
Ofende a la clase política el contraste con la despedida de Porfirio Díaz, hace un siglo. Sugieren que la mera mención desliza nostalgia por una dictadura capaz de inaugurar a tiempo las obras que prometía y que se festejaba con instituciones que hoy siguen vivas. Pero no hay escapatoria, el contraste es inevitable: la democracia no ha podido instituir la eficacia elemental que permita inaugurar una obra puntualmente, ni ha logrado conjuntar la diversidad para inyectar un sentido de propósito. Sin eficacia y sin ambición, la democracia mexicana es política paralizada.
-Jesús Silva-Herzog en Nueces del 2010, 27 dic 010.
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