martes, 5 de julio de 2011

La enfermedad como metáfora

La noticia del cáncer de Hugo Chávez vuelve a plantear el debate de la relación entre enfermedad y poder ¿Hasta qué punto incide un padecimiento así en la toma de decisiones del Ejecutivo, en este caso de Venezuela, aun más si se considera que el militar lleva en el poder doce años? La implementación de figuras jurídicas que cuestionen la capacidad y riesgos de un Presidente enfermo es urgente en las democracias, pues ¿qué otra prioridad que la propia salud puede tener alguien cuando se encuentra al filo de la navaja? ¿Debe ser un secreto de Estado o ha de transparentarse con toda claridad el nivel de condición física de un hombre de poder, de un funcionario público? Por supuesto, en el caso del dictador democrático Chávez, sucederá igual que con la enfermedad de Fidel Castro: sólo fragmentos de información serán proporcionados en la medida en que no mengüe la idea de hombre fuerte. Paradojas del poder absoluto: se mantiene bajo control toda una nación, pero no se puede controlar el propio cuerpo. Y ni modo de acusarlo de alta traición. Así, la sombra de la debilidad fáctica asoma primero y luego, inexorable, la de la muerte que no se puede abolir por decreto. Lo grave es que una fiera herida resulta, en muchos casos, más peligrosa.

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