Retrato en bóxers (la propuesta de la fotógrafa española -¡no conservé su nombre, caray!- era desnudo, pero contuve mi expresividad epidérmica) para una entrevista del periódico Siglo 21. La sesión de fotos se realizó en la oficina que yo tenía entonces en la calle de Mexicaltzingo esquina con Chapultepec. A la semana siguiente de las tomas, seis individuos de traje gris, corte de pelo a rapa y pistolas plateadas irrumpieron en el lugar antes de las nueve de la mañana, forzaron al conserje a abrirles mi estudio y destrozaron todos los muebles, aparatos telefónicos, fax, estéreo y decoración de la oficina: sólo dejaron en pie el restirador (con taburete y lámpara) donde yo dibujaba el cartón político diario durante las noches.
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