lunes, 23 de enero de 2017

Editorial de sanlunes/ O del presidente tuitero

Toma de posesión virtual

Diálogo entre estilistas: 
-¿Es real la cabellera de Donald Trump? 
-Es virtual como su forma de pensar
-¿Y cuál es la forma de su peinado? 
-Igual a su forma de hablar
  
-Manuel Falcón
La profecía funesta finalmente se cumplió: el megalópata Trump rindió protesta como el presidente número 45 de Estados Unidos (por cierto, ¿saben los mexicanos qué numero de presidencia le corresponde a Peña Nieto?). Su discurso fue el mismo: el egomaníaco Donaldrástico liberará al pueblo gringo del mal gobierno y a partir de él, todo será diferente, pues la primer potencia del mundo se contraerá sobre sí misma, durante cuatro años –al menos-, en un ritual de autofagia ultranacionalista: "América para los americanos" (que traducido al español significa: Gringolandia para los gringos). Así, una vez atrancada la puerta por dentro, quedarán todos los gringos "auténticos", es decir, los anglosajones (los WASP: white anglo-saxon people), dentro del muro o muralla –al estilo de la China milenaria- que erija el Donaldorado. De esa manera resultará más fácil localizar de inmediato a los chivos expiatorios o "bárbaros" no-anglosajones. Los prietitos en el arroz. Pero, el discurso inaugural del millonario hirsuto pronto fue rastreado y escaneado por las redes sociales y: ¡oh, sorpresa! En forma y fondo, tanto en la estructura de composición como en el concepto, sus palabras fueron semejantes a las del supervillano Bane que se propone, en la película (The Dark Knight Rises, 2012, dirigida por Christopher Nolan) y el comic de Batman, liberar a Ciudad Gótica del mal gobierno con invitación a los auténticos ciudadanos para salir a cazar a los forasteros o chivos expiatorios.
La realidad simbólica sustituyó a la realidad real. O dicho de otra manera, Trump  (y todo su gabinete de payasos) es un personaje de comic. Se recomienda así, a todas las embajadas del mundo, pero en particular, a la de México, a revisar a detalle, escena por escena, la referida cinta de Batman, pues quizá de ahí copie el presidente impredecible Trump, su estilo y forma de gobernar. Por lo pronto, el tuitero mayor tomó posesión de la Casa Blanca que pronto emitirá rayos de color naranja-dorados (The Orange House), para convertirse en el centro del mundo… virtual. Como en el mito del rey Midas, todo lo que Trump toque se tornará de color dorado, todo se convertirá en hiperrealidad (sus mensajes pasarán por encima de lo real, haciendo patitos o, mejor, pajaritos azules de Twitter sobrevolarán los hechos reales: "a mi acto inaugural acudió más gente que al de Obama. Y punto". Los medios lo contradicen porque son reales y él es hiperreal, virtual, post-verdadero). Con lo cual se comprueba la sustancia del nuevo líder xenofóbico: está compuesta de mito, comic, Reality show o teorías de la conspiración, pero no es real; el empresario inmobiliario transa autoexento de impuestos, nunca ha descendido de su torre dorada en Manhattan, a la realidad real que, tarde que temprano, pasará factura. Trump es la caricatura de sí mismo. Aunque lo mismo cabría decir de Peña Nieto, es cierto, pero el mexicano no es considerado protagonista ni de la película ni del comic, ya no se diga a nivel mundial sino a nivel nacional (a estas alturas, el presidente de México se tornó personaje secundario, aparece en el papel de extra en el filme sexenal). La gran marcha de las mujeres en Washington (y demás ciudades de Estados Unidos y de Europa) contra Donald Trump, es un recordatorio de que existe la realidad real, la gente real y su furia real (como así lo muestran también, las marchas contra el gasolinazo en nuestro país).
La realidad virtual nos alcanzó. Ya está entre nosotros. Somos nosotros (quien esté leyendo el presente texto en una pantalla de computadora, que levante la mano). Las redes sociales se han apoderado del concepto de "realidad" que ya es sinónimo de virtual. De qué manera dicha constatación incide en la vida política lo estamos viendo en tiempo real, con el arribo de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Es increíble, es imposible, no puede ser que semejante bestia dorada represente a la primer democracia del planeta… en la realidad real; pero en la realidad virtual, es verdad: ahí está el millonario gringo tuiteando a la bola de viejas argüenderas que salieron a marchar sobre Washington alcanzando casi el millón de almas: "¿por qué no salieron a votar así?", les espetó, en juicio contundente, el rey Midas Trump. De ahí también el miedo de todos los países. Si el presidente de la potencia primera no es real, ¿cómo predecirlo o enfrentarlo? La respuesta es obvia: en su propio terreno: la realidad virtual. Incluso no se necesita bola de cristal para augurar dicha situación similar en las próximas elecciones presidenciales de México: triunfará no el mejor candidato real, sino el mejor candidato virtual. Salvo opinión en contrario no de los votantes reales sino de las redes sociales virtualmente post-verdaderas.

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