jueves, 27 de febrero de 2014

Cuento chapo (breve)/ Pavo en ácido (*)

La cena de Nochebuena congregó a toda La Familia encabezada por la Tuta. Sus muchachos trajeron para el intercambio: cocadas, chongos zamoranos de éxtasis y enormes ates como bazucas rellenas de membrillo y mariguana. El pavo fue encargado al Pozolero, el gravy humano a los Zetas y el relleno de picadillo de sesos al Cártel de Juárez. En un ambiente baleado y festivo, todos disputaron palmo a palmo sus zonas de influencia en el espacioso salón de fiestas erigido sobre fosas repletas de enemigos y perfectos desconocidos. Bandejas de oro circularon profusamente con vasos de whisky, tonsol y tequila. Edgar Valdez Villarreal avisó que transformaría de inmediato en confeti a quien osara regalarle de nuevo una Barbie. Para imbuir la atmósfera de espíritu navideño el Mayo Zambada entonó a dúo con el Mochomo, el villancico: Pero mira cómo mueren los peces en el río... Los chicos del Cártel del Golfo, ataviados de pastorcitos con lanzagranadas, escenificaron una pastorela con el Jefe de la Policía Municipal de Ciudad Victoria, Tamaulipas, en el papel de burro llevando a lomo a la Virgen representada por Miss Sinaloa, novia de El Indio. Cuando al estrado dispuesto para la banda de música banda, subió y tomó el micrófono quien se presentó como el Señor de los Suelos, se produjo un rumor intenso seguido de un silencio incómodo entre los presentes que apuntaban y miraban fijamente al personaje. Desde la cocina, en mangas de camisa y delantal, Santiago Meza, el Pozolero, rugió: "¿Qué no era más bien, el Señor de los Cielos?", dijo mientras ahogaba en ácido los últimos cloqueos del guajolote. "Bien, es que,... el apodo es porque, yo, o sea", tartamudeó sudando copiosamente el hombre vestido con saco rojo y corbata rosa a la manera de empleado de Sanborn's: "la mera verdad es que yo quiero empezar desde abajo". La respuesta provocó un atronador aplauso con ráfaga de metralletas como bienvenida al neófito. Al fondo, en una mesa de Coca-Cola cubierta de vasos de ron y agujeros de bala calibre 9 milímetros, conversaba a carcajadas Juan José Esparragoza, El Azul, con un general que por la cara de espanto debía de ser El Verde. De golpe, la música sacudió sombreros, bigotes falsos y celulares encriptados, cuando la Arrolladora Banda chupa-Limón comenzó a tocar. En el patio trasero los sicarios hacían cola para pegarle a la piñata que tenía ojos, orejas, nariz y boca con la que protestaba: "¡no soy soplón, no soy soplón...!" La Reina del Pacífico repartió buñuelos entre los ruborizados miembros de la Policía Federal que hacían servicio gratuito de valet-parking para los autos de los jefes. Mediante una discreta pantalla de plasma de 70 pulgadas colocada en el centro del salón, Osiel Cárdenas Guillén, desde una penitenciaría de Houston, envió un sentido y críptico mensaje: "Que pasen todos ustedes, sus escoltas, sus familias, sus novias y sus halcones, una Feliz Navidad y que no vea don Próspero el Año Nuevo", y alentó a mantener las tradiciones, pero no las extradiciones. Cuando los presentes se enteraron vía twitter de que la persona disfrazada de Santa Claus en realidad era el Chapo, quedaron pasmados, lo que no mermó su apetito feroz con el que atacaron el pavo y casas circunvecinas. Afuera caía la nieve que helicópteros militares y de la DEA arrojaban en copos que contenían micrófonos. Sobre el vasto techo del salón de fiestas, en una gran manta agitada por el viento, cualquiera que bajara en jet privado, alcanzaba a leer: Ven a mi casa blindado esta Navidad. (MFM)
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(*) Publicado en la presente blogonave el sábado 24 de diciembre de 2011

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