martes, 30 de agosto de 2016

Juangabrielología/ O un gotita más al tsunami de comentarios sobre el Divo de (Benito) Juárez

"Quiero decirles ahora, que de verdad valió la pena haber 
nacido en este siglo y en este país por el bello hecho de ser 
mexicano y de ser Juan Gabriel"


Había una vez una ciudad llamada Juárez en la frontera de México con Estados Unidos. Allí vivía un adolescente solitario, ajeno a la política y a la cultura, aficionado irredento de las cantantes de ranchero, de Lola Beltrán y Lucha Villa y Amalia Mendoza la Tariácuri… y ese joven, furiosamente provinciano (cosmopolita de trasmano, nacionalista del puro sentimiento) creaba por su cuenta una realidad musical nomás suya, la síntesis de todas sus predilecciones que no existía en lado alguno, y para su empresa disponía de la memoria (en donde resguardaba las melodías que no podía llevar al papel pautado), del ánimo prolífico, de una guitarra, de muchos sueños y de la casualidad de que en el país decenas de miles intentaban lo mismo: componer para hacerse famosos, componer no por hacer arte sino con tal de representar sentimientos y situaciones (enamorarse, desenamorarse, frustrarse, narrarle a todos el dolor de no poder contarle a nadie el sufrimiento, desahogar el rencor, aceptar que todo acabó y todo empieza). 
(...)
-Carlos Monsiváis, fragmento del ensayo: "Instituciones: Juan Gabriel", en Escenas de pudor y liviandad

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