Recién retornó la
reinita Kate Middleton -ya nos tenía con pendiente- de su viaje de
luna de miel (conviene no imaginar la metáfora de modo literal: una luna pringosa de melcocha; más bien, en el sentido oficial, que -según me contaron- consiste en que la pareja se dé mutuamente cucharaditas de miel durante toda la noche). ¿A dónde pues, fueron los nobles recién casados?
A las
islas Seychelles. ¿Y por qué precisamente allí?
Las islas
Seychelles deben su nombre a
Jean Moreau Séchelles, ministro de finanzas (
izq) del rey Luis XV, y quien financiaba los viajes en alta mar. El lambiscón capitán Corneille Morphey, cuyo sueldo iba en el rubro de
viáticos, colocó la primera piedra donde se hacía constar no sólo que el
descubridor y por tanto, propietario de las islas era el gobierno francés, sino que a partir de ese momento se llamaban
Séchelles que luego los británicos adaptarían al inglés como
Seychelles.
Como se constatará más adelante, la elección del sitio para que Kate y el principito retozaran entre la miel y la luna, no se basó únicamente, como arguyeron, en consultar la lista de las diez mejores islas (
Top ten) para vacacionar a cuerpo de rey:
1- islas de la Polinesia francesa
2- isla de Bali
3- islas Fiji
4- islas Seychelles
5- islas de Hawai
6- islas de Grecia
7- islas de Madeira
8- islas Cook
9- islas del Caribe
10- islas Bermudas
En particular, los príncipes vacacionaron en una (son 155) de las minúsculas islas Seychelles:
la isla Desroches, que los británicos devolvieron en 1976 a sus ¡50 habitantes! (¡sí, la población actual!), no sin antes instalar allí un hotel de lujo con sólo 20 cuartos (véase
Desroches Island Resort); pero sobre todo, no sin antes construir una poderosa base militar naval desde donde controlan el movimiento de barcos por el océano Índico y mantienen a raya a los piratas somalíes. Así, los marinos británicos, más los agentes secretos al servicio de su Majestad (
My name is Bond, James Bond) debieron de sudar la gota gorda vestidos de traje y corbata inalámbrica, mientras observaban a la pareja brincotear en las olitas.
Aunque por su origen, las Seychelles son islas africanas, el continuo ir y venir de "descubridores" franceses y británicos, convirtió a las Seychelles junto con las Islas de Mauricio, en colonias extranjeras. Hábitat por cierto, del pájaro
Dodo, (
Raphus cucullatus) ya extinto como la monarquía británica que ya sólo
vive de modo simbólico, como
vive el Dodo rescatado por el escritor inglés, Lewis Carroll, en
Alicia en el País de las Maravillas.