


Gadsden tenía sumo interés en el área de La Mesilla porque justo por allí -con inversión a bajo costo, por tanto, en línea recta- quería tender las vías del tren que conectaran el Atlántico con el Pacífico.
Así, ni tardo ni perezoso, el embajador envió un telegrama al entonces presidente de EEUU, solicitándole la suma de $15 millones de dólares, que era lo que pedía Santa Anna; el senado gringo aprobó sólo $10. Y en $10 millones de dólares se malbarató La Mesilla. Mal business para los mexicanos, porque para los estadounidenses, con James Gadsden y socios ferrocarrileros a la cabeza, fue negocio redondo.
Y tal como sucede ahora cuando se anuncia la construcción de una gran carretera y todos los terrenos aledaños suben de precio, así ocurrió entonces con el anuncio de la South Carolina Canal and Rail Road Company de que por ahí pasarían las locomotoras sureñas: todos los aventureros y cowboys se lanzaron a la adquisición -a balazos o con papeles-, de tierras, ranchos y pueblitos que correrían al lado de las nuevas vías del ferrocarril. Por cierto, ese es el contexto histórico y centro del argumento de la película Once Upon a Time in the West o 'Había una vez en el Oeste', de 1968, de Sergio Leone (director de El Bueno, el Malo y el Feo, de 1966), con música de Ennio Morricone, que recién acabo de ver completa en DVD y por supuesto, recomiendo fervorosamente. Actúa el feo Charles Bronson, pero se recupera uno con la sola presencia de la bellísima Claudia Cardinale.
1 comentario:
Ah, mi buen Falcon.
¿Por qué tuviste que poner el final de la película? Ya me la echaste a perder.
En fin, un abrazo y feliz año nuevo.
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