Si se considera en su dimensión psíquica, Proteo, sumergido en las aguas profundas del océano, es metáfora del inconsciente que se niega, se resiste a emerger a la superficie consciente del Yo. En ese sentido, por ejemplo, Proteo es como los sueños que toman múltiples formas, situaciones, actores y escenarios; pero, al despertar, cuando el Yo se esfuerza en recordarlos, Proteo/lo inconsciente se niega, se resiste, incluso cambia de forma para engañar a la conciencia despierta que cae así, en el olvido. Lo mismo ocurre cuando, verbigracia, en medio de una terapia (o en diálogo con una persona que escucha y comprende) emergen contenidos inconscientes. El Yo quiere conocerlos, quiere saber, anhela descubrir la respuesta a sus problemas y conflictos. Pero, Proteo/lo inconsciente, se resistirá, se negará a abandonar el abismo acuático y salir a la luz del Yo consciente. El terapeuta (o interlocutor), como Menelao, aprieta, ata, somete el Yo del paciente e impide que éste -como Proteo- se resista, cambie de forma, se disfrace, huya ante el miedo de saber la verdad a veces, largo tiempo oculta. Porque la revelación del secreto de Proteo puede ser en ocasiones, dolorosa, aunque siempre será liberadora.
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