domingo, 16 de octubre de 2011

Plaza Pública/ 2 fichas, 2 Vázquez Raña

Carlos Salinas de Gortari, Mario Vázquez Raña y Enrique Peña Nieto
Mario Vázquez Raña
Por
Miguel Ángel Granados Chapa

-3 de octubre de 2000
Está haciéndose el debido balance de la actuación del equipo olímpico mexicano en Sidney: en 26 años de la presidencia de Mario Vázquez Raña al frente del Comité Olímpico Mexicano, sólo cuatro competidores han ganado medallas de oro. Por supuesto que quien encabeza el COM no puede ser el autor de victorias y derrotas, que obedecen a multitud de factores. Pero uno de ellos es el talante de quien actúa como responsable del deporte olímpico, así lo haga desde una agrupación privada que no está, por lo mismo, sujeta al escrutinio público. Y es en el talante de Vázquez Raña donde puede encontrarse una de las claves de la situación olímpica mexicana. No le importa el deporte, sino el dinero y el poder. O le interesa el deporte en la medida en que lo pone en camino del poder y el dinero.
Vázquez Raña apareció en la escena pública a la sombra de su amigo el presidente Luis Echeverría. Hasta 1974 era miembro de una familia dedicada al comercio de muebles. Sin ningún antecedente que explicara la promoción, Echeverría determinó entonces (aunque se tratara, insistamos, de una entidad de particulares) que Vázquez Raña presidiera el Comité Olímpico Mexicano. Al año siguiente, para que no se dudara de la paternidad de aquel nombramiento, Echeverría extendió otro en favor de su amigo: lo hizo director general, el primero, porque el organismo nació en ese momento, del Instituto Nacional del Deporte. Y todavía le entregó una medalla más antes de concluir su sexenio. Hizo que Somex, una entidad financiera de que el gobierno había devenido propietario, entregara a Vázquez Raña, sin licitación alguna y sin que se conocieran jamás los términos de la compraventa, de un poderoso consorcio periodístico, la Organización Editorial Mexicana, en que se había convertido la antigua Cadena García Valseca.
Con cinismo se habría justificado esa entrega de un bien estatal a manos privadas, carentes de toda calificación al respecto, diciendo que era un acto de congruencia: la cadena periodística fue en todo tiempo un ejemplo fehaciente de la turbia relación entre un empresario privado y el gobierno federal, aderezada con semejante participación de los gobiernos estatales. Si así había sido con García Valseca no tenía por qué ser diferente con Vázquez Raña.
La ilicitud de la operación que lo convirtió en empresario de la información se completó con la evidencia de que Echeverría la había realizado en provecho propio y de su personal cercano: figuraron en la sociedad anónima adquiriente Fausto Zapata y Francisco Javier Alejo, miembros del gabinete de Echeverría. Y Zapata se convirtió, al concluir el sexenio en que manejó la información presidencial, en virtual director de los diarios espuriamente vendidos por el gobierno. No tuvo nombramiento formal, como sí lo tuvo Mario Moya Palencia, que antes de ser embajador, como lo fueron después Zapata y Alejo, actuó un tiempo como director general de la OEM. El ex secretario de Gobernación de Echeverría perdió en menos de dos meses a la porción principal de los colaboradores de ese diario, que se retiraron al unísono, lastimados porque en dos meses fueron censurados 50 textos firmados por respetables periodistas.
En 1986, Vázquez Raña procuró trasladar sus procedimientos mexicanos al ámbito internacional. En una operación desastrosa para todos, adquirió el control de una de las grandes mayoristas de noticias, la United Press International, UPI. En un libro que relató la lucha de esa agencia por sobrevivir, los reporteros Gregory Gordon y Ron Cohen aseguran que una de las razones del fracaso de Vázquez Raña en la UPI fue su política de despidos, semejante a la que había practicado en la OEM. Su ignorancia fue otro factor: "Resucitar la UPI hubiera sido difícil aun para alguien conocedor del periodismo norteamericano. Fue imposible para Vázquez Raña. No podía leer los periódicos o siquiera los cables de su agencia y se mostraba apático ante las complejidades del trato con los barones del periodismo norteamericano".
