lunes, 23 de agosto de 2010

¿Cuál cardenal, cuál demanda, cuál inseguridad, cuá-cuá-cuá? Para incrementar el déficit de atención

La tapatía Jimena Navarrete obtuvo el título de Miss Universo (señorita universal). En Jalisco se aúlla como la vez en que la Selección de Futbol derrotó a Francia: "¡Ganamos, hijos de su Kimosabi!"
Jimena en el Vallartazo a través de twitter
Miss (nunca Mrs)
Porque hubo otro tiempo cuando la sociedad de provincia y los islotes de la respetabilidad capitalina veían desconfiadamente a estos concursos, que nadie se asome a la intimidad de nuestras hijas, verlas semidesnudas es una profanación, y la madre le atajaba el paso a la vanidad de la señorita que, contrita, partía a su recámara de donde sólo saldría, tan metafórica como sonrojadamente, hacia el altar. De modo un tanto imprevisible, fueron la difusión de prácticas deportivas y gimnásticas, las técnicas de modelaje, la difusión de concursos de Reinas de la Primavera, reinas de los estudiantes, reinas del baile de Blanco y Negro, reinas del Carnaval, embajadoras del Club 20-30, reinas de clubes deportivos, reinas de los Leones y los Rotarios, interminables reinas por un día en medio de la emoción de las familias y la conmoción de las amigas del alma, lo que deshizo la barrera, y los padres y madres sintieron orgullo por las piernas de sus hijas y el cuerpo de esas mexicanas abandonó las sombras del recato.


Miss México, Miss Universo, Miss Big-Bang
E
l sexismo: el proceso por el cual características físicas se vuelven ventajas sociales. Y sin embargo, durante la pasarela interminable, la atmósfera resulta particularmente desexualizada: la imparcialidad del juez es la nulificación del galán. Además, entre las espectadoras la fascinación es idéntica. El traje de baño incita a comparar y a prevenir la crítica exigiendo demasiado para salvar el cuerpo propio señalando lo excepcional de lo perfecto. La celulitis es una pesadilla apocalíptica. La falta de gracia es el crimen sin remisión. Las postulantes envían el cuerpo con premura que indica la memoria repentina de los consejos de la madre y la hermana y la tía y el maestro de danza; que indica el relámpago que virtió la inteligencia corporal acumulada desde niñas observando el auge social de las muchachas mayores que sí sabían caminar en tacones por la calle.


- Ay, se siente di-vi-no ser Miss México
El cielo como recompensa de la belleza. Y a uno, de pronto, le destruye el placer del espectáculo el vislumbramiento de una moda. Porque si hay alguna razón profunda detrás del auge avasallante de las trasvestistas (de los infatigables imitadores de Marlene Dietrich o Bette Davis o Marilyn Monroe o María Félix) es la capacidad probada para conducir a su límite irretornable la cultura de la femineidad como derroche de júbilo y simpatía, la femineidad como metodología para sonreír cautivadoramente, elevar las cejas como guillotinas para el amante, seducir con el ritmo del movimiento de los labios, enloquecer con la ternura que acoge una cortesía o un desvalimiento. El trasvestista se ha apoderado hasta lo último de la noción cultural de la femineidad y la ha devuelto trasmutada en exageración fácilmente obtenible. La caricatura y la parodia han resultado devastadoras en su propósito de adulación y ya lo femenino, una vez apresado en su copia delirante a la vez irónica y sentimental, nunca volverá a ser lo mismo, se habrá exhibido como disfraz de siglos, se habrá fijado en sus características de logro cultural, una no nace mujer, a una la hacen mujer, dijo célebremente Simone de Beauvoir.


