lunes, 17 de octubre de 2011

Indignados, dignaos reflexionar

Donde se advierte del peligro de que el movimiento de los indignados termine evaporándose

Zygmunt Bauman, el filósofo y sociólogo polaco famoso por su concepto de la modernidad líquida, tan fértil que ha sido aplicado al amor (líquido), al arte (líquido), al miedo (líquido), al tiempo (líquido) y así hasta cualquier cosa, publica el ensayo 44 cartas desde el mundo líquido (Paidós). A la misma hora de la manifestación internacional de los indignados, mantuvimos una charla en un hotel a menos de cien metros de la Plaza de Atocha donde, entre la multitud, ya no cabía un alfiler.

- ¿Le parece que estas grandes manifestaciones masivas, pacíficas y tan heterogéneas lograrán combatir los abusos de los mercados, promover una democracia real, reducir las injusticias y, en suma, mejorar la equidad en el capitalismo global, etcétera?
- No - responde a la cuestión de un solo golpe.

En su parecer, el origen de todos los graves problemas de la crisis actual tiene su principal causa en "la disociación entre las escalas de la economía y de la política". Las fuerzas económicas son globales y los poderes políticos, nacionales. "Esta descompensación que arrasa las leyes y referencias locales convierte la creciente globalización en una fuerza nefasta. De ahí, efectivamente, que los políticos aparezcan como marionetas o como incompetentes, cuando no corruptos".

- El movimiento del 15-M de los indignados (se refiere a las protestas pacíficas realizadas por jóvenes, en su mayoría desempleados, en España el pasado 15 de mayo, contra el bipartidismo y la poca representatividad de la democracia actual) trataría de suplir la falta de globalización de la política mediante la oposición popular. ¿Es una oposición eficaz?
- Allana el terreno para la construcción, más tarde, de otra clase de organización- opina este sabio de 86 años. Ni un paso más.

Bauman califica a este movimiento, como es bien evidente, de "emocional" y, en su parecer, "si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean".

La emoción es "líquida". Hierve mucho pero también se enfría unos momentos después. "La emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero". De hecho, la modernidad líquida dentro de la cual se inscriben los indignados posee como característica la temporalidad, "las manifestaciones son episódicas y propensas a la hibernación".

- ¿Se necesitaría un líder acalorado? ¿Varios líderes temperamentales?
-El movimiento no lo aceptaría puesto que tanto su potencia como su gozo es la horizontalidad, sentirse juntos e iguales, lo que, en importante medida, les niega el superindividualismo actual. Y la superindividualidad (de la modernidad líquida) crea miedos, desvalimientos, una capacidad empobrecida para hacer frente a las adversidades.
El estrés es la enfermedad que acompaña a esta sevicia. "Las gentes se sienten solas y amenazadas por la pérdida del empleo, la disminución del sueldo, la dificultad de adaptación al riesgo. El estrés es corriente entre los desempleados, pero también en los empleados, acosados por los cierres y despidos, las prejubilaciones o los salarios cada vez más bajos.

- ¿Llegará todo esto a provocar un giro en el sistema, un colapso o algún cambio sustantivo?
- Resulta mejor hablar de "transición" y no de "cambio". Se necesitarían hechos más netos para pronunciarse sobre el alcance de los actuales trastornos. Por supuesto que antes, hacía falta mucho tiempo para preparar unas protestas masivas como las del 15-M, pero hoy las redes sociales permiten enormes concentraciones en muy poco tiempo. Pero volvemos a lo mismo: de igual manera que se concentran y actúan con velocidad, muy poco después se detienen.

El movimiento crece y crece pero "lo hace a través de la emoción, le falta pensamiento. Con emociones sólo, sin pensamiento, no se llega a ninguna parte". El alboroto de la emoción colectiva reproduce el espectáculo de un carnaval que acaba en sí mismo, sin consecuencia. "Durante el carnaval todo está permitido pero terminado el carnaval vuelve la normativa de antes".

- Nos hallamos en una fase especialmente interesante, como en un laboratorio de acción social nuevo- señala Bauman.
- Tarde o pronto la crisis terminará y, sin duda, las cosas serán diferentes pero ¿de qué modo?
- La modernidad líquida se expresa, obviamente, en su falta de solidez y de fijeza. Nada se halla lo suficientemente determinado. Ni las ideas, ni los amores, ni los empleos, ni el 15-M. Por eso es posible que tal arrebato acabe también, finalmente, en nada. Siendo líquido, ¿cómo no pensar en la evaporación?

(El País, 17 de octubre de 2011)

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