy viejo con unas alas enormes
Al tercer día de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era a causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas.
         Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corrió en busca de Elisenda, su mujer, que estaba poniéndole compresas al niño enfermo, y la llevó hasta el fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo caído con un callado estupor. Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante. Fue así como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con muy buen juicio que era un náufrago solitario de alguna nave extranjera abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina que sabía todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bastó con una mirada para sacarlos del error.
         — Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
         Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos. Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con su garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo encerró con las gallinas en el gallinero alambrado. A media noche, cuando terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando con el ángel sin la menor devoción y echándole cosas de comer por los huecos de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal de circo.
         El padre Gonzaga llegó antes de las siete alarmado por la desproporción de la noticia. A esa hora ya habían acudido curiosos menos frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del cautivo. Los más simples pensaban que sería nombrado alcalde del mundo. Otros, de espíritu más áspero, suponían que sería ascendido a general de cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del Universo. Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, había sido leñador macizo. Asomado a las alambradas repasó en un instante su catecismo, y todavía pidió que le abrieran la puerta para examinar de cerca a aquel varón de lástima que más bien parecía una enorme gallina decrépita entre las gallinas absortas. Estaba echado en un rincón, secándose al sol las alas extendidas, entre las cáscaras de fruta y las sobras de desayunos que le habían tirado los madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si levantó sus ojos de anticuario y murmuró algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga entró en el gallinero y le dio los buenos días en latín. El párroco tuvo la primera sospecha de impostura al comprobar que no entendía la lengua de Dios ni sabía saludar a sus ministros. Luego observó que visto de cerca resultaba demasiado humano: tenía un insoportable olor de intemperie, el revés de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo con la egregia dignidad de los ángeles. Entonces abandonó el gallinero, y con un breve sermón previno a los curiosos contra los riesgos de la ingenuidad. Les recordó que el demonio tenía la mala costumbre de recurrir a artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argumentó que si las alas no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un gavilán y un aeroplano, mucho menos podían serlo para reconocer a los ángeles. Sin embargo, prometió escribir una carta a su obispo, para que éste escribiera otra a su primado y para que éste escribiera otra al Sumo Pontífice, de modo que el veredicto final viniera de los tribunales más altos.
         Su prudencia cayó en corazones estériles. La noticia del ángel cautivo se divulgó con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas había en el patio un alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con el espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena idea de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al ángel.
         Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un acróbata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos más desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden de naufragio que hacía temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los dormitorios, y todavía la fila de peregrinos que esperaban su turno para entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.
         El ángel era el único que no participaba de su propio acontecimiento. El tiempo se le iba en buscar acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor de infierno de las lámparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor, que, de acuerdo con la sabiduría de la vecina sabia, era el alimento específico de los ángeles. Pero él los despreciaba, como despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó comiendo nada más que papillas de berenjena. Su única virtud sobrenatural parecía ser la paciencia. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parásitos estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los más piadosos le tiraban piedras tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero. La única vez que consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmóvil que lo creyeron muerto. Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no parecía de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reacción no había sido de rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo, porque la mayoría entendió que su pasividad no era la de un héroe en uso de buen retiro sino la de un cataclismo en reposo.
         El padre Gonzaga se enfrentó a la frivolidad de la muchedumbre con fórmulas de inspiración doméstica, mientras le llegaba un juicio terminante sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma había perdido la noción de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tenía ombligo, si su dialecto tenía algo que ver con el arameo, si podía caber muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sería simplemente un noruego con alas. Aquellas cartas de parsimonia habrían ido y venido hasta el fin de los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto término a las tribulaciones del párroco.
         Sucedió que por esos días, entre muchas otras atracciones de las ferias errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectáculo triste de la mujer que se había convertido en araña por desobedecer a sus padres. La entrada para verla no sólo costaba menos que la entrada para ver al ángel, sino que permitían hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda condición, y examinarla al derecho y al revés, de modo que nadie pusiera en duda la verdad del horror. Era una tarántula espantosa del tamaño de un carnero y con la cabeza de una doncella triste. Pero lo más desgarrador no era su figura de disparate, sino la sincera aflicción con que contaba los pormenores de su desgracia: siendo casi una niña se había escapado de la casa de sus padres para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque después de haber bailado toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abrió el cielo en dos mitades, y por aquella grieta salió el relámpago de azufre que la convirtió en araña. Su único alimento eran las bolitas de carne molida que las almas caritativas quisieran echarle en la boca. Semejante espectáculo, cargado de tanta verdad humana y de tan temible escarmiento, tenía que derrotar sin proponérselo al de un ángel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales. Además los escasos milagros que se le atribuían al ángel revelaban un cierto desorden mental, como el del ciego que no recobró la visión pero le salieron tres dientes nuevos, y el del paralítico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse la lotería, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Aquellos milagros de consolación que más bien parecían entretenimientos de burla, habían quebrantado ya la reputación del ángel cuando la mujer convertida en araña terminó de aniquilarla. Fue así como el padre Gonzaga se curó para siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvió a quedar tan solitario como en los tiempos en que llovió tres días y los cangrejos caminaban por los dormitorios.
         Los dueños de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero recaudado construyeron una mansión de dos plantas, con balcones y jardines, y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno, y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran los ángeles. Pelayo estableció además un criadero de conejos muy cerca del pueblo y renunció para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se compró unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol, de los que usaban las señoras más codiciadas en los domingos de aquellos tiempos. El gallinero fue lo único que no mereció atención. Si alguna vez lo lavaron con creolina y quemaron las lágrimas de mirra en su interior, no fue por hacerle honor al ángel, sino por conjurar la pestilencia de muladar que ya andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo vieja la casa nueva. Al principio, cuando el niño aprendió a caminar, se cuidaron de que no estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando del temor y acostumbrándose a la peste, y antes de que el niño mudara los dientes se había metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas podridas se caían a pedazos. El ángel no fue menos displicente con él que con el resto de los mortales, pero soportaba las infamias más ingeniosas con una mansedumbre de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo tiempo. El médico que atendió al niño no resistió a la tentación de auscultar al ángel, y encontró tantos soplos en el corazón y tantos ruidos en los riñones, que no le pareció posible que estuviera vivo. Lo que más le asombró, sin embargo, fue la lógica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo completamente humano, que no podía entender por qué no las tenían también los otros hombres.
         Cuando el niño fue a la escuela, hacía mucho tiempo que el sol y la lluvia habían desbaratado el gallinero. El ángel andaba arrastrándose por acá y por allá como un moribundo sin dueño. Lo sacaban a escobazos de un dormitorio y un momento después lo encontraban en la cocina. Parecía estar en tantos lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se repetía a sí mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ángeles. Apenas si podía comer, sus ojos de anticuario se le habían vuelto tan turbios que andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cánulas peladas de las últimas plumas. Pelayo le echó encima una manta y le hizo la caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y sólo entonces advirtieron que pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de noruego viejo. Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque pensaban que se iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia había podido decirles qué se hacía con los ángeles muertos.
         Sin embargo, no sólo sobrevivió a su peor invierno, sino que pareció mejor con los primeros soles. Se quedó inmóvil muchos días en el rincón más apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de pajarraco viejo, que más bien parecían un nuevo percance de la decrepitud. Pero él debía conocer la razón de estos cambios, porque se cuidaba muy bien de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de navegantes que a veces cantaba bajo las estrellas. Una mañana, Elisenda estaba cortando rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que parecía de alta mar se metió en la cocina. Entonces se asomó por la ventana, y sorprendió al ángel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que abrió con las uñas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de desbaratar el cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la luz y no encontraban asidero en el aire. Pero logró ganar altura. Elisenda exhaló un suspiro de descanso, por ella y por él, cuando lo vio pasar por encima de las últimas casas, sustentándose de cualquier modo con un azaroso aleteo de buitre senil. Siguió viéndolo hasta cuando acabó de cortar la cebolla, y siguió viéndolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver, porque entonces ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del mar.

