sábado, 17 de noviembre de 2012
Sentido naufragante
Considérese la proposición (sujeto y predicado) 'torta ahogada'. Aun cuando conozcamos el sentido de la frase gracias al habla popular, el adjetivo contiene un alto grado de imprecisión. Ahogada/o es el participio pasivo del verbo ahogar, que significa "quitar la vida a una persona o a un animal, impidiéndole la respiración" (definición del diccionario de la RAE); por tanto, si la torta estuviese realmente ahogada, equivaldría a decir: 'torta muerta'. El habla popular funcionó así, en el presente caso, por extensión. Pues, al sumergir una torta seca en un plato de salsa picante, se trata en rigor, de una 'torta hundida'. Al hundirse -se extiende el sentido-, se ahogaría. Pero, ¿alguien se comería un cadáver muerto por asifixia? Convengamos entonces, en que la proposición 'torta ahogada' no es lógica sino metáfora poética letal. ¿O es quizá porque al probar el picante, quienes comen la susodicha torta sienten que se asfixian? Pero entonces nos referiríamos a 'comensales ahogados' por una torta hundida en chile.
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