lunes, 14 de mayo de 2012

Cucara-mácara-cha-cha-cha

La temporada de calor acalora a todos los habitantes de la zona metropolitana incluidas las cucarachas (de 'cuco', oruga o encapuchada; en inglés suena casi igual: cockroach) que, cafecitas y crujientes como fritos o sabritas, emergen de los ductos del baño y las mil y una tuberías del drenaje destartalado de la ciudad, para refrescarse y tomar el aire caliente del verano, sólo para descubrir que existe la cucarachafobia que provoca aullidos, chillidos, escalofríos y ataques de histeria al interior de casas y departamentos, con el solo debut en la sala o la cocina de un ejemplar gigante de cucaracha con varias capas de élitros o alas en hojaldre más antenas largas y finas como dos pelos de calvo que su cabecita diminuta agita en cámara lenta mientras escruta el recinto preguntándose: "¿Qué le pasa a la señora que salió huyendo desnuda del baño?" ¿Cómo es que un insecto (in-sectum: en secciones) de diseño tan simple como el de la cucaracha activa en los humanos reacciones de terror como no logran hacerlo ni moscas cochinas ni arañas patonas? Se aventura primera hipótesis: al igual que las mariposas negras gigantes, las cucarachas pueden vooooo-la-r-e, vo-la-r, y desplazarse mediante un ruido similar al de hojear una revista. Y la aparición ante una sola persona de una cucaracha (¡así posea la diminuta dimensión de un insecto que cabe perfectamente bajo la suela del zapato!) equivale a ser acorralado por un monstruo espeluznante más grande psíquicamente que la estatura corporal de la señora, señor o señorita sorprendidos. Por eso, a la cucaracha se le mata de forma ruidosa, escandalosa e histérica, en una ejecución veloz que por supuesto, no admite perdón ni dilación alguna... ni margen de error. Pues si la cucaracha escapa al chanclazo y se oculta, ¡se instala el reino del terror! Tal vez, por eso -se formula la segunda hipótesis-, la famosísima canción de La Cucaracha, asocie a dicho insecto con la mariguana. Una fumadita de la hierba-buena-onda, permite relajar, distender los ánimos exaltados, sus-pen-der ipso facto el ataque de pánico para así, contemplar sin sobresaltos el diseño del (entra voz en off del diccionario de la Real Academia) 'insecto ortóptero nocturno y corredor, de unos ¡tres centímetros de largo!, cuerpo deprimido, aplanado, de color café oscuro por encima y rojizo por debajo, alas y élitros rudimentarios plegados en abanico, antenas filiformes, las seis patas casi iguales y el abdomen terminado por dos puntas articuladas'. ¡Qué horroooor!



Atiéndase, por favor, el dibujo animado de Speedy Gonzales Tamales, a los 4:29 minutos. Aunque arda que los gringos nos vean como ratas correlonas y gandayas, uno está dispuesto a la duda metafísica al contemplar a nuestras castas políticas y empresariales.

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