miércoles, 2 de mayo de 2012

Don Étimo a debate

La palabra debate, vía la apasionada vida política francesa, procede de débat; a su vez, del latín de-, 'deslinde', 'contra' + battere, 'batir', 'golpear', dar 'batalla'.
El debate, entendido como discusión, controversia, disputa o polémica en torno a temas de interés común, es decir, sociales, culturales o políticos, es ante todo un hábito, una práctica de las democracias modernas que conjugan derechos humanos en su vertiente de libertad de expresión, de asociación y de creencias, que permitan la coexistencia pacífica de distintos grupos sociales y políticos.
En su aspecto político, el debate debiese ser la herramienta para contrastar, cotejar, diferenciar, evaluar las diferentes doctrinas o ideologías de los partidos políticos que se sitúan generalmente en el espectro que va desde la derecha, pasando por el centro y que desemboca en la izquierda (legado toponímico de la Revolución Francesa). Pero dada la creciente disolución de contenidos ideológicos en formas pragmáticas, según práctica común de los partidos políticos hoy en día; esto es, dada la creciente primacía del objetivo de conservar el poder a toda costa, aun de las ideas, el debate político se sustituye ahora por la confrontación personal, ad hominem. De manera que las ideas se sustituyen por lemas, eslogans y frases machaconas.
En México, la cultura del debate político es aún incipiente (se registra como punto de partida el año de 1994, en que debatieron Diego Fernández de Cevallos, Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas). Y a dicha inmadurez contribuyen además, las posiciones ideológicas del PAN, PRI y PRD que, como lo han demostrado en la práctica los políticos tránsfugas, resultan intercambiables sin mayores consecuencias. A lo cual se añade la torpeza y mediocridad del árbitro electoral que mal organiza los días y horarios de debates: ¡en puentes, días de asueto, medios y horarios invisibles e inaudibles! O propiciando el metadebate nacional instantáneo: ¿futbol o debate?
En suma, la cultura del debate en México, al margen de urgencias pragmáticas ("aquí les traigo mis propuestas"-¿o pospuestas?- como sinónimo de soluciones prácticas inmediatistas o instructivo-para-armar-mi-promesa) si ha de refundarse algún día, ha de ser teniendo como primer tema, la idea, el concepto mismo de debate.
Mientras tanto, conviene consolarse con las confrontaciones personales de personajes públicos que se destacan, no por sus ideas, sino por sus características de simpáticos, antipáticos, atractivos, feos, elegantes, desaliñados, animados, aburridos y con biografías políticas con más o menos rumores malignos. Características formales todas mediante las cuales la plaga de la encuestitis erige olímpicamente podios de 1-2-3.

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