jueves, 7 de julio de 2011

La princesa y el chicharito

Érase una vez un príncipe que quería casarse, pero tenía que ser con una princesa de verdad. De modo que dio la vuelta al mundo para encontrar una que lo fuera; pero, aunque en todas partes encontró no pocas princesas que lo eran de verdad resultaba imposible saber con precisión, porque siempre había algo en ellas que no terminaba de convencerle. Así que regresó desconsolado, por su gran deseo de encontrar y casarse con una princesa auténtica.
Una noche estalló una tempestad, con rayos, truenos y lluvia a cántaros. De pronto, llamaron a la puerta del castillo, y el viejo rey fue a abrir. En el umbral se encontraba una princesa. Pero, Dios mío, ¡con qué aspecto! El agua le chorreaba del pelo y del vestido, le corría por la punta de los zapatos y le salía por el tacón y, sin embargo, decía ser una princesa auténtica.
«Bueno, eso ya lo veremos», pensó la vieja reina. Y sin decir palabra, fue a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y puso un chicharito en el fondo. Después cogió veinte colchones y los puso sobre el chicharito, y además colocó veinte edredones entre los colchones. La que decía ser princesa debía dormir allí aquella noche.
A la mañana siguiente le preguntaron qué tal había dormido.
-¡Oh, terriblemente mal! -dijo la princesa-. No he pegado el ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! He dormido sobre algo tan duro que tengo todo el cuerpo lleno de magulladuras. ¡Ha sido horrible!
Así pudieron comprobar que se trataba de una princesa de verdad, porque a través de veinte colchones y de veinte edredones ¡había sentido el chicharito! Sólo una auténtica princesa podía haber tenido una piel tan sensible y delicada.
El príncipe la tomó por esposa, pues ahora pudo estar seguro de que se casaba con una princesa auténtica, y el chicharito entró a formar parte de las joyas de la corona, donde todavía puede verse, a no ser que alguien se lo haya comido. (Hans Christian Andersen)
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¿Cuál es la parte hipersensible, del tamaño de un chicharito, de la mujer? Aunque se intente disfrazar con veinte colchones, es decir, aunque se intente dormirlo veinte veces, convertirlo en materia de sueño... el clítoris sigue ahí. La princesa (del latín, princeps, la primera) "de verdad" es la que se quiere virgen; entiéndase, la que mantenga intacto su chicharito para que sea hipersensible. Esa era la creencia en la antigüedad. Hoy en día los veinte colchones son para hacer veinte veces el amor y provocar el orgasmo simultáneo, mutuo; obtener experiencia en el re-conocimiento del cuerpo de la otra, del otro. Así, descubrir el clítoris, el primero (princeps) en sensibilidad, aun cuando se oculte bajo veinte colchones o veinte siglos de tradición, es tarea de un príncipe. De verdad.

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