Un presidente hace de su gabinete un espejo de sí mismo. El jefe
impone un estilo que, tarde o temprano, se convierte en sello de equipo. El
gabinete de Enrique Peña Nieto es un gabinete sin argumentos. El gobierno
impulsa un par de reformas relevantes y no hay quien salga a la plaza pública a
defenderlas. Tan pronto como se anuncian las iniciativas de reforma, emprenden
la retirada sus promotores. Son los enemigos de las reformas quienes ocupan el
espacio público, mientras los representantes del gobierno se ocultan. (...) La imaginación discursiva se reduce a la producción de comerciales.
Nada más. El gobierno federal no tiene argumentos pero tiene una agencia de
publicidad. El Pacto fue una camisa hecha a la
medida de las debilidades discursivas del gobierno peñista. Una mesa fuera del
Congreso donde el gobierno puede "operar políticamente".
-Fragmentos de Un gobierno sin argumentos, 14 oct 013, J. Silva-Herzog
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