Su empresa mexicana, en cambio, ha prosperado gananciosa por su relación con el poder y por su política estrictamente mercantil. Cito mi experiencia personal: como candidato al gobierno de Hidalgo no logré nunca aparecer en la información política. Sólo cuando en mi dilema entre la ética y la eficacia venció el segundo término y aprobé la compra de espacio, el público conoció el desarrollo de mi campaña política. Así la OEM procede en todas partes.
También practica el chantaje. Con el agravante de la venganza. Practicó una y otra conductas teniendo como víctima a Rafael García Garza, que figuró entre quienes en 1974 hubiera podido presidir el COM. Por su inteligente conocimiento del deporte, el presidente Salinas lo designó, junto con personajes como el doctor Guillermo Soberón, miembro de un comité que evaluó el desempeño olímpico mexicano en Barcelona 92. Las conclusiones fueron adversas a Vázquez Raña, quien no perdonó a García Garza haberlas formulado. Cuando comenzó el trienio de Oscar Espinosa Villarreal en el gobierno capitalino, que tan mal terminaría, García Garza fue nombrado director de prensa. Como si tuviera poder para ello (mostrando al final que lo tenía) Vázquez Raña consideró inamistosa la designación. La petardeó en sus periódicos hasta que Espinosa Villarreal fue disuadido del nombramiento.
La OEM y el COM se alimentan recíprocamente. Uno y otro poder han crecido. Si bien El fronterizo (el periódico más antiguo de la cadena) tuvo que cerrar en Ciudad Juárez cuando el PAN ganó la alcaldía de aquella población y el gobierno de Chihuahua, pues se modificaron las relaciones entre las autoridades y el editor, la OEM adquirió el Diario de Xalapa, en la capital veracruzana y, en la federal, La Prensa. En 1988 Vázquez Raña decía poseer 70 periódicos, pero en el directorio de Medios publicitarios mexicanos figuran 58. Son en realidad muchos menos, pues se cuentan por separado media docena de ediciones regionales de Esto, el diario deportivo que es el principal eslabón de la cadena.
"En catorce de los periódicos pierdo dinero", reconoció hace 12 años el propietario de la Organización Editorial Mexicana, citado por Rafael Rodríguez Castañeda. "¿Por qué no los quito? Porque a lo mejor con la ganancia de dos o tres cubro esa pérdida. Tengo unos 24 señores periódicos".
En el sentido de empresas sólidas, seguramente esa última cifra está abultada. Durante años, los Soles dominaron el mercado periodístico en muchos estados. Hoy se cuentan con los dedos las ciudades principales donde un eslabón de esa cadena es el diario sobresaliente. En las grandes aglomeraciones urbanas su influencia es nula.
La cadena García Valseca intentó establecerse en Monterrey con el diario Tribuna, en una experiencia frustrada. En Guadalajara, El Occidental no pudo nunca sobreponerse a El Informador y los diarios nuevos, nacidos en el último lustro, lo relegaron a un lugar secundario. En el DF, los 35 años corridos desde la fundación de las dos ediciones de El Sol de México han sido insuficientes para posicionarlo. Con Esto y ahora con La Prensa, se compensa su irrelevancia periodística en el Distrito Federal.
Sus nexos políticos, en cambio, y las consecuencias financieras de ellos son muy fructíferos. Es proverbial la adhesión de Vázquez Raña al PRI, una propensión excluyente y hostil. Los viernes más recientes ha aparecido en la primera plana de los diarios de la cadena la columna "Templete", firmada por Francisco Labastida Ochoa, el ex candidato presidencial. No es tan leída todavía, supongo, como el "Fax urgente", que también aparece en la primera plana (salvo las dos últimas semanas en que su autor estuvo vacacionando). Firmada por el seudónimo Ícaro, se caracteriza por la vulgaridad con que agrede a los opositores del régimen. Se conjetura que su autor es el propio Vázquez Raña pero me parece que es incapaz de escribir lo que allí aparece. Y quizá cualquier otra cosa, aunque se esfuerza por figurar como entrevistador de alto coturno. La más reciente de sus proezas periodísticas consistió en una conversación en dos partes con el zar norteamericano contra las drogas, el general Barry McCaffrey. Debe señalarse un rasgo de honestidad del presidente y director general de la OEM al publicar esas entrevistas: en la rutinaria foto que las acompaña suele aparecer a su lado una periodista, cuya asistencia técnica, digamos, es indispensable.
La centralidad de Vázquez Raña en las páginas de sus diarios quedó ilustrada durante los juegos olímpicos de Sydney, quizá como nunca antes. El tratamiento que los Soles dieron al conflicto surgido por la demorada descalificación de Bernardo Segura también muestra aquel protagonismo. Si bien el viernes 22 de septiembre la cabeza de la foto dramática en que se enseñan el dolor y la frustración del marchista da la noticia "Despojaron a Segura", al día siguiente el personaje ya no es el atleta sino el presidente del COM: "Lucho y lucharé con todas mis fuerzas, dice MVR desde Sidney". Eso, en la parte media de la primera plana. Y en la portada de la sección de deportes otro modo de decir lo mismo: "Seguiré luchando con toda mi fuerza: MVR". El pie de la foto de Vázquez Raña afirma que éste "manifestó abiertamente su inconformidad con la forma en que fue descalificado Bernardo Segura". Y todavía en la página 8 de esa sección se reitera el ánimo épico que impulsa al presidente del COM: "MVR continuará la lucha". El lunes 25, su foto en la primera plana de la sección deportiva sirve para reiterar que "está dispuesto a agotar el tema de Bernardo Segura a cualquier costo".
Ya el miércoles 27 Segura apareció únicamente en interiores de la sección de deportes, no obstante que se trataba del homenaje que le ofreció San Mateo Atenco, su pueblo. Y es que en ese momento Andrés Manuel López Obrador lo invitó a dirigir la oficina gubernamental del deporte en la Ciudad de México. A partir de ese momento, Vázquez Raña continuó su lucha, pero ya no en favor sino en contra de Segura. Hizo suyo el argumento de los descalificadores y las instancias que ratificaron su decisión, de que el atleta mexicano sabía de sus tres amonestaciones y sugirió que es un impostor y un mentiroso.

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Norberto Rivera Carrera, Marta Sahagún y Olegario Vázquez Raña
Olegario Vázquez Raña
Por
Miguel Ángel Granados Chapa
-8 de mayo de 2006
Apenas dejó la presidencia del consejo de directores de la Cruz Roja Mexicana, Olegario Vázquez Raña quedó a la cabeza del Consejo de participación ciudadana de la Procuraduría General de la República. Sustituyó al señor Abraham Mafud, que a su vez había asumido ese cargo honorífico el 14 de junio del año pasado. El acortamiento en más de un mes del periodo anual respectivo obedecería a cuidar que Vázquez Raña no tuviera que esperar, carente de una representación como la que ostentaba.
Aunque Olegario Vázquez Raña, lo mismo que su hermano Mario han mantenido siempre una cercanía con el poder político, en este sexenio se ha acentuado la de aquel empresario cuya familia original procede de Avión, en Galicia, con Los Pinos. Olegario Vázquez Raña mantiene nexos estrechos con la familia Fox, ya sea mediante la concesión del negocio de flores y regalos, en su cadena de hospitales, a la esposa del hijo mayor de la señora Marta, ya sea ofreciendo un empleo de alto nivel en su negocio de hotelería a Ana Cristina Fox de la Concha.
Unidos todos, como la razón social lo indicaba, en la mueblería Hermanos Vázquez, hace ya décadas que cada uno de los miembros de esa familia decidió tomar su propio camino, aunque tres de ellos, Mario, Olegario y Abel han coincidido en actividades deportivas y en organizaciones que las gobiernan. Olegario es, hasta julio próximo, presidente de la Federación Internacional de Tiro deportivo. Quién sabe qué fue primero, si su afición a las armas de fuego o sus negocios como proveedor del Ejército, actividad discreta pero voluminosa donde se encuentra el origen de su fortuna, más allá del original negocio familiar.
En la década reciente, Olegario Vázquez Raña se convirtió en presencia dominante en la atención hospitalaria. El Grupo Ángeles Servicios de salud, que inicialmente adquirió el hospital Humana en el Pedregal del sur capitalino, se ha expandido mediante la construcción de unidades como el de Interlomas, en el poniente del valle de México, y a través de la adquisición de empresas largamente establecidas en el ramo, que no pudieron resistir la combinación de agresiva competencia y oportunas ofertas de compra. El grupo es ahora propietario de 10 hospitales. Se halla también en la hotelería, con 15 establecimientos de la cadena Camino Real, el más reciente de los cuales abrió sus puertas a la vera del antiguo Humana.
Vázquez Raña aprovechó asimismo la privatización de los aeropuertos. Con socios españoles constituyó el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), que controla las terminales aéreas de Tijuana, Guadalajara y Vallarta, ciudades clave para el turismo, que tienen también importancia estratégica en términos de seguridad nacional. En el pasado y en el presente han sido sedes de grupos de delincuencia organizada que requieren fluidez en su tránsito por tales aeropuertos. Recuérdese que hace 13 años, en mayo de 1993, pistoleros que participaron en el tiroteo en que fue asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo viajaron sin problema, poco después de la balacera ocurrida en la propia terminal tapatía, hasta la de Tijuana.
Hace dos años, la expansión de Olegario Vázquez Raña se orientó a los medios de comunicación. Adquirió entonces la mayoría de las acciones del Grupo Imagen, y con ella las concesiones de tres radioemisoras hasta entonces propiedad de la familia Fernández. Mediante una fuerte inversión, adicional a los 50 millones de dólares que habría pagado por su entrada al negocio radiofónico, integró un bien dotado técnicamente cuerpo de información que se afana en el competido ámbito de la radio noticiosa.
Amplió su participación en ese campo este mismo año, mediante la compra y remozamiento del diario Excélsior, adquirido también en 50 millones de dólares. Aunque fuera con tardanza, consumó una operación que estaba por realizarse en octubre de 2000, cuando fue expulsado de la cooperativa el usurpador de la dirección con quien el empresario había pactado la compra. Es posible que la demora haya militado a favor de los intereses de Vázquez Raña, pues la renuencia y aun oposición de segmentos de la sociedad cooperativa a deshacerse de sus activos se convirtió en urgencia por hacerlo, dado el deterioro cotidiano del diario y sus instalaciones. La buena relación construida por Vázquez Raña con la familia Fox añadió ventajas a la operación, que no se avizoraron hace cinco años.
Francisco Labastida, el candidato presidencial priista hace un lustro, mantiene excelente relación amistosa con los Vázquez Raña. Fue acogido en los periódicos de la Organización Editorial Mexicana después de su fracaso, y en un plano más estrecho vacacionó después de la derrota en la colosal finca de Olegario en su pueblo natal, próximo a Vigo. No obstante esa preferencia, los Fox y el propietario del Grupo Imagen lograron también una amistad aderezada por los intereses mutuos. Eso permitió las especiales condiciones de venta del diario fundado por Rafael Alducín en 1917.
La cooperativa estaba hundida en un mar de deudas, especialmente de carácter fiscal. Sus pasivos laborales eran también significativos. Vázquez Raña logró que la Secretaría de Hacienda continúe teniendo a la virtualmente inexistente cooperativa como su deudora, lo que limpió de esa obligación al nuevo propietario que, por otro lado, no acepta actuar como patrón sustituto. De esa suerte, antiguos asalariados y colaboradores peregrinan sin éxito para que se les retribuya su trabajo.
Cajón de Sastre
Murió Enrique Álvarez del Castillo, nacido en Guadalajara en 1923 y quien ejerció una larga carrera en la política y la administración que culminó con su desempeño como gobernador de Jalisco y como procurador general de la República. Abogado y doctor en derecho por la UNAM, fue allí notable profesor de derecho del trabajo, y fue el primer secretario general de la Universidad Autónoma Metropolitana. Después de varios cargos medios, fue diputado federal y ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la que partió a gobernar su estado. El presidente Carlos Salinas lo nombró procurador de la República. En ese sexenio se inició el auge de la delincuencia organizada y tuvieron lugar crímenes de enorme importancia, hechos frente a los cuales el gobierno reaccionó trabajosamente. Lo prueba el que Álvarez del Castillo fuera sólo el primero, si bien el de mayor duración (actuó del 1o. de diciembre de 1988 al 21 de mayo de 1991) de los cinco titulares de la PGR, que se sucedieron en una significativa inestabilidad.

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