miércoles, 1 de enero de 2014

Jano, dios de enero/ O de la percepción bicéfala

Madurar es recobrar el sentido de la seriedad 
que uno tenía al jugar, cuando niño 
-Nietzsche


Jano es el dios romano del umbral. Justo antes de cruzar la nueva puerta, su condición bicéfala le permite echar una mirada hacia atrás. Jano es el dios que permite recoger las experiencias acumuladas en el pasado y trasladarlas, cribadas por la reflexión, al nuevo mundo de situaciones que se encontrarán más allá de la puerta... para madurar (en) el trayecto, el pro-yecto personal. Es un ejercicio de la memoria selectiva: ¿qué persona, qué hecho, qué actividad, qué conflicto, qué momento de placer, por ejemplo, fueron los más significativos, relevantes, durante 2013? Y en el sentido de poda: ¿qué persona, qué hecho, qué actividad, etcétera... conviene descargar del equipaje antes de cruzar la puerta de 2014? En la mirada retrospectiva de Jano se incluye el reconocimiento del inconsciente (que anida en el pasado) y su poderosa fuerza subterránea que, de ignorarse, puede hacer erupción de manera escandalosa y sorpresiva en el presente cotidiano. Así, la visión bifronte de Jano permite reconocer los elementos oscuros, ocultos, inconscientes, que bloquean o estorban el camino; por eso, antes de abrir nuevas puertas a tontas y locas, es menester hacerse consciente de las propias limitaciones para no acarrearlas al trasponer nuevos umbrales.
Capricornio, 2006, Guillaume Azoulay
 Jano se corresponde con el signo de Capricornio cuyo icono es una cabra con cola de pez. Con la capacidad así, de sumergirse, de nadar, de transitar por las aguas profundas del inconsciente (que contiene y mantiene activo el pasado) y, a la vez, la fuerza para continuar avanzando en el presente con las recias pezuñas en tierra, en guardia, siempre a la defensiva y a la ofensiva, empleando la dura cornamenta. De ahí que Capricornio se debilite, confunda o trastorne, al omitir alguna de sus dos partes. Desvaría cuando se percibe sólo como pez, incluso puede perderse aguas abajo y jamás emerger de nuevo a la superficie; o al percibirse sólo como cabra montés y andar a testarazos por la vida a base de pura fuerza de voluntad: terminará exhausto y desorientado, pues necesita la guía precisa cual timón, de la cola de pez. Pasado y presente, visión profunda y acción decidida, por tanto, han de combinarse, coordinarse, a fin de alcanzar, construir, elaborar, día a día, el futuro.

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