martes, 5 de abril de 2011

Cosaco


Los cosacos zaporogos responden al sultán turco-que les perdonaba la vida si se rendían, 1885, de Ilya Yefímovich Repin (amplíese a detalle)
Los cosacos zaporogos, incorporados mediante leva forzosa al ejército zarista, combatían si no había remedio, pero preferían dedicarse a su afición: el baile, en medio de la fiesta, el juego y la conversación ruidosa. Por cierto, el dicho tan repetido de "beber como cosaco" es falso. Los cosacos sí bebían, pero jamás se emborrachaban, pues amén de pertenecer a la estricta Iglesia Ortodoxa, eran los jinetes más veloces e intrépidos del Imperio Ruso, verdaderos centauros, de alta precisión con arco y sable. Briago, ningún cosaco hubiera podido pisar ni el estribo. Así, tanto para montar como para bailar aun bajo la dictadura soviética, los cosacos siguieron siendo incansables ¡Ea!


N.B. A propósito de cosacos (ahora serían ucranianos), se recomienda con pasión ardorosa, la lectura de Conjeturas sobre un sable, de Claudio Magris (¡soy fanático de Magris!), 1994, editorial Anagrama.

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