lunes, 6 de febrero de 2017

Editorial de Sanlunes/ O de constituir una Constitución

Te escribo esta íntima Cartita Magna
-Manuel Falcón
La Constitución mexicana cumplió cien años (¿qué tiene el número cien que seduce a la memoria e invita a festejar?). Justo hace un siglo, el varón de Cuatro Ciénegas, Coahuila, logró transvasar la Revolución Mexicana de la práctica a la teoría; en ese sentido, la Constitución fue un gran embudo que introdujo por un extremo, tiros y cañonazos, refriegas y batallas, y extrajo por el otro, la escritura de 136 artículos. Esa es la hazaña de Venustiano Carranza: promover el esfuerzo intelectual de la clase política de 1917 para poner por escrito el significado de la violencia desatada por don Panchito Madero (el chaparrito chihuahueño fue traducido por el gigante coahuilense). La discusión sobre si la Carta Magna supo interpretar con rigor los Sentimientos de la Nación revolucionaria, es harina de otro costal de abogados con prurito meticuloso y detallista. La importancia histórica reside en que Carranza logró forzar con singular voluntad política a toda una Asamblea Constituyente para que se sometiera a una encerrona (del 1° de diciembre de 1916 al 5 de febrero de 1917) a fin de quemar cacumen y a la postre, redactar, parir con letras, una Constitución Política moderna. Esfuerzo sin par si consideramos el tamaño de los apacibles huevos de diputados y senadores actuales, arrellanados en sus curules, expeditos para aprobarse autoaumentos de sueldo y firmar sin chistar decretos presidenciales de gasolinazos y reformas estructurales.
Conviene recordar además la coyuntura internacional en que actuaba Carranza: en medio de un mundo precipitado en la Primera Guerra Mundial (Europa optaba por el primer intento de suicidio); con Woodrow Wilson como presidente de los Estados Unidos cuya Marina atacó el puerto de Veracruz en 1914; con la Alemania del káiser Guillermo y sus submarinos que pretendían hundir barcos estadounidenses en el Golfo de México y promover la guerra usando nuestro país como base (recuérdese el truculento affaire del telegrama Zimmermann). Añádase a lo anterior, la grilla interna de una nación en guerra civil: Pancho Villa, Álvaro Obregón y Emiliano Zapata complotando contra Carranza. Y encima de todo ese andamio de crisis, pudo Carranza tener la cabeza fría para saber que México necesitaba poner por escrito, causas, objetivos y propósitos de tanta balacera como había habido luego de defenestrar a don Porfirio. Don Venustiano logró plantarse y frenar la tentativa gringa de invasión; logró declarar a México como país neutral ante la Guerra Mundial sin romper relaciones con Alemania. Y luego recortarse finamente el bigote y barbas blancas.
Inevitable la comparación con el Ejecutivo actual de México bajo los embates tuiteros del Donaldrástico ejerciendo su derecho ilegal al bullying racista anti-mexicano desde la Casa Blanca. En efecto, luego de una llamada telefónica dizque privada entre Peña Nieto y el Trumpuerco, misteriosamente, dicho intercambio se filtró y el presidente de México quedó expuesto al escarnio público, pues el Bofo presidente gringo lo maltrató considerándolo debilucho frente a los narcos y amenazó por tanto, con enviar tropas yanquis a capturar Bad-Hombres (única palabra en español que conoce el millonario analfabeta disfuncional). ¿Quién filtró dicha llamada privada entre presidentes? Se invita a los lectores a anotar un nombre clave: Steve Bannon, el cerebro nazi de Trumpig. El mentado Bannon es el Joseph Goebbels del bruto presidente gringo a quien le dicta el guión a seguir: racismo, misoginia, kukluxklanismo, antinmigrantes, etcétera. Se rumora que Steve Bannon sustituyó no sólo el cerebro sino el corazoncito del Donalduro al grado de que desplazó incluso a Melania cuyos besos serbios le resultan insípidos al Donald; en cambio, Bannon le proporciona el excitante beso baboso de la muerte. Darth Vader Bannon es la figura sustituta de Fred Trump padre, hijo a su vez de un prusiano racista y antisemita que emigró en el siglo XIX a Estados Unidos. Las ideas –a sabiendas de que el millonario autor del Art of the Deal es un pragmático absoluto sin ideas, apto sólo para el trueque, el regateo, el toma y daca, comerciante de tianguis ceñido al lema de nothing is personal just business), la estrategia supremacista blanca y el odio al prójimo periodista, son dictados por Steve Bannon que filtró los pormenores de la llamada con Peña Nieto para humillarlo. Don Venustiano ha de estar mesándose y retorciéndose de desesperación barba y bigotes en el Más Allá, a Cien años de soledad de la Constitución.

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