domingo, 13 de mayo de 2012

De impotencia y símbolos macabros

Cuán pasmoso símbolo de terror (y con qué pavorosa laboriosidad elaborado) el acto de "levantar personas anónimas al azar", asesinarlas por asfixia (no se gastan balas en ellas porque no son el enemigo) y descuartizarlas o desmembrarlas luego, para al final exhibir los restos en los ingresos simbólicos a las ciudades (a las puertas de la casa, en los Arcos del Milenio). Esta vez se pretendía que fueran 50, pero al ser descubiertos sólo lograron levantar 18 (en las camionetas abandonadas en los Arcos después de los Juegos Panamericanos, se apilaron 26 cadáveres). Todo para mandar un mensaje... de castración (como toda mutilación); esto es, de impotencia: la de los perpetradores que castran antes de ser castrados; y la de los destinatarios, aterrorizados por el símbolo de castración. Al fondo, la figura paterna brutal autoritaria del capo (i.e. el que capa) y/o de los miembros o brazos castigadores (policía y ejército) del Estado que desmiembran a las bandas.

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