lunes, 18 de abril de 2011

Teo-política

Semana mayor 1.
¿Los narcos creen en Dios?
Héctor Aguilar Camín
18 abr 2011

Según el censo del INEGI del 2010, 97 de cada cien mexicanos creen en alguna forma de Dios y practican algún credo religioso (87 por ciento católicos). Sólo 3 por ciento nos declaramos ateos.
¿En qué creemos los que no creemos en Dios? En formas sustitutas de la inmortalidad y de Dios, desde luego, formas de distraernos de la muerte.
Digamos el amor, la fama, el dinero, la permanencia en la memoria de otros: todas cosas triviales si se las compara con la idea de Dios, el más allá, la vida eterna, el cielo o el infierno.
Pocos ateos dan el salto implícito en la frase de Iván Karamazov: “Si Dios no existe, todo está permitido”.
Pocos actúan en consecuencia, como el hermano idiota de Iván, Smerdiakov, que mata al padre opresivo, el padre que de alguna manera todos los hermanos quieren ver muerto.
Sólo él se atreve y da el salto, autorizado por el dictum terrible de su hermano: “Si Dios no existe, todo está permitido”.
La frase de Iván Karamazov anuncia el salto moral hacia el nihilismo, esa tierra de nadie inherente a la idea de un mundo sin Dios, aun si es el Dios colérico y olvidadizo de la Biblia.
Es el principio del nihilismo: si no creo en nada trascendente, todo es aquí y ahora. Mi aquí y ahora no tiene rumbo ni rienda. Soy mi propio Dios, mi propia medida, mi propia moral, sin otro referente que yo mismo.
Consecuencia moral y filosófica: sin dioses que observan, ordenan, regulan, confortan y oprimen la conducta humana, no hay reglas, no hay límites, sólo la expansión de la voluntad de cada quien.
El mundo sin Dios en la política, vuelto sólo voluntad de poder, es el de Hitler y Stalin, y el de todos los otros reinos utópicos, sustitutos de la Ciudad Dios en este mundo: el reino milenario nazi, la utopía comunista del Gulag, la obligación de la pobreza de Fidel Castro.
Pero estamos en México. Me pregunto cuántos de los mexicanos que se dedican hoy a matar, decapitar, enterrar a otros en fosas anónimas han dado el salto implícito en la sentencia de Iván Karamazov.
Cuántos de estos asesinos son ateos nihilistas y cuántos creen en Dios. Es decir, cuántos son creyentes a su manera esquizofrénica: creyendo y matando.
Cuántos respetan a su iglesia, creen en el cielo y en el infierno, y saben que han optado por éste.
Nuestros creyentes homicidas son un misterio teológico y moral. Han llevado la frase de Iván Karamazov un paso más allá. Parecen decirnos:
“Dios existe, mi amigo, pero todo está permitido”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aguilar Camín se le olvidó que la mayoría de los narcos cree en la oposición de la concepción de Dios: la "santa muerte", negación necrófila de la moral cristiana, para sustituirse por una suerte de supuesta protección de actos de violencia pura, que al mismo tiempo son tributos a esa absurada deidad.
Los narcos que mantienen la formalidad de prácticas rituales cristianas, le rezan a Malverde, "el santo patrono" de los narcos.
Los narcos no son violentos por que se asuman ateos nihilistas -demasiada sofisticación para quienes simplemente fueron arrastrados a matanzas sin término-
sino por que los grupos criminales que trabajan para diferentes grupos en el gobierno, los reclutan para cometer actos inhumanos, los que buscan encuadrar en una moral de la violencia y la sinrazón.

Anónimo dijo...

Se habla aquí de narcos, pero la violencia en general se realiza no por creer en Dios sino por ignorarlo y se crean sus propios *santos* pues es una forma diferente de que algo ó alguien de la cara de lo que yo por mi propia gana hago. Ignorancia ó irresponsabilidad? Chale.