Se deben a su público


Fase


Uno de la ONU


Re-flexión

Eres importante para ti porque es a ti a quien tú sientes.
Lo eres todo para ti porque eres para ti el universo,
el universo propio y los otros
satélites de tu subjetividad objetiva.
Eres importante para ti porque sólo tú te importas.
Y si eres así, oh mito, ¿por qué los otros no han de ser así?
¿Sientes, como Hamlet, pavor a lo desconocido?
Pero, ¿qué es lo conocido? 
¿Qué es lo que conoces para que llames desconocida 
a cualquier cosa espacial?
 
-Fernando Pessoa 

Caricatura mercurial/ O azogue facial

Gwyneth Paltrow, por Lobato

 Michelle Pfeiffer, por Jeff Stahl

martes, 15 de abril de 2014

Semana de Pasión

La vida es nuestra pasión.
La verdad, nuestra razón.


(Cuando de verdad queremos —lo que de vida soñamos—
La verdad, la padecemos, —la vida, la razonamos.)


La vida es nuestra razón.
La verdad, nuestra pasión.


-José Bergamín

Metáfora bíblica del eclipse lunar rojo

Miré cuando (el Cordero) abrió el sexto sello,
y he aquí hubo un gran terremoto;
y el sol se puso negro como tela de cilicio,
y la luna se volvió toda como sangre

-Apocalipsis 6, 12

domingo, 13 de abril de 2014