lunes, 21 de octubre de 2013

Metamorfosis anual

A estas alturas del año, el cuerpo acusa señales de cansancio. Quizá sea el peso acumulado de los diez meses transcurridos; quizá sea el síntoma de aparición del signo zodiacal de escorpión."¿Cómo es posible que tú, tan racional, creas en esas charlatanerías?", me reclama mi amiga ojerosa que suplica vacaciones y no recuerda dónde dejó el auto en el estacionamiento de la Gran Plaza. "No creo en los signos zodiacales", le reitero, "pero ellos en mí, sí". Me echa las bolsas de compras encima y sale a explorar el subterráneo entre columnas marcadas con números y letras. Quizá sea el momento repito, en que el alacrán encaja su aguijón tóxico que no sólo propicia antídoto (psicosomatizar el cansancio en forma de una gripe, por ejemplo) sino además una reacción adrenalínica que enciende el estado de alerta, pues aún no termina 2013. Conviene efectuar así, otra metamorfosis de la conciencia (el sprint, dicen los corredores) para cerrar de manera airosa e incluso elegante, el tramo que resta de aquí a diciembre. Diviso a mi amiga moviéndose en zigzag entre las filas de autos: "¡Relájate!", le aconsejo; a lo lejos la observo gesticular -supongo que grita algo-, así que mejor suspiro hondo y recargo mi espalda en una camioneta con un french-poodle encerrado dentro: gesticula agitado, supongo que ladra. Es obvio que le pesan los pelos en la cara y el año. (MFM)

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