viernes, 28 de septiembre de 2012

De lo lúdico del poder azaroso

Los políticos o funcionarios públicos que acuden babeando a Las Vegas como a la Tierra Prometida, a la Disneylandia para adultos, son estrictamente coherentes con el origen lúdico de sus carreras. Pues reconocen en Las Vegas (palabra que significa lechos y llanuras fértiles por donde surcaron ríos... de billetes invertidos por gángsters fundadores) un mundo paralelo al de la política mexicana. En efecto, el funcionario público que acude deslumbrado al paraíso del juego estadounidense, tiene muy presente en su conciencia la manera en que él arribó al poder: no fue por su capacidad intelectual o vocacional, sino por ese golpe de suerte (antes sinónimo de La Revolución me hizo Justicia y ahora de Relaciones Públicas Trepadoras) en que un hombre más poderoso le otorgó el billete de lotería, el ambicionado puesto. Desde donde, una vez instalado, el funcionario descubre su derecho a la depredación del presupuesto y se sujeta a la Ley de la Selva del poder: la supervivencia estriba en saber apostar bien el erario público para duplicar, triplicar la fortuna privada. En la mente del político, el erario surge del azar y la fortuna de su capacidad... de apostar en grande en La Vegas: ¡hay que saber jugar(sela)!

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