"En la ciudad no paran de construir. No con intención de agrandarla, pues basta a nuestras necesidades, hace algún tiempo que no ha variado su demarcación, parece incluso que tienen miedo de agrandarla y prefieren ceñirse a sus límites, cubrir de edificios plazas y jardines, añadir más pisos a los inmuebles antiguos, pero la verdad es que las casas nuevas tampoco constituyen la parte esencial de esa perpetua actividad constructora. Ésta se propone más bien, para definirlo así provisionalmente, conservar lo ya existente. No es que antes se hubiese construido peor que hoy y que haya que corregir continuamente las faltas anteriores. Aunque entre nosotros siempre ha habido una cierta negligencia -es difícil averiguar lo que hay en ella de desidia y de melancólica inquietud-, justamente en la construcción es donde esa negligencia ha tenido menos ocasión de ponerse de manifiesto. Pues estamos en un país de canteras, casi sólo construimos en piedra, poseemos incluso mármol, y los errores que los hombres puedan cometer al construir quedan subsanados por la solidez y la estabilidad del material. Ni tampoco hay diferencias entre una época y otra en cuanto a la construcción, de tiempos inmemoriales rige el mismo reglamento para la edificación, y si no se cumple siempre estrictamente debido a la idiosincrasia de nuestro pueblo, eso sigue ocurriendo hoy y es aplicable tanto a las construcciones más antiguas como a las más modernas."
-Franz Kafka en Carta al padre y otros escritos, Alianza Editorial
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