Presa de una suerte de maldición, la dama de Shalotth no podía, no sabía, temía cesar de tejer...
Cuando por fin decidió parar, intentó erguirse (adviértase en el espejo, a espaldas de la dama, el yelmo de un caballero), pero se dio cuenta de que su propio hilo la sujetaba ¿Acaso su labor y ella constituían ya una solo tejido? (obras de John William Waterhouse/ amplíense para observar a detalle)
1 comentario:
qué bello, no lo conocía....gracias
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