miércoles, 19 de febrero de 2014

Ponga a pensar a su diputado

Para empezar cualquier reflexión crítica sobre los orígenes del consumo humano de drogas, debería sacrificarse un moderno hábito de pensamiento. La investigación histórica de las drogas proporciona la que para los hombres contemporáneos resulta asombrosa lección de que la asociación de droga y adicción representa, esencialmente, una vinculación moderna. Para comprender la antigua realidad del consumo de drogas, sería preciso romper la profana alianza predominante de droga y adicción, y concebir ambas como magnitudes básicamente diversas. El desafío de la cuestión a los investigadores actuales estriba en retrotraerse, con ayuda de la fuerza imaginativa histórica, a una época en que las drogas actuaban, sobre todo, como vehículos de un tráfico fronterizo metafísico y ritualizado. Así, de manera diversa a la actual percepción de la individualidad, subjetividad significa, en la era antigua de las drogas sacras, una disponibilidad o accesibilidad elevada para lo no-siempre-manifiesto, de manera que las sustancias psicotrópicas no se utilizan para la embriaguez privada sino que actúan como reactivos de lo santo, como abrepuertas de los dioses. (...)
-Peter Sloterdijk en Extrañamiento del mundo (capítulo III: ¿Para qué drogas? De la dialéctica de huída y búsqueda del mundo), 2008, editorial Pre-Textos

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