lunes, 24 de octubre de 2016

Editorial de Sanlunes/Sobre el nuevo fuego digital

Amar a ciber-Prometeo en tierra de indios
-Manuel Falcón
Ahora que se comenta sobre hackers rusos que asaltan como horda de cosacos el proceso electoral de Estados Unidos;  ahora que se informa acerca de la fusión de monstruosas compañías gringas de telecomunicaciones como AT&T (American Telephone and Telegraph company ¡fundada en 1885 por el inventor del teléfono, Alexander Graham Bell!) y la empresa Time Warner (propietaria, entre otros medios, de los televisivos HBO y CNN más el emporio cinematográfico Warner Brothers); ahora que no hay nadie en México desconectado ya sea de su iPhone, ya de su tableta, ya de su computadora; ahora que ingentes muchedumbres, cual tumulto de elefantes, se balancean sobre la tela de una araña (es decir, sobre arácnidas redes sociales) ya en Facebook ya en Twitter; ahora que cunde el pasmo ante la nueva puesta en escena o reactivación del mito de ciber-Prometeo robando la memoria USB (universal serial bus) al fogoso Zeus para entregársela a los seres humanos e iniciar así, la revolución digital, cabe preguntarse si México se encuentra de veras preparado, no sólo para consumir, devorar y atragantarse con tecnología digital, sino para enfrentarse a los cambios psicológicos, sociales y políticos que dicha tecno-era conlleva.
Porque tratándose de un hito histórico en materia de comunicación humana –la era digital o el resurgimiento de ciber-Prometeo que promete again progreso ininterrumpido para toda la humanidad-, conviene reiterarlo: con toda su carga de espectacularidad, innovación y furor de prótesis histérica, en rigor, los medios nunca serán fines. Se piden entonces disculpas al gurú canadiense Marshall McLuhan, profeta de la aldea global (equivalente, para nosotros, al Área Metropolitana de Guadalajara), pero su axioma del “medio es el mensaje” que en principio, parece democratizar la comunicación, no resulta muy preciso si se considera a los propietarios (o para decirlo en términos de computadoras: a los dueños de los “servidores”): todos son de Estados Unidos. Al parecer, la única aportación mexicana a la era digital es la palabra “celular” (pero, ¿acaso tiene células un teléfono digital?). Somos en México meros consumidores de ciber-tecnología y por ende, changos con la destreza para pelar plátanos y manipular toda clase de gadgets. Sin embargo, ¿eso nos convierte en dueños de nuestro mensaje nacional? Dicha sea la pregunta en tono patriótico, con el águila y la serpiente como wallpaper en la pantalla del monitor.
Así, a la luz de la mencionada ciberrevolución, considérense proyectos como la creación de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología del gobierno de Jalisco; reflexiónese sobre los traspiés del proyecto de la Ciudad Creativa Digital; medítese sobre el sentido del reventón de millenials denominado Campus Party en Expo-Guadalajara. ¿De veras se aporta algo a la revolución tecnológica en curso; de veras nos deja un aprendizaje, un contenido sustancioso, creativo, más allá de la manipulación de video-games… o somos meros repetidores, eco, resonancia, imitación de los verdaderos grandes procesos de comunicación extranjera? Ahora que se aproximan cambios de sexenio y de trienios, ¿qué tanto estamos preparados para aprovechar semejantes cambios tecnológicos y empatarlos con los cambios sociales y políticos más urgentes? La transparencia, la eficacia del sistema electoral, el Sistema Nacional Anticorrupción, las labores de “inteligencia” militar y policíaca, ¿de veras resultarán capaces de ponerse a la par, de mejorarse y crecerse, de ponerse al día junto con el nuevo fuego de ciber-Prometeo? ¿O la revolución tecnológica no pasará de ser mera manipulación lúdica de instrumentos de comunicación y el conjunto de problemas sociales (por mencionar uno: la corrupción- cómo olvidar los hoyuelos en las mejillas del gobernador con licencia-para-robar-y-huir Javier Duarte que en estos precisos momentos bordea Nueva Zelanda con su lancha de 10 millones de pesos) se mantendrá inalterable y dominado por la grilla eterna? ¿Forma (medios) es fondo (mensaje)?

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