miércoles, 8 de septiembre de 2010

Jitomate

En autotest culinario súbito, se responde que la manzana y el jitomate son inexcusables en mi comida diaria; el limón y la naranja también, pero ahora me interesa comentar sobre los frutos rojos. En realidad, el tomate en rigor se llama jitomate, pero cuando los españoles se lo llevaron a Europa, le troncharon la partícula inicial 'ji'. Por eso, cuando volvió a América, los EEUU lo adoptaron como tomato. La supresión del 'ji', empero, mutiló el significado metafórico bellísimo de la palabra, pues en náhuatl xictli (castellanizado como 'ji') significa ombligo. Así, xictlitómatl es jitomate. Si se ha besado un ombligo femenino se sabrá que es la frontera más próxima del rosáceo sur, que cada cierto período se torna de un rojo intenso como... el jitomate. Muy besable y saboreable entonces, porque mordible es la manzana roja, que en justicia -¿no cayó Eva por una manzana?- merecería comentario aparte.
En la fotografía (Richard Duncan) se descubren dos elementos vivos, frescos, apetitosos, lo único rescatable en un contexto oxidado, de herrumbre carcomida por el tiempo y la humedad. Sugerente metáfora de la necesidad de rescatar, disfrutar con cariiño el cuerpo.. y el jitomate fresco, antes de que los devore la deteriorada ciudad de fierro y de cemento.
MFM

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por despejar mi duda !

Anónimo dijo...

Se me despertó el apetito, ¿será el todo como la parte? Ese cuerpo promete ser todo un huerto, en donde la variedad es la constante.

Anónimo dijo...

y a ti quien te jitomatea?