Justo el pío DVD para estos días

Ridiculous + Religion=Religulous

(ya se encuentra en Blockbuster; por cierto, ¡pequé!: no he devuelto mi copia aún)

A propósito, hoy es el cumpleaños 84 del Ratzinger
El documental satírico de 2008, escrito y conducido por Bill Maher, comediante y comentarista político neoyorkino, y dirigido por Larry Charles, revela el contenido en el puro título al mezclar las palabras "ridículo" con "religión", de lo cual resulta Religoulos, que en español de modo literal sería Relígulo (más acertado sería Religiulez o quizá Religioso, subrayando la terminación oso, en tanto los creyentes siempre hacen el oso al explicar sus creencias o ejecutar sus rituales). Sin embargo, las autoridades de RTC, de la Secretaría de Gobernación, encargadas de supervisar la importación de películas extranjeras, decidieron traducir Religulous como ¡Irreverente!
La traducción es ya una toma de posición desde el punto de vista de un creyente que reverencia, venera, su religión. Por tanto, el título Irreverente es inaceptable porque denosta de entrada el documental. Pues, adviértase que juzgar como "irreverente" a la persona que critica o pone en solfa las creencias religiosas, supone un juicio de valor: no se debe criticar la religión (o su autoridad, jerarquía, sistema, institución) sino que se debe ser reverente. Es decir, hacer una reverencia, inclinar el cuerpo en señal de respeto. Error. Porque si uno no cree en determinada religión, si uno es ateo (la palabra es imprecisa e injusta, pues aunque niega, tiene como referente o se define a partir de la idea de dios: a-teo, no-dios. Se trata entonces, de un calificativo paradójico que se afirma a partir de lo que niega. Es impreciso. Se intuye que el vocablo ateo lo inventaron los teístas, los creyentes. Por eso se sugiere mejor suscribir el apateísmo o autodefinirse como apateo; no en el sentido de que uno sea apático o indiferente ante las calamidades que produce el fanatismo religioso, sino en el sentido filosófico de despojar la idea de dios de relevancia, ya que carece de importancia y sentido para el apateo, que nunca será irreverente cuando aborde con sentido del humor, deseche o critique las creencias religiosas, pues el apateo no está obligado a ser reverente.