¡Bailen, perras! Keith Haring"De la derrota uno puede alejarse optando por la aceptación del fracaso desde siempre. Si algo cauteriza con rapidez es el ingenio aplicado contra uno mismo, y, además, en una sociedad tan machista, ¿de qué otro método se dispone para borrar el tatuaje psicológico de los términos de infamia: joto, puto, desviado, maricón, larailo, loca, mujercito, de los otros, invertido, tú la trais? En la práctica del ghetto, común a todas las minorías acosadas, el vituperio de sí y de los semejantes mediatiza el filo de los epítetos exterminadores. "Lo que me digan ya me lo dije pero con elegancia, la ironía y la malicia que ustedes conocen. "
En The Rise and Fall of Gay Culture (1997), Daniel Harris describe el proceso:
A los homosexuales los atrajo la imagen de la Perra (The bitch) en parte por su lengua malvada, su habilidad para alcanzar a través del diálogo, a través de su ayuda verbal, sus respuestas velocísimas, ese control sobre otros que con frecuencia los gays no obtienen sobre sus propias vidas. La fantasía de la vagina dentata malévola, rebosante de puñaladas traperas, siempre alerta, siempre dispuesta a demoler al oponente con una frase pasmosa, es la fantasía de una minoría sin poder que se afirma a través del lenguaje, no de la violencia física (...) La ironía se convirtió en el arma mortífera por excelencia en el arsenal gay "
- fragmento de Salvador Novo, lo marginal en el centro, editorial ERA, Carlos Monsiváis
Mientras me despierto (díptico), 1985, Julio Galán
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