-No voy a hacer quedar mal a México. Lo voy a representar como se merece.
Sobreviene la orgía de felicidad, se abrazan las finalistas, se estrechan los brazos de nuevo. Introducen el trono y la corona y la expresión de júbilo y la reina saliente al lado y la capa y la corona y la mano que saluda y el trofeo con un diosa y el cetro y la insignia que testifica a la Miss triunfadora. Y hay llanto como bálsamo y el manto colocado en los hombros emprende su marcha triunfal y a la Miss Universo la agreden consagratoriamente con flores y las mamás llorosas y cansadas apagan el televisor y el sexismo es un poder que recompensa selectivamente a sus víctimas y sin irse del escenario las concursantes siguen llorando o exhibiendo sus caras porcelanizadas y a la reina le colocaron mal la corona y a quién le importa y la pedrería brilla, la mujer es un excedente de la producción, un lujo, y las Miss se anegan dulcemente y qué ganas de que la vida sea así siempre piensa otra, y las finalistas posan y vuelven a posar y los organizadores se multiplican y todo es gozoso, hazte a un lado, júntate, declara, la Miss Universo que ya es un símbolo, no sexual sino del comportamiento, el concurso ha revelado su verdad, tras su hipócrita apariencia de mercado de carne ha descubierto su genuina identidad de congreso constituyente de las cualidades y de la figura de la Noviecita Santa y la Compañera de mi Vida, la búsqueda de la Madre Ideal de los Hijos o de los Nietos. La presencia de la familia deserotiza y desexualiza el Concurso.
- Carlos Monsiváis, fragmentos del ensayo "Miss México", en Amor perdido.

5 comentarios:

Luis dijo...

Muchas mujeres celebran que "nuestra vecina tapatía" ganó el concurso donde siguen siendo tratadas como objetos para nuestro goce visual. Mejor guardar el festejo para cuando la equidad de género sea una realidad constante y no un discurso, cuando no existan mujeres que sean insultadas, discriminadas, ultrajadas, golpeadas, encarceladas y asesinadas sólo por ser el "sexo débil". Sigamos disfrutando y celebrando nuestro bicentenario machismo...

Paco dijo...

Ah, el buen Monsi. Se le extraña.

En éste fragmento de su ensayo vemos, como siempre, su elegante reflexión sobre el tema, aunque en este texto en específico se deja entrever la perspectiva de su orientación matizar un poco su percepción del concurso, y lo digo sin la más ínfima intención de desvalorizarlo a él como comentador o a su excelente disertación.

Eso de concebir el concurso de Miss Universo como algo desexualizado, sin embargo, me parece algo raro. Es verdad que hay un manto de paternalismo y un tufillo de respeto institucional políticamente correcto hacia la mujer que rodea todo el show, pero yo veo la sexualidad ahí, implícita, subtextual, entre líneas, oculta a plena vista, reconocible no con los ojos o el raciocinio, sino a nivel viceral. La subliminalidad animal que siempre ha vendido autos, cigarros, cervezas, vacaciones...

Es algo solamente conocido por los hombres que han visto el show, y voltean a ver a otros hombres que también lo ven, y asienten silenciosos y cómplices, y vuelven a ver el show.

Y pasando a otros temas ¿Habrá espacio en el post-feminismo para este tipo de crítica? ¿Por qué ya no escriben las mujeres al respecto?

Falcón dijo...

Paco- cabría profundizar en la noción de "desexualizado", pero de entrada, es un concurso que sólo admite Señoritas (Miss), esto es, vírgenes. Señoras (Mrs), absténganse. ¿No es eso desexualizar, suprimir la experiencia del coito como rubro de descalificación para las participantes? Por eso destronan a la Miss que incurran en la osadía de fotografiarse desnudas en revistas para caballeros; esto es, que osen -ahora sí- hacer explícita, evidente la carga erótica, sexualizada de su cuerpo.

Otra vez Paco dijo...

Mhhh... ambos podríamos tener razón, MF. Lo que dices, desde luego, es irrefutable: Monsiváis y tú establecen que los organizadores del certamen exigen que las participantes se plastifiquen, se dulcifiquen, se virginicen y se conviertan, aunque nomás sea frente a las cámaras, en estereotipos domados de sí mismas. Y así es como sucede.

Pero el show en sí es otra cuestión. El aparato tras el concursito también propone un rol para el espectador: el de consumidor de mujercitas plásticas, dulces vírgenes y domadas. Un sultán televidente que disfruta ver cómo eligen a la flor más bella del harém global. A riesgo de parecer un feminista de segunda generación enamorado de su propia retórica, voy a decir que el concurso, más que desexualizar a las concursantes, les extrae el control de su propia sexualidad y lo pone a disposición de los organizadores, patrocinadores y del televidente.

común y corriente dijo...

señorita universal...si, como no, idéntica a nosotras las que nos trepamos en camión para llegar a la chamba, igualita a las que piden limosna en las calles, igualititita, representardorssisisisima la muchacha.

totalmente de acuerdo con paco cuando dice
"(...)más que desexualizar a las concursantes, les extrae el control de su propia sexualidad y lo pone a disposición de los organizadores, patrocinadores y del televidente."