sábado, 14 de agosto de 2010

Sin palabras

El cuadro Lieder Ohne Worte (amplíese para ver a detalle) fue pintado en 1861 por Sir Frederick Leighton, que lo tituló así, en alemán, por motivos musicales; en español se traduce como Canciones o Arias sin Palabras.
La escena muestra el instante en que la sacerdotisa, al fondo, de espaldas, se retira luego de escanciar un brebaje a base de opio en la botella roja que aparece junto a la joven sentada en primer plano, con la blusa abierta por el pecho. Ella bebió ya de la botella roja, la poción ha surtido efecto -¿sonríe?- y ahora, en éxtasis, se deleita con los sonidos cantarinos que flotan en el ambiente. Escucha por ejemplo, detrás de ella, el chorrito que mana de una pétrea cabeza de león; los graznidos intermitentes de los cuervos; el agua que brota de un orificio y se vierte en el jarrón negro que la joven acarreó hasta allí para llenarlo. Sobrecogida, abrumada por tal atmósfera musical -música ambiental, diríase ahora-, la rubia de grandes ojos negros se ha quedado sin palabras (Ohne Worte), atenta, arrobada por la gran cantidad de melodías simultáneas (Lieder). El detalle de la joven acariciándose los dedos de los pies, añade un toque de ensimismamiento, propio de un estado de placer más allá de las palabras.

Durante el siglo XIX se hizo muy popular una pieza para piano de Félix Mendelssohn, titulada precisamente así: Lieder Ohne Worte. Se trata del Opus 30, número 2,que trasmite el ritmo saltarino del agua que anonada a la güerita del cuadro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

está bien "zorumba" la morrita...(prestigio pa´remigio)...ggbedr

Anónimo dijo...

Falcón, como la inteligencia en el estado es anémica, vete juntando las muy inteligentes entradas que has publicado y publicarás, para que se editen como libro, como "elíxir textual para revitalizar la inteligencia de los sentidos. Textos breves, concisos, refinados e ilustrados -para mejor comprensión (si no tiene monitos e imágenes de fuerza visual, como la sensual mujer que publicaste, a la mayoría de los que se dicen instruídos no lo leen).
Este texto, su ilustración y relación con la obra de Mendelssohn, es envidiable.