miércoles, 1 de diciembre de 2010

El tejido cotidiano

Presa de una suerte de maldición, la dama de Shalotth no podía, no sabía, temía cesar de tejer...
Cuando por fin decidió parar, intentó erguirse (adviértase en el espejo, a espaldas de la dama, el yelmo de un caballero), pero se dio cuenta de que su propio hilo la sujetaba ¿Acaso su labor y ella constituían ya una solo tejido?

(obras de John William Waterhouse/ amplíense para observar a detalle)

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué bello, no lo conocía....gracias