martes, 25 de octubre de 2016

Someter a Proteo

Menelao ata y somete a Proteo, 1714, escultura de Sébastien Slodtz (amplíese)

PROTEO

Dios marino, hijo de Poseidón y de Fenice. Los griegos le suponían nacido en Pallena, ciudad de la Macedonia. Dos de sus hijos eran monstruos crueles, y no pudiendo Proteo llevarlos por el camino de la virtud, ni inspirarles sentimientos de humanidad se retiró a Egipto con ayuda de Poseidón, quien le abrió un camino en el mar hasta la isla de Faros. Tuvo varias hijas, entre ellas la ninfa Eidotea (eido-'imagen de'; thea-'diosa'), que se apareció a Menelao cuando éste, al regresar de Troya, fue arrojado por los vientos a las costas de Egipto y le enseñó lo que debía hacer para saber por su padre Proteo cómo podría regresar a su patria. Proteo era el guardián de los rebaños de focas de Poseidón, y su padre, para recompensarle el esmero con que los cuidaba, le había dado el conocimiento del pasado y del futuro. Eidotea dijo a Menelao que para conseguir que Proteo hablase era necesario sorprenderle dormido y someterlo de modo que no pudiese escapar, pues tomaba toda clase de formas para ahuyentar a los que se le acercaban, haciéndolo a veces en forma de león, de leopardo, de jabalí e incluso de agua, de árbol y de fuego, característica que ha dado origen al adjetivo "proteico". Pero si se continuaba teniéndole atado, volvía a su forma primitiva y entonces respondía a todas las preguntas que se le hacían. Menelao siguió exactamente las instrucciones de la ninfa y con tres de sus valientes compañeros, se cubrió con pieles de foca y entró por la mañana en la caverna donde Proteo acostumbraba a descansar entre sus rebaños. Menelao escogió el momento en que dormía para arrojarse sobre él y con sus tres compañeros lo estrecharon con fuerza entre sus brazos, redoblando sus esfuerzos cada vez que tomaba una nueva forma, hasta que por fin reveló lo que sabía.

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