2 marchas 2 coincidieron ayer en Guadalajara: los ciclistas sin ropa que insisten en hacerse visibles y respetar por la abrumadora bestia automotriz de la Zona Metropolitana; y el colectivo LGTB (lesbianas, gays, travestis y bisexuales) que insiste en invitar a salir del clóset y en hacerse respetar por la bestia intolerante que aún albergan en su seno much@s tapatí@s. ¿Cuál es el común denominador? El uso del cuerpo (desnudo, semidesnudo o erotizado) como protesta. ¿Y qué posee de especial un cuerpo sin ropa? En una comunidad obligada a vivir la desnudez a intramuros o en los espacios socialmente sancionados por la moral pública (playas, albercas públicas, tables-dance); presionada por los usos y costumbres a desarrollar el erotismo exclusivamente dentro de las instituciones monogámicas, matrimoniales, familiares, la represión sexual es la norma. De ahí el uso del mecanismo de transgresión como protesta. Pues la transgresión atrae al instante la mirada que se pretendía arrogante e indiferente ante ciclistas o gays. El desnudo transgrede y sacude, despierta al voyeur que todos llevamos dentro
¿A que no puedes dejar de ver?
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