miércoles, 15 de septiembre de 2010

Fuegos artificiales

Historias de reportero
Carlos Loret de Mola /El Universal
Miércoles 15 de septiembre de 2010

El desperdicio

Llegó a los oídos del Presidente al arranque de su sexenio: “hay que hacer del Bicentenario una fiesta emotiva, que les llegue a los mexicanos”. La idea de uno de sus más cercanos colaboradores era generar una gran emoción nacional que impactara en la vida pública, un orgullo como tsunami ineludible que arrasara con los intereses personales y marcara el inicio de un nuevo rumbo para el país. Cambios tan drásticos solamente se pueden conseguir impactando en el espíritu del ciudadano, donde la inspiración y el orgullo rebasan a cualquier otro sentimiento.

La historia brindó a México un argumento para la reflexión y el reimpulso, al cumplirse cien años de la Revolución y doscientos de la Independencia, pero el ánimo fue desaprovechado. Los astros se alinearon y los astrónomos de la política nacional miraron hacia otro lado. El problema es que la historia no da oportunidades con frecuencia.

La idea de hacer del Bicentenario una gran fiesta nacional quedó vapuleada por las coyunturas: desde que el entonces presidente Vicente Fox nombró al perredista Cuauhtémoc Cárdenas como coordinador de la celebración —que luego caería en manos de otras cinco personas—, el gobierno, los partidos y la opinión pública se vieron envueltos en la insaciable rapiña de lo inmediato:

A Fox, el Bicentenario lo atrapó con la crisis en Oaxaca, la guerra por la sucesión presidencial, el conflicto postelectoral y el descrédito por los escándalos de su familia. En 2007, Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado. 2008 fue el inicio de la crisis económica, el avionazo de Mouriño y la sucia elección interna del PRD. En 2009 empeoró la crisis, llegó la influenza, cayó la producción petrolera, se colapsó la agricultura por la sequía, la liquidación del SME provocó un conflicto social y se recrudeció la violencia por la inseguridad, mientras partidos y gobiernos estaban ocupados por las elecciones federales. En 2010, mientras la clase política se disputaba 10 gubernaturas, un hombre disolvía ejecutados en ácido, otro los colgaba de puentes, 72 migrantes eran acribillados, matan alcaldes, mataron a un virtual gobernador y el mundo comenzó a preguntarse por los civiles inocentes

Reinó la coyuntura. Ahí se extravió el gobierno federal, que por la manera como se organiza el Estado mexicano debió haber sido el convocante a ese reimpulso nacional que hoy está ausente. Le faltó altura de miras. Y el Bicentenario apunta a ser recordado como un problema vial de una semana y un fiestón de dos días en el que se gastaron 2 mil 700 millones de pesos... si no pasa algo peor.

3 comentarios:

. dijo...

¿Qué hacía en el zócalo capitalino, esa enorme "escultura" grisácea con la forma de un soldado "tirado", con la espada rota -un poco más abajo de la empuñadura-?

¿Quién la hizo?

¿Quién pidió que fuera colocada ahí?

RAFAEL FIERRO dijo...

Si el siglo XVIII es considerado moral,el XIX industrial y el XX tecnologico, hojala que el XXI no llegue jamas a ser bautizado. -aforismo de gullermo fadanelli, de su libro: -dios siempre se equivoca-

Anónimo dijo...

hojalata que asi sea...