viernes, 15 de julio de 2011

Soy todas las letras

Apocalipsis 1
Una visión del Hijo del Hombre
9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz de trompeta,
11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último.

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Adviértase la extraordinaria metáfora bíblica del poder del lenguaje. Ser el alfa y la omega, es ser la a y la zeta; esto es, ser todas las letras del alfabeto; es decir, ser todas las combinaciones posibles de las letras del alfabeto; o sea, ser todas las palabras; significa ser en su totalidad la vasta red del lenguaje. Toda la conciencia, toda la condición humana está contenida en el lenguaje humano que es Hijo (producto) del Hombre. Y viceversa. Aun más: adviértase la confianza en el poder intelectual de activar las palabras por escrito. "Escribe en un libro lo que ves". Conviene así, se sugiere, llevar un diario personal donde se redacte día a día la propia visión del mundo y nuestra presencia en él. Pues, tanto ágrafos como analfabetas pasan la existencia de largo, sin verla. La invitación es por tanto, a ser el Alfa y la Omega; y San Juan.

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