jueves, 9 de septiembre de 2010

Besar

Acudió el ermitaño solícito a la Gran Puerta Oracular. Ahí formuló la pregunta que le escocía el cerebro desde hacía años: "¿Qué debo hacer para comunicarme sin hablar con otra persona?". Luego de aguardar La Respuesta durante horas, postrado en el centro de las columnas de la Gran Puerta, el ermitaño triste, regresó a su montaña convencido de que aún no había llegado el momento de obtener la respuesta precisa. Absorto en sus reflexiones, la mirada dirigida al cielo, no vio la respuesta, un par de duraznos al pie de la Gran Puerta:

MFM.

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