domingo, 11 de septiembre de 2011

Los 4 Fanáticos del 9/11/01

Mohamed Atta, el líder del comando de secuestradores, era arquitecto graduado de la Universidad del Cairo, Egipto, donde nació en 1968. Atta tripuló el vuelo 11 de American Airlines (un Boeing 767 con 81 pasajeros a bordo) que despegó de Boston, pero que desvió a Nueva York, donde lo estrelló contra la Torre Norte de las Twin Towers, a las 8:46 de la mañana. Atta tenía 33 años al morir. Cabe recordar que Atta y los demás secuestradores, aprendieron a volar aviones en cursos intensivos en Florida, donde supieron que debían elegir aviones de larga travesía (vuelos de costa a costa de los EEUU) por la mayor carga de combustible que permitiría convertir el avión en bomba incendiaria más eficaz que uno de corta trayectoria con poca gasolina. Mohamed Atta terminó sus estudios en Egipto y viajó a Hamburgo, Alemania, para realizar estudios de posgrado en urbanismo. Ahí conoció a la llamada Célula Musulmana de Hamburgo, un grupo de jóvenes fanáticos dispuestos a ser mártires del Islam. Es aquí donde resulta inevitable formularse la pregunta de por qué un joven universitario, con una mente formada lógica y técnicamente, es capaz de llevar a cabo un acto suicida más un asesinato colectivo a causa de motivos propios del pensamiento... mágico infantil. El hecho erige una señal de alerta sobre la esquizofrenia educativa que entrena para el desarrollo de habilidades técnicas sin abordar críticamente la influencia del entorno social, que incluye tanto la institución familiar tradicional, así como las instituciones religiosas que la refuerzan, en este caso, el aparato religioso del monoteísmo islámico. Conviene recordar aquí a todo estudiante universitario, que proclamarse ateo no es simplemente dejar de creer en la idea de dios ("la negación de Dios", apunta Michel Onfray, "no es un fin sino un medio"); se trata de abrirse al conocimiento profundo y trascender el pensamiento superficial que deja intacta las creencias infantiles. Como ejemplo de éstas, revísese el testamento de Mohamed Atta:
«Yo, Mohamed, deseo que se cumpla lo siguiente a mi muerte:
1. Quienes me amortajen han de ser buenos musulmanes, que me encomienden a Dios y pidan su perdón.
2. Deben cerrarme los ojos y rogar que me despierte en el cielo, han de vestirme con nuevas ropas y no dejarme con aquéllas con las que muera.
3. Nadie debe llorar por mi causa, ni gritar, ni arrancarse las ropas, o golpearse el rostro, porque son gestos que carecen de sentido.
4. Nadie, que en el pasado no me tratara bien, ha de visitarme, ni besarme o despedirse de mí.
5. No quiero que me despidan ni embarazadas ni personas impuras.
6. Las mujeres no deben pedir perdón por mi muerte.
7. Quienes laven mi cadáver han de dar gracias a Dios y rezar para que esté con los ángeles.
8. Quienes laven mi cadáver han de ser buenos musulmanes. No deben ser muchos, pues es innecesario.
9. Quienes laven mi cuerpo y mis genitales han de llevar guantes para no ser tocado.
10. La mortaja ha de ser de tela blanca, ni seda ni material caro.
11. No debe haber mujeres en mi entierro ni deben visitar después mi tumba.
12. El entierro ha de celebrarse en voz baja y proceder rápidamente.
13. He de ser inhumado con buenos musulmanes, con la cara en dirección a La Meca.
14. He de reposar sobre el lado derecho.
15. Una hora han de acompañarme en la tumba.
16. No quiero que se siga la costumbre de que me recuerden cada 40 días o una vez al año.
17. Tampoco quiero que nadie me coloque un talismán, mejor que recen.
18. Mis propiedades han de repartirse como dispone el Islam.»
Gracias a dichas creencias, le resultó muy fácil a Bin Laden reclutar a Mohamed Atta y entrenarlo en Afganistán con el resto de secuestradores suicidas.
Marván Al-Sehi, nacido en los Emiratos Árabes Unidos en 1978, conoció como estudiante a Atta en Hamburgo, Alemania. Marván secuestró el vuelo 175 de United Airlines (un Boeing 767 con 65 pasajeros) que salió de Boston y que finalmente, Marván lanzó como bomba, a las 9:03 de la mañana, contra la Torre Sur de las Twin Towers. Marván era un estudioso del Corán al grado de que había reprobado varias veces en el Instituto Tecnológico de Hamburgo, hasta que prefirió ser un mártir. Al momento de morir tenía 23 años.

Hani Hanjour, nacido en Arabia Saudita en 1972, secuestró y tripuló el vuelo 77 de American Airlines (un Boeing 757 con 58 pasajeros) que despegó de Dulles, Virginia, pero que Hanjour desvió hacia Washington, donde lo estrelló contra las instalaciones del Pentágono. Hanjour es el típico caso de estudiante frustrado. Desde niño anheló ser piloto de aviones, pero siempre reprobó los estudios y por ende, se le negó en Saudiarabia, la licencia de piloto. Hanjour, tenaz, viajó entonces a Phoenix, Arizona, a tomar cursos intensivos de vuelo, hasta que finalmente obtuvo la licencia de piloto comercial. Hanjour regresó a Arabia Saudita a solicitar empleo como aviador, pero de nuevo le fue negado el permiso por su mediocre curriculum escolar. Lleno de rabia, Hanjour ingresó a una mezquita musulmana donde no sólo oró y se tornó estudioso del Corán sino que estableció contacto con fanáticos que lo invitaron a Afganistán, donde un empresario le prometió trabajo inmediato como piloto. El empresario era Osama Bin Laden.
Ziad Jarrah, fue un junior nacido en Líbano en 1975, en una familia con recursos multimillonarios. Ziad secuestró y tripuló el vuelo 93 de United Airlines (un Boeing 757 con 33 pasajeros a bordo) que despegó de Newark, Nueva Jersey, pero que Ziad desvió hacia Washington para intentar estrellarlo en la Casa Blanca, sede del Ejecutivo, o en el Capitolio, sede del Congreso. Los pasajeros frustaron el plan de Ziad, pero al inentar recuperar el control de la cabina, el avión se desplomó en Pensilvania. Ziad coincidió como estudiante con los demás secuestradores, en Hamburgo, Alemania. Era el menos tradicional de los cuatro, incluso el menos religioso. Desde niño deseaba ser piloto, pero su padre que padecía acrofobia, se opuso tajante. Una negativa para un junior, sin embargo, es más bien una invitación a la transgresión. En 1997 ingresó en la carrera de ingeniería aeronáutica en Alemania, pero como todo junior, más confiado en su cartera que en su mente, fue un pésimo estudiante de matemáticas y física. Atta no confiaba del todo en Ziad que era muy noviero y poco dado a rezar. El ataque de Israel a unas torres de departamentos en el sur de Líbano, lo imbuyó de deseos de venganza. Mohamed Atta lo presentó en Afganistán con Bin Laden que supo canalizar el odio de Ziad. Tenía 26 años al morir.
Las líneas rojas señalan los sitios donde se encontraron restos (motor, fuselaje, palancas) de los aviones

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