Fin de vacaciones
-Manuel Falcón
Se terminaron las vacaciones escolares de verano y de la
clase política también. Durante dicho espacio destinado al ocio y la baba,
ocurrieron hechos con características propias de un Reality Show, como el cumpleaños-secuestro, filmado en tiempo real,
del vástago del Chapo, en Puerto Vallarta (en un restaurante cuyo nombre –La Leche-
alertó el instinto de grilla maternal del derrochador Héctor Pablo Ramírez Puga,
director de Liconsa). Al mismo tiempo, mientras las dos máximas sectas del
fanatismo religioso jalisciense, Atlas y Chivas, dirimían aspectos teológicos en
torno al Dios-balón, concluyeron los Juegos Olímpicos de Río (“río y río y no
paro de reír”, parece exclamar con la carcajada congelada, el boxeador de
bronce de Parral, Chihuahua), junto con las mil y un anécdotas de sobremesa
(que si los jueces se aliaron con la delegación china para hacer perder a los
deportistas mexicanos; que si equivale a medalla la novia de Alfredo Castillo;
que si Peña Nieto debió competir, pues al fin y al cabo la consigna de la
delegación nacional fue la de perder... imagen, etcétera). Mientras tanto, en el
plano de la realidad mediática, Azcárraga Jean cesaba al gurú de sus noticias: Joaquín
López Dóriga, como epitafio simbólico de la televisión comercial “de toda la
vida”: aquí yace el monopolio ejecutado por la maldita era digital. Y al mismo
tiempo, en plano simultáneo o nado sincronizado, los maestros (whatever that means) de la CNTE (whatever
that means) se colgaban la medalla de oro en estrangulamiento del gobierno:
único deporte donde los mexicanos le ganaron a un chino: Chong.
El regreso a clases por ende, será como el despertar de una “cruda”
en medio de una cruda realidad: ¿cómo terminar, sin perder más medallas e
imagen, el sexenio -o los sexenios, si se incluye e los gobernadores? La clase
política vigente enfrenta el reto de realizar el último esfuerzo que legitime
su discurso de las “reformas estructurales” (whatever that means), a nivel nacional, y el sentido trascendental (o efímero) del regreso
del PRI a nivel estatal, pues no bastará con sólo concluir e inaugurar la
Línea 3 del Tren Ligerísimo de tiempos sino ahora, con el amenazante debate
intelectual entre el Chapo y el Mencho encima, proporcionar un fin de sexenio
tranquilo y firme. Sobre todo cuando las redes sociales permanecen atentas a cualquier
mínimo movimiento en cuanto a abuso o exhibición fanfarrona de poder público. “Entramos
en la era de las águilas –escribe Gérard Wajcman en El ojo absoluto-. La característica de las águilas es tener los
ojos más grandes que el cerebro. Esto no significa que sean idiotas, sino que
piensan con sus ojos”. De mejor manera no sería posible describir a los
internautas que navegan entre cascadas de imágenes, las 24 horas por 24, en Facebook y Twitter,
trasmitiendo, retrasmitiendo, reciclando, copiando, linchando, trolleando y
viralizando la realidad, que cada vez es más virtual y menos real. Así lo ha entendido incluso la jerarquía
católica que ya azuza desde su Semanario de la Fe(a costumbre del fanatismo
inquisitorial) a las redes místicas envueltas en nubes de incienso, para que
vomiten sus entrañas homofóbicas sobre el mandato de la Suprema Corte que autoriza
el matrimonio gay (de la costilla de Adán surgió otro Adán; o Eva desposó a la Serpiente), y convocan a
movilizarse (el ex secretario de gobierno panista, Fernando Mela Peláez se
encuentra entre los conspiradores de la vela digital perpetua) contra el “mal
gobierno” (Benito Juárez, para revivir, requiere abrir urgentemente, su perfil en
Facebook e Instagram. Se propone contraseña: “el respeto al perfil ajeno…”).
Así pinta pues, el regreso a clases. Más valdrá que los
gobiernos tomen nota y traduzcan a conciencia, las múltiples señales y avisos
(apocalípticos y crípticos) simbólicos, en apariencia banales, que han ocurrido
durante las vacaciones de verano. A las tribus tapatías les corresponde simplemente
estar atentas a la obra más trascendental de la historia de Guadalajara: la
restauración de la Minerva. A nivel nacional, conviene asegurase de si ya
regresó La Gaviota de Miami. Y todo lo anterior, si la CNTE no dispone otra
cosa